Capítulo 5: 1983
Harry Potter no es mío, le pertenece a J. K. Rowling.
Draco trató de retener los sollozos mientras su madre curaba las heridas que su padre había hecho en su mano con un hechizo punzante. Un castigo común para él y sus amigos pero no menos doloroso por ello.
Su madre tomó con delicadeza sus mejillas y limpió sus lágrimas. "Mi pequeño Dragón, debes aprender a controlar tus emociones."
"Duele, mami." Hipó el niño de seis años.
La mujer suspiró con cansancio y tristeza. "Lo sé, mi amor. A nosotros tampoco nos gusta hacerte daño pero si una persona comete un error, debe ser castigado para que no vuelva a cometerlo" Narcissa examinó la piel de su hijo para asegurarse de que no quedaran marcas. "Llevas la sangre de dos de las más antiguas y nobles familias de sangre pura, cariño. Debes esforzarte por ser el mejor, para no avergonzar a tu familia. De la misma forma en que tu padre y yo nos esforzamos cuando teníamos tu edad."
El infante asintió en silencio antes de recoger el libro por el que había recibido el castigo. Había fallado en memorizar adecuadamente uno de los veintiocho árboles genealógicos que se describen en las páginas. Fue su error el no poder recordar el nombre completo de uno de los ancestros de la familia Dolohov y la razón por la que había sido repudiado.
Después de la cena, Draco practicó por horas su caligrafía. No deseaba decepcionar a su madre también con sus torpes habilidades el día de mañana.
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"-el rostro cuando te hablo! ¡Un Malfoy no agacha la cabeza ante nadie!"
Aquella frase tan arraigada en su mente lo sacó de sus pensamientos, por un momento tuvo la esperanza de que fuera su padre, ilusión que se rompió al ver la expresión molesta y hastiada de su abuelo mientras continuaba con su regaño. El pequeño niño de tres años se desconectó mentalmente, fingiendo que estaba en cualquier lugar menos ahí.
Estaba funcionando bien hasta que sintió el conocido dolor que producía el bastón de su abuelo cuando lo golpeaba con él en las piernas. Draco había creído que su padre era estricto en relación a los de sus amigos, no tanto como los de Vince y Greg pero más que los de Theo y Pansy.
El método de crianza de sus padres había sido suave comparado con el de su abuelo.
"¡Debes aprender a caminar como el heredero que eres! ¡¿Qué crees que harán si te ven tambalear?! ¡Si no puedes hablar correctamente al menos aprende a caminar como es debido!"
Draco alzó los brazos para protegerse mucho antes de que llegara el golpe, le bastó con ver la mirada ida de su abuelo para saber que ese sería un largo castigo.
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Tiny observó desde su escondite a su pequeño maestro cojear por el pasillo hacia su habitación. El rubio se detuvo ante la puerta blanca a la mitad del camino y se apoyó en ella, era un especie de ritual que el niño había hecho desde que había aprendido a gatear.
A Tiny se le rompió el corazón la primera vez, cuando su joven amo se acurrucó frente a la puerta de la habitación en la que descansaba su ama Narcissa. El bebé humano lucía tan desconsolado en aquel entonces mientras dormía que la elfa no tuvo la voluntad suficiente para alejarlo.
El bebé se enfermó y ella fue castigada por su negligencia.
Continuó con su habitual monitoreo, esperando a que el niño se quedara dormido para que ella pudiera moverlo a su habitación y tratar sus heridas durante su estado inconsciente. Se sorprendió al verlo apoyar su mano a la pared con expresión insegura.
"¿Manny?" llamó en un susurro tímido y triste que Tiny apenas alcanzó a registrar.
Como era de esperar, no hubo una respuesta de parte de la casa porque el heredero aún no tenía la habilidad ni poder suficiente para comunicarse con ella, y la criatura pudo ver la resignación en el rostro del pequeño maestro, como si ya lo supiera.
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Draco abrió los ojos después de ser sacudido suavemente por el hombro, el niño se frotó los ojos antes de sentarse y observar con confusión a su abuelo. El anciano tomó uno de sus brazos y lo examinó con aire culpable.
"Veo que los elfos te han tratado correctamente," afirmó al ver su piel libre de moretones "¿tienes algún malestar por las pociones del almuerzo?"
El niño negó con la cabeza, Abraxas suspiró antes de poner a su nieto en su regazo y abrazarlo apoyando su mentón en la cabeza de su heredero.
"Lo siento, sé que soy duro contigo pero es por tu bien ¿lo entiendes, verdad? Llevas la sangre de dos de las más antiguas y nobles familias de sangre pura. Debes esforzarte por ser el mejor para no avergonzar a tu familia."
La pequeña mano apretó su agarre en la camisa del hombre mayor, el nieto asintió apoyado en el hombro de su abuelo.
"¿Lo entiendes?" Repitió y su tono exigía una respuesta verbal.
El rubio apretó los labios sabiendo lo que vendría. "Sí"
"Sí, ¿qué?"
"Sí, abuelo." Respondió haciendo una mueca interior cuando la "L" sonó como "D".
Abraxas se tensó en su puesto, estaba tratando de corregir el defecto del habla de su nieto. Razón por la cual aún no lo presentaba en la sociedad y el joven heredero no ayudaba al practicar tan poco el habla con él.
"Debes esforzarte más en tus ejercicios, mi querido nieto. No quiero castigarte de nuevo, a mí me duele más que a tí cuando debo hacerlo pero es la forma adecuada para aprendas de tus errores."
"Sí, señor" murmuró la voz escondida y Abrazas sonrió suavemente al recordar a su hijo en una situación similar hace tantos años.
"Tus padres estarían muy orgullosos, mi pequeño Lucius."
Draco se tragó la pequeña punzada de rencor que sintió en su pecho antes de corresponder el abrazo de su abuelo.
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Cuando Abraxas salió de la mansión a la hora acostumbrada, Draco se escabulló a la biblioteca y, pese a los ruegos de los elfos, tomó nuevos libros de la sección de vínculos mágicos. Se sentó frente a la puerta de su madre y empezó a leer en voz alta como ya era costumbre, se mordió la lengua con frustración por cada error de pronunciación que cometía.
Ya era más de medio día cuando finalmente su paciencia se agotó y lanzó los libros contra la pared. Ninguno era útil, todos llegaban a la misma conclusión. No podría comunicarse con la mansión hasta que su magia estuviera lo suficientemente desarrollada, eso era algo que ya sabía y aún así tenía la esperanza de que hubiera otra manera.
Miró la puerta con impotencia antes de patearla tan fuerte como su pequeño cuerpo podía.
Pateó y pateó, sin importarle el dolor. Alcanzó el pomo de la puerta y trató de girarlo una y otra vez, la puerta nunca se abrió.
"¡Manny!," gritó golpeando con su manos la madera "¡Abre la puerta!"
