4. Cáncer
Vomitó todo lo que acababa de desayunar, sentía un pequeño líquido ácido que recorría desde la boca del estomago hasta su garganta hasta sacar todo ese vomito.
¡Se odiaba!
Odiaba sus cachetes inflados como un globo.
Odiaba su enorme panza.
Odiaba sus gruesas piernas.
Odiaba sus dedos en forma de dedos de queso.
Odiaba mirarse al espejo cada que se arreglaba el cabello.
Odiaba no encontrar ropa de su talla.
Odiaba tragar como un cerdo.
Odiaba que la insultaran.
Odiaba que hasta en su propia familia le hiciera bullying.
Odiaba ser gorda.
Pero se odiaba más a ella misma y su existencia.
Y con todo eso tenía que lidiar día a día, Odiar era su palabra favorita, era la única que aparecía en su diccionario.
Podría ser que tiene una vida de mierda ¿No creen?
En fin, ella es Cáncer.
— Cáns, hija ¿Ya estás lista?— su madre tocó la puerta del baño.
— Déjala mamá, seguro está con diarrea y está desechando todas las porquerias que come.— su hermana se unió en risas burlonas.
— ¡Shh! No seas grosera.— la defendió—. Cáncer ¿Ya vas a salir?— volvió a tocar la puerta.
— Sí, un segundo..— dijo en voz baja, se levantó del suelo y limpió su boca, y dedos de vomito. Después bajó la palanca del retrete y salió como si nada.
— ¿Todo bien, hija?— la miró su madre con preocupación.
— Sí mamá.
— Espero no hayas dejado oloroso el baño o peor aún..romper la taza.— su hermana atacó de nuevo con desagrado.
— ¡Deja de ser tan ordinaria y vete a cambiar! Tienes que ir a la universidad.— por fin se deshizo de su hermana mayor. Su madre era al menos la única que no la atacaba todos los días, era como su salvación...pero no siempre.
Cáncer siguió alistándose para irse al instituto, cuando esta terminó se fue a despedir de su madre quien antes de salir le entregó su bolsa del lunch, su madre era de esas que no les gustaba que sus hijos comieran cualquier cosa en el instituto, es por eso que a ella aún le ponía el lunch.
La chica tomó a la fuerza su lunch y salió directo a la parada de autobuses.
Cuando llegó el autobús tomó un poco de aire y se preparó mentalmente para empezar su infierno, desde el autobús hasta el regreso a su casa.
No llevaba ni dos segundos cuando comenzaron a gritarle vaca y todos se burlaban en lo que iban de camino al instituto, tanto no soportaba que al llegar bajó casi huyendo hacia su casillero.
La chica ni siquiera podía sacar sus cosas en paz porque le aventaban bolas de papel o le gritaban gorda, por más que quería defenderse no podía, se sentía débil e inferior ante ellos y sabía que eso le perjudicaría más.
— Hola Cáns.— saludó su única amiga Zoe
Zoe era una chica bonita y amable, su cabello era color rubio y con un cuerpo diminuto, uno que envidiaba la misma Cáncer y deseaba ser alguna día otra Zoe.
— ¡Hola!— mencionó con alegría y después le dio un gran abrazo. Para ella, era como su ángel.
— Eeh! tranquila, me aprietas Cán.— dijo apenas audible.
— Lo siento.— dijo soltándola rápidamente—. Lo siento tanto.
— Descuida, está todo bien...¿qué tal tu fin de semana?— tan solo recordar a Cáncer se le borró la sonrisa—. ¿Dije algo malo?
— Mm...no.
— ¿Qué pasó?
● ● ●
Cáncer acompañaba a su mamá al supermercado para llenar toda esa alacena que había en casa.
Mientras que su mamá iba a buscar otras cosas, ella se había quedado leyendo una revista de adolescentes ya que le había parecido interesante un artículo sobre "cómo bajar de peso en una semana" y era de esperarse que ella lo creyera.
Después de leer ese artículo se dio vuelta para buscar a su madre cuando chocó con alguien y sólo alcanzó a oír cómo algo se rompía.
— ¡Maldición!— por escuchar esas palabras supo que se trataba de un chico.
— Lo..lo siento..— respondió cabizbaja como suele acostumbrar.
— ¡Deberías fijarte! ¡por tu culpa me quedé sin bebida para la fiesta!— dijo
bastante molesto.
— Lo siento.
— ¡Con un lo siento no arreglas nada maldita gorda! deberías de irte a algún Mc Donald's y hacer lo único que sabes hacer, tragar.— gritó y se fue bastante molesto ese chico lleno de tatuajes, lo único que pudo alcanzar a verle.
● ● ●
— ¡Qué pesado! lo siento tanto amiga.— dijo comprensiva.
— Está bien, ya pasó...— dijo negando y tratando de olvidar lo sucedido.
— Aunque...sí deberías bajar aunque sea un poquito de peso Cán, así..ya no tendrías tantos problemas.
— Lo sé, ya he estado vomitando todo lo que como, incluso comeré la mitad del almuerzo que me dio mi mamá sólo que esto no funciona tan rápido como esperaba.— Zoe se acerca más a ella y le susurra.
— No solo deberías de vomitar lo que comes, también deberías de dejar de comer por completo.— Cáns la miró.
— ¿Dejar de comer? pero...pasaría demasiada hambre.
— ¿Quieres bajar de peso o no?— la chica asintió—. Entonces deja de comer, es la única forma en la que bajaras rápido y serás aceptada por todos, si no eres delgada, no eres bonita.
— ¿Crees que seré bonita cuando esté delgada?— la miró con los ojos muy iluminados de ilusión.
— Te puedo jurar que hasta serías le envidia de muchas chicas y los chicos en vez de insultarte, van a querer salir contigo.
— ¿En serio lo crees?— sonrió.
— ¡Por supuesto! Aunque...tendría que prepararte para eso de coquetear con chicos o así, y sobre todo que cuando se te presente una situación comprometedora, sepas que hacer.
— ¿A qué te refieres?
— Que tienes que dejar de ser virgen para que cuando seas bonita como yo, puedas saber lo que hacer cuando tengas relaciones con los chicos que quieras.
— ¿¡Qué!? ¿Tengo que dejar de ser virgen ahora mismo?
— No justo ahora, pero en el proceso de tu cambio físico.
— Pero yo no quiero hacer eso, quiero que el primero sea quien me ame.
— Cán, estamos en el siglo XXI y ya no se da eso, ahora existen los free, las relaciones abiertas y esas cosas, nadie tiene sexo sintiendo amor más que deseo.
— Pero...aún así, no quiero perderla de esa forma, además...¿quién se ofrecería a eso?
— El dios del sexo, el chico más sensual y mejor conocido por quitarle la virginidad a casi todas la del instituto.— dijo suspirando enamorada.
— ¿Quién es?
— Él.— dijo señalando a un chico alto, musculoso que venía entrando rodeado de chicas, el problema es que ni siquiera sabía su nombre.
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