VII. Embrujado 🍏
Estaba ardiendo por ti
¿A dónde te fuiste?
Podría haber muerto por ti
¿Cómo podías no saberlo?
Estaba vivo contigo
Luego lo volviste frío
¿Me estabas mintiendo?
Desearía no haberte conocido
Me empecé a arrepentir
Mi corazón se detuvo
Cuando estoy sin ti
El mundo se frena
Estaba en llamas por ti.
Fire For You, Cannons
🍏✧
Cuando SeulGi dijo que saldría con sus amigas, JongIn, con frustración, no pudo más que bufar ante su inconformidad. Las chiquillas salían en grupo y se juntaban con el grupo de varones más mensos de todo el pueblo, y eso le desesperaba. Porque entre esos mensos se encontraba Kim JunMyeon, apuesto, pero desagradablemente idiota y oportunista. Y JongIn sabía de sobra que a SeulGi ese chico le gustaba desde hacía tiempo, pero bajo ningún motivo iba a aprobar que ella saliese con ese degenerado que iba y venía tanto con las adolescentes del pueblo, como con las viudas jóvenes.
—Ni se te ocurra verte con ese tipo —le advirtió en medio del pasillo—. Es un maldito patán.
—JongIn no te metas en mis asuntos. Además saldré con mis amigas, los chicos son de la preparatoria, nada de viejos... —murmuró y se acercó a su rostro—. Como los que a ti te gustan.
—Ay, cállate y ten cuidado. No me obligues a romperle la cara a alguien premeditadamente.
—Nananana —canturreó en burla. Acabó de pintarse los labios frente a un espejo en la pared y bajó las escaleras—. ¡Má, saldré con mis amigas, vuelvo a las siete! —exclamó antes de salir.
—¡Bueno, pero llévate un abrigo! —gritó desde la cocina.
JongIn se cruzó de brazos y suspiró resignado. No era controlador con sus hermanas, de hecho nunca se había preocupado tanto. Pero desde que SeulGi había demostrado tanto interés en JunMyeon, supo que nada podría salir bien. Lo último que deseaba, era que su hermana perdiese la cabeza por un tipo mayor, irresponsable y completamente aprovechado. Si bien ella acababa de cumplir la mayoría de edad, todavía no razonaba con claridad las consecuencias, y JongIn sabía de sobra las locuras que se podían cometer por el deseo irrefrenable de un amor pasional.
Las secuelas eran notorias, la ansiedad se apoderaba de su ser cada vez que SeulGi se largaba de la casa con su grupo de amigas. Imaginaba las múltiples formas en que JunMyeon podría dañarla, o lo cruel del desamor cuando éste la abandonase en medio de la noche, tras aprovecharse de ella. Aún si le advertía mil veces, sabía al mismo tiempo que cuánto más lo hiciese, menos caso ella le haría.
En la memoria de JongIn, seguían intactos los recuerdos. El deseo intenso y agobiante, la excitación recorriendo su cuerpo cada noche al soñar que estaba bajo el cuerpo del ser amado; y luego, el vacío repentino. De la agonía al extrañar la voz, la presencia, el rostro, y las múltiples jugarretas que él mismo había hecho. La tensión, el calor, la lujuria, la perdición, tentación y corte abrupto. KyungSoo había impreso memorias en su cuerpo y mente difíciles de borrar, y cada vez que veía a alguien perder la cabeza como él en el juego del amor. Temía.
Quería proteger a SeulGi, pero sabía que era imposible. Quería que ella viva sus experiencias, pero sabía lo detestable que era JunMyeon, tan aborrecible, cobarde y probablemente atrayente y seductor para su hermana, como KyungSoo lo había sido para él. Temía tan profundamente volver a caer en las trampas venenosas del amor, que había decidido no volver a involucrarse con nadie, no con la misma intensidad y seriedad que había tenido con KyungSoo.
—¡Qué sorpresa! —chilló SeulGi al reabrir la puerta—. ¡Entra en la cocina está mamá! ¡Te veo más tarde!
Obviamente, el problema estaba muy escondido en el fondo de su corazón y cabeza. Porque mientras BaekHyun siguiese tan cerca de su familia, la ilusión de volver a ver KyungSoo, de pertenecer completamente a él, seguiría presente; sin dejarle ir, sin dejarle avanzar. Sin aceptar que todo había terminado. Mucho menos cuando su corazón tenía taquicardia al verlo ingresar a su casa. Sus ojos se secaron al ver tan fija y aterradoramente al hombre que había dejado desastres en su interior, y que ahora, le quitaba el aire.