Tiny apareció detrás de él, jadeando al ver sus manos. Trató de alejarlo pero el infante se removió como una bestia salvaje. "¡Quiero ver a mi madre! ¡Solo una vez! ¡Manny!" Rogó, safándose del agarre y tropezando con los libros que había tirado anteriormente.
Cayó de rodillas, sintiendo lágrimas de impotencia caer por sus mejillas ante lo estúpidamente difícil que estaba siendo controlar su propio cuerpo para las tareas más básicas, inútil por la nula fuerza que tenía para siquiera dejar una marca en esa maldita puerta. Frustrado ya que desde que había vuelto no había podido ver a la mujer que lo había criado, la que había llorado por él hasta el final.
Gritó, porque simplemente no podía hacer nada.
Empujó al elfo que quiso acercarse a él y se acurrucó a los pies de la puerta, mordiendo sus labios para evitar que los sollozos salieran y aumentaran la vergüenza de aquel espectáculo.
¿Cómo se suponía que iba a cambiar la historia cuando en dos años ni siquiera había logrado ver a su madre o hacer algo significativo por sí mismo sin temor a ser atrapado por su abuelo?
No tenía fuerza, aliados o el más mísero poder.
Ni siquiera había logrado salir más allá del jardín de la mansión sin ser vigilado.
Era un jodido adolescente atrapado en el cuerpo de un niño que ni siquiera podía cumplir con las bajas expectativas que se le estaban imponiendo y con las que podría ganar la confianza de su abuelo para tener acceso a cosas más grandes. Hablar y caminar como el anciano quería no era difícil, antes de la guerra podía hacerlo tan fácil como respirar. Para entonces ya era una parte de su naturaleza.
Y ahora, en el cuerpo de un bebé, todo el esfuerzo de sus padres no significó nada debido a la incapacidad de Draco para controlarse a sí mismo.
A veces consideraba decirle la verdad a su abuelo, tan solo para salir de ese tormento. Sin embargo, algo lo retenía, ese instinto que lo había mantenido vivo durante la guerra lo forzaba a guardar silencio. Además, su padre le había enseñado, durante un juego de cartas, a no dar indicios de su mano a menos que fuera absolutamente necesario o estuviera seguro de ganar la partida.
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Abraxas sonrió mientras tomaba la mano del representante del Ministerio, los flashes de diferentes cámaras no se hicieron esperar a la vez que reporteros gritaban sus preguntas respecto a los motivos de tan "desinteresada" donación. Un acto simple que mantenía su poder y posición dentro del organismo gubernamental que había tambaleado un poco después de su juicio en 1981.
Le costó retener el resoplido de diversión cuando la Ministra Bagnold lo miró con rencor cuando tuvieron que dejarlo ir. Ella y unos pocos miembros del Wizengamot habían votado por su condena mientras que el resto había creído en su defensa sobre estar bajo "Imperius". Agradeció a Nott por comprar los votos necesarios para su libertad y tuvo la misma cortesía con él.
Fue casi divertido la facilidad con la que se libraron del problema.
Aunque tuvo que reconocer que Bagnold era astuta al aprovechar la oportunidad que se le presentó cuando Abraxas tomó voluntariamente Veritaserum. Ella preguntó por información que ni siquiera correspondía al juicio de Malfoy. Era astuta pero no muy lista, de lo contrario habría sospechado de la facilidad con la que aceptó tomar la poción de la verdad. Malfoy era un experto en Oclumancia que pudo ocultar sus pensamientos incluso a un legeremante prodigio como Tom Riddle, resistirse al Veritaserum era un juego de niños.
El jefe de la Antigua y Noble Casa de los Malfoy, dió la vuelta a la situación y su familia pasó de ser cómplices a mártires que fueron manipulados por el Señor Oscuro bajo el control de maldiciones imperdonables. Los transformó de sospechosos seguros a frágiles víctimas. El problema real fue el juicio de Lucius, Narcissa afortunadamente nunca fue vista con el Señor Oscuro o en ataques de mortífagos y tampoco tenían pruebas contra ella por lo que no podían acusarla.
El recuerdo de lo que tuvo que hacer era suficiente para provocarle náuseas a Abraxas.
Antes de la visita de los aurores y la de Nott, había tenido tiempo suficiente para esconder el cadáver de su hijo con ayuda de la mansión y un hechizo de estasis para frenar la putrefacción. Tenía la intención de hacer lo mismo con su nuera sin embargo la mujer lo sorprendió al estar todavía respirando en el estado en que la encontró y tuvo que dejarla con un sanador conocido de su familia que sabía cerrar la boca con la cantidad correcta de galeones.
Él mintió con la verdad, brindándole a su público una historia de una nuera que cayó enferma de forma repentina y un marido devoto que la había ayudado a escapar para buscar ayuda ni bien tuvo la oportunidad, prometiendo volver con ayuda. Abraxas lloró como un padre preocupado por el paradero desconocido de su hijo.
Bagnold le dió tres días para localizar a Lucius para que se presente a su juicio.
Le bastó medio día para encontrar aquella poción multijugos modificada que ese mestizo le había dado a Lucius en caso de emergencia. Una cuyo efecto duraba más que la original, luego tomó cabellos del peine de su hijo y, para cuando se cumplió el plazo acordado, Lucius Malfoy estuvo presente en su juicio.
Fue una fortuna que el peine aún tuviera cabellos, de lo contrario no sabría qué hubiera pasado si intentaba utilizar el cabello del cadáver de su hijo puesto que la poción multijugos copiaba la apariencia de la persona del momento en que se extrae la muestra.
Para el final, Lucius Malfoy había sido declarado inocente (su falta de marca tenebrosa jugando a su favor) y había asegurado frente a la prensa que debido a la condición de su esposa, su padre se encargaría de todo asunto social que requiriera la presencia de la familia Malfoy por tiempo indefinido mientras él dedicaba tiempo a Narcissa y a su hijo.
El mundo no volvió a ver sus rostros en público durante esos dos años. La gente empezaba a especular y Abraxas estaba planeando sus siguientes pasos con cuidado.
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Draco tocó la lápida sin nombre con suavidad, no necesitó del grabado para saber que ahí descansaba su padre. Después de todo, su abuelo y él habían visto a los elfos enterrar su cuerpo en el jardín de la mansión, ocupando uno de los espacios dentro del cementerio familiar.
"Lo siento, padre. Merecías algo más digno que esto." Murmuró al aire.
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Tiny suspiró desde la ventana de la habitación de su señora mientras terminaba de cambiar las sábanas, sus compañeros se ocupaban de realizar los ejercicios que se habían indicado para la ama Narcissa. Giró su rostro cuando escuchó el quejido de dolor del más joven de su especie en la habitación.
"Dobby debe tener más cuidado o le quemarán las manos."
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"Abraxas, viejo amigo, creo que es el orgullo de abuelo el que está hablando," rió Nott en su reunión de negocios, seguido de Goyle y Crabbe, siendo el último la adición más reciente a su círculo. "Ni siquiera mi hijo mayor puede dominar por completo los veintiocho árboles genealógicos, no puedes esperar que crea que tu nieto puede hacerlo cuando tiene ¿qué? ¿tres años? La edad de mi hijo menor, si mal no recuerdo, ha pasado mucho desde que lo ví..
Malfoy rió entre dientes, sabiendo que eso era una completa mentira ya que él y Nott eran parecidos y, por tanto, procuraban tener información actualizada tanto aliados como de enemigos. El pequeño Lucius sería la sensación ni bien lo presentara en su círculo social; su nieto era inteligente, educado, sabía moverse con más coordinación que los niños de su edad y absorbía como una esponja cada conocimiento que se le daba. El niño rubio pudo recitar sin problemas los nombres de veinte generaciones de todas las familias de sangre pura de los Sagrados Veintiocho a su corta edad cuando su padre lo había logrado apenas a los siete años. Incluso su protocolo y etiqueta eran intachables.
Draco Lucius Malfoy sería el diamante en bruto que Abraxas puliría hasta amoldarlo a lo que su linaje necesitaba para prosperar. "Pronto podrás verlo por tí mismo, Theodore y decidirás si estoy exagerando."
"Desearía creer en tu palabra pero con tu hijo y nuera siendo tan sobreprotectores puede que ese momento nunca llegue," se burló "deberían tener cuidado con ello, alguien podría pensar que su hijo tiene alguna enfermedad..."
O defecto, terminó Abraxas en su mente.
Si tan solo su nieto pudiera hablar correctamente y dejara de avergonzarlo.
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Había días en que Draco preguntaba, días en los que su abuelo se encontraba de buen humor, días en que mantenía la ingenua esperanza de obtener una respuesta afirmativa.
Esos días el anciano perdía la sonrisa rápidamente después de oír su pedido, a veces eso era acompañado de una mirada dura o, si el adulto estaba cansado, de un abierto dolor en los ojos.
"Tu madre necesita descansar, nieto mío."
"Necesitas ser fuerte primero, así ella estará orgullosa de tí cuando te vea."
"La condición de tu madre es frágil, pequeño Lucius. Lo entenderás cuando seas mayor."
"No deseas preocupar a tu madre, ¿verdad? Entonces conviértete en el heredero que ella quería que fueras."
Cuando se mordió la lengua la última vez, supo que lo había hecho con demasiada fuerza al sentir el sabor de la sangre en su boca. Su abuelo no lo notó.
Draco nunca pregunta por su padre, aún así, el anciano a veces repite la misma línea durante el almuerzo: "Lucius se encuentra ocupado fuera del país, pero tu padre me pidió que te dijera que te ama y está orgulloso de tí."
En esos momentos, el infante no sabe a quién está tratando de convencer el adulto, si el hombre ya se ha vuelto loco o si en verdad cree que Draco no recuerda lo que pasó.
Decide mantener sus pensamientos en su cabeza, como siempre.
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"Incendio", gruñó con molestia y algo de satisfacción al ver la carta roja arder en el fuego lanzado de su varita mucho antes de que tuviera tiempo de abrirse el sello "Black".
No estaba de humor para escuchar los chillidos de Walburga.
El admitía que se había confiado, había sido demasiado tonto para ver los detalles. Olvidó por completo que los Black también tenían un tapiz.
Abraxas decidió asumir que Merlín y la pura suerte habían intercedido en su favor al hacer que a la mujer ya no le quedaran herederos de su hogar ancestral. Con uno de sus hijos muerto y el otro repudiado estando en prisión, a la bruja no le quedaban muchos parientes y el tiempo estaba corriendo tan en contra de ella como del anciano Malfoy.
Walburga había amenazado al principio, exigiendo la custodia de su sobrino-nieto a cambio de no revelar nada. El adulto mayor se había sorprendido al inicio antes de reír y enviarle una respuesta explícita explicando las razones de porqué él creía que ella estaba loca y era estúpida.
Walburga Black debía saber que ella estaba en peor posición que Malfoy y si él caía, ella también lo haría.
Desde entonces, la mujer había enviado cartas extensas, bociferadores, objetos malditos (Abraxas tuvo que admitir que eran adiciones interesantes a su colección) e incluso se había intentado presentar en la mansión una vez antes de ser despachada rápidamente. Había hecho innumerables amenazas en esos dos años pero nunca ejecutó ninguna, aún así, debía reconocer la perseverancia de la bruja.
Supuso que con toda su familia directa muerta y un círculo social inexistente, la mujer debía estar muerta de aburrimiento.
Malfoy era más que consciente de lo que quería Walburga ya que compartían el mismo deseo, el mismo temor. Querían un heredero que continuara con el linaje de su familia, que su apellido no cayera en el olvido como tantos otros.
Abraxas caerá muerto antes de ceder ese derecho a ella, una bruja que solo producía fracasos por descendientes; un traidor de sangre primero y un inútil después. El anciano estaba condenado si dejaba que Walburga arruinara de la misma manera a su pequeño Lucius.
Se sirvió un poco de vino en la copa a su derecha mientras seguía revisando la correspondencia. No pudo evitar hacer una mueca de desagrado al ver otra carta del mestizo de la casa de Prince, el joven adulto era un pocionista excepcional, el anciano no era ciego a sus talentos. Los rumores solo lo engrandecieron dentro del círculo de mortífagos cuando Voldemort reconoció al hombre por ello y por su manejo en las artes oscuras. Lucius y Narcissa, tan sentimentales como eran, tenían gran aprecio por quien consideraban un amigo de su infancia, al punto de nombrarlo padrino de su hijo por sobre otras personas mucho más adecuadas que él y que fueron sugeridas por el adulto mayor en ese entonces.
Para el anciano rubio, Severus Snape no era más que una molestia constante en esos dos años. Sus cartas a Lucius y Narcissa habían disminuido con el tiempo, el contenido persistía. Siempre fluctuando entre la preocupación mal disfrazada de indiferencia, la ira no contenida y el dolor mal disimulado en las palabras de tinta.
Abraxas había sido entrenado por sus predecesores para detectar las debilidades de las personas a su alrededor para sacar provecho de ello, era un buen momento para ponerlo en práctica. Recogió todas las cartas guardadas del joven Maestro de Pociones decidiendo, por fin, qué hacer con ellas.
Él debía deshacerse del mestizo, alejar la sangre sucia de su hogar y del último pedazo de su familia que le quedaba. Con Tom muerto, Snape ya no le era de ninguna utilidad y sin Lucius y Narcissa, Abraxas no tenía ningún motivo para mantener conexiones con alguien tan insignificante y que seguramente traería más problemas y riesgos de lo que valía la pena.
Entonces, el rubio se propuso a encontrar cada inseguridad, cada debilidad, cada pedazo de fragilidad que podía encontrar entre líneas del joven para crear una respuesta lo suficientemente contundente como para que el mestizo entienda claramente que ya no era necesario para la familia Malfoy.
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"¡Abuelo!" gritó Draco emocionado al ver al anciano entrar al salón de baile, soltó las manos de su madre y corrió con emoción al hombre que lo esperaba con los brazos abiertos.
Narcissa cruzó los brazos y dio una mirada severa al infante de cuatro años. "Hijo, no es propio de un heredero correr y gritar de esa manera, debes controlarte," ella dio una mirada de disculpa a su suegro "lo siento, nosotros-."
Abraxas hizo un ademán despreocupado mientras cargaba a Draco en sus brazos. "No te preocupes Narcissa, yo también estoy feliz de ver a mi nieto. Aunque, la energía de los niños siempre es envidiable." Bajó al joven rubio antes de sacar una pequeña bolsa colorida y entregársela. "Un regalo, mi querido nieto."
Draco chilló de felicidad cuando sacó los dulces de la bolsa expandible. Narcissa negó cariñosamente ante lo débiles que eran frente a su hijo cuando se trataba de negarle dulces. Era el único mal hábito al que ninguno pudo hacer frente, después de todo, era lo único que hacía sonreír a su hijo después de uno de los castigos de Lucius o de Abraxas, Narcissa no necesitó de esa táctica en los suyos.
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En ciertas ocasiones, Draco no puede impedir que ciertos recuerdos escapen de sus muros mentales. Quizás era masoquista, o tal vez simplemente estaba perdiendo la única habilidad que le quedaba.
Independientemente de la causa, desearía que su mente deje de comparar los recuerdos de su primera infancia con los actuales, le gustaría que por al menos un día no sintiera su corazón desgarrarse por recordar todo lo que había perdido. Desearía que no se le cortara la respiración cada vez que su cabeza trataba de diferenciar qué recuerdo pertenecía a qué línea del tiempo y se cuestionaba cómo es que podían ser tan diferentes, tan miserables, si lo único que había querido era que su familia fuera libre de ese monstruo.
No importaba lo que hiciera, él nunca pudo protegerlos.
Ve al sanador hablar con su abuelo desde su escondite, el adulto de blanco niega con la cabeza a alguna pregunta de Abraxas, el niño rubio asume que es la pregunta que su abuelo siempre hace ya que en todas las visitas siempre es la misma respuesta. Draco sabe que podría acercarse más y escuchar, sin embargo teme por la verdad aunque la intuye después de no haber visto ni oído la voz de su madre en dos años.
Observó al sanador rechazar la bandeja de dulces que le ofreció uno de los elfos y no pudo evitar sentir un poco de envidia. Su abuelo solo le permitía ciertos dulces en su cumpleaños, Samhain y Yule.
No merecía ser recompensado con un desempeño tan mediocre a ojos del anciano.
Draco estaba de acuerdo con su evaluación pero eso no quitó el dolor de los hechizos punzantes de la primera vez que había intentado tomar una galleta durante la cena.
A pesar de tener a Abraxas tan cerca de él todos los días, el niño todavía extrañaba a su abuelo.
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Draco en verdad trató de comportarse como debía mientras seguía las lecciones de su abuelo. Se calló, escuchó y aprendió como cuando era más joven, incluso cuando su lengua tenía marcas por el abuso de sus dientes y sus manos escocían mientras las uñas se presionaban en las palmas de sus manos con fuerza.
De verdad, trató y lo estaba haciendo bien. Estaba ganando el favor de su abuelo lentamente, incluso lo elogió cuando se dio cuenta de que su habla había mejorado y sus errores se habían reducido a ciertas palabras en lugar de todo el diccionario.
Y lo arruinó en segundos, bastó con que su abuelo mencionara a Voldemort.
El niño rubio no soportó escuchar al anciano hablar con admiración del asesino de su padre, contar con emoción la historia de un hombre que no había dudado en apuntar con su varita a sus seguidores, que reía extasiado viendo a su maldita serpiente destrozar a sus víctimas y tragar sus cadáveres, un monstruo que estaba dispuesto a destrozar la mente de sus aliados hasta encontrar lo que quería.
Había gritado algo de eso en voz alta, estaba seguro. Sin embargo, no es como si recordara mucho después del primer golpe del bastón en su cabeza.
Cuando recobró la conciencia, estaba en su habitación y podía sentir dolor en todo su cuerpo mientras sentía manos ásperas aplicar la pomada habitual en sus piernas.
"Amo Lucius, ha despertado," habló la criatura con emoción "Tiny traerá la cena del pequeño amo, ¿qué le gustaría-"
Draco se preguntó por qué de pronto la criatura chillona lucía aterrada.
"Tiny ha hecho llorar al joven amo," murmuró con tristeza y miedo "Tiny es inútil."
Él se tocó la cara haciendo caso omiso de la elfo doméstico que golpeaba su cabeza en la pared, sorprendiéndose un poco al darse cuenta de que efectivamente su piel estaba empapada de lágrimas. Sin ganas de continuar con aquella tontería de espectáculo, despidió a la elfa doméstica ordenándole que pare y se marche. Giró en su lugar pese a la queja de su pequeño cuerpo y cerró los ojos tratando de conciliar el sueño.
Estaba cerca de lograrlo, sin embargo un "pop" lo sacó de su estado semiconsciente. Con la intención de gritarle a la insistente y molesta criatura para que lo dejara en paz, volvió a moverse para enfrentarla. Un nuevo "pop" lo interrumpió antes de siquiera abrir la boca.
No había un elfo doméstico para cuando pudo girarse completamente, pero sí un plato de galletas en el mueble junto a su cama.
Al despertar, el plato vacío había desaparecido sin dejar rastro.
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Abraxas arrojó la segunda botella de vino vacía contra la pared junto a la chimenea antes de frotarse el rostro con las manos con frustración. Sabía que se había excedido en su castigo pero su nieto había sido tan impertinente que el anciano no pudo controlarse. Estaba fallando en educar al pequeño Lucius, tal como había fallado con su hijo. Abraxas no quería que su último heredero terminara igual.
Abrió una nueva botella y bebió directamente de ella esta vez, tropezó un poco hacia la estantería ignorando a los repugnantes elfos que se acurrucaban temblorosos en la esquina de la habitación.
Patético.
Arrojó varios libros al suelo hasta encontrar el encuadernado que buscaba, tomó con fuerza el diario en el que una vez expresó sus más íntimos pensamientos y apretó los dientes mirando con profundo desprecio el objeto.
Si no fuera por esa cosa, su familia no estaría...
Con renovada ira caminó hacia la chimenea, alzó su brazo dispuesto a destruir la fuente de su dolor.
Mantuvo el diario apretado en su mano y arriba de su cabeza.
