Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

III. Tentación 🍏

Loco por dentro
El peligro me excita
No lo puedo evitar
Tengo secretos que no puedo contar
Me encanta el olor a gasolina
Enciendo el fósforo para saborear el calor...
Me encanta ver los castillos arder
Estas cenizas doradas se vuelven mugre
Siempre me ha gustado jugar con fuego.

Play with Fire, Sam Tinnesz


🍏


Enero, 1997


En pleno invierno y a pocos meses de cumplir sus 15, BaekHyun no supo exactamente el porqué, pero supuso que tampoco debía haber un porqué para que le gustase Kim JongIn. El chico era popular en la secundaria, siempre estaba rodeado de gente que lo admiraba bailar improvisadamente con la música de alguna radio de fondo. Algunos chicos se le unían y seguían sus pasos. Luego, todos a fin de año participaban en algún concurso de talentos que realizaba la escuela, donde el ganador se llevaba un premio en forma de manzana dorada, sin ningún aval importante más que el de la escuela misma.

JongIn había salido manzanita dorada dos años consecutivos, y eso para BaekHyun, valía el ego que se cargaba. Motivo por el cual también lo admiraba y se la pasaba adulándolo constantemente. BaekHyun prefería participar de la sección de canto, pero vaya que ansiaba también poder bailar la mitad de bien que él. Así como JongIn también había declarado admirar su voz. Algo que hizo que BaekHyun, inmediatamente, se subiese a la novena nube y fantasease con él.

Además, vivían cerca, y aunque JongIn fuese tres años mayor, no parecía importarle la edad de nadie a la hora de hacer amistades, eso no lo detenía de hacer simpatías con la gente. Excepto, cuando no era reconocido o halagado del modo en que él lo esperaba. Bastante imposible de saberlo, a no ser que uno estuviese tras él, intentando conocerle verdaderamente, como BaekHyun lo había logrado.

JongIn era ni más ni menos que un completo caprichoso. Según él, dejaba en claro desde el inicio lo que quería de una forma algo indiscreta, pero difusa para otros. Sin embargo, para BaekHyun quien lo leía a la perfección entre líneas e intentaba estar a su nivel de un modo casi obsesivo, no había nada que se le pasase por alto.

—JongIn, estaba pensando, si te parece bien... El fin de semana, quizá, podríamos juntarnos. Tú bailas mientras yo canto, ¿qué dices? —se miró al espejo.

BaekHyun se reformuló en su habitación la manera en que intentaría colarse en la casa de su amigo, otro fin de semana. Pero entre cada palabra que agregaba y quitaba, también se observaba detenidamente esos granitos en su frente que tanto odiaba. Si de por sí ya se acomplejaba por sus ojos extra pequeñitos, el hecho de tener una frente amplia no colaboraba. Pasó su mano por la entrada de cabello que iniciaba bastante arriba. Se sintió como un hombre con calvicie prematura, por lo que se armó un flequillo improvisado y lo petrificó con gel, el suficiente para que le durase toda la jornada escolar.

Sin embargo, cuando se encontró con JongIn en el recreo, su tartamudeo se frenó apenas saludarle.

—El fin de semana qué te parece si...

—¿Sabes Baek? Hace mucho que no me invitas a tu casa... —alzó una ceja y le corrigió un poco el mechón en su flequillo.

—Oh, gracias... —se apresuró a acomodarlo por su cuenta, evitando mirarle directamente, porque claro que la simple atención ya había acelerado su corazón—. ¡Entiendo!

—¿Qué cosa? —parpadeó risueño.

—Ven a casa, mi tío me regaló una consola de juegos, no es nueva, pero es divertido, ayer me desvelé hasta las tres de la mañana...

—¿En serio? ¡Eso es genial! Aunque le he pedido a mi madre una sigue negándose... —refunfuñó—. Qué suerte tienes de ser hijo único, no deben tener tantos gastos.

—Uhm, tal vez no, pero igual no tenemos mucho dinero —dijo apenado—. Mi tío es el que trae la mayor parte, mamá... Bueno, ella no puede.

—Lo sé, tranquilo —asintió con calma.

Lamentablemente, la gran mayoría sabía que su madre tenía una avanzada esquizofrenia. Solía desvariar bastante, y los pocos momentos de lucidez estaban manchados en la depresión y los recuerdos del señor Byun abandonándola. BaekHyun ni siquiera recordaba a su padre, el hombre se había ido cuando él tenía 3 años. Y su madre, tras la partida, no hizo más que empeorar. KyungSoo se había hecho cargo de él la mayor parte del tiempo, junto la miserable ayuda de los abuelos, pero no siempre había dinero para las medicaciones, así que la situación de su madre era bastante inestable.

—Bien, entonces, ¿te espero en casa el sábado a las ocho? Mi mamá se duerme a esa hora, su medicación es algo fuerte.. —sonrió apenado.

