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X. Horizonte 🍎

Necesitas una mejor vida que esta
Necesitas algo que no puedo darte
Espejismos en el camino
Se terminó ahora que la noche llegó
Me pregunto en qué estás soñando
Cuando duermes y sonríes tan cálidamente
Desearía poder darte eso que parece
Tan perfectamente libre de tristeza.
Pero algunas veces
Todo lo que pienso es en ti
En las noches a mitad de Junio
Las olas calurosas me han estado engañando
Ya no puedo hacerte feliz.

Heat Waves, Glass Animals

🍏✧



El reloj en forma de hamburguesa que le había regalado YuRi en su noveno cumpleaños seguía intacto y funcionando con la misma pila hacía cinco años. A veces, JongIn se sentía igual que aquel niño de la infancia. Lleno de ilusiones y con la creencia de que la magia existía como en las caricaturas. Esperar por el "príncipe azul" sólo debía aplicar para las historias heterosexuales, pensó. Allí en Golden Apple, esperar por alguien con quien fuese a compartir el resto de su vida sonaba a conformismo, porque tampoco habían muchas opciones. Tal vez era muy exigente, o tal vez el amor para toda la vida no existía, o simplemente, no era para él.

Pero con KyungSoo se sentía distinto. Quizá, porque precisamente, se trataba de su primer amor.

Y vaya que le dolía, por segunda vez, sufrir el desengaño.

Primero, KyungSoo yéndose de la noche a la mañana. Ahora, regresando para vender el pueblo entero. Aquello debía ser suficiente para convencerse de que a KyungSoo jamás le habían importado realmente sus sentimientos. Ni las sonrisas, ni las miradas traviesas, ni las palabras bonitas. Todo se convertía en partículas y se dispersaba cuando la burbuja de ilusiones reventaba. ¿Qué sentido tenía levantarse y fingir que tenía una vida por delante, si en poco tiempo todo lo que conocía y de lo que formaba parte, pasaría a ser vendido como si nunca le hubiese pertenecido? Si en todo lo que había puesto esfuerzo se vería reducido a un montón de dinero con el que callarían sus reclamos.

—¡JongIn! —SeulGi tocó su puerta—. ¡KyungSoo está abajo, quiere hablar contigo!

—¡Dile que se vaya a la mierda!

—¡Oye, si tienes ganas de insultar, ve y díselo tú!

JongIn bufó, se giró y tapó con la sábana hasta la cabeza. ¿Qué venía a hacer KyungSoo tan temprano? Bueno, en realidad ya eran las 11AM, pero eso no quitaba el hecho de que no había nada que hablar entre ambos. Incluso era raro que hubiese ido tan tranquilo pidiendo hablar con él. Un repiqueteo lo desconcentró, se destapó y miró hacia la ventana. Otro repiqueteo por obra de una piedrita. Debía ser KyungSoo.

¿En qué momento era el mayor quien acababa comportándose como un joven rebelde? JongIn estaba seguro de que eso le correspondía a él. Se levantó, abrió y asomó la cabeza, entonces vio a KyungSoo saludando con su mano, sonriendo y con los ojos entrecerrados por el sol. Desde donde estaba podía darle un escupitajo perfecto en la frente, pero era demasiado asqueroso incluso para sí mismo.

—¿Qué quieres? —espetó.

—Ven al puente del lago a las siete. Tenemos que hablar.

—No tengo nada que hablar contigo. Y vete, no quiero que mis papás salgan a chusmear.

—No me vieron, me escabullí entre los árboles... Espera, ¡JongIn! —exclamó.

Pero JongIn cerró la ventana y regresó a la cama. Estaba molesto porque todo aquello era demasiado inesperado para su propio bienestar. No quería salir lastimado, pero tampoco quería que todo quedase inconcluso; de alguna forma, esa frágil y penosa historia tenía que terminar, y quizá, ya era tiempo. Lo que fuese que KyungSoo quisiera decirle, podría esperar hasta la tarde. Entonces, las lágrimas que corrían por su rostro, ya se habrían secado.

✧✧✧

El lago siempre le había dado algo de impresión y escalofríos. Y no era porque le tuviese miedo al agua o no supiese nadar. Sino por las historias y leyendas que se contaban de familia en familia con el paso de los años sobre desapariciones misteriosas; y también apariciones de personas que ya habían partido del mundo. Y a todo eso, si le sumaba el hecho de que YiXing vivía por allí cerca y podía contactarse con los espíritus, el terror aumentaba. Ni hablar entonces, de los recuerdos que le quedarían una vez hablase con KyungSoo.

