VI. Discordia 🍎
Descubrí todos tus trucos
Algunos de ellos nunca he podido solucionarlos
Sabemos ahora que uno de los dos
Tiene que dejar esta tierra flotante
Y no soy el que se va a quedar
Sé que ha sido mucho tiempo
Lo sé cariño
Pero cuando te vea otra vez
Nuestro amor estará muerto.
Love/Dead, Faces On TV
🍏✧
Julio, 2003
En cinco años las cosas podían cambiar drásticamente. Pero, ese no era el caso de los habitantes de Golden Apple. O al menos, no de todos. Generalizar tampoco era correcto. Mientras el invierno dejaba atrás unas manzanas a punto, el sol primaveral calentaba un poco más cada día, hasta terminar de darle la tonalidad justa, el amarillo dorado que las hacía brillar como pepitas de oro en los caminos de árboles. Esos que JongIn mostraba a los turistas entre Mayo y Junio, cuando ya quedaban menos cantidades y los visitantes podían llevarse las manzanas restantes.
Gracias a los cursos de actividad turística de la municipalidad, JongIn trabajaba dando paseos guiados por el pueblo y en los campos. En las épocas de otoño y primavera tenía más trabajo. En otoño, la gente visitaba las fincas abundantes pero no podían tomar manzanas porque aún estaban a disposición de los productores y comerciantes. En todo caso tenían que comprarlas. En primavera, podían hacer actividades de cosecha con lo que sobraba y participar de actividades de cocina casera en los puestos rurales. Y durante el caluroso verano y las heladas de invierno, JongIn se quedaba en su puesto administrativo dentro de la oficina turística del centro. Allí organizaba viajes en grupo para los estudiantes de las escuelas hacia otras provincias, además de salidas a la ciudad los fines de semana.
Por otro lado, BaekHyun, por recomendación de la señora Kim, se decidió a ser profesor en la escuela primaria. No era lo que más le entusiasmaba en el mundo, pero obtendría ayuda con los materiales; además de la oportunidad de entrar fácilmente a trabajar, por lo cual no lo dudó. Ganaría bien, quizá lo suficiente si algún día quería irse a trabajar a la ciudad y estudiar otra cosa. Desde la partida de KyungSoo, ahorraba bastante dinero que éste le enviaba. Obviamente, no le daba ni un centavo a sus abuelos, quienes cómodamente, vivían con lo que ganaban de sus puestos de manzana en la ruta; y de dónde él jamás, había comido ni una sola miserable manzana.
Los viejos, para su disgusto, ni siquiera cuando su tío se marchó, demostraron empatía alguna; a diferencia de la familia Kim, que lo habían tratado como a un hijo más. A la larga, BaekHyun se había disculpado con JongIn. Mantuvieron un vínculo distanciado y ameno, donde ninguno de los dos tenía intenciones de comunicarse demasiado con el otro más que lo justo y necesario. La partida de KyungSoo les había dolido a ambos, los dos necesitaban apoyo; y aunque JongIn no mencionaba el asunto, era evidente que también había quedado herido. O quizá, simplemente había madurado, porque el chico popular de la secundaria que tanto le había gustado al punto de la casi locura, había quedado en el pasado. Lo notaba en el semblante decaído y en lo callado que se había vuelto con el paso del tiempo.
JongIn sólo se dedicaba a su trabajo y salía de vez en cuando con compañeros de allí, pero los de la secundaria, los aduladores como BaekHyun, definitivamente habían quedado en la historia. Como si una parte de JongIn, la chispa traviesa, egoísta y atrevida, hubiese sido enterrada junto KyungSoo. Los Kim, sobre todo la madre, invitaban a BaekHyun a almorzar y cenar seguido, además de ayudarle con los trámites de la secundaria hasta el último año; por lo que sin duda, había aprendido a leer a cada miembro de la familia como a un hermano.
SeHun, por su lado, prefería seguir siendo amigo de BaekHyun antes que ser completamente ignorado. Aún si estaba dedicado a sus estudios en enfermería, le ofreció ayuda en los últimos años de secundaria. En ese entonces, BaekHyun estaba cada día más vago, se distraía con los juegos y salía con otros chicos de su clase. Iban por helados, y algunas veces, a pintar las paredes de la gasolinera abandonada. Fueron esos momentos, cuando para su mayor bien, SeHun aparecía y lo arrastraba, varias veces ante los caprichos y negativas de BaekHyun, recordándole lo que los Kim estaban haciendo por él, que no echase a perder el apoyo y esfuerzo de los demás.