Desde el piso de arriba, JongIn hiperventiló. Sintió que se ahogaba, y la única salida era lanzarse al fango para hacer base con la tierra. Quizá, así reconectaría con la realidad y no creería que ese momento era una fantasía, un sueño como los cientos que había tenido en todos esos años.
—Ey, JongIn, ¡tanto tiempo! —sonrió.
Y allí, su cuerpo tembló, su alma se elevó tan alto por los cielos, que huyó a su habitación como el adolescente hormonal y desesperado de hace cinco años. No era un sueño, era uno de sus más grandes anhelos y miedos hechos realidad. KyungSoo estaba de regreso, pero bajo ningún aspecto estaba preparado para enfrentarlo.
✧✧✧
La señora Kim le invitó a tomar el té. KyungSoo ya había bebido una taza junto a BaekHyun, pero por educación, no podía negarse a la amabilidad de ella. Además, la invitación era ideal para conversar, agradecerle y disculparse por todo lo que habían hecho por BaekHyun durante esos años. Para su sorpresa e incomodidad, la señora Kim, era muy comprensiva. En ningún momento juzgó su actuar y le felicitó por la dura decisión que había tomado. Después de todo, decía que haber alejado a BaekHyun de su lugar natal y sus conocidos, en una edad tan difícil, hubiese sido peor.
Aún si la plática duró poco, KyungSoo se sintió aliviado, sabía que las noticias más fuertes llegarían en pocos días. Primero, debía instalarse, comunicarse con la municipalidad de Golden Apple. Él se había convertido en un mediador entre la empresa Park y el pueblo. Por lo que, si bien el alcalde sabía que había una propuesta en camino, KyungSoo debía encargarse de detallar cuidadosamente de qué trataba el negocio, así luego tendrían el poder de encargarse del resto de los habitantes.
—KyungSoo, por favor ven a cenar el sábado —sonrió la señora Kim al despedirse en la puerta—. Dile a BaekHyun también.
KyungSoo asintió y se inclinó respetuosamente, notando de reojo a JongIn, quien les observaba curioso desde lo alto en la escalera.
—Muchas gracias. Aquí estaremos.
Al darse media vuelta, la puerta se cerró. En la distancia, vio a BaekHyun sobre la calle, varado con su bicicleta y un par de bolsas colgando de los manubrios. KyungSoo avanzó, y a medida que se acercaba, la mirada de su sobrino le juzgaba más y más.
—¿Qué pasó? ¿No aguantabas venir a ver a tu ex? Para tu información, te detesta igual que yo.
—BaekHyun, por favor no empieces con ridiculeces. Vine a ver a la señora Kim.
—Sí, y yo me chupo el dedo —espetó y le extendió las bolsas—. Llévalas en tu auto, es incómodo cargarlas aquí.
KyungSoo resopló, no valía la pena defenderse a sí mismo ni discutir con BaekHyun, entendía de sobra que él estaba enojado y desconfiaba de su visita. Y no lo culpaba, pero tampoco era agradable escuchar tan abruptamente comentarios mordaces sobre el pasado. Agarró las bolsas y se subió al auto, BaekHyun se largó en su bici, y aunque éste pedaleó bastante rápido al inicio, luego KyungSoo se carcajeó al pasarle en velocidad y llegar primero.
Más tarde en casa, la cena fue sabrosa, la señora Kim le había enseñado a BaekHyun a cocinar varias recetas, y él en sus fines de semana invitaba a SeHun y a YiXing a comer los resultados de sus prácticas culinarias. KyungSoo le escuchó atento, recreando una imagen completamente renovada y madura de su sobrino, en comparación a los últimos meses de rebeldía pasados junto a él. Quizá, a ambos les había dolido la partida, pero en cierto modo, también les había hecho bien.
—Es bueno ver que has crecido tanto Baek... —dijo en un murmullo al bajar sus palillos.
—Sí, gracias a los Kim.
—Lo sé. No estoy diciendo que irme haya sido lo correcto, pero... ¿Habrías crecido tanto con mi presencia? Quizá, yo también tenía la culpa.
BaekHyun se silenció y se mantuvo sin comer por unos cuantos segundos.
—Claro que tenías la culpa —le miró seriamente.
KyungSoo apretó sus labios y asintió, siguió comiendo con calma. No esperaba que BaekHyun se disculpase, pero sí que algún día reconociese sus errores sin seguir poniéndose en el lugar de la víctima. Todavía le faltaba mucho por crecer. Había cumplido la mayoría de edad, pero eso no significaba que pudiese procesar bien todo lo ocurrido tiempo atrás.