En efecto, para JongIn era el peor lugar del pueblo. ¿Por qué no iban a la plaza del centro o a una cafetería? Al menos no le molestarían los mosquitos. El corazón le latía más rápido de lo normal. Y lo normal, había cambiado desde que lo volvió a ver el primer día; casi ni recordaba lo que era temblar de los nervios a causa de alguien. Sin embargo, siempre que se trataba de KyungSoo, todo su sistema se aceleraba al punto en que pensaba que su corazón se detendría por las emociones que lo invadían.

Quería hacer algo al respecto con todos los sentimientos de maravillación, deseo y pasión que despertaban en él, y por supuesto que lo había hecho cuanto pudo. Pero tras las decepciones, ahora toda posibilidad de acercarse a KyungSoo, se convertía en una inminente angustia.

Ansiedad, eso era lo que sentía en ese momento.

¿Por qué volvía a sentirse ilusionado?

La esperanza había brotado el primer día en cuanto lo encontró en la municipalidad. Pero desde la cena, todo lo imaginado se volvía a marchitar como una flor que recibía demasiado sol en verano. Necesitaba algo fresco como el agua para que trajese su mente a la realidad. Algo que le permitiese bajar la intensidad y disminuir el miedo; y ante ello, pensar en que cada uno tenía sus propios intereses y vida por delante, era lo único que le devolvía la calma.

Tenía que pensar en sí mismo.

Nada que KyungSoo dijese, podría hacerle dudar de su camino y futuro en Golden Apple. JongIn y su familia, al igual que el resto de sus amigos, tenían todo allí. No obstante, con cada paso que avanzaba sobre el puente, sentía que estaba a punto de dar un salto hacia algo nuevo. Vislumbró a KyungSoo reposado sobre la baranda, etéreo, relajado. Sencillamente, viviendo libre como un pájaro.

Y JongIn, se sintió como la jaula, cuando KyungSoo pasmado, volteó a verle.

—Viniste.

—Eso pediste.

—Pensé que no vendrías...

—¿Y por qué viniste si pensabas eso? —alzó una ceja.

—La esperanza es lo último que se pierde —sonrió KyungSoo apenado.

JongIn se sorprendió ante aquello y meditó un instante la situación. Los ojos de KyungSoo brillaban extrañamente, parecía que de felicidad. Y eso, le hacía sentir más perdido ante el motivo de ese encuentro.

—¿Así te sientes por mi? —susurró JongIn—. ¿Con esperanza?

—Eso creo... —bajó la mirada y se tornó serio—. Por eso te pedí que vengas.

—Ya KyungSoo, habla de una vez —insistió—. No estires más todo esto, entre lo que dijo BaekHyun ayer y lo que contaste tú, me siento completamente aturdido —balbuceó—. Estoy perdiendo la confianza...

—Te amo.

Dos palabras y un asalto simultáneo a su cabeza y corazón.

—Te acercaste, te metiste en mi cabeza, y al final, te dejé entrar en mi corazón —KyungSoo se acercó un paso más, moviendo las manos a medida que soltaba su confesión—. Quizá no tiene sentido, pero tampoco tenía sentido lo que tú hacías hace años. Sin embargo, todo este tiempo quedó algo grabado en mi. No te olvidé nunca... Y cuando te veo, siento tantas cosas que pienso que debo evitar, y me pregunto, ¿por qué debería hacerlo? ¿Por qué mi cabeza está mandando y decidiendo en algo que no tiene razón alguna? —dijo con frustración—. Te quiero, quiero estar contigo y encontrar las razones a tu lado.

JongIn estaba paralizado, conteniendo las emociones. Su rostro era una olla a presión, colorado con los ojos vidriosos tratando de no llorar, pero no pudiendo evitarlo al secar una lágrima filtrada con su dedo. Asombro era poco para lo que sentía. Un huracán le había pasado por dentro y por encima, revolviendo todo lo que creía y sentía. Ni siquiera había imaginando que KyungSoo cargaba con ese nivel de sinceridad.

—Esto es raro... —murmuró JongIn entre lágrimas—. Siento que debo creer en lo que dices, pero mi cabeza me dice que no lo haga. Que salga corriendo...

—Entiendo —se acercó tomando sus manos—. Claro que todo ha sido confuso, pero hasta yo estoy cansado de todo... —suspiró—. JongIn, no te voy a mentir, Golden Apple será vendido por completo, van a arruinar el pueblo. Quieren excavar una mina, están seguros de que hay oro. Todas las familias recibirán mucho dinero y será mejor que lo acepten, porque sino quienes se queden, lo pasarán mal. Habrán conflictos, saqueos, harán lo imposible para que se vaya la gente. Es como una mafia.