Naturalmente, la amistad con JongIn se había enfriado; pero con SeHun, se habían vuelto mucho más cercanos. Además, BaekHyun también tenía otro gran confidente con el que había florecido un vínculo mucho más especial que una simple amistad: YiXing. Ambos eran una especie de guía para el otro. Se decían sus verdades sin filtro, y al mismo tiempo, se apoyaban incondicionalmente. Podían hablar horas de cualquier tema, y también podían apreciar los más profundos silencios del otro. Entre ellos, la sola presencia física, era un agradable y cálido consuelo. Como una mantita en un par de pies fríos.
YiXing y BaekHyun, solían encontrarse en el lago. Después de que YiXing veía pasar a BaekHyun con su bicicleta por el puente, iba tras él, llevaba un termo con té, vasos y galletas horneadas por su abuela; y ahí se quedaban hablando hasta el anochecer sobre cómo avanzaban sus vidas. YiXing le contaba algunas visiones sobre algunos fulanos del pueblo, le contaba el chisme de algún espíritu pasajero por el agua, le mostraba su diario cargado en poesías premonitorias y garabatos hechos en momentos de trance. Y también, se desahogaba de sus sentimientos irracionales, sofocantes y masoquistas por Kim JunMyeon.
JunMyeon no vivía muy lejos de allí, por lo que YiXing sabía bastante de su vida. Supuestamente, había sido criado por sus tíos ya que sus padres lo abandonaron a temprana edad, aunque nadie sabía bien el porqué. YiXing podía notar que JunMyeon arrastraba con él una mochila pesada llena de abandono, culpa y maltrato. Lo notaba en la sombra real y espeluznante que se pegaba a su cuerpo y seguía sus pasos a toda hora.
Las emociones de varias personas de Golden Apple, habían crecido en un nido inestable, fluctuante y poco cálido. Aún si en el verano, ardían los cielos en llamas y los deseos más lujuriosos tocaban el alma de cada ser. Sin embargo, BaekHyun no podía negar que así de inestables como eran, seguían estando unidos a través del dolor, más que pese él. Más allá de que la sangre de sus familiares estuviese muy lejos de sentirse cercana, había sido afortunado de tener la colaboración de los Kim y los Oh.
—Deberías ir a casa, Baek —dijo YiXing lanzando una piedrita al lago—. Creo que tu tío está de regreso.
—¿Qué?
—Estos últimos meses he soñado que pasan cosas feas en Golden Apple... —continuó y notó el asombro en BaekHyun—. KyungSoo trae noticias.
—¿Qué noticias?
—No estoy seguro —susurró y exhaló resignado—. Pero nuestros árboles están en peligro, hay llamas y las manzanas se derriten como oro fundido.
BaekHyun le contempló pasmado. Se levantó y miró hacia el horizonte.
Los colores del atardecer se teñían en naranja y rosa. El fuego llegaba de la mano del inminente verano. Y un escalofrío por su espalda, le rememoró el pasado. Cinco años se habían diluido en su vida como aceite entre sus manos. Cada uno tenía su propia historia y un camino por delante. Se jactaban con orgullo de todo lo que habían superado. Pero la sola mención de KyungSoo, traía dolor al corazón. Como si se tratase de la manzana de la discordia, BaekHyun temía lo que fuese a ocurrir de ser ciertas las palabras de YiXing. Temía que los sentimientos reprimidos de cada uno, fuesen a explotar como fuegos artificiales, una vez más.
Llenos de color, de intensidad, de brillo, fuerza y calor...
Que pudiesen herirlos hasta sangrar.
✧✧✧
Cuando finalmente obtuvo un trabajo fijo, KyungSoo supo que su camino se había enderezado más de lo esperado. Nunca había abandonado sus expectativas, pero hacía apenas tres meses que había conseguido todo lo que no había logrado tras marcharse hace cinco años. Sus ilusiones por un mundo diferente se elevaron tan altas, que ni las intenciones más malvadas y descaradas de cualquiera en ese pueblo del demonio, iban a tirar abajo sus deseos de riqueza.
