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I. Golden Apple 🍏

Oh, mensajero de alas doradas
De los dioses Todopoderosos
Ángel de alas doradas
Vete a casa
No le digas a nadie lo que realmente eres
Eres sagrado y ellos mueren de hambre
Y su arte se está volviendo oscuro
Y ahí estás tú para ser destrozado
Será mejor que pases desapercibido...

Goldwing, Billie Eillish

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En el interior del país los pueblitos eran distantes y tranquilos. Rodeados de montañas, ríos, lagos y campo, una buena parte de las personas se dedicaban a diversas actividades de agricultura y vendían productos regionales en sus propios negocios. Algunos, dejaban el pueblo y se marchaban a la ciudad en busca de mejores oportunidades y nuevas experiencias. Y otros, como Do KyungSoo, obligado por las circunstancias y presiones que lo acontecieron, le decían adiós al lugar con gran culpa y pesar.

Golden Apple, como lo llamaron los viajeros a partir de los ’60, era el pueblo natal de decenas de generaciones que en el pasado se habían unido para trabajar las decenas de hectáreas fértiles. Muchos se dedicaron a la cría de cerdos y pollos, y otras familias menos afortunadas que se veían forzadas a migrar de otras provincias más industrializadas, cargaban su motín de semillas de todo tipo, buscando lugar para plantarlas y vivir pacíficamente de la agricultura.

Durante un siglo, crecieron vigorosos y extensos árboles de dulces manzanas doradas. No eran tan comunes como las rojas y verdes, y en un inicio mucha gente no quería consumirlas. Los supersticiosos y religiosos del pueblo creían que estaban envenenadas, que el único fin de esas semillas del mal traídas por los forasteros de antaño era destruir al pueblo para poner a los habitantes unos contra otros y verlo perecer. Entonces, las tierras fértiles serían apropiadas por los ambiciosos invasores; ya que, supuestamente, una vieja leyenda apañada por las visiones de una vieja bruja, decía que bajo las tierras del pueblo había oro puro.

Sin embargo, con el paso de los años y algunas épocas de crisis, no quedó otra alternativa que consumir los frutos. Hicieron pasteles, dulces, mermeladas y sidras, ganando la atención de pueblos vecinos, quienes se acercaron a comprar cada vez más seguido. Finalmente, a la gente no le quedó más que rendirse. No había duda de que el oro puro era una metáfora a las manzanas doradas, ya que con el tiempo, le traería al pueblo una gran fama, haciendo de Golden Apple la atracción turística rural más rentable de la provincia.

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En Golden Apple, el turismo estacional en otoño y primavera dedicado a los manzanos, era lo único que proveía de movimiento y emoción al pueblo. El resto del año era tan tranquilo y aburrido como cualquier otro área rural de los alrededores. A medida que se alejaban del centro municipal, las casas no estaban tan cerca como para verse las caras todos los días hasta el hartazgo. Sin embargo, los niños eran inquietos, las calles de tierra desoladas, y los desconocidos, prácticamente no existían.

Durante los veranos, los jóvenes se juntaban a andar en bicicleta, nadaban en el lago o paseaban por el monte y se metían en travesuras. Algunas veces liberaban a los animales de las granjas lejanas, y otras, cazaban sapos y competían por quién los lanzaba más lejos en el lago. Aunque esas, obviamente, eran historias de la niñez; ya que habían ciertos adolescentes que estaban más cerca de los delitos o rebeldía que de las travesuras.

Como BaekHyun un chico de 15 años, delgado y bajito, con cabello castaño aplastado y mejillas pecosas; y su amigo JongIn, alto y atlético, de piel bronceada con 18, siendo rescatados de la comisaría por KyungSoo, quien con 28 años parecía ser el único adulto responsable. Tenía ojos grandes y penetrantes, y era el tío de BaekHyun. Por otro lado, estaba Oh SeHun, primo de JongIn, alto también pero con menos músculo y rostro alargado, tenía 17 años, pero era el más maduro de los tres menores.