—Y tú estás con ellos.

—Sólo soy un intermediario, vine a hacer el negocio con el alcalde.

—¿Y no te importa nada de aquí? Tan poco valoras este lugar, a la gente...

—La verdad... —musitó y se volvió hacia la barandilla—. Nunca sentí que este lugar fuera para mí. Nada de lo que me dio es lo que yo deseaba. Cada uno hace su camino, y siempre sentí que aquí mi vida no me pertenecía. Que no tenía ningún camino propio. No te voy a decir que vengas conmigo, pero... Poder vivir cómodamente, conocer nuevos lugares, pasear, ir al cine, al parque de diversiones, karaokes, bares temáticos, viajar por el mundo... —le miró—. Hay tantas cosas para hacer, sólo te propongo otra visión, y claro que conlleva despegarse de un estilo de vida. Tampoco digo que sea fácil, sólo piénsalo.

—No tengo que pensarlo, KyungSoo —murmuró acercándose a él, mirando el lago y el cielo rosáceo.

Las lágrimas se habían secado poco a poco. Sincerarse de esa forma, a sí mismo, parecía un engaño, pero estaba seguro de que no lo era. ¿Cómo algo tan positivo podía ser malo? Debían ser un montón de miedos por lo desconocido y el más allá. Debía ser el temor al cambio.

—Quiero estar contigo, también te amo...

O el miedo a perderlo.

JongIn reposó la cabeza sobre su hombro. KyungSoo le acarició el cabello y besó su frente.

—No tienes que apresurarte a tomar una decisión.

—No lo hago. Sólo que... —volvió a sentir que las lágrimas renacían—. Es como si traicionase a todo el pueblo, a mi familia.

—O haces feliz al resto, o eres feliz por tu cuenta... —se lamentó—. A veces, las dos cosas no coinciden.

—No me gusta ser adulto...

KyungSoo rio y tomó su mano.

—Ven.

—¿A dónde?

—A un lugar que preparé en caso de que tener esperanza valiese la pena.

JongIn le observó incrédulo y le siguió a lo largo del puente hasta cruzarlo por completo. Ni siquiera imaginó que llegaría a atravesarlo, pero, simbólicamente, era como haber tomado una decisión. Y se sentía bien. Más allá de las consecuencias, era lo correcto para él. Se trataba de su felicidad. De sus deseos. Caminaron casi trescientos metros a lo largo de la orilla, hasta llegar a una carpa. JongIn aún no daba crédito, allí tenían snacks, un anafe, bebidas y dos bolsas de dormir.

—Esa fue una jugada sucia y riesgosa. Podría haberte dicho que no a todo —dijo juzgador—. Incluso ahora, podría seguir replanteándomelo.

—No espero menos —aseguró KyungSoo—. No voy a exigirte que te quedes.

—Eres muy complaciente... —le observó de reojo.

—Bueno, es lo menos que puedo hacer —se encogió de hombros.

—No es cierto. ¿Qué hay de BaekHyun?

—Por favor, esa es mi única exigencia  —suplicó—. No hablemos de BaekHyun.

—De acuerdo. Entonces... —titubeó y sonrió con picardía—. Yo también tengo una exigencia.

—¿Cuál?

—Que me dejes complacerte.

—¿Qué? —rio nervioso y cabeceó—. Eso no estaba en mis planes. Y no creo que sea un buen lugar.

—Dicen que el lugar no importa cuando hay ganas...

—JongIn —espetó atónito.

—Y te esforzaste mucho en armar esto, no finjas que no era parte de tu plan.

—En verdad no lo era. Sólo pensaba en cenar, los dos solos, mirando las estrellas... —se acercó a la orilla y rascó su cuello—. O la luna, no sé si verá desde aquí.

JongIn sonrió emocionado al oírlo. KyungSoo se veía realmente avergonzado de su plan, moviéndose nervioso y mirando hacia un costado con las mejillas notoriamente sonrojadas.

—Ahora yo me siento como el sucio que sólo piensa en sexo...

—Claro que no —se volteó y caminó hacia él—. También te deseo, JongIn. Sólo que no me atrevía a pensar más allá de todo esto, ni siquiera sabía si aceptarías mi propuesta. Fue un acto completamente irracional de mi parte —se atrevió a acariciar su mejilla—. De hecho, aún no puedo creer que estés aquí. No soy bueno expresándolo, pero estoy estallando de felicidad que quiero gritar...

—Y hazlo.