—Es verdad. Y nunca dejaré de pensar que no fue lo correcto. Pero no salió todo mal —declaró con honestidad—. Me alegra mucho que estés sano y hayas terminado los estudios, que estés motivado a seguir una carrera, aún cuando no estuve a tu lado, estoy feliz de que seas tan fuerte... Y esos son tus logros. Quiero decir, la familia Kim se ha portado excelente contigo, pero el verdadero cambio fue en ti, no en quienes te apoyaron.
—No quieras quitarles crédito a los Kim.
—Ah, no se puede hablar contigo —rodó los ojos.
—No es eso. Es que yo no quiero hablar contigo, pero tú lo haces difícil dando tantas vueltas.
—¿Es broma? —rio incrédulo—. ¿Quién mencionó a un ex inexistente hace un par de horas?
—Qué negador eres, KyungSoo.
—Exacto, soy tan negador que por eso el sábado iré a cenar a su casa —se levantó al finalizar su plato—. Y tú vendrás también, porque la señora Kim nos invitó a ambos.
BaekHyun se atragantó y comenzó a toser, bebió agua rápidamente y le observó atónito.
—¿Cómo que a ambos?
—Sí, a los dos. Y si no vas, me quedará muy claro que no le tienes tanto aprecio a los Kim como demuestras, sino que sólo estás echándome en cara todo tu rencor.
—Por supuesto que iré —espetó.
—Perfecto. Porque quiero hacer las pases con todos.
—No necesitas hacer las pases con nadie, ¿siquiera le pediste perdón a JongIn? ¿O fuiste a su casa como si nada?
—No hablé con JongIn. Fui a ver a sus padres.
—¿Y crees que él va a querer hacer las paces después de todo el daño que nos hiciste? —dijo irritado.
—No metas a JongIn en la misma bolsa —le advirtió antes de retirarse—. Tú y él, no tienen la misma relación conmigo.
Las palabras de KyungSoo fueron contundentes. BaekHyun se quedó helado al oírlo. Por dentro, algo le hizo eco. Eran memorias del pasado, recuerdos, emociones dolorosas. La sensación del desengaño. Las ilusiones del primer amor. Y la decepción de la realidad. Sintió una horrible amargura. Como si la comida le hubiese caído cual patada al hígado. El estómago se le cerró y los jugos gástricos jugaban a ser un volcán en llamas subiendo por su esófago. ¿Qué quería decirle KyungSoo con que no tenían la misma relación? ¿Acaso iba a intentar regresar con JongIn? La sola idea le repugnaba, pero en el fondo, eso era una excusa para tapar la verdadera molestia.
El verdadero dolor. La sensación de abandono. De traición. De engaño. No quería acabar sintiéndose desplazado. Como si realmente, no fuese importante en la vida de los demás. Sabía que no tenía la misma relación con su tío. Era algo totalmente diferente, pero, ¿por qué se robaba la atención otra persona? ¿Por qué KyungSoo no podía demostrar algo de cariño hacia él?
El orgullo aún era fuerte.
No podía aceptar tan fácilmente ese regreso, ni las buenas intenciones.
El amor de la familia, a veces, se sentía tan falso.
✧✧✧
Para el jueves, las palabras con BaekHyun se limitaban a «buenos días» y «buenas noches». KyungSoo no quería forzar una conversación, y BaekHyun no parecía querer hacer siquiera contacto visual con él. Durante el desayuno y el almuerzo no se veían, BaekHyun cursaba, y en la cena, casi como una obligación, se sentaba a la mesa y miraban la televisión. Luego, KyungSoo decía «yo lavo» y BaekHyun se levantaba y se iba a su habitación.
Ya el viernes a primera hora de la mañana, KyungSoo tenía su reunión con el alcalde en la municipalidad, por lo que se levantó temprano. Estaba vestido de traje y con su maletín cargado de documentos y una carpeta con todo el proyecto a realizarse en los próximos diez años.
—¡Buen día! —saludó KyungSoo enérgico en la cocina.
—Buen día —dijo BaekHyun con sequedad. Se levantó y le sirvió café, además de dejarle unas tostadas extra.
—Espero que el café no esté igual de disgustado que tú —bromeó KyungSoo—. Gracias.
BaekHyun rodó los ojos, encima de que le servía el desayuno se hacía el chistoso. Volvió a sentarse y bebió de su taza, notando la vestimenta formal de su tío. Entonces, formó un mohín de asco.
—Te ves como un gran estafador.
—No confundas negocios con estafas.
—Uhm, da igual. No veo la diferencia —desdeñó.
—La diferencia es que si sale bien, todos tendremos mucho dinero.
—¿A cambio de qué? —bajó su taza y lo fulminó—. ¿De qué destrocen nuestro pueblo?
—Con el dinero que les pagarán, el pueblo puede mudarse entero a otro lugar más grande y lindo.
—No puedes mudar sus raíces sin herirlos. Nada te asegura que serán felices en otro lugar.
—Al menos podemos tener esperanzas.
BaekHyun cabeceó y se levantó, tomó su mochila y antes de salir, sonrió con cinismo y le deseó «mala suerte». KyungSoo contuvo el enojo y trituró la tostada que tenía en la mano. No estaba seguro de cuánto iba a lograr mantener su postura paciente. Pero temía que si volvían a discutir, BaekHyun perdiese nuevamente los estribos. Y quién sabía lo que sería capaz de arrojarle la próxima vez. Quizá, excremento vacuno.
—Maldito mocoso.
✧✧✧
Lo último que imaginaba JongIn, era la posibilidad de encontrarse con el dueño de sus ataques al corazón en el trabajo. Su jefe le pidió que buscase unas carpetas en otra oficina, pero el regreso se entorpeció cuando divisó en el hall de entrada a KyungSoo mirando desorientado por los alrededores. JongIn se detuvo, aplastó las carpetas contra su pecho y retrocedió un par de pasos para esconderse en una esquina. Volvió a sentir pánico, su corazón se aceleró y por unos segundos, contuvo inconscientemente la respiración.
No podía seguir evitándolo, era absurdo, además tendría que enfrentarlo la siguiente noche en su casa, y ahí sí que no podría comportarse como un idiota cobarde. Tomó aire y avanzó, cerró los ojos un instante y cuando los abrió, KyungSoo estaba delante de él, impidiéndole el paso y sosteniéndole por los hombros.
—¡JongIn! —dijo preocupado.
—¡Ah! —se echó para atrás y le miró incrédulo al notar su elegante traje—. KyungSoo, ¿qué haces aquí?
—Vengo a hablar con el alcalde.
—¿El alcalde?
—Sí, cosas de negocios, luego te enterarás.
—Ah... —suspiró y estrechó las carpetas contra su pecho nuevamente—. Ya veo.
—¿Te sientes bien? —avanzó un paso, intentando posar el brazo en su hombro, pero JongIn retrocedió una vez más.
—S-Sí, ¿y tú?
—Sí, lo siento... No quise incomodarte. Es que te vi pálido y de repente empezaste a caminar con los ojos cerrados, me asustaste.
—Oh, no, ¡sólo estaba pensando! —dijo rápidamente—. Ya sabes, mucho trabajo y estrés.
—No sabía que trabajabas aquí —miró alrededor y sonrió—. Estoy contento por ti, este edificio es enorme, pensé que me perdería.
—Sí, pasa seguido, entré en reuniones ajenas un par de veces —sonrió avergonzado—. Pero, ahora ya conozco el edificio de memoria.
KyungSoo sonrió también, y las entrañas se le revolvieron desde lo recóndito de su ser. ¿Mariposas? Eso parecían. Ver a JongIn sonreír le había afectado de un modo que nunca había esperado. Una chispita flameante que jamás se había apagado, se avivó por breves segundos.
—Perfecto, entonces tengo un guía, ¿podrías decirme donde está el área gerencial?
De repente, JongIn sintió el peso desvanecerse lentamente, su respiración se acompasó. KyungSoo lucía jovial, radiante y animado. No sabía el porqué, pero su más grande miedo era sin duda que KyungSoo fingiese no conocerlo, que le ignorase, o que simplemente, hubiese cambiado tanto que le menospreciase. Sin embargo, ahí estaba, tranquilo, relajado y sonriente. Preocupado por él, al notar su rostro inestable y el nervioso actuar. KyungSoo no parecía haber cambiado en lo absoluto. Y JongIn sabía lo que significaba eso. Si KyungSoo seguía siendo un buen hombre con él, entonces, él podría seguir siendo el mismo chico del pasado. Sin más miedo, sin temores. Travieso y osado. Confiado.
—Sí, mejor te acompaño —alzó una ceja y sonrió—. No querrás llegar tarde a tu reunión.
—Tú sí que entiendes —aseveró y avanzaron por el corredor—. ¿Y a qué te dedicas ahora?