Al inicio no había podido enviarle tanto dinero a BaekHyun como deseaba, trabajar en una tienda de conveniencia, apenas le dejaba para comer. Se había sentido miserable y patético al estar haciendo el mismo tipo de trabajo que hacía en Golden Apple. Pero se convencía de que estaba mejor en la gran metrópolis que en un pueblo monótono.
Tardó un año hasta que su currículum, tras entablar conversación con un oficial de guardia en una oficina de empleos, quien por casualidad o arte del destino, conocía a WonHo, lo recomendó en la empresa de seguridad que trabajaba. Parecía una broma, pero haber pagado las travesuras de Kim JongIn, le había hecho ganar un puesto de trabajo. KyungSoo no tardó en comunicarse con WonHo para rogarle una recomendación del comisario a la empresa, y WonHo no tardó en aceptar a cambio de una caja de habanos. El tipo siempre se las rebuscaba para ganar algo aún si no lo necesitaba, y KyungSoo aceptó.
Pasó de estar de guardia en la recepción de un gran edificio de oficinas, para luego al año y medio, postularse de cadete en una de las empresas que operaban allí. Durante los siguientes dos años, hizo trámites en una oficina de contabilidad para el grupo petroquímico de los Park. Ciertamente, KyungSoo no entendía mucho al respecto de las decenas de proyectos y tratos que tenían con el resto de las otras empresas que poco se relacionaban al mundo petrolero; no obstante, estaba seguro que cuando había mucho dinero de por medio, unos soportaban a otros, financiaban e invertían, y en ese sentido, el sector que manejaban los Park tenía gran poder sobre el resto.
Así como pronto, lo tendría también sobre Golden Apple.
El pueblo no había cambiado en lo absoluto. Las mismas casas. Los mismos comercios de antaño. Algunos cerrados, otros poquitos nuevos, pero nada llamativos. A medida que avanzaba en su nuevo automóvil, negro y radiante bajo el sol del campo, maldecía por el polvo que levantaba en algunos tramos de la ruta. La tierra estaba tan seca, que parecía que no había llovido desde su partida hacía cinco años. Los recuerdos eran calientes e intensos, tal como parecía prometer ser ese verano allí. Y pese a que muchas cosas, personas, casas familiares, sensaciones y nombres resonaban en su mente, lo único en lo que podía pensar con cada metro más cerca de su antiguo hogar, era en todo el dinero que ganaría una vez los Park hiciesen negocios allí.
Estacionó sobre el camino para evitar adentrarse entre césped y charcos de lodo, las rutas estaban secas pero varias familias se aseguraban de tener sus jardines húmedos y verdes. La casa estaba intacta, el frente con la gran ventana y la cortina ondeándose desde adentro. La puerta de madera, evidentemente, había sido barnizada y brillaba mucho más que antes. KyungSoo tenía una llave entre manos, pero antes de siquiera atreverse a introducirla en la cerradura, un pensamiento se cruzó por su mente. ¿Debería entrar sin aviso alguno? Sin embargo, el rostro solemne y estilizado de su sobrino, hizo presencia al abrir.
—BaekHyun...
—Cambié la cerradura ayer.
—¿Qué? —parpadeó incrédulo.
—Porque ya estaba vieja, además se trababa mi llave hace meses —apretó los labios y alzó la mirada con firmeza—. No es porque no quisiese que entres.
—De todos modos, estaba dudando —confesó—. Iba a tocar el timbre.
El silencio era incómodo. BaekHyun suspiró pesadamente e inquieto, extendió su brazo invitándole a pasar.
—¿Y vas a entrar o te vas a quedar ahí parado?
KyungSoo no pudo evitar una sonrisa y avanzó. De ninguna manera tenía el valor para regresar como si ese fuese su hogar y adentrarse cual dueño. Aún si en sus recuerdos era su casa, en el presente, era un lugar al que ya no pertenecía. Él sólo estaba de paso para acabar con su trabajo, y luego, seguiría con su vida en la ciudad. Una vida igual de solitaria que el resto de todos esos años. No era lo mismo tener tantas cosas para hacer y lugares a los que salir sin compañía alguna; pero prefería la soledad excéntrica de la ciudad, que la compañía sofocante en medio de la nada.