Lo mantuvo.
Y lo mantuvo.
Hasta que el hombre se derrumbó en su lugar en amargos sollozos mientras abrazaba el objeto contra su pecho.
No podía, no podía destruir la única evidencia de lo que Tom había sido una vez.
No el asesino de su hijo, no el hombre cruel que destruyó a su familia. Solo Tom, Tom el chico más inteligente y astuto que había conocido, el niño que sonreía cuando obtenía buenas notas y hacían travesuras. El joven carismático que siempre sabía qué decir incluso en el peor momento. El que estuvo ahí cuando Abraxas sentía que su mundo se hacía añicos viendo el ataúd de su madre.
Tom, su amigo, quien había confiado en su pequeño círculo de lealtad para buscar la verdad de su familia ligada a Slytherin. Usando las conexiones de todos ellos para dar con los Gaunt.
Todos sabían que era un mestizo desde que fue seleccionado en Slytherin, su apellido lo delataba. No les importó eventualmente porque Tom era brillante, cautivador, talentoso y manipulador. Abraxas lo sabía, se necesita uno para conocer a otro, aun así decidió seguirlo puesto que incluso con parte de la sangre equivocada corriendo por sus venas, Tom seguía siendo el heredero de Slytherin y un líder con creencias afines a las suyas.
Abraxas vió a Tom convertirse en Voldemort. Él vió a alguien excepcional volverse aún más grande de lo que ya era.
Al final, Abraxas cree que su devoción rivaliza con la de Bellatrix, la única diferencia era que lo disimuló mejor.
No, no podía destruir su diario. No podía deshacerse de esa parte de su corazón.
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Mientras desayunan, ninguno menciona las heridas aún visibles del otro.
Ninguno de los dos aprende y la escena se repite cada cierto tiempo porque Abraxas prometió crear un servidor devoto para un Señor Oscuro muerto.
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Abraxas sale al mundo y finge que su familia es perfecta mientras hace negocios y da entrevistas. Promete a su heredero a la sociedad Sangre Pura, asegura que el día de presentarlo se acerca, pretende no escuchar los rumores.
Draco continúa robando libros de la biblioteca, se frustra con la falta de información, maldice cada vez que tropieza literal y metafóricamente. Practica hasta que siente la boca seca y el cuerpo temblando. Se deja caer acurrucado en la puerta fingiendo que su madre solo está durmiendo y pronto saldrá a abrazarlo. Visita la lápida de su padre esperando un regaño que nunca llega sobre interrumpir la paz de los muertos.
Tiny a veces deja galletas para su joven amo.
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Draco supuso que el escenario en el que se encontraba en ese momento era del que los elfos habían estado tratando de prevenir. Eso es en lo único que puede pensar al ver a su abuelo lívido gritar como nunca antes después de arrebatarle el diario de sus manos con una bofetada.
Había estática en sus oídos, el anciano no debería haber llegado tan temprano. El niño debería haber escuchado cuando los elfos aparecieron con expresiones de pánico tratando de llevarlo a su habitación.
Draco siempre había sido curioso, algo que Severus había alentado.
Por ello, al encontrar un libro sin título o algún indicativo y con evidentes marcas de haber sido abierto varias veces, fue casi natural lo rápido que se había dispuesto a leerlo. Debió haberlo cerrado y devuelto cuando se dio cuenta de que era un diario, el de Abraxas por su letra. Debió haberse ido.
Pero su instinto de autopreservación siempre se había quedado atrás cuando surgía su necesidad de saber.
Theo le había dicho que era un "Ravenclaw de armario". Ambos se habían involucrado en una pelea de almohadas minutos después, Blaise terminó todo con un hechizo que les dejó el pelo verde y esponjado.
Quiso parar, sin embargo la lectura era tan cautivadora que no pudo detenerse. Leyó sobre lo amorosa y sonriente que era su bisabuela con Abraxas cuando tomaban té, los juegos de Quidditch improvisados en el jardín cuando sus bisabuelos. Leyó sobre castigos mucho más duros de lo que podía imaginar, pudo ver la admiración que Abraxas tenía por sus padres, como si los bisabuelos Malfoy hubieran colgado la luna y las estrellas personalmente.
Draco tuvo que apartar la vista un momento al sentir ese pensamiento demasiado familiar.
Leyó sobre la seguridad y orgullo ante la idea de ser Slytherin, la emoción de conocer la casa que sería su hogar. Había empezado a leer sobre la aparición de un niño excepcional a ojos de Abraxas, a quien empezaba a nombrar cada vez más en sus travesuras en segundo año cuando escuchó la puerta abrirse y una inhalación brusca después.
El anciano Malfoy lo regresó al presente cuando sintió ardor en su mejilla.
"¡¿Por qué, Lucius?! ¡¿Por qué lo hiciste?! ¡Siempre fuiste tan buen hijo!"
El infante sabía que debía haber corrido al percatarse de la mirada desenfocada de su abuelo o al menos intentar calmarlo, los castigos eran peores cuando su abuelo se desconectaba de la realidad. Aún así no podía salir del shock porque era la primera vez que su abuelo le golpeaba directamente, siempre era el bastón o hechizos.
Recibió todo en silencio, sabiendo que los ruegos solo empeoraban el humor de Abraxas, su mirada se mantuvo fija en el diario tirado cerca de él.
Se preguntó si así había sido criado su padre y, en verdad, Draco había sido tan mimado como todos decían.
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Tiny vendó suavemente la muñeca de su joven amo después de aplicar la pomada que les había lanzado su maestro cuando dejó al heredero en su habitación. El hombre estaba demasiado nervioso para quedarse.
"No entiendo."
"Dobby..." advirtió ella conociendo al elfo a su lado y sus ideas problemáticas.
"Nos trata igual que-"
"Dobby debe cuidar lo que dice o no decir nada."
Tiny se sintió un poco culpable al ver la expresión apagada del menor, sin embargo era su responsabilidad parar las ideas ridículas que tenía. Los amos y los elfos domésticos no se parecían en nada, no eran iguales, el solo pensamiento era tonto y peligroso si llegaba a oídos equivocados.
El pequeño amo no estaba atado por un vínculo mágico, no era un sirviente.
No eran iguales por unos cuantos golpes, Tiny había servido a los Malfoy por más de cuatro generaciones. Ella sabía que solo era educación para formar al heredero adecuado para Casa, Dobby lo entendería con el tiempo.
Decidió ignorar la forma tan parecida en que el humano sollozó por su madre en sueños al igual que los más jóvenes de los elfos domésticos a veces lo hacían en los primeros días de llegar a la mansión.
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La rutina siguió y Tiny vió al infante que su ama Narcissa le ordenó cuidar, empezando a caerse en pedazos entre lecciones de etiqueta y sesiones de autoestudio.
Manor resonó con sus sentimientos, Tiny no tenía idea de qué hacer puesto que pensó que si aumentaba la cantidad de galletas, el pequeño amo mejoraría. Lo había visto contento después de ingerir los dulces.
El niño no había tocado las galletas desde hace tres días.
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Días después, la elfa doméstica atendía nuevas heridas en la soledad de su habitación, al ser uno de los castigos regulares no necesitaba ayuda extra para el tratamiento. La falta de ojos extra solo favorecía los pensamientos en su cabeza. Ella sabía que era una pésima idea lo que estaba a punto de sugerir mientras vendaba la mano del niño. Sin embargo, Casa persistía alentando con urgencia en su mente.
Los elfos domésticos no podían ir en contra de las órdenes de sus amos, la mansión tenía un albedrío muy limitado.
Abraxas había ordenado que su heredero nunca debía abrir la puerta del ama Narcissa.
Nunca dijo nada sobre "aparecer".
Tiny clavó sus uñas en las quemaduras recientes de sus manos, su parte más racional cuestionando a gritos si el riesgo valía la pena. Tomando una decisión, tomó la mano sana del niño humano y jaló intentando levantarlo.
"¿Qué haces?" cuestionó agotado el rubio.
"El amo Lucius debe acompañar a Tiny, Tiny debe mostrarle algo."
Ella vió la ira y molestia empezar a formarse en el rostro infantil antes de que la expresión cayera en una mirada vacía y resignada. De pronto, entendió la sensación de urgencia de la Casa.
Tiny había visto esa expresión en diferentes rostros de sus amos con el paso del tiempo, amos que una vez fueron los más vivaces, amos que no llegaron a la mayoría de edad. Amos que fueron repudiados o catalogados como débiles después de su funeral.
Casa no podía perder más herederos y Tiny aún debía cumplir la orden que la consorte le había asignado.
El joven maestro pareció aturdido después de que ella los apareció, el regaño que iba a recibir se cortó en la boca del rubio cuando su mirada se fijó en la cama de la habitación. Él caminó lentamente, como los cervatillos novicios del mundo e inseguros, temiendo que la persona frente a él desapareciera.
"Madre" soltó sin aliento mientras retiraba con suavidad un mechón de cabello del rostro de la mujer durmiente con la misma suavidad que Tiny solo había visto hacer al fallecido hijo de Abraxas. La criatura sintió que su corazón se partía y lágrimas propias escapaban de sus ojos al mirar al niño sollozar de alivio acurrucado en el borde de la cama, con la mano de su madre firmemente agarrada entre las suyas mucho más pequeñas.
En medio del llanto, vió la luz volver a los ojos del infante.
Para Tiny y Manor valió la pena.
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"Gracias" escuchó decir a su joven amo una vez que lo devolvió a su habitación, la palabra había sido dicha en un tono tan bajo que casi creyó haberlo imaginado.
Los ojos vulnerables le dijeron la verdad.
"De nada, amo Lucius."
Tiny vió el rostro humano arrugarse con molestia y duda antes de que algo más firme se apoderara de la mirada tan joven y tan vieja a la vez.
Manor zumbó en su mente con satisfacción.
"Draco," dijo en un susurro determinado "mi nombre es Draco."
Dragón, recordó ella de la nada, la ama siempre se refería a su bebé como "Pequeño Dragón".
Tiny asintió asombrada, como si viera algo que antes no estaba ahí. "Sí, amo Draco."
A pesar de que el levantamiento de las comisuras de los labios era mínimo, la elfa pensó que el niño tenía una bonita sonrisa. Casa estuvo de acuerdo.
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Tiny descubrió que las visitas furtivas a la habitación del ama Narcissa después de un día especialmente malo, eran infalibles para restablecer el humor del pequeño amo.
Ella y Manor debieron saber que eventualmente Abraxas los descubriría. Quizás si Tiny nunca le hubiera mencionado al joven amo que en las mañanas la ama Narcissa solía despertar por unos breves minutos, el secreto hubiera durado más.
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Draco sintió el nudo en su garganta tan claro como el cielo que podía verse desde la ventana. Se sintió incapaz de formar una sola palabra, e incluso si pudiera sentía que al primer sonido que brotara de sus labios, lo poco que quedaba de su resolución iba a quebrarse.
Narcissa miró a su alrededor sin enfocar la vista en nada con una sonrisa alegre en sus labios.
"Regie... árbol..." Él la escuchó reír mientras agachaba la cabeza y trataba de no hacer ningún ruido.
Aunque, de todas formas, no importaba porque su madre ni siquiera podía entender que él estaba ahí. El niño sintió los ojos llenos de lástima de la elfa que lo había llevado ahí.
Era demasiado para él.
"Vete," murmuró "no vuelvas hasta que te llame."
Su madre siguió riendo suavemente, como una niña. "Casa... Andy..."
"Amo Draco..."
"¡Vete!"
No necesitó mirar para saber que su orden fue cumplida, el "plop" revelador bastó para él. Pasaron minutos angustiosos en los que observó a su madre decir palabras sin sentido y nombres al azar, varios de ellos.
Ninguno le pertenecía a él o a su padre.
"Madre," llamó aunque la mujer permanecía ajena a su mundo "me alegra verte." Concluyó con la voz rota.
"Árbol..."
Draco dejó caer su cabeza en el borde de la cama mientras trataba de controlar su respiración. Debía ser fuerte, fuerte por la única persona que le quedaba.
Fuerte, incluso si ella ya no podía reconocerlo.
Sintió una mano en su cabello, jugando con las finas hebras rubias. Su pecho se hinchó con desesperada esperanza al alzar la cabeza y ver sus ojos fijos en él. Su madre sonrió aún perdida en su mente.
"Regie."
Draco subió su pequeño cuerpo a la cama, una o dos de sus lágrimas cayeron en el rostro de su madre mientras dejaba un suave beso en la frente de la joven bruja. Se separó y volvió a unir sus frentes como solía hacer ella cuando era un niño, confiado en que sus padres espantarían a cualquier criatura que se escondiera debajo de su cama, confiado en que siempre los tendría. "Te amo, mamá."
Ella no le regresó la mirada.
Draco se acurrucó a su lado, agradeciendo por una vez el ser lo suficientemente pequeño como para caber en el costado de la mujer y fingiendo que todas las palabras dichas en medio del delirio eran las suaves canciones que Narcissa solía regalarle en su infancia antes de dormir.
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Lo despertaron los gritos.
Abraxas lucía tan lívido como el día en que leyó el parte del diario del hombre. El anciano lo agarró fuertemente del brazo para sacarlo a trompicones de la cama. Suspiró aliviado de que ella ahora estuviera dormida.
Al tiempo en que procesaba los gritos del hombre, trataba de entender qué había pasado. Tiny siempre lo llevaba a su habitación cuando se quedaba dormido en el cuarto de su madre.
Con horror se dió cuenta de que él le había ordenado no ir.
"¡...lo que no entiendes! ¡Me esfuerzo por darte la mejor educación y me pagas desobedeciéndome! ¡Poniendo en riesgo la salud de tu madre!"
Draco lo miró con ojos incrédulos.
"¡...tan desvergonzado! ¡Tu madre no mejorará sabiendo que dió a luz a alguien tan irresponsable! ¡Lucius ya tiene suficiente trabajo como para ocuparse de ti! ¡Una carga, ¿es eso lo que aspiras ser para esta familia?!"
No debería ceder, ha recibido palabras mucho peores. Esto no es nada.
"¡¿Qué diría tu padre?! ¡Estaría tan decepcionado de ti!"
Fue suficiente.
"¡NADA! ¡NO DIRÍA NADA PORQUE ESTÁ MUERTO!" Abraxas tuvo la audacia de verse sorprendido "¡MI PADRE ESTÁ MUERTO Y FUE CULPA TUYA!"
Draco no podía parar.
"¡LO VISTE! ¡VISTE LO QUE ESE ASESINO LES HIZO A MIS PADRES Y NO HICISTE NADA!"
El hechizo punzante que lo hizo jadear fue más fuerte de lo habitual.
"¡No me hablarás de esa manera, Lucius!"
"¡Draco! ¡Mi nombre es Draco!" Gritó la voz infantil "¡No soy un reemplazo de mi padre!"
Abraxas lo tomó por el cuello de la túnica y lo levantó hasta que quedara su rostro frente a él, el niño pudo oler el alcohol en el aliento de su abuelo y fue que se dio cuenta de que el hombre estaba ebrio.
Un escalofrío de miedo le recorrió la espalda cuando sus instintos se dieron cuenta de la magnitud del peligro real en el que se encontraba.
"Tú serás lo que yo diga" siseó entre dientes.
Nunca dejaba de ser el títere de alguien más poderoso que él.
Escuchó un grito antes de caer al suelo bruscamente. Draco no puede concentrarse en la fuente de los siguientes gritos ya que algo dentro de él está estallando en su pecho y en su cabeza.
Solo puede concentrarse en el dolor.
Hay manos, manos que lo sostienen. Los labios del anciano aterrado se mueven pero Draco no puede escuchar lo que dice porque su maldita cabeza se está partiendo y los estúpidos gritos no están ayudando.
Tarda una eternidad en darse cuenta que los gritos son suyos.
Alguien aparta sus manos de su cabeza, Draco ve la sangre manchar sus dedos y parte de su túnica. Algo dentro de él se quiebra y sale bruscamente.
Finalmente, encuentra alivio en la inconsciencia.
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Abraxas, sobrio, observa a su nieto dormir con vendas cubriendo la cabeza del niño. No había sangrado después de que los elfos habían terminado de limpiar sus heridas. Él mismo debió usar pociones para el golpe que recibió después del estallido mágico que salió de su nieto antes de que este se desmayara por la cantidad abrumadora de poder que había sido expulsado.
Abraxas no cree que haya ser humano más contento que él en estos momentos.
Cuando revisó la cabeza sangrante de su nieto para verificar la herida y ver si debía llamar a un sanador (las heridas en la cabeza a menudo parecían más escandalosas de lo que realmente eran), observó la sorpresa más grande de su vida.
Debió ser obra de Tom, estaba seguro, sólo él había sido capaz de crear cosas tan bellas como poderosas. Tom debió haber visto potencial mágico en su nieto y decidió no solo perdonarlo sino también darle un regalo.
No había otra explicación para lo que había visto, incluso cuando se limpió la sangre, el color púrpura resaltó de forma elegante entre los cabellos rubios. Además, esa cantidad de poder no podía pertenecer a ningún infante.
Su Señor había confiado un gran don a su nieto, le dio parte de su poder para continuar su legado. El adulto mayor estaba convencido de esa idea porque él recuerda claramente cómo se siente la magia de Tom.
Abraxas se encargaría de cuidarlo tal y como lo había prometido.
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Draco había aprendido muchas cosas de Severus y de Bellatrix durante la guerra, una de ellas era la importancia de conocer su mente tan bien como la palma de su mano. Reconocer cada espacio, cada camino, cada barrera.
Debía hacerlo o morir por no poder controlar lo que dejaba ver.
La Legeremancia era un arte en sí mismo y, dentro del arsenal adecuado, un arma más potente que cualquier hechizo. La Oclumancia, su único igual.
Ambas técnicas exigen los mismos requisitos, la misma dedicación y esfuerzo. No cualquiera puede dominarlos.
A los Malfoy y Black siempre se les había dado demasiado bien la habilidad de cerrar la mente, compartimentar todo, esconder todo y mostrar nada más que lo absolutamente necesario. Una de las tantas razones por las que habían perdurado a través de los siglos.
Dicho eso, la parte de su mente en la que se encontraba no le era para nada familiar.
El camino se sentía disparejo, las paredes crudas, cargadas de dolor y tenían grietas empezando a formarse. Giró, dispuesto a regresar a un punto conocido.
Escuchó un llanto.
Su instinto de autopreservación le dijo que se vaya, la culpa en su conciencia frente a tantas veces que había hecho lo mismo durante la guerra le dijo que esta vez no tenía los ojos vigilantes de su tía a sus espaldas. Suspiró, decidiendo ir en contra de lo que lo mantuvo vivo durante el gobierno de Voldemort y caminó hacia la fuente de los sollozos.
Si quería cambiar algo de su historia, al menos debería empezar por sí mismo ¿no? Después de todo, ser él mismo sólo le había traído miseria.
Se suponía que era un Malfoy, un Slytherin, aprender a adaptarse y sobrevivir haciendo lo que fuera necesario era parte de su naturaleza.
Además, aún le queda algo por lo que intentar.
A medida que avanzaba, sentía el espacio hacerse cada vez más pequeño, una luz parpadeaba al final con un forma diminuta acurrucada debajo de la lámpara más extraña que Draco había visto. La pequeña bola temblorosa debió escuchar sus pasos ya que se acurrucó más en la esquina con aquella manta vieja a modo de escudo contra el mundo.
Un sabor amargo se instaló en la boca de Draco al recordar a niños nacidos de muggle ("Sangre sucia" tallado en la piel de Granger), mestizos o traidores de sangre en posiciones similares en las mazmorras de Lestrange. Pequeños que ni siquiera tenían edad para recibir la carta de Hogwarts llorando mientras llevaba comida de contrabando cuando lo enviaban a vigilarlos.
Draco, para entonces, ya había aprendido que no podía distinguir quien pertenecía a qué categoría porque los gritos y la sangre eran iguales.
Aún con la memoria fresca, se encontró diciendo algo que había oído de una de las madres encarceladas al consolar a su hija, algo que fluyó en la lengua de Draco de forma natural.
"Solo es una pesadilla, todo estará bien." Asegura mientras acaricia los pocos mechones negros que la manta no alcanza a cubrir.
Una pequeña cabeza empieza a surgir, temerosa, pero Draco no tiene tiempo de verlo debido a que su cuerpo lo hace despertar.
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Abrir los ojos resultó una tarea titánica, sobre todo por el mortal dolor de cabeza que tenía. Se llevó una mano a la frente para masajear la zona sintiendo el vendas de algodón en lugar de piel.
Se preguntó qué tan mal lo había golpeado su abuelo como para no recordar cómo había obtenido esas heridas. Siente manos callosas sujetándolo cuando trata de levantarse y es recibido con un fuerte mareo.
"El amo Draco necesita descansar, Tiny debe vigilar que los brotes no abran la herida otra vez."
¿Brotes?
El retira las vendas de su cabeza pese a las quejas de su cuidadora, no ve sangre en ninguna parte de la tela, lo que debería haberlo aliviado. En su lugar, lleva sus manos a su cabeza y tantea buscando una herida que no debería haber si es que fue atendido correctamente. Las yemas de sus dedos topan con algo mucho más rígido que cualquier hebra de su cabello, intenta jalarlo y maldice por la repentina punzada de dolor que lo aborda.
Se horroriza cuando siente no solo uno, sino más de esas cosas unidas a su cuero cabelludo.
Tiny parece estar pidiendo que se calme, sin embargo él salta de su cama hacia el espejo de cuerpo entero tratando de ver qué, en nombre de Merlín, hay en su cabeza.
Al estar frente a su reflejo no nota nada, tragando saliva y deseando solo haberse vuelto loco, gira un poco a su derecha tratando de ver...
Hay algo morado en su cabello, se acerca un poco más tratando de ver qué demonios es notando una forma de estrella. Pasa sus manos tratando de retirar el cabello y ver la imagen completa de lo que sea que esté saliendo de su cabeza. Ve pequeñas hojas unidas al tallo corto.
Hay flores, jodidas flores, saliendo de su cráneo.
No una, hay más. Draco sintió más cuando tocó su cabeza pero por más que se mueve no puede verlas a todas.
"Tiny," llamó sin ocultar el temblor en su voz, si la elfa se sorprendió o no de que conociera su nombre no se dió cuenta "dame otro espejo."
El niño rubio tomó el objeto ni bien apareció, con la respiración y el corazón acelerados alzó el espejo de mano tratando de ver lo que había detrás de él.
Ocho flores.
Pequeñas flores moradas del tamaño de un sickle en línea recta que adornan la parte posterior de su cabeza, como una especie de corona de flores incompleta que descansa al nivel de sus orejas y cuyo color resalta al encontrarse rodeado de cabellos rubios casi blancos.
Todo vino a su mente de golpe. Su madre, los gritos, el dolor, la sangre y después un estallido. El espejo se resbaló de su mano y se hizo añicos en el suelo.
Escucha la puerta abrirse y se gira sintiéndose como un animal acorralado.
Su abuelo entra pareciendo sorprendido de verlo despierto, luego sus ojos se desplazan hacia el espejo grande, más específicamente hacia las flores. Draco lo ve sonreír, una sonrisa entre desesperada y aterrada pero llena de ambición. Una que solo había visto en su padre después de su estadía en Azkaban, cuando creía que aún podía volver a estar en la gracia del Señor Oscuro.
Inconscientemente, dió un paso atrás.
A Abraxas pareció no gustarle esa reacción y lo miró directo a los ojos. Draco, más por costumbre que otra cosa, subió sus barreras mentales como si su tía Bella estuviese tratando de invadir su mente de nuevo. La acción fue tan brusca que el anciano sintió como si se hubiera dado de lleno contra una pared de piedra.
El infante al principio lo ve enojarse, luego reflexionar y finalmente reír.
"Nuestro Señor te ha honrado con algo maravilloso, Lucius."
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Harry se despierta por los golpes en su puerta y los gritos de su tía Petunia, siente sus mejillas irritadas ya que seguramente había llorado durante la pesadilla.
No importa puesto que ahora por fin entiende lo que los hijos de sus vecinos querían decir. Todos tenían un angelito que los cuidaba en sus sueños, angelitos que a veces eran enviados por sus padres.
Harry había creído que no tenía uno porque sus padres ya no estaban y las pesadillas solían asaltarlo muchas veces. Ahora cree que su angelito solo era distraído y se había perdido en el camino pero al fin había llegado a él
Su angelito era cálido y no le disgustaba su cabello desordenado como a sus tíos.
Era brillante y olía a flores.
Hola, lamento la tardanza pero me bloqueé feo y nadie leía mucho esta historia, entonces la pausé pero como veo que sí hubo interés, la retomaré. Iremos lentamente por ahora hasta llegar a los 6 o 7 años, es posible que entonces saltemos a los 11 y la historia fluya más rápido a partir de ahí.
Imagino que si alguien regresara mentalmente en el tiempo a su cuerpo de bebé, sería una mierda, porque debes volver a entrenar tu cuerpo. Debes aprender a caminar, a hablar, a mover y educar cada maldito músculo hasta recuperar el control, como fisioterapia de cuerpo completo.
Tengo esta idea de que todos en la época escolar de Tom sabían que obviamente era un mestizo pero los manipuló demasiado bien como para que sus primeros seguidores guardaran el secreto cuando surgió Voldemort, ya que pocos saben cuál era su nombre original.
Explicación sobre el 'método de crianza' de Abraxas, Lucius y Narcissa: Sé que los Malfoy son una familia que se ama ante todo pero les daré mi opinión y una dosis de realidad. El hecho de que por fuera una familia parezca amorosa y todo, no quiere decir que no exista abuso disfrazado de 'educación'. Las personas, al igual que yo, que hayan sido criadas 'a la antigua' entenderán lo que quiero decir, pues se nos dijo que nos golpeaban porque nos amaban y con el objetivo de que seamos personas 'correctas'. Ahora siendo los sangre pura familias que honran las viejas tradiciones buenas y malas, yo dudo que la mayoría de los niños no hayan crecido con violencia al igual que sus padres y sus ancestros. Incluso, si vemos en la historia de Neville, se darán cuenta que ni siquiera los 'Traidores de sangre' se libran de eso porque si bien la familia de Nev lo ama, intentaron que hiciera magia accidental con medios demasiado extremos que pudieron terminar muy mal. Si a eso le añadimos que la historia se desarrolla entre 1980-1997, época en la que todavía el abuso físico era visto como un medio de educación normal, entonces tienen su respuesta de por qué Draco recibió ese daño tanto en la línea de tiempo actual como en la original. Solo que en la actual empezó a escalar debido a los problemas mentales de Abraxas.
Espero les esté gustando, los comentarios son muy apreciados.
Amor, Miko.
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