—¿Estás loco?

—Nadie va a oírte, estamos lejos de las casas. Sólo será como un pajarito piando —dijo con simpleza.

—Ay, por favor...

—Vamos, grita lo feliz que estás conmigo...

JongIn se animó a pincharle con el dedo índice el estómago.

—Auch, no hagas eso.

—Vamos, vamos, dilo, dilo —repitió y acercó lentamente su rostro. Ambos se miraron con intensidad, sus labios estaban muy cerca y sentían sus respiraciones—. Expresa tu felicidad.

—Estoy muy feliz —sonrió, estirando las comisuras, formando un par de manzanitas con sus cachetes y rozando sus narices—. Estos años extrañé algo de ti que ni siquiera sabía si era real...

—¿Qué? —susurró.

—Tu beso...

Ante la mirada anhelante de KyungSoo, JongIn selló aquellas palabras dubitativas y tomó sus labios con delicadeza, moviéndose con suavidad, intensificando cuanto tomaba de ellos a medida que KyungSoo también se apoderaba de su boca. Recordando ambos que sí habían tenido un beso. Quizá el único, pero totalmente nublado en pasión y lujuria. Quizá, hubiese sido más fácil intentar borrarlo de sus memorias que revivirlo una y otra vez hasta el cansancio, hasta la completa duda de si verdaderamente había existido. Pero vivir con la ilusión de lo real, era lo que los mantenía con la esperanza de que se convirtiese en algo eterno.

El calor los abrumó rápidamente. Las manos de JongIn ya no se detenían sólo en las mejillas y los besos. KyungSoo por igual estaba extasiado ante tanto contacto, y pronto sintió una mano en su entrepierna, entonces supo que estaba totalmente entregado al deseo. Dejaría que JongIn hiciese lo que le placiese, aún si se trataba de consumar el ferviente anhelo de años atrás. Ese deseo que había quedado guardado en lo profundo de sus corazones. Porque de eso se trataba, del impulso que los acercaba siempre un poco más hacia la conquista del otro.

Sólo bastaron unos roces juguetones de JongIn para encenderlo. Para llevarlo hasta la carpa y tenerlo por el resto de la noche bajo su cuerpo, gimiendo, alzando las caderas, sonriendo tímidamente y susurrando por más. Más embestidas, más rapidez, más lentitud, más besos.

Y más «te amo».

✧✧✧

El lunes por la mañana, el cielo brillaba en un fuerte celeste libre de nubes. Después del amanecer, y tras acompañar a JongIn a su casa, KyungSoo había regresado a la suya. Ambos se habían desvelado por completo. Apenas habían dormido dos horas entre comida, caricias y conversaciones íntimas, donde el tiempo parecía no existir bajo el manto estrellado de la madrugada. Sin embargo, BaekHyun no ignoraba su desaparición nocturna, y no iba a liberarlo de los comentarios adredes, ni siquiera en pleno desayuno.

—¿Te lo pasaste bien anoche? —dijo alzando una ceja.

—Eso no es de tu incumbencia.

—Sólo espero que no te cojas a todos mis amigos para convencerlos de vender Golden Apple.

KyungSoo se heló ante las palabras. Pero el poder de Medusa quedó pequeño ante la mirada mortífera que le dirigió en respuesta. Cada comentario de su sobrino, se volvía más y más agudo, pero aquella insinuación era incluso humillante.

—Será mejor que dejes de lado tu hostilidad, porque aunque la realidad sea dura, Golden Apple dejará de existir en poco tiempo y nadie puede hacer nada para detenerlo.

—Ya lo veremos.

—BaekHyun, en serio —resaltó—. No te metas. Hay gente peligrosa en este negocio.

—¿Así como tú? —apoyó la taza en la mesa.

—No mezcles las cosas, yo no soy peligroso.

—Lo eres si formas parte del negocio. Amenazas la supervivencia de un pueblo entero.

—¿Sabes qué? Olvídalo. Haz lo que quieras de tu vida —se levantó harto de lidiar con él. Iba a empacar su maleta e irse a un motel de ruta—. Después de todo, ya eres un adulto. No tengo nada que hacer aquí.

—Exacto. Nunca deberías haber regresado. Nadie te quiere.

—Estás equivocado. ¿Y sabes? Me duele verte tan rencoroso. Pero no puedo hacer más nada, no tiene sentido intentar arreglar las cosas con alguien que no está dispuesto a cambiar. Es desgastante.

—Ya KyungSoo, vete de una vez. Escucharte hablar me da arcadas.

Apenas media hora después de acomodar su maleta, KyungSoo salió de la casa sin despedirse. Aunque tocó un par de veces la puerta de la habitación de BaekHyun, éste no le respondió, así que se dio por vencido. Condujo por la ruta y se detuvo en la casa de los Kim para hablar brevemente con JongIn. Sin embargo, le atendió SeulGi, quien apenas verle, extendió una sonrisa pícara y alzó una ceja.

—Señor KyungSoo.

—Uh... —llevó la mano a su corazón y rio—. Eso me hizo sentir tan viejo.

—Si vienes a buscar a JongIn, debo decirte que sigue durmiendo. Al parecer... —avanzó un paso y se puso de puntitas de pie para mirarle con fijeza—. Aaalguien, se lo llevó anoche.

—¿Qué? —abrió los ojos aterrado.

—Descuide, soy la más joven de la familia, así que estoy en onda, ¡mente abierta, almas libres! Lo que sea, no me importa —finalizó con seriedad—. Sólo espero que su negocio realmente nos deje mucho dinero.

—Dile que estaré en un motel hasta que termine todo esto.

—¡KyungSoo! —apareció la señora Kim desde la sala de estar—. ¿Qué haces aquí?

—Buen día, señora Kim. Vine a avisarles que no estaré en casa hasta que acabe el negocio. Las cosas con BaekHyun no están nada bien.

—Dile que venga aquí, puede quedarse si no se siente bien.

—No, no —cabeceó con calma—. El problema soy yo, no él.

—Entonces quédate tú, no vas a estar pagando un motel tanto tiempo —expresó consternada.

Vaya que eso era tentador, pensó KyungSoo fugazmente, pero también igual de peligroso. JongIn y él en la misma casa. La tensión sexual haría que ambos saliesen disparados por las ventanas.

—No se preocupe, en serio. Será mejor que esté lejos de Golden Apple mientras tanto.

—Insisto —se oyó la voz gruesa por detrás.

El señor Kim se aproximó también y KyungSoo se paralizó. SeulGi se retiró con un travieso «¡adiós!» y los dejó solos.

—Señor Kim, buenos días —inclinó su cabeza.

—KyungSoo, por favor quédate. Hay espacio. Además, ya que no hay mucho que hacer con todo lo que está por suceder, me gustaría que al menos me informes bien —dijo con pesar—. Por más duro que sea.

—Yo... —titubeó. No sólo era una traición su regreso, sino que encima, se llevaría al único hijo varón de la casa una vez que todo acabara. Se sintió completamente como la mierda. Pero, ¿qué hacía una mancha más al tigre? Resignación era su segundo nombre en esas instancias, así que exhaló derrotado—. De acuerdo.

¿Era suerte, desgracia, o los tesoros prohibidos de un plan malévolo? No lo sabía, pero cuando subió su maleta al primer piso y pasó por una puerta (que SeulGi le hizo saber era la de JongIn), su piel se erizó. El escalofrío lo recorrió en la espalda de sólo imaginar lo que significaba estar en el altillo, a pocos metros de él, a partir de esa noche en adelante. Una locura. Eso era. Del pequeño JongIn de doce años invadiendo la gasolinera y haciendo justicia por su hermana mayor YuRi, a invadir ahora su casa y saber que la hermana menor SeulGi, era consciente de todo.

Ya podía imaginar la felicidad de JongIn cuando se enterase que estaban bajo el mismo techo. Y en parte, le aterraba la idea de que no pudiesen ocultar su enamoramiento. Pero, lamentable y tristemente, debían hacerlo. Porque más aterrador era imaginar lo que los padres Kim podrían llegar a decir sobre su hijo, si se enteraban de su orientación sexual. No era algo en lo que KyungSoo se fuese a entrometer, si JongIn quería contarlo y necesitaba su compañía, estaría para él. Pero de momento, no había ninguna señal de que eso fuese a suceder.

Todo apuntaba simplemente a escapar tras la venta de Golden Apple.

Como si así...

Todos pudiesen evitarse todos los conflictos.

✧✧✧

BaekHyun se dejó caer en el sillón y suspiró agobiado. No había respondido al llamado en su puerta. Lo último que quería era ser partícipe de la huida de su tío. ¿Cómo iba a dejar que le viese contener las lágrimas? Tal y como lo había imaginado y previsto, KyungSoo, otra vez lo había abandonado. No sabía porqué le sorprendía, sería porque una parte muy profunda en él creía que su tío volvería a aguantar todas las estupideces que dijese o hiciese. Aunque las cosas ya no parecían como antes; inconscientemente, sí lo eran. El regreso de KyungSoo lo había transportado directo al pasado, haciéndole repetir los mismos errores.