BaekHyun siguió de largo a la cocina para preparar té, y KyungSoo se sentó en el sillón de la sala. Contempló la decoración anticuada e intacta. Era tan diferente a las salas de estar de la gente que conocía en la ciudad, que había olvidado la escasez de cosas que tenían en Golden Apple. O quizá, era la abundancia de inutilidades que ocupaban las decoraciones de sus amistades, lo que le daba la idea de carencia pueblerina. Recordaba en los inicios, su asombro e incomprensión ante la cantidad de adornitos, jarrones, flores, cuencos y pequeñeces que habían por los estantes y muebles en los departamentos de sus amigos. Inclusive tenían computadora y más de una televisión.
—¿Y los abuelos cómo están?
—Viejos y cascarrabias, como siempre.
KyungSoo rio y asintió, BaekHyun dejó la bandeja en la mesita y se sentó en el suelo para servir las tazas.
—No pareces sorprendido por mi visita —le miró atento—. Creí que me ibas a echar con un baldazo de lodo.
—No me diste a tiempo a prepararlo —bromeó, pero la amargura rápidamente le invadió al recordar su arrebato del pasado—. YiXing me dijo que vendrías.
—¿Zhang? —alzó una ceja—. ¿Cómo lo supo? Espera, no me digas que...
—Sí, tuvo una visión... Me advirtió, así que vine a esperarte —le entregó una taza—. Espero que no tengas nada que ver con el fuego que dice avecinarse.
—¿Fuego?
—YiXing dice que habrá fuego, vio llamas por todo Golden Apple...
—¿Y le crees? —sorbió con cuidado.
—Después de tantos aciertos en los últimos años, sería un idiota si no lo hiciese —se sentó de piernas cruzadas y tomó su taza, mirando en un titubeo a su tío. Fingir que todo estaba bien era imposible, incluso la distancia resultaba difícil de mantener. BaekHyun quería, literalmente, echarlo a patadas de allí, pero la curiosidad era mayor—. ¿A qué viniste, KyungSoo?
—Por trabajo. Tengo que hablar con el alcalde... —titubeó—. Y también con los abuelos.
—¿Por qué? —le observó curioso—. ¿A qué te dedicas ahora?
—Exactamente, a nada. Pero si este negocio sale bien, seré accionista en una importante empresa.
—¿Serás empresario?
—Probablemente... O la mano derecha de uno. Lo importante es que nos haremos millonarios. Podrás irte de aquí, a dónde quieras. Tendrás lo que quieras Baek, te daré lo que sea que necesites.
—¿Qué? —soltó incrédulo. KyungSoo contaba fantasías con la facilidad que YiXing era juzgado por sus visiones—. ¿De qué hablas?
—Es un negocio muy grande el que hay aquí. Pero, para eso hay que comprar al pueblo, ¿entiendes?
—¿Quieren vender Golden Apple? —dijo pasmado.
—Comprar, no vender. No es nuestro —cabeceó y acabó de golpe su té—. Por eso, debemos comprarlo.
—Pero... Es de todos, este pueblo es de todos. Trabajamos por y para él —le acribilló y se levantó indignado—. Tú eres parte de él. ¿Quieres vender tu hogar? ¿El de tu familia?
—Por favor, Baek. Sabemos perfectamente que yo ya no tengo lugar aquí —dijo con calma, se reincorporó y avanzó a él posando la mano en su hombro—. Lo abandoné cuando me fui. Nadie aquí me extraña tampoco...
—¿Eso es lo que crees? —se sacudió y se levantó—. ¿Crees que nadie te extrañó? ¿Que no sufrí durante meses? ¿Crees que JongIn no se deprimió cuando te fuiste, que no te extrañó tanto como yo? ¿Pensaste que todo y a todos los que conocías se olvidarían de ti así de fácil?
—BaekHyun, tú sabes que fue lo mejor. Estabas histérico, creí que te volverías loco —se excusó—. Necesitabas tener tranquilidad, y yo necesitaba hacer mi vida.
—¿¡De qué mierda estás hablando!? ¡Te comportaste como otro adolescente más, como nosotros! ¡Huiste! ¡No volviste, no regresaste a dar explicaciones! ¡Sólo mandabas dinero como si eso solucionase todo!
—Tú estabas muy enojado conmigo, no querías hablar, no había forma de dialogar.
—¿Vas a echarme la culpa de todo o te vas a hacer cargo de que huiste como un cobarde? ¿No vas a aceptar que no podías ser responsable? ¿Que era más fácil hacer que nada pasaba con tal de seguir haciendo lo que se te daba la gana?