—Estoy en el sector de turismo, precisamente, soy guía en Golden Apple durante las épocas cálidas, y también hago cosas administrativas aquí los días que no hay visitas.
—Eso suena genial.
—No sé si sea genial, pero... Es lindo —acotó, y mientras subían las escaleras del viejo edificio, volvió a curiosear—. ¿Y tú? ¿De qué negocios vienes a hablar? Si se trata del alcalde debe ser algo muy importante.
—Lo es, de hecho... —se detuvo en el entrepiso, le miró con complicidad y susurró—. Tiene que ver con Golden Apple.
—¿Y... Qué es? —dijo devolviéndole la mirada curiosa.
—Hay una empresa interesada en hacer negocios aquí... —murmuró—. Hay mucho dinero de por medio.
—Espera —se detuvo y frunció el ceño meditando lo que acababa de oír—. ¿Eso significa que te irás otra vez?
—¿Cómo?
—Vienes a hacer un negocio... —vaciló y aclaró su mente al descubrirlo—. Te llevas tu dinero, y luego nos dejas...
—Si lo dices así suena muy egoísta... —confesó—. Pero sí, luego me iré.
—En ningún momento se te cruzó por la cabeza que... —titubeó.
Los ojos de KyungSoo lo embrujaban sin remedio. JongIn suspiró y agachó la mirada. De la ilusión, al temor. Del temor a la fantasía. Y de la fantasía a la realidad, y nuevamente, a la ansiedad del porvenir. Su interior era un mar de emociones inestables que subían y bajaban por la atracción que ejercía la presencia de Do KyungSoo.
—¿Qué? —KyungSoo acercó su rostro y lo tomó del mentón para analizarle—. JongIn, en serio, ¿te sientes bien?
—No se te ocurrió que aquí hay gente que aún te quiere... Que quiere verte muchos días más... —murmuró y sus ojos brillaron en más ilusiones—. Que quiere compartir tiempo contigo.
—JongIn... —susurró y le miró compasivo—. Por favor, tú no.
—¿No qué?
—No seas rencoroso como BaekHyun.
—No soy rencoroso... Te juro que no. Pero, ¿siquiera amas algo de todo lo que te quedó aquí?
KyungSoo suspiró, ciertamente, no había mucho de Golden Apple que fuese de su agrado o añoranza.
—Más allá de los momentos difíciles, amo algunos buenos recuerdos —le miró con una sonrisa ligera.
JongIn le devolvió por igual una mirada brillante, pero triste. Tenerlo tan cerca, era irreal. La voz de KyungSoo lo embriagaba en dulzura, y sus labios pulposos y rojizos moviéndose, lo hacían caer en un trance del que no podía sacar los ojos.
—Yo también sigo amando los recuerdos junto a ti. El más hermoso es al mismo tiempo el más cruel —confesó JongIn—. Nunca los borré de mi mente... Ni de mi cuerpo.
—Ni siquiera fueron tantos. Estás exagerando.
—Y tú minimizando lo que sentí.
KyungSoo exhaló un suspiro pesado. Retrocedió de la cercanía y se alejó unos pasos, apoyando su pie en el próximo peldaño y mirándole con súplica.
—Dime dónde está la oficina.
El desencanto se pintó en el rostro de JongIn, quien señaló con su índice hacia la izquierda. KyungSoo asintió y murmuró un suave «gracias», apurando su paso hacia el siguiente piso. Pero antes de poder alejarse lo suficiente, JongIn subió unos peldaños más y gritó un sincero «¡buena suerte!», ganándose unos pasos en retroceso y una amplia sonrisa acorazonada.
—Gracias.
—No te pierdas —susurró mirándole desde abajo.
—Tranquilo —asintió y guiñó un ojo confiado—. Eres un buen guía.
—Entonces, vuelve a mí.
—Supongo que eso será inevitable.
Un chispazo inquieto ardió desmesuradamente en su interior. JongIn sintió un halo de esperanza encenderse con tan sólo un pestañear de KyungSoo. El guiño era el culpable, las chispas habían saltado violenta y directamente hacia su corazón. KyungSoo animado, era todo lo que JongIn necesitaba para volver a ser ardiente, coqueto y apasionado. Podía lanzarse al abismo y enfrentar cualquier miedo, si tan sólo recibía un indicio. Si tan sólo KyungSoo se abría un poco hacia aquél sueño a medio construir.
Si se dejaba llevar una vez más, por la tentación de acabar con la pasión apenas consumada en el pasado.
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¡Muchas gracias por leer gente linda! 💚
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