Apenas podía terminar de comprenderlo. La habitación vacía y el terreno libre del auto, otra vez.

Sus manos temblaron, los pies le cosquillearon y su corazón comenzó a latir fuerte. Voces, ecos, rostros y sensaciones amenazadoras hicieron presencia fugaz, una y otra vez en su mente, pero se sentía como opresión en su pecho. ¿Había aire? ¿Se estaban robando el oxígeno? ¿Estaba sentado o estaba flotando por encima de su casa, elevándose hacia las nubes? Sintió que su garganta se cerraba a la par que un vacío se ensanchaba en su estómago. Sus ojos evitaban parpadear o de lo contrario habría un llanto sin retorno.

De repente, el piar de unos pájaros en la ventana lo trajo abruptamente al presente, la brisa acarició su rostro. Entonces se levantó con brusquedad, como si fuese su única oportunidad. Fue por el teléfono y marcó tembloroso a la única persona que le podía ayudar en ese momento.

—Te necesito. Tengo miedo.

SeHun lo encontró ovillado en la puerta de la casa, con la cabeza entre las rodillas húmedas de tantas lágrimas, le estiró la mano y BaekHyun alzó la mirada.

—Ven, vamos a caminar.

Al cabo de media hora, estaban los dos reunidos en el fondo de la casa, sentados contra un viejo árbol de moras. BaekHyun se acurrucó en su pecho, adormeciéndose. Le había contado todo lo que sucedió con KyungSoo y lo que sintió luego de que se largó. SeHun no pudo evitar mencionar que vio el auto de KyungSoo estacionado en la casa de los Kim. Así que, probablemente no se quedaría en un motel. A BaekHyun no le agradó en lo absoluto, pero si iba a lidiar con aquella situación, tenía que comenzar a soltar la idea de que KyungSoo seguía siendo parte de su familia.

En términos de sangre, claro que lo eran. Pero, el vínculo, eso no era algo que valía la pena mantener. ¿Por qué seguir llorando sobre la leche derramada? Había tenido un ataque de pánico. Tenía que cortar con las falsas ilusiones. Nada sería nunca de la forma en que hubiese deseado, o del modo en que creía correcto. No era la primera vez que atravesaba una crisis así; ya había estallado intensamente en el pasado y todo el auto control que creía haber construido, se había derrumbado con tan solo ver partir nuevamente a KyungSoo.

Como la vez que rompió en llanto y se desplomó en la calle sobre SeHun, tras pintar las paredes, y darse cuenta que JongIn lo había dejado solo. Ahora volvía a suceder, y claro, KyungSoo tenía mucho que ver en todo; pero, ¿hasta qué punto podían atribuirle la responsabilidad? Era hora de que BaekHyun se hiciese consciente de su estado y tuviese alguna asistencia psicológica. Sin embargo, SeHun también sabía lo que significaba en aquel lugar comenzar una terapia: problemas. Y vaya que BaekHyun no quería tener en su historial como futuro profesor, una "mancha" de ese tipo. Nadie quería algo así en Golden Apple, ni en ninguna otra provincia o ciudad. Luego, sería visto como alguien inestable y acabaría marginado.

Como si realmente todos fuesen balanzas para juzgar la estabilidad mental del resto. La sociedad también tendía a los extremos cuando se trataba de señalar las vulnerabilidades, pensaba SeHun. De momento, de lo único que estaba seguro que haría, era de acompañarle cuanto lo necesitase. El corazón le palpitaba al compás de un tambor imaginario. Tenía a BaekHyun dormido sobre su pecho, acelerando el ritmo de percusión, y haciendo más profunda su respiración.

—Te quiero mucho... —susurró dando un besito suave en su cabeza—. Mucho, mucho, Baek...

—También te quiero mucho.

El cuerpo de SeHun se congeló, algo contradictorio para el calor que sintió subir hasta su rostro. Un nudo se formó en su garganta. BaekHyun removió con cuidado su cabeza y le miró anhelante. Pero las palabras de SeHun salieron en una especie de gemido ahogado.

—¿No estabas dormido?

—No —sonrió con timidez. 

Y los nervios sólo incrementaron cuando BaekHyun comenzó a acercar su rostro cada vez más.

—SeHun... ¿Todavía te gusto?

—Gustar... Es poco...

—¿Me amas? —susurró.

SeHun acarició su mejilla con un pulgar y sonrió.

—Nunca dejé de hacerlo.

