XIII. Transición 🍏
Cada vez que cierro los ojos
Algo pequeño dentro de mi muere
No puedo decir si es oscuro o brillante
Pero es todo lo que he conocido al dormir solo.
Y te amo más
Cuando primero encuentro amor en mi alma
Y te lo daré todo, me entregaré a ti
Cuando primero me encuentre a mi mismo
Y el tiempo llegará para que cada uno sepa y se vaya
Y diga adiós
Dulces sueños
Duerme bien.
Sweet Dreams, Angel Olsen
🍏
El tiempo era inmensurable cuando BaekHyun veía pasar toda su vida en un sueño. Desde su nacimiento hasta la actualidad. Desde sus primeros pasos junto a su madre, hasta la despedida en el ataúd. ¿Cuál era verdaderamente la realidad? Si en ambos lugares, se repetían las mismas cosas. Si veía a las mismas personas y hasta tenía los mismos sentimientos. Su amor y preocupación por su madre. La transición de admiración a odio en KyungSoo y JongIn, hasta la transformación de amistad en amor con SeHun.
Una película pasaba en su mente, pero aún no abría los ojos. Estaba detenido en el instante en que se despidió con un dulce beso de SeHun. El señor Oh había llamado al mediodía a su hijo para decirle que regrese de inmediato a la casa porque el señor Park estaría allí pronto. Necesitaban llevar la negociación a buen puerto e Irene, seguramente, saldría con que quería un millón más. No podían permitirse arruinar todo de repente. Debían tener la mente fría, pero con Irene y sus planes misteriosos e impulsivos que perseguían sus propios intereses, nadie sabía a qué abstenerse.
Sin embargo, SeHun no pudo impedir que hablase. Aunque al final, había sido peor para ella. Park había reído ante su declaración, la aduló diciendo que era una jovencita divertida y atrevida. La invitó a cenar el martes, pero Irene le rechazó con un rotundo: «Váyase a la mierda, ya tengo novio», dejando a sus padres pasmados, pero a un Park ChanYeol aún más atraído. «¡La gente de aquí tiene un gran sentido del humor!», había dicho, dejando un mal sabor en toda la familia.
A SeHun se le había ido toda la tarde conversando con sus padres e Irene, no les había agradado en lo absoluto el señor Park. En la tarde, sus tíos fueron de visita con una opinión totalmente opuesta. Estaban encantados por la propuesta que le había hecho a YuRi, hasta que Irene dijo con cinismo: «Sí, tan encantador, todo un galán. Dime, ¿te invitó a cenar también el martes, o al menos fue más inteligente y te citó otro día?», a lo que YuRi no tardó en responder que ni siquiera le habían dejado decidir.
Dado que ambas familias se habían reunido para hablar de negocios y poner puntos en común, o más bien, para mostrar sus desacuerdos en esas instancias, SeHun se quedó a cenar con ellos por la noche. Hasta que alrededor de las nueve, una hora antes de ir rumbo a la casa de BaekHyun para dirigirse juntos a Golden Apple, JinKi le llamó para contarle que había visto a JunMyeon dando vueltas por la entrada de la gasolinera. Definitivamente, aquello no sonaba nada bien. Así que decidió ir por su cuenta para verificar que no estuviese por allí cuando él y BaekHyun hiciesen sus rondas.
—Iré contigo —dijo Irene en la puerta de la habitación—. No quiero que te encuentres con ese tipo a solas.
SeHun se ató los cordones sentado en la esquina de su cama y le miró con desdén.
—Y tú estás loca si piensas que te dejaré venir conmigo, le avisaré a papá que no te deje seguirme —le acusó.
—Idiota —se sentó a su lado y le abrazó—. Cuídate.
—No seas exagerada.
—¡Qué malo eres! Ya ni me dejas preocuparme por ti, te recuerdo que soy tu hermana mayor —entonó con altivez.
—Sí, sólo en edad, porque de estatura todavía eres un espermatozoide.
Irene rio y le pegó en el brazo.
Rápidamente, SeHun salió y se fue en bicicleta. ¿Por qué JunMyeon estaría molestando? Se suponía que cuidaba el edificio de la municipalidad en las noches, ¿tanto tiempo libre tenía para ir allí? Tampoco le sorprendería que estuviese tramando alguna idiotez para asustarlos, después de todo, JunMyeon sabía que iban a hacer rondas de vigilancia. No obstante, vaya que era un grano en el culo.
A medida que pedaleaba, la brisa lo despeinaba. El aroma veraniego de las manzanas maduras invadía sus fosas nasales. Nunca había sentido un aroma tan intenso. Al frenar en la entrada de la finca, notó al final del predio la gran nube de humo que provenía del galpón de JinKi. Ni siquiera tuvo tiempo para poner sus pies en los pedales. Se giró ante un curioso «bip-bip» cerca de la gasolinera, pero se distrajo ante el silencioso alarido de BaekHyun varado en su bicicleta a casi un kilómetro.
—¡SeHun!
Se dieron la última mirada. Cual amanecer violento, así fue la luz impactante del estallido a pocos metros.
✧✧✧
BaekHyun abrió con lentitud los ojos. Paredes blancas y la luz de la mañana lo cegaron unos segundos. Silencio profundo, sólo oía su respiración. Desvió la mirada y se encontró con una vía intravenosa y el suero a su derecha, además de KyungSoo dormitando en un sillón al costado. Un nudo se formó en su garganta y se movió apenas. Tenía raspones en las piernas y el brazo izquierdo enyesado. Lo pensó con rapidez, se había caído de la bicicleta.
Así que todo eso se ganaba por seguir nuevamente su intuición.
Cerró los ojos y comenzó a recordar paso a paso. ¿En qué momento se había caído? El olor a quemado regresaba, los perros ladrando en el árbol de moras. Y una temprana llamada de YiXing contándole sobre JunMyeon, quien se la había pasado dando vueltas al mediodía por su casa, para pedirle perdón por la paliza que le había dado en el lago. YiXing le había perdonado sin rencores; y BaekHyun no podía creer que su amigo hubiese dejado libre de culpas tan pronto a esa bazofia, incluso le enojaba. Pero YiXing se excusó con que le daba lástima JunMyeon.
Supuestamente, desde que tenía consciencia, YiXing sabía que su enamorado tenía los días contados. Y claro que aquella revelación heló la sangre de BaekHyun. Pero no lo suficiente para traumarlo, ya que YiXing no conocía los detalles de los sucesos. Sólo sabía que todo estaba relacionado con los negocios de Golden Apple.
—YiXing, ¿de casualidad sabes si mi madre está hoy conmigo? —titubeó sentado en el suelo, con el tubo pegado a la oreja—. Es que otra vez los perros están ladrando al árbol... Y no me da un buen presentimiento.
—Tú mamá siempre está contigo.
—Sí, ya me dijiste eso. Esperaba algo más, como que su espíritu esté dando vueltas, queriéndome hablar.
—Oh, no lo sé. ¡Bueno, voy a cortar, mi abuela ya terminó de cocinar!
—Bien, gracias por nada —suspiró con decepción—. Nos vemos mañana.
—¡Nos vemos!
Al mirar el reloj, BaekHyun se sorprendió de lo rápido que pasaba el tiempo mientras hablaba por teléfono. Dos horas desde que YiXing le llamó no sólo para contarle lo de JunMyeon, sino también para hablar de lo que había soñado y que presentía era una visión. Algo de una botella de sidra siendo descorchada hacia el cielo, dejando una estela de espuma que luego se volvía humo. Sin dudas, Golden Apple los estaba volviendo ligeramente locos. Pero cuando imaginó el humo como el que había visto la noche anterior en las higueras, su semblante decayó y dejó de resultarle divertido.
Si habían quemado las higueras, ¿qué les impedía quemar también los manzanos? Se suponía que para eso estaban cuidando las fincas. Pero cuanto más lo pensaba, menos sentido tenía. En verdad era peligroso. Podían iniciar un pequeño fuego en cualquier esquina y luego se esparciría sin remedio alguno hasta volverse una hoguera. Exactamente como ese trapito que se le acababa de prender fuego al lado del horno, mientras esperaba tras colgar la llamada, que el agua hirviese.
Su piel se erizó, lanzó el trapo al fregadero y dejó correr el agua. Algo se sentía igual de extraño que días atrás. Pero en ese momento estaba solo. No tenía a SeHun para acompañarle con su intuición. Llamó a su casa pero Irene le dijo que se había ido más temprano porque JunMyeon aparentemente había estado por allí. Entonces, lo supo en su corazón latiendo acelerado igual que cuando se angustió por YiXing en el lago. Algo estaba mal, muy mal y la brisa que entró por la ventana, susurró en su oído: «corre».
Los recuerdos se esfumaron.
Regresó al presente. BaekHyun sintió que le faltaba el aire, hiperventiló y entró en pánico, entonces empezó a sollozar sin vuelta atrás. KyungSoo se levantó de inmediato y lo abrazó cuidando su brazo. BaekHyun estaba en shock, KyungSoo abrazándole, los dos en el hospital. Todo daba vueltas en su cabeza sin cesar. Trataba de enlazar el cómo había llegado allí. La llamada de YiXing, el susurro suave de su madre diciéndole que corra, y por último, la brillante explosión mezclándose con la suave espuma del sueño.
—SeHun... —hipó en llanto, arrugando la camisa de KyungSoo y sin verle el rostro—. ¿Dónde está, SeHun?
KyungSoo gimoteó bajito, cabeceó en negación y le abrazó más fuerte, derramando lágrimas sobre su hombro. BaekHyun, tembloroso se aferró a él como nunca lo hubiese imaginado en todos esos años. Ambos llorando y sacando el dolor desde lo más profundo de sus almas. Sintió que ese estado de desahucio y vacío duraría eternamente. Su corazón también había explotado en medio de aquel desastre, se había terminado de partir en todos los pedazos posibles. Y quería odiarlo, quería odiar intensamente y por el resto de sus días a KyungSoo, pero ya no tenía fuerzas para eso. Y al parecer, KyungSoo tampoco tenía fuerzas para seguir llevando adelante su oculta cobardía.
—Perdón, BaekHyun... Perdóname —sollozó tomando sus mejillas con desesperación—. Perdón por dejarte tanto tiempo, perdón por haberte causado tanto dolor.
Las lágrimas caían en silencio. Asintió con lentitud sin poder creer lo que oía. Pero aún más dolido porque escuchar esas palabras, no le hacían sentir mejor. Nunca había sido lo que verdaderamente necesitaba. Al contrario, ahora se sentía culpable de que KyungSoo se estuviese sintiendo culpable. ¿Por qué? ¿KyungSoo no era el hombre que decía ser? ¿Estaba fingiendo estar bien y haber superado todo? La realidad era que ya no le importaba que su tío se estuviese disculpando. Estaba demasiado conmocionado y sólo quería estar junto a SeHun para olvidar cada detalle. Quería que todo fuese un horrible sueño. Aún si conllevaba no obtener jamás ninguna disculpa de KyungSoo. Quería estar en su casa acostado bajo los besos y abrazos de SeHun.
Pero eso ya no existiría más que en su memoria.
—Vete KyungSoo... —murmuró quebrado—. Te perdono. Pero no quiero verte nunca más. Quiero ver a YiXing.
—Baek... —susurró ronco y apretó sus labios—. De acuerdo.
KyungSoo se retiró de la habitación. Luego de media hora, YiXing llegó y se quedó con él sin emitir palabra. BaekHyun miraba en silencio y fijamente hacia la ventana, como si en efecto hubiese un fantasma allí. Se sentó en el sillón y lo tomó de la mano mirando hacia el mismo lugar. No había ningún espíritu. Pero la vista de un alto árbol era agradable y traía la paz que, probablemente, todos necesitaban.
Después de quince minutos, BaekHyun se atrevió a preguntar aún con la mirada perdida en la ventana.
—¿Lo sabías?
—Nunca... —musitó YiXing con sinceridad y se acurrucó sobre su estómago, mirándole directo a los ojos. Ambos derramaban lágrimas sin parar—. Jamás lo sentí...
—Pero... Dijiste que JunMyeon tiene los días contados...
—No sé la vida de todo el mundo, Baek... Creo que eso ya quedó claro —intentó sonreír.
—Perdón...
—Está bien.
—Culpar a KyungSoo no solucionará nada, ¿no? —le miró por primera vez.
BaekHyun tenía las mejillas y los ojos muy colorados e hinchados.
—Ya sabes la respuesta.
—Es que, es muy injusto, ¿sabes? —soltó atragantado en llanto—. ¿Por qué ahora? ¿Por qué él? ¿Por qué a mí?
YiXing acarició sus manos, dejando besitos en ellas y reposó sus mejillas para mantenérselas calentitas.
—Claro que es injusto. Pero, ¿quién dice cuándo vamos a morir?
—Yo, yo puedo suicidarme en cualquier momento, puedo tirarme por esa ventana si quiero —miró hacia el costado.
—Pero aún así, eso no te daría el control de nada, ni aquí, ni más allá de tu muerte. Solamente sería el poder de decidir mientras estás vivo. Y aún así, ¿realmente sería la decisión más justa?
—Sí, para mí.
—Para mi no. Sería muy injusto para mí.
BaekHyun le observó estático. Sintió que sus lágrimas se habían detenido, pero en realidad seguían saliendo de modo inconsciente, como si estuviese rebalsado en ellas. Claro que no estaba hablando en serio sobre suicidarse. Sólo que la sensación de que el enojo se estuviese disipando y que realmente no pudiese responsabilizar a nadie, le generaba una contradicción muy grande. Quería estar enojado. Quería tener un motivo, porque eso era lo único que lo mantenía luchando.
Sentía que debía estar odiando con todo su ser a KyungSoo, le había robado al primer chico que le gustó, JongIn. Le había abandonado y había regresado para comprar un pueblo. Y ahora, como consecuencia, le había arrebatado también a SeHun de su vida, cuando apenas estaba comenzando a experimentar la intensidad del primer amor. Pero, ¿cómo podía estar enojado cuando él mismo también había decidido proteger Golden Apple, cuando los había conducido a ello?
BaekHyun también se sentía responsable.
—Es mi culpa.
—No —dijo YiXing.
—Me vas a decir que todos tomaron sus decisiones, ¿cierto?
YiXing hizo un gesto en aceptación.
—Toda la gente que quiero, siempre acaba mal... Les hago daño.
—No digas eso, claro que no es cierto. Todos tenemos nuestras cosas buenas y malas. ¿Por qué crees que soy tu amigo?
—Porque soy el único idiota que te cree.
YiXing rio.
—Es cierto. Y no sabes cuánto valoro eso. Me haces confiar en mí. En que no estoy tan loco como pienso... —sonrió con pesar—. Baek, al menos puedes revolver dentro de tu propia mierda para darte cuenta de las cosas. Ya conoces tanto del bien como del mal. Así que, puedes elegir conscientemente.
—No creo que sea cierto. Y de serlo... Apesta —exhaló—. Desearía ser sólo malo... —su voz se quebró e hipó—. Entonces, no tendría que estar llorando por SeHun...
Se quedaron unos segundos en silencio, hasta que YiXing dijo esperanzado:
—¿Sabes? No es necesario que le des la espalda tan rápido a tu tío. Quizá, podría ser la oportunidad para enmendar algo, o darse un nuevo inicio.
—Qué asco —balbuceó.
YiXing rio nuevamente, mejor no hablaría de más. Permaneció a su lado toda la tarde, conversaron sobre el pasado y se adormecieron hasta que oscureció. Entonces, tuvo que retirarse para ir a ver a su abuela.
—Dile a KyungSoo... Si lo ves —vaciló BaekHyun al despedirse—. Que puede volver a casa.
—Está afuera, puedes decirle tú...
BaekHyun asintió, y YiXing juguetón, le acarició el cabello antes de marcharse. Luego, KyungSoo ingresó tomando la bandeja de comida que la enfermera llevaba.
—No voy a comer esa porquería.
—Algo debes ingerir, mañana ya te van a dar el alta.
—Entonces, hazme algo de comer en casa mañana.
KyungSoo le miró un segundo con asombro.
—Sí, puedes quedarte. Necesitaré ayuda con este yeso —movió apenas el brazo—. Y YiXing no puede ser mi mucama.
—Bien.
—¿Y JongIn?
KyungSoo tosió ligeramente ante la inesperada pregunta. BaekHyun era monótono y seco al hablar, pero no tenía el mismo tono de intencionalidad maliciosa que hasta hace una semana.
—Está afuera... Quiere verte, cuando tú lo quieras también.
—Dile que entre, pero tú sal —le echó con su brazo sano.
KyungSoo parpadeó desorientado. BaekHyun se comportaba sencillamente quisquilloso. Se retiró y en seguida entró JongIn, quien le observó acongojado, con los ojos igual de hinchados y el rostro demacrado por el llanto. Quizá no había compartido mucho con su primo en los últimos años, pero la niñez y adolescencia estaba minada de divertidos recuerdos, de las travesuras que habían dado inicio a todo ese catastrófico caos.
—¿Cómo estás? —susurró JongIn acercándose.
—En cama y con un yeso, ¿no ves?
JongIn desvió la mirada, no le agradaba la forma en que se dirigía hacia él.
—Si me vas a hablar para la mierda, entonces me retiro. En verdad quería verte, Baek.
—Sí, yo también —dijo con seriedad—. No soy alguien que gusta de hacer buenas obras con la gente que me usó, pero considéralo un consejo.
JongIn alzó una ceja confuso y le observó atento.
—¿De qué hablas?
—Cierra la puerta.
Le hizo caso y cerró suavemente. Luego, se acercó y se sentó a su lado. BaekHyun le miró unos segundos, buscando qué había visto en él en el pasado para caer enamorado. Y obviamente, no encontraba nada. Probablemente, habían sido sus hormonas de adolescente y el hecho de que JongIn, siempre había sido muy apuesto. Porque luego, todo había sido una gran idealización de su parte, creyendo que JongIn era muy listo, genial y asombroso. Aunque, claro que no lo era. Después de todo, estaba con KyungSoo.
—No te ilusiones con él —le miró suplicante—. En serio.
—No creo que tú debas darme consejos sobre esto ahora —dijo molesto.
No sólo YuRi, sino ahora también BaekHyun, le pedía que no esté con KyungSoo.
—JongIn, no se trata de celos, no es porque sienta algo por ti... O quizá sí, no lo sé, llámalo compasión, o lástima, como quieras. Pero, aunque no debería, veo un reflejo de ti en mi—se avergonzó—. Yo también estuve ilusionado contigo. Y luego, se rompió la burbuja. También me ilusioné cuando regresó KyungSoo, pensé que por algún motivo, las cosas podrían ser diferentes. Y después, se fue contigo rápidamente. Admito que yo no fui la mejor persona con él. Pero ahora, lo primero que hizo cuando desperté fue pedirme perdón —frunció el ceño confuso y dejó caer sus lágrimas—. Y no logro entenderlo. No es eso lo que necesito ahora. ¿Por qué me pide perdón? No es realmente su culpa todo lo que pasó... Se supone que él ya sabía eso.
—Todos estamos mal, Baek...
—Pero eso no significa que vaya a dar marcha atrás con el negocio, ¿entiendes? Lo que más necesitamos es que esté de nuestro lado, y en lugar de eso, sólo pide perdón y sigue con sus ambiciones... —miró hacia la ventana—. Por eso te digo que no te ilusiones. Tú ten tus propios intereses. O sino, luego estarás como yo, preguntándote todo el tiempo si estás haciendo lo correcto, si es lo que necesitas. Hasta el porqué haces lo que haces y para quién lo haces. Y sinceramente, es un martirio.
JongIn le escuchó con atención. No podía negar que se sentía identificado con lo que BaekHyun decía. Pero no podía aceptar que KyungSoo sólo estuviese metido en un patrón inconsciente tratando de enmendar con él, todo lo que no había logrado con BaekHyun, ¿acaso era posible? Porque si ese era el caso, se sentía como una verdadera desilusión. Un completo desengaño.
—Gracias por tu consejo, Baek. Pero no es así, KyungSoo y yo... —titubeó. Y no supo el porqué, pero cierta amargura se instauró en sus palabras—. Nos amamos.
—Eso espero —sonrió levemente.
JongIn se despidió, sintiéndose removido de pies a cabeza. BaekHyun le había implantado mil dudas. No. Mejor dicho, le había hecho replantearse las dudas que ya tenía, y eso apestaba. Era aterrador. Porque ni siquiera podía acusar a KyungSoo de inconsciente. ¿Cómo podría admitir algo que simplemente ignoraba? ¿O era consciente y sólo estaba siendo egoísta? Entre ellos dos las cosas eran increíbles, cada vez que estaban juntos las chispas saltaban de sus corazones y sus pieles ardían. Los planes tomaban dimensiones gigantes y veían un futuro.
Sin embargo, solamente arder, ya no se sentía tan bien.
Y ver, no era realmente ver. Sino imaginar cosas que quedaban en el plano de la fantasía.
✧✧✧
El martes por la mañana, BaekHyun pensó que era extraño ver a YuRi allí sentada en el pasillo de espera. No esperaba su visita en ese momento en lo absoluto. No es como si la joven no pudiese estar preocupada, pero nunca habían tenido mucha relación. De todos modos, se acercó a ella mientras esperaba a que KyungSoo se encargase de los trámites del alta al final del corredor.
—YuRi... ¿Vienes a verme a mí o...
—Ah, ¡BaekHyun! —le dio un abrazo cuidadoso, evitando el yeso.
BaekHyun se sintió ajeno a ese afecto. Más allá de que se habían visto decenas de veces en la casa mientras los Kim se ocupaban de él, YuRi había sido como una hermana mayor distanciada que le atendía con amabilidad, pero nada más que eso. De repente, YuRi soltó unas cuantas lágrimas.
—¡Son unos asesinos, tienen que ir a la cárcel!
—Lo sé... Haremos lo posible para defender Golden Apple —dio palmaditas en su espalda e insistió curioso—. ¿Estás aquí por mí, o...
—Claro que sí. Pero ya que KyungSoo también está, hablaré con él. No vaya a ser que se me escape otra vez así como si nada.
—Se quedará en casa —aseguró—. Lo dejé que se quede...
YuRi sonrió con pesar y acarició su mejilla. BaekHyun estaba triste. Quería llegar a casa y seguir llorando. Una parte de él, la que aún se ilusionaba, la que fantaseaba, tenía la falsa esperanza de que SeHun estaría esperándole en la puerta del hospital para irse junto a él a casa. Y esa falsa esperanza, fue la que le hizo avanzar por el pasillo hasta llegar a la salida en la zona de emergencias. Por allí cerca estacionaban las ambulancias. Al ver pasar una, varios pensamientos pasaron por su mente. ¿Había estado en una ambulancia? Vaya que había perdido por completo la conciencia.
Afortunadamente, dijo el médico, sus daños habían sido leves. Pero, desafortunadamente, pensó BaekHyun, no estuvo pegado a las bombas junto a SeHun en el momento de la explosión. Y la verdad, que estaba deseando con intensidad estar en algún lugar del limbo junto a él.
Deseaba estar muerto antes que recordar el rostro sonriente de SeHun en la lejanía, al verle por última vez. ¿Habría un cuerpo de él siquiera? ¿O había volado en pedazos? El pensamiento lo abrumó de modo tal, que se mareó y tuvo que sujetarse a la barandilla. La ansiedad lo atrapaba nuevamente, al menos el parque en frente lo ayudaba a relajarse. Tomó fuerza y cruzó la calle para sentarse en una banca bajo un árbol. La naturaleza le traía paz.
Su mente se distrajo analizando la visita de YuRi, ¿qué tenía que hablar con KyungSoo? ¿Le acusaría de todas las desgracias que estaban ocurriendo en Golden Apple? Porque si se trataba de eso, claro que tenía su apoyo. Al menos, no era el único que creía que parte de todo lo negativo en sus vidas se debía a KyungSoo. Aunque intentaba no echarle más culpas, siempre se podía avivar un poquito más el fuego de la venganza con tan sólo alguien poniéndose de su lado.
✧✧✧
Los nervios de YuRi fueron en aumento, ¿por qué rayos estaba haciendo eso? ¿Qué pretendía lograr? ¿Hasta dónde pensaba llegar? Ni ella misma lo sabía, pero toda una vida de reprimir gran parte de las emociones consideradas negativas, estaba jugándole en contra. La verdad era que no estaba allí por BaekHyun, pero era la excusa perfecta para encontrarse con KyungSoo a solas, sin la presencia de JongIn. El corazón de YuRi latía desbocado, no sabía si salir corriendo o largarse a llorar sin control alguno, al ver a KyungSoo provenir desde el fondo.
—YuRi —dijo atónito.
—¡KyungSoo! ¡Por fin, te vuelvo a ver! —sonrió con entusiasmo.
KyungSoo dudó de todo a su alrededor al verla tan relajada. Según lo que le había dicho JongIn, las cosas habían quedado en una especie de tregua en suspenso.
—¿Pasa algo?
—¡Sí! —se acercó y tomó sus manos. YuRi estaba temblorosa y tenía la mirada cristalizada. Como si quisiese llorar y estuviese conteniéndose fuertemente. KyungSoo la acompañó a sentarse, y luego, ella prosiguió desarmándose en lágrimas—. KyungSoo, estoy enamorada de ti. Siempre lo he estado, intenté negar que me seguías gustando porque me habías rechazado... Pero nunca pude olvidarte.
—YuRi... —susurró incrédulo, sacó un pañuelo de tela de su bolsillo y se lo ofreció—. Yo nunca quise hacerte daño...
—Es que ese es el problema, no me haces daño tú, pero me daña saber que estás con mi hermano —se sonó la nariz mientras el llanto continuaba—. No puedo ver a JongIn, ¡me carcomen los celos! —dijo irritada.
KyungSoo no supo qué decir, ¿cómo se suponía que debía tratar con los celos de ella hacia su propio hermano?
—¿Y se lo dijiste?
—¡Por supuesto que no! ¿Qué arreglaría con ello? Quedar como la gran malvada, la hermana mala, la solitaria, la solterona, ¡soy horrible! —chilló recibiendo miradas de las enfermeras que pasaban y algunos familiares en espera.
—No, claro que no. Eres una mujer muy bonita, inteligente, amable, divertida.
—¿Y de qué sirve? Si la persona que amo no me quiere...
—YuRi... Vamos, ya vas a enamorarte de alguien más —tomó su mano para reconfortarla—. Piensa, te irás a la ciudad con el dinero del contrato.
—No creo que pueda después de lo que pasó.
—Lo harán, verás que sí —se levantó. Debía ir por BaekHyun.
—KyungSoo... —susurró tirando de su mano—. Por favor, dame una oportunidad.
—YuRi no hagas esto —pidió bajito—. No es el lugar ni el momento adecuado.
—¿Y entonces cuándo lo será? —se levantó y alzó la voz—. ¿¡Cuando te encuentre cogiéndote a mi hermano otra vez!?
KyungSoo se paralizó, aquello ya había pasado los límites de la paciencia y consideración.
—YuRi, vámonos —le jaló de la mano para retirarse.
—¡Déjame! ¡Eres un maldito! ¡Estás vendiendo todo el pueblo! —gritó señalándole—. ¡Vas a dejarnos en la ruina, infeliz!
KyungSoo la arrastró de la mano bajo la mirada del público. YuRi siguió llorando desconsolada hasta que se zafó del agarre y se detuvo en la puerta del hospital.
—Si tan sólo me dieses una oportunidad de demostrarte cuanto te amo, verías que lo tuyo con JongIn no es nada —dijo con voz quebrada.
—YuRi, yo no te amo. Nunca te amé y nunca te podré amar como tú deseas, porque... —suspiró exhausto e incrédulo de tener que llegar a ese punto—. Me gustan los hombres.
YuRi contuvo el aire, quería seguir gritando, pero de repente la invadió un gran vacío. La vergüenza extrema y el arrepentimiento se arremolinaron en su interior al notar que la gente susurraba a sus alrededores y la señalaban juzgadoramente. Nunca le había pasado algo así. Quería huir. Quería escapar a toda prisa de ese lugar, encerrarse en su cuarto y nunca más volver a ver la luz del sol. Su cuerpo reaccionó rápido, empujó la puerta con prisa, bajó las escalinatas completamente aturdida por lo que acababa de suceder.
Las sirenas sonaban incesantes, pero pasaron a segundo plano.
La piel de BaekHyun se erizó. Sintió que estaba viendo todo en cámara lenta desde enfrente. Pero fue absolutamente rápido. Ni siquiera pudo gritar por su nombre, porque una ambulancia ya había impactado contra YuRi. Su cuerpo inerte yacía en el suelo y de su cabeza corría sangre.
KyungSoo desde las escaleras observó la escena petrificado, la gente se reunía, salieron paramédicos, pero no hubo respuesta. BaekHyun alzó la mirada encontrándose con la de su tío.
Ninguno entendía lo que acababa de suceder.
La conmoción era inmensa.
La muerte, inminente.
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