—¡De acuerdo!

Una vez más, se había adelantado a las ideas de JongIn. O eso era lo que le gustaba creer. SeHun solía decirle que no se fiara del todo de éste. Que siempre tras un bonito plan, JongIn tenía otro desopilante plan más grande. Y claramente, BaekHyun elegía no hacerle caso, SeHun sólo era un primo envidioso. Buen amigo, sí, excelente; pero como primo se le notaba la amargura a kilómetros.

BaekHyun incluso le había contado su mayor secreto, que estaba enamorado de JongIn. Así que SeHun se había convertido también, en su mayor confidente. Aunque más que confesión, SeHun mismo le había dicho que se notaba a leguas lo mucho que le gustaba. Y bajo esa declaración, BaekHyun no pudo más que sentir vergüenza; sin embargo, necesitaba soltárselo a alguien o reventaría por culpa de sus arrebatados sentimientos.

Y por supuesto, SeHun también iba a reventar por callar los suyos desde hace tanto tiempo. Pero podía soportarlo. No debía llenar de más preocupaciones a BaekHyun. Aún conservaba en su mente el recuerdo intacto del niño dulce y tierno de 10 años que besó su frente después de ser defendido de los grandulones que le llamaban «Bebé Byun». Los mismos que dejaban su uniforme y mochila llenos de «BB». Dado que todos conocían la historia de abandono del señor Byun, y de los delirios de SeoHyun respecto a clamar por su bebé, los rumores de las madres y los padres, no habían tardado en llegar a oídos de los niños.

Y SeHun tampoco tardó en hacer justicia por mano propia.

Aún si era muy flaquito y no tenía mucha fuerza, a sus 12 años era muy astuto, por lo que se alió con JongIn, YiXing y el solitario de JunMyeon para, obviamente, asustarlos con que el tío de JunMyeon se llevaría a sus padres a la cárcel. Nadie imaginó que esa idea le daría al mismo JunMyeon un subidón a su ego. A partir de ese verano comenzó a comportarse con soberbia, como si fuese el pseudo dueño del pueblo por su posición. Y pronto, perdió las falsas amistades que lo habían buscado con un interés de por medio. Aún si SeHun intentó solucionar el tema y estaba dispuesto a ser su verdadero amigo, JunMyeon les hizo la cruz para siempre.

Quizá, para ser sólo unos pequeños, la pasión e intensidad ya latía ligeramente apresurada en sus corazones.

No obstante, BaekHyun esa inminente noche de videojuegos, sólo quería estar un poco más cerca de JongIn. Pero JongIn... Él sólo estaba empecinado en volver a tener la atención de Do KyungSoo. Aún si sus 17 años aún no eran legales, aún si Do KyungSoo tenía sus entrados 27. Las ganas por hacer algo que cruzase la línea de sus propios límites, eran grandes. Y el deseo por ser algún día el chico que probase sus labios, indomable.

✧✧✧

Si KyungSoo hubiese sabido con un poco más de anticipación que la gasolinera cerraría para fin de año, se habría pensado dos veces antes de comprar esa consola de juegos para BaekHyun. Aunque, tampoco iba a andar lamentándose, era el regalo de cumpleaños adelantado por sus 15 años y estaba ahorrando desde hacía meses. Además, era necesario un cambio, llevaba años trabajando en un lugar donde no progresaba. Lo único que hacía era atender clientes, y los últimos clientes destacables que había tenido, habían sido los mismos que ahora eran grandes amigos de BaekHyun.

Si el pueblo no era un pequeño saco de manzanas podridas contagiando al resto, entonces, no sabía qué otra cosa podría ser. Pero, esa le parecía una buena referencia. Y no porque lo chicos fuesen malos, sino porque verdaderamente, KyungSoo creía que en ese lugar todo lo que podías hacer era alcanzar una madurez máxima, como las manzanas, y luego, comenzar a pudrirte entre tus propias compañeras.

Sin alcanzar ver más allá que otro campo igual de dorado e insulso. ¿De qué servía un poco de oro si todos lo tenían? ¿Dónde quedaba la exuberante y atractiva diferencia cuando todos eran iguales? KyungSoo deseaba con intensidad escalar un poco más alto, pero cada día parecía más lejano, y el aburrimiento de Golden Apple, mucho más insufrible de lo que creía soportar.

O al menos, así le pareció hasta esa noche de sábado, en la que BaekHyun invitó a JongIn a pasar el fin de semana. Si alguien le hubiese dicho que a partir de ese día su vida iba a cambiar abruptamente, jamás lo habría creído. Pero, al parecer, JongIn tenía mejores planes para el resto de su vida de los que KyungSoo mismo tenía para la propia. Y en los de JongIn, por supuesto que KyungSoo estaba más que incluido.