Atendía con frecuencia “Golden Cake”, la tienda de dulces y pasteles de manzana más conocida del pueblo, junto a su hermana mayor Irene. A Oh SeHun, poco le importaban las travesuras y meterse en problemas, sólo quería ver cada tanto a BaekHyun, el jovencito que le robaba los suspiros desde los doce. Aún si le dolía que en los últimos años BaekHyun se hubiese pegado a su primo JongIn como un chicle, SeHun no perdía la esperanza de que algún día, sus sentimientos aún no confesados, serían correspondidos.

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Julio, 1998


Quizá, todos eran muy jóvenes cuando dieron lugar los sucesos que marcarían significativamente sus vidas, aquellos que los llevarían a meterse en tales líos. Pero, para las desgracias, para las ambiciones, peligros y pasiones prohibidas, siempre había tiempo. Cada una se disparaba como una chispa, y luego, por efecto dominó, se incendiaban el resto. Lo cierto era que nadie quería recordar el pasado, cuando un escuálido Zhang YiXing de cabello negro y cachetes con hoyuelos, con tan sólo 17 años, pedaleó a toda velocidad en su bicicleta para advertir de algo terrible a Do KyungSoo.

—¡Señor Do! —gritó YiXing.

La puerta se abrió delante de sí, KyungSoo le miraba como a todo el mundo, con exaspero. Sus ojos grandes y profundos resaltaban entre sus cejas gruesas. Todo en su rostro era llamativo, y pese a tener rasgos exagerados, eran excesivamente delicados. Sus labios eran gruesos y sus mejillas redondas y pálidas. El conjunto en su totalidad, acababa ablandando todo rastro de hostilidad en su semblante.

—Ah, otra vez tú —resopló—. ¿Qué quieres, YiXing?

—¡Su hermana!

—Está alimentando a las vacas, como a dos kilómetros.

—¡Tiene que ir por ella!

—¿Bromeas? No voy a ir hasta allí por ti. Ve tú —intentó cerrar la puerta, pero el pie del menor lo detuvo.

—Algo le está pasando... —susurró, llevándose los dedos a la altura de su sien—. Me duele mucho...

—Ve a un médico.

—No, no. Vienen unas palabras a mi mente, ella dice: «Bebé Byun, hijo...».

KyungSoo le miró con molestia. No era la primera vez que YiXing corría a las casas de los vecinos a dar predicciones sin bases verídicas.

—Escúchame bien, mocoso —su mirada se oscureció al igual que su voz. YiXing le observó espantado, conteniendo el aire—. Si tienes ganas de burlarte de alguien, será mejor que te busques a otro. Si vuelves a aparecerte por aquí, me encargaré de que el dolor se deba a mi puño y no a una alucinación de tu cabeza. ¡Ahora vete!

YiXing asintió aterrado y soltó un gran suspiro, corrió a su bicicleta y huyó de la casa de los Do. KyungSoo se quedó de piedra en su lugar, contemplándole marchar en la misma dirección que la puesta del sol. Claro que nadie quería creer en las predicciones de un muchacho adolescente y confundido. Las hormonas debían estar llevándolo más a la locura que a la madurez.

Sin embargo, cada vez que Zhang YiXing había advertido algo, las cosas se manifestaban de formas extrañas. Quizá no idénticas, pero de un modo curiosamente enlazado. Hacía un par de meses, había advertido a los Oh que su tienda sería robada, pero jamás sucedió. Aunque, SeHun decía que algunos policías pasaban cada tanto a pedir pan gratis, y extrañamente, a diferencia de lo que se esperaba; su hermana Irene, les entregaba lo que pedían. Los rumores decían que habían entrado un par de policías corruptos al pueblo, y con ellos, traían también gente de otros lares a que se asentasen en los alrededores e hiciesen estragos ante un chasquido de dedos.

El graznido de unos pájaros en el cielo distrajeron a KyungSoo de sus pensamientos. Entonces, recordó que SeoHyun había manifestado unas puntadas en su cabeza y un par de mareos hacía una semana. Entre creer o reventar, durante ese crepúsculo cada vez más oscuro, KyungSoo eligió creer. Pero cuando fue en busca de su hermana y la halló desvanecida en medio del campo, comprobó que ya era muy tarde. En efecto, algo en su cabeza, ya había reventado. Días más tarde, la autopsia confirmó el ataque cerebro vascular.

Y KyungSoo, anonadado, se convenció de que YiXing tenía una sensibilidad peculiar.

✧✧✧

Agosto, 1998


La muerte de Do SeoHyun fue un evento abrupto, triste y curioso para quienes tiempo más tarde, supieron de la advertencia de YiXing al joven KyungSoo. En Golden Apple, nunca sucedía nada extraordinario; pero aquello no había pasado desapercibido para los mayores, quienes mostraron sus respetos en el sepelio y continuaron con las habladurías de los motivos por los cuales la hermana menor Do, había fallecido. Alguien había sugerido la idea de un suicidio, aún cuando ya era sabida fehacientemente la verdad.

Y así, el fantasma de SeoHyun, siguió dando vueltas entre los campos, las personas, y cada árbol de manzana desperdigado por el pueblo.

Para BaekHyun, las cosas se volvieron un poco más difíciles cuando entre los jóvenes se esparció de boca en boca, la advertencia de YiXing hacia su tío KyungSoo. Al parecer, YiXing en el velorio, intentó entablar conversación con su amor platónico: Kim JunMyeon, quien a su vez era sobrino del jefe comisario. YiXing le contó todo lo que había experimentado, desde los dolores hasta las palabras que oía en su cabeza.

Y aunque JunMyeon no le dio importancia a nada de lo que dijo, e incluso fingió no escucharle, no era el mejor en mantener la boca cerrada. Dos meses después, durante una de sus visitas semanales por Golden Cake en busca de pan casero, le contó por puro chisme a Irene, su respectivo amor platónico desde la infancia, las historias de Zhang YiXing.

—Pobre chico, ¿no? Cada día está más loco —cabeceó y sonrió galante.

Pero Irene consideraba ordinariamente patético a Kim JunMyeon.

—Ya deja de inventar cosas —espetó, entregándole la bolsa de pan de mala gana.

—Yo no soy el que inventa, en todo caso será él —respondió con decepción y tomó su compra.

—YiXing no inventa cosas —se cruzó de brazos y le observó tajante—. Yo creo en él, si tú no lo haces, no tienes porqué dispersar lo que te haya confiado.

—Por favor, no es un secreto, linda —le guiñó un ojo. A Irene se le revolvió el estómago, y su expresión de disgusto lo dejó en claro—. Ya todos lo saben.

—Vete de aquí, JunMyeon. Ya compraste. Ahora lárgate.

—Ah, cierto, ¡no olvides ver la pared trasera de la municipalidad! —advirtió—. Pasé hace un rato por ahí, y BaekHyun estaba haciendo desastres, parece que si sigue así acabará siendo un delincuente, ¿puedes creer que en las vacaciones su tío tuvo que ir a buscarlo casi diez veces?

—¡Ya lárgate! —gritó Irene y le lanzó un pan de la canasta, pero JunMyeon alcanzó a esquivarlo en un reflejo.

—¡Ah, loca! ¡Sólo mira la pared dejé un mensaje para ti! —exclamó al correr hasta la puerta y sonrió por última vez.

El par de mejillas infladas como globos de látex, le revolvía el estómago a Irene, pero sobre todo, el asco se hizo más presente cuando JunMyeon en su partida, le lanzó un beso desde la vidriera. Apenas desapareció, Irene tomó el alcohol en gel sobre el mostrador y se lo esparció con violencia sobre sus manos. Había algo en Kim JunMyeon que le repugnaba hasta la médula. Cada vez que lo oía, que lo veía, quería salir huyendo, o en su posibilidad, estrangularlo con sus frágiles manos.

—Te entiendo —murmuró su hermano al salir del fondo de la tienda. SeHun se detuvo a su lado, aún si ella era mayor por dos años, él le pasaba dos cabezas. La abrazó en contención y concordó—. A mi tampoco nunca me agradó mucho...

—Es repugnante. Se cree superior sólo porque su tío es el comisario.

—Ya olvídalo. Mejor es no tener problemas con ellos.

—Y siempre está hablando mal de todo el mundo —farfulló por lo bajo—. ¿Por qué no deja a YiXing en paz?

—Porque se aprovecha de las debilidades del resto.

—Las visiones de YiXing son habilidades.

—De acuerdo, hermanita —sonrió. Un gesto reservado exclusivamente para ella, ya que a SeHun no le gustaba cómo se marcaban las líneas de expresión en sus pequeños ojos, ni la forma en que sus premolares resaltaban puntiagudos—. Ya entendimos, te gusta el chico médium del pueblo.

—¡Ah, cállate! —soltó azorada y se giró para retirarse.

SeHun rio por lo bajo y analizó por unos instantes lo que había oído de JunMyeon tras bastidores. ¿Sería cierto? ¿YiXing había predicho la muerte de la señorita Do? La verdad, que ese era un asunto muy privado, pero desde que dio lugar el suceso, no había encontrado forma de acercarse a hablar con BaekHyun. Lo poco que supo, gracias o quizá no tanto, a su primo JongIn, era que BaekHyun había corrido a su casa la misma noche en que se enteró de la muerte de su madre.

Y vaya que los celos corrían intensos por su sangre. SeHun añoraba tanto ser la primera opción de BaekHyun. Pero con cada día que transcurría, eso parecía ser más y más lejano.

—Irene, iré a ver si Baek sigue estando en la municipalidad, si está haciendo algo malo, será mejor detenerlo... —se despegó y su hermana le miró con sospecha.

—No te vayas a meter en problemas. No quiero que luego ese maldito asqueroso de JunMyeon nos esté molestando.

—Claro que no —sonrió y besó su mejilla—. ¡En seguida vuelvo!

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Para Kim JongIn, cada día que pasaba de su existencia junto a BaekHyun, se convertía en una pequeña pero creciente esperanza que significaba robarse la completa atención de Do KyungSoo a como diese lugar. Pero claro, eso era algo que estaba absolutamente guardado en su corazón bajo siete llaves. En efecto, las travesuras por las cuales el tío de su amigo debía rescatarlos de la comisaría, habían resurgido ni más ni menos que tras la muerte de Do SeoHyun. Todavía recordaba a la perfección la noche en que había sucedido.

YuRi, su hermana mayor, tocó la puerta de su habitación, avisándole que BaekHyun estaba en la puerta. No era muy usual tenerlo un martes a las diez de la noche, aún si estaban de vacaciones y JongIn mismo acababa de terminar la secundaria, no solían juntarse sin un llamado previo. En cuanto bajó a abrirle y supo la desgracia, lo invitó a quedarse. No sabía cómo responder ante aquella pérdida, pero dejar que BaekHyun llorase en su regazo toda la madrugada, pareció ser una buena opción.

Quizá, si contenía a su amigo lo suficiente, algún día también sería digno de la admiración de Do KyungSoo. Así como JongIn, lo admiraba secretamente hace años. Esperaba convertirse por igual en un hombre tan apuesto, responsable y cordial como él. A veces, creía que su enamoramiento se debía por culpa de su hermana YuRi, quien siempre había profesado lo encantador que era Do KyungSoo. O al menos, así fue hasta que fue rechazada en el verano del '92. Entonces, todo rastro de encantamiento para ella se disipó.

Pero para JongIn, curiosamente, se incrementó.

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Aquí humildemente con una nueva historia, espero que disfruten <3 muchas gracias a quienes siguen por acá dando su apoyo, dándole una oportunidad a mis fics. 💚 ¡Los quiero mucho!

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