BaekHyun se mordió el labio y se sentó a un lado. SeHun estiró las piernas y se tensó cuando BaekHyun se arrodilló delante suyo, mirándole fijamente y con una chispa traviesa. Sólo bastaba un acercamiento para tenerlo entre sus brazos. Un acercamiento que BaekHyun no tardó en hacer, hasta sentarse en sus muslos y llevar las manos tras su cuello.

—Cuando dije que te quiero —susurró—. Me refería a que me di cuenta que algo cambió respecto a cómo me siento por ti...

—Baek... —llevó las manos a su cintura—. No tienes que forzar nada.

—No fuerzo las cosas SeHun, son así... Soy así, quiero abrazarte muy fuerte... No quiero perderte. Siempre has estado a mi lado... Sobre todo en mis peores momentos —juntó sus frentes y acercó sus labios—. Me haces sentir mejor, ser un poco mejor; y eso sólo hace que también quiera un poquito más de ti... —lo besó cerrando los ojos. 

SeHun sintió el temblor en BaekHyun, la timidez en su acercamiento, en su roce y la lentitud de sus movimientos. Sintió la entrega sincera en su actuar, en sus palabras, en el torpe beso donde sólo dejó sus labios reposados en los suyos; entonces sonrió. Era simplemente tierno. Algo de ese chico cálido de la infancia permanecía intacto en ese momento, y por eso lo amaba. BaekHyun podía ser tan intenso a la hora de expresar sus sentimientos, ya fuese el odio o el amor, siempre era brutalmente genuino.

—No te daré sólo un poquito de mi —dijo SeHun y acarició su rostro, besando sus labios y dejando que BaekHyun explorase los suyos con más confianza—. Siempre has tenido todo de mi...

—Quiero darte lo mejor de mi... —aseguró—. Así también tendrás todo.

—Siempre me lo has dado, no tienes que cambiar nada.

—Estás siendo demasiado bueno conmigo —alzó una ceja.

—Quizá, pero se me sale toda mi escasa bondad cuando estoy contigo.

—Eso es una mentira, siempre has sido bueno con todos —reprochó BaekHyun.

—Pero contigo es sincero —confesó—. No tengo miedo de mostrarme vulnerable. No tengo que fingir ser una piedra. Puedo ser yo mismo. Así como tú lo eres con todo el mundo. Ojalá todos pudiésemos animarnos a ser así de intensos todo el tiempo. Creo que es una de las cosas más sinceras que podemos tener como humanos. Siempre eres auténtico... —acotó y rio—. Aunque a veces se te nuble un poco el juicio y te vuelvas un cabeza dura.

—Supongo que es el precio a pagar por ser tan intenso.

Se mantuvieron abrazados un par de minutos, como si estuviesen aprovechando todo el tiempo perdido, hasta que SeHun le miró dubitativo.

—¿Planeas seguir con todo esto de proteger Golden Apple por las noches?

—No lo sé... —agachó la mirada y apoyó la frente sobre su hombro—. Quiero hacerlo, aunque todo conduce a que no ganaremos nada... —se resignó—. Excepto dinero.

—Eso suena taaan miserable.

—Sí, lo es —aseveró.

—Podríamos esperar al miércoles a que llegue ese tal Park y el alcalde haga el anuncio oficial.

—Supongo que así será...

—Ey... —tomó su rostro con delicadeza para observarle. BaekHyun tenía el semblante triste—. Sólo mira hacia adelante, concéntrate en tu futuro. En lo que tú deseas individualmente. El horizonte es el límite, y adivina qué, no tiene límites excepto el que tú le pones.

—¿De qué hablas? —le miró confuso y rio animado—. Ya pareces YiXing con sus predicciones.

SeHun comenzó a reír y lo abrazó fuertemente. De repente, algo se sintió extraño, una especie de escalofrío lo recorrió en la espalda. Ese momento tan mágico y verdadero con BaekHyun era único, no quería que ninguna sensación miedosa lo opacase. Así que distrajo su mente y continuó con su idea.

—Es que te amo mucho. A veces, es mejor tomar las oportunidades por más egoístas que se sientan y ser feliz, que quedarse en un sólo lugar preguntándote: "qué hubiese sido si..." —suspiró—. Tampoco es como si todo Golden Apple estuviese pensando en el resto de los habitantes, ¿crees que a los de la cafetería o a la decena de enfermeros que estudiamos esto sólo para tener un trabajo no nos encantaría estar haciendo otra cosa en la ciudad en lugar de estar aquí? Para algunos el dinero será una bendición para ir a hacer lo que siempre soñaron... —bajó la mirada—. Como Irene.

—Entiendo... —asintió y le observó analítico—. Pero, ¿y tú? ¿Qué es lo que siempre has soñado?

—Estar contigo.

—Ey, eso ya se cumplió —sonrió.

—Lo sé. Sería lindo viajar... —acercó sus labios y lo besó—. Vivir juntos algún día.

—Vaya que vas como avión.

—Sólo es una proyección, recuerda: el horizonte —sonrió y señaló hacia delante, donde el sol se ponía por la tarde.

—El horizonte...

✧✧✧

Según JongIn, el atardecer era una hora mágica para levantarse. Podía sentir que estaba madrugando por el juego de colores en el cielo que engañaban a la vista, y por unos minutos, le hacían creer que era el amanecer. Casi entra en pánico cuando el horizonte anaranjado le hizo creer que se había dormido hasta el día siguiente. Era una sensación extraña, como si hubiese desperdiciado mucho tiempo de su vida. Pero al ver que estaba oscureciendo rápido, supo que eran las seis y media de la tarde.

La plenitud lo invadía por dentro de sólo recordar lo acontecido con KyungSoo por la noche. Todo seguía repitiéndose vívidamente en su memoria. Con sus dedos recorrió sus labios, cerró los ojos, imaginando que KyungSoo estaba a su lado. Siguió bajando con su mano, por su vientre hasta llegar a su entrepierna. Su respiración se aceleró rápidamente, el recuerdo estaba fresco en su mente pero ardía en su cuerpo. Quería volver a sentirlo, pronto su mano subió y bajó, una y otra vez por su pene. Tal y como KyungSoo lo había acariciado en la noche. Se estremeció, alzó las caderas imaginando que allí estaban los gruesos labios probándolo, hasta que el golpeteo en su puerta lo asustó.

—¿¡Qué quieren!? —exclamó frustrado.

—¿JongIn, estás bien? Tus padres quieren que bajes a comer algo.

Esa voz era inconfundible.

—¿¡Qué!? —gritó incrédulo. Se levantó subiendo su pantalón y se apresuró a abrir la puerta. KyungSoo estaba parado allí, vestido muy casual y conteniendo una sonrisa—. ¿Estoy soñando? Es esa clase de sueño dentro de otro sueño, donde vienes a mi cuarto a cogerme.

—¡Shhh! —chistó entre dientes y entró abruptamente, cerrando la puerta—. ¿Qué te pasa? ¡Estuviste tomando o qué!

JongIn aún no entendía nada y lo miró fijamente. Tocándole con el dedo índice un cachete para corroborar que fuera real.

—Okey, eres real. No estoy soñando... ¡No estoy soñando! —se tapó la entrepierna.

KyungSoo bajó la mirada y alzó una ceja curioso.

—Me fui de casa al mediodía, cuando quise venir a avisarles, tus padres me ofrecieron quedarme.

—¿Estás bromeando? ¡No podré soportarlo! —exclamó.

—Lo mismo pensé, y ya veo que no puedes —regresó la mirada a su entrepierna.

—KyungSoo, no puedes quedarte, tienes que irte. Quiero decir, no debes irte sino quieres, si me gusta que estés, de hecho me encanta. Pero Dios, ¿por qué Dios? —miró hacia el techo—. ¿Qué haremos?

—Seguiremos comportándonos normal, como dos personas completamente heterosexuales que se conocen hace años y no tienen ningún deseo carnal por el otro. ¿De acuerdo? —dijo con sencillez.

—Sí.

—¿Y qué estabas haciendo?

—Recordando lo que hicimos anoche.

KyungSoo tomó aire y exhaló. Iba a ser el primero en romper las reglas.

—¿Quieres que lo termine?

—¡Por favor!

JongIn se lanzó a la cama con desespero y KyungSoo se subió encima, besándole con pasión. JongIn lo tomó por el cuello y lo atrapó entre sus piernas. Luego, alzó la cadera para obtener fricción, pero KyungSoo rio jocoso y JongIn le miró expectante, buscando una respuesta a tal diversión.

—Nos vamos a ir directo al infierno. Es una locura.

—Lo sé, y me encanta —sonrió JongIn también—. Nunca imaginé que tendría en mi cuarto al hombre que siempre quise.

Aún si era dentro de las paredes de su casa, JongIn se sentía más libre que nunca. La adrenalina se apoderaba de su cuerpo y sólo quería disfrutar el momento tanto como pudiese. Al menos, sus últimos recuerdos en Golden Apple tenían que ser felices y excitantes. Si todo iba a arder pronto, entonces, ¿cuál era el problema de que el fuego comenzase en su propia habitación?

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