—¡KyungSoo! ¡Cuánto tiempo sin verte! —exclamó JongIn con confianza al entrar a la casa.

BaekHyun sonrió, ligeramente incómodo ante su actuar. KyungSoo parado a un costado se limitó a cruzarse de brazos, mirando de arriba a abajo a JongIn.

—JongIn, sé respetuoso —susurró BaekHyun por lo bajo.

—Puf, por favor, tu tío ya sabe cómo soy —respondió y sonrió guiñando un ojo hacia éste—. ¿No?

—Buenas tardes, JongIn —suspiró KyungSoo—. No te pases de listo. Estás en mi casa, y aquí no me va a temblar el pulso para borrarte esa sonrisa socarrona.

—¡Tío, tú también sé respetuoso! —señaló BaekHyun—. Al final, los dos sólo son un par de groseros.

—Deberías haber visto como hace un par de años, él y SeHun venían a la tienda, inventaban unas excusas tan graciosas, sólo para que les diese bebidas gratis —rio recordando. JongIn enmudeció y su semblante se coloreó al ser puesto en evidencia con tal rapidez—. Eran unos niños muy ocurrentes.

BaekHyun miró incrédulo y entre sonrisas hacia JongIn.

—¿En serio? ¿Y no se daban cuenta de que mi tío ya los había descubierto?

—Bueno, es que KyungSoo no decía nada... Sólo nos dejaba agarrar una Pepsi cuando acabábamos —se encogió de hombros—. Creíamos que funcionaba.

BaekHyun estalló en risas al descubrir aquella anécdota, de repente, la imagen de chico cool y carismático de JongIn, había derrapado con una historia tan infantil e inocente.

—Ah, viejos tiempos —suspiró KyungSoo—. Bueno, voy a cocinar.

—¿Qué vamos a comer? —curioseó JongIn.

—Pizza —respondió BaekHyun—. ¿Te gusta la pizza, cierto?

—Y si no le gusta, cuánto lo siento, porque no habrá platillos especiales.

—Claro que me gusta la pizza, seguro que cocinas delicioso.

—Y tienes mucha razón —asintió KyungSoo.

BaekHyun sonrió y se encaminó a la sala de estar donde la consola esperaba, lista para que jugasen y se desvelasen toda la madrugada. Sin embargo, JongIn esperó unos segundos a que BaekHyun estuviese de espaldas, y fuera de su alcance. No podía sacar los ojos de KyungSoo. Así como KyungSoo tampoco había despegado de él los suyos. Ambos estaban pensando exactamente en el mismo recuerdo. El pasado los había arrollado, y no se trataba de un par de refrescos. Había más. Algo que sólo ellos y SeHun sabían.

La mirada de JongIn seguía siendo tan desafiante como en el pasado. KyungSoo seguía viendo al chiquillo descarado y patético que armaba puestas en escena. Y JongIn, a un hombre apuesto, besándose con un desconocido, tan apuesto que le daba celos.

—Deja de mirarme así, JongIn —susurró en advertencia.

—¿Así como?

—Como si estuvieses planeando una travesura. No mentía cuando dije que te quitaría la sonrisa de niño bonito.

—¿Niño bonito? —parpadeó atónito y rio—. Pensé que era un mocoso.

—Eso mismo. Ser bonito, a ti, no te hace precisamente agradable. Más vale que no lastimes a BaekHyun.

—¿Por qué haría algo así? Él me agrada. Es mi amigo —soltó indignado—. Mejor, piensa tú el porqué me pides eso. No vaya a ser que sientas culpa por haber rechazado a mi hermana para besuquearte con otros tipos. ¿Acaso BaekHyun lo sabe?

—¿Saber qué? —dijo el nombrado al reaparecer.

KyungSoo le observó destilando veneno. JongIn no sólo era el mismo niño travieso del pasado. Sino que además, se agregaba su peligrosa tendencia a jugar con fuego. El adolescente era un grano en el culo. Como una mancha que jamás había tenido, pero que necesitaba sacarse de encima. Y es que no lo comprendía, ni siquiera Oh SeHun se había empecinado con él. Simplemente era Kim JongIn. Un demonio en el cuerpo de una manzana dorada.

—Que tu tío rechazó una vez a mi hermana YuRi, ¿puedes creerlo? Por eso hacíamos drama en su tienda. Íbamos en busca de venganza —rio JongIn.

—¿De verdad? ¿¡Rechazaste a su hermana!? ¿¡O sea que YuRi podría haber sido mi tía!? ¿Y tú lo echaste a perder? —le apuntó a KyungSoo, acusándole—. ¡Podría haber tenido un primo o prima! ¡Podría haber sentido lo que es tener una tía!

—Ya basta —soltó KyungSoo exasperado ante el inminente drama—. Fueron tiempos pasados.