—BaekHyun, ¿qué dices? ¡Intenté hacerte entrar en razón! Pero tú preferías hacer locuras y acabar en la comisaría, ¿o te olvidaste?
—¡Pero tú eras el adulto responsable! ¡Te metiste con JongIn! —repudió—. ¿Acaso olvidaste eso también?
—¡Claro que no lo olvidé! Pero es parte del pasado, ¿acaso esto es lo que estuviste esperando todo el tiempo? —frunció el ceño—. ¿A que yo vuelva para recriminarme todo lo malo que he hecho?
—¿Y qué esperabas? ¿Hablar como dos personas decentes que no tienen culpa, ni rencor por dentro? —declaró con cinismo—. ¡Quizá tú olvidaste todo pero a mi me sigue doliendo y te lo diré de la forma en que me salga! ¡Fuiste un irresponsable, un cobarde, te escapaste, me abandonaste! ¡Me dejaste sabiendo que mamá se había muerto! ¡En lugar de apoyarme, de quedarte, te largaste!
—¡Perdón! ¡No todos estamos preparados BaekHyun! ¡Para mí tampoco fue fácil! ¿Crees que lo pasé bien solo en la ciudad? Pues no fue así. También me sentí mal, horrorosamente mal, sólo quería trabajar para enviarte dinero y que vivas mejor... —bajó la voz—. No tenía ni tengo el poder de contenerte como lo necesitabas, fue todo lo que pude hacer... Baek, eres como mi hermano menor —sus ojos se empañaron—. Te amo, haría cualquier cosa por ti, por favor. No quiero discutir, sólo quiero que vivamos bien.
—Yo estoy bien aquí. En Golden Apple. En mi casa, con los viejos abuelos insoportables que me detestan, pero al menos nunca me dejaron solo... —se quebró y retrocedió hasta la puerta—. Nunca huyeron.
KyungSoo lo siguió por detrás, definitivamente, tener una discusión con BaekHyun era lo último que deseaba apenas llegar. Pero sabía que tarde o temprano sucedería, y quizá, era mejor al inicio que cuando ya estuviese haciendo negocios. Si quería que le fuese bien en el pueblo, iba a ser mejor arreglar su relación con él, o de otro modo ya se esperaba falsos rumores y calumnias en su contra.
BaekHyun tomó su bicicleta y avanzó hasta la calle. Al notar el auto impecable estacionado, giró su rostro con disgusto hacia KyungSoo, quien le contemplaba desolado desde la entrada.
—Baek, por favor, hablemos como los adultos que somos —alzó la voz—. ¿O serás tú quien huya ahora?
—No estoy huyendo a ninguna parte, tengo que ir a comprar, a no ser que quieras comer tortitas de barro —espetó.
—Déjame darte dinero —avanzó metiendo la mano en el bolsillo de su chaqueta.
—Tengo dinero. Mejor quita tu auto de aquí, porque al verlo sólo me dan ganas de ensuciarlo.
—¿Dónde quieres que lo meta?
—¡No lo sé! Llévalo al fondo, como hacías antes, escóndelo, no quiero que piensen que tenemos dinero cuando no lo hay —dijo molesto y subió a la bicicleta.
KyungSoo, desconcertado, se quedó mirando a BaekHyun alejarse por la ruta. No quería ensuciar sus neumáticos con barro y más tierra. Pero mucho menos quería correr el riesgo de que BaekHyun arruinase toda la limpieza y encerado que le había dado apenas hace dos días. Suspiró y subió al auto. Lidiar con su sobrino iba a ser difícil, pero lo quería. Los abuelos y BaekHyun eran la única familia que tenía y los amaba. Recomponer la confianza y los lazos, no era algo que solucionaría de la noche a la mañana, pero tenía fe de que lo perdonaría.
Así como él le había perdonado los malos momentos de rebeldía en el pasado. Así como había perdonado a su propia hermana por irse tan pronto y dejarle con una carga que no soportó. Así como perdonó sus propios rencores y errores. Porque claro que la culpa, lo había consumido una y otra vez. Y ahora, era momento de disculparse también con los Kim, quienes le habían ayudado todos esos años.
A quienes les podría pagar inmensamente, una vez Golden Apple, se convirtiese en una mina de oro.
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