JongIn contuvo el regocijo, una vez más, como en ese pasado, se sentía victorioso ante la idea de que tenía cierto control sobre él. KyungSoo se largó a la cocina. Y BaekHyun anonadado ante las recientes noticias, miró a JongIn en busca de más información. Pero JongIn se encogió de hombros y le dio una palmadita en la espalda, claro que no le iba a contar el resto. Eso era algo que quedaba muy guardado entre ellos dos. Bueno, y SeHun. Aunque a éste último, no le importaba realmente lo que JongIn hiciese. Seguían siendo compinches, pero SeHun había decidido no seguirle tanto el hilo a sus andanzas.

Tras unas horas de juegos, y en vistas de que KyungSoo ya estaba acabando con las pizzas, decidieron elegir una película de los VHS que JongIn había traído. «Marcianos al ataque» se veía divertida y para la suerte de BaekHyun, nunca la había visto. En el pueblo no tenían cine y las pocas películas que llegaban a los videoclubs, eran costosas. Por eso, la gran mayoría nunca las devolvía. A JongIn poco le importaba cuál pondrían, después de todo, sus planes no eran concentrarse en la trama. Más bien, JongIn tramaba mirar a KyungSoo durante toda la hora y media que duraba la película. Y lo consiguió, sentándose en medio, dejando a BaekHyun acomodarse contra un brazo del sillón y a KyungSoo del otro.

La cobija de lana que los cubría fue perfecta para cuando llegó la hora del clímax en la película. Los marcianos habían llegado a la tierra y disparaban indiscriminadamente con sus pistolas lásers a los humanos, desintegrándolos por completo. Y KyungSoo, quiso desintegrarse por igual, hacerse cenizas en plena sala cuando sintió una mano posarse sobre su muslo. Lanzó una mirada intensa a JongIn, quien se concentró en la pantalla de inmediato, conteniendo una sonrisa entre dientes. La mano seguía en el mismo lugar, cuando otro disparo se ejecutó, JongIn presionó fuerte y subió un poquito más.

—Ya basta —masculló bajito.

—¿De qué? —susurró JongIn sin mirarle.

KyungSoo no iba a ponerse a dar explicaciones, por lo que tomó la mano del menor y la apretó fuertemente, hasta asegurarse de que le dolía. La expresión de JongIn cambió rápidamente, de tener el brillo chispeante en sus ojos, pasó a contraerse.

—Ya, ya, entendí...

—¿Qué entendiste? —dijo BaekHyun perplejo—. ¿De qué me perdí?

—No, de nada —negó y sonrió—. Cosas que uno se da cuenta cuando ve la película más de una vez. Es que me distraigo mucho.

KyungSoo bufó al oírlo y JongIn le miró de reojo.

—Es que a veces hay cosas que me interesan más... —murmuró con desdén.

—Me voy a dormir —se levantó KyungSoo abruptamente.

—¿Qué? —se sorprendió BaekHyun—. Pero todavía falta para que termine.

—Ya la vi muchas veces, a diferencia de JongIn, yo sí presto atención a las películas —aseveró fijándose en él con atención—. Qué descansen.

—Qué descanses, tío.

—¡Dulces sueños, KyungSoo! —sonrió JongIn con picardía sin quitarle la mirada de encima.

KyungSoo sintió el par de ojos siguiéndole como un centinela a medida que se alejaba. Le dedicó una última mirada al menor antes de doblar en el pasillo, preocupado por su conducta. Asombrado por sus declaraciones, y profundamente pasmado, cuando JongIn estiró disimuladamente sus labios desde el sillón. ¿Eso había sido un beso? Las intenciones eran muy obvias. Y la osadía extrema. ¿En qué momento él se había convertido en deseo de Kim JongIn? ¿Y por qué su cuerpo temblaba?

Se sentía frágil ante la idea. JongIn era un adolescente alborotado, y él, un idiota, un adulto necesitado. Toda la atención que podría estar buscando, se la había dado en tan solo unos minutos, un jovencito descontrolado. JongIn era un peligro. Aún si era un chico bonito. No sabía a lo que se exponía comportándose de esa forma. ¿O sí lo sabía? Las provocaciones tenían un inicio y un fin. Y al parecer, habían comenzado hace muchos años, cuando tan sólo jugaba inocentemente...

Pero ahora, JongIn ya era consciente de lo que esa clase de toques y acciones provocaban. Y KyungSoo no estaba seguro de querer ser quien le pusiese fin. Al menos, no de la forma en que le gustaría. Tener que ser adulto, se convertía en trabajo difícil cuando sus propios deseos aún estaban tan despiertos. Cuando las tentaciones se entregaban fácilmente y debía verlas como lo que realmente eran:

Las travesuras de un menor que él mismo había consentido.

🍏✧→

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro