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El clóset de vidrio

Gente, esta es la primera vez que me animo a escribir un fic de K-On!, así que puedo decir con toda franqueza que todavía no sé usar bien a los personajes. De todas formas, les dejo esto para que lean.


Medio año había pasado tras la graduación de cuatro de las cinco integrantes de Houkago Tea Time, y la profesora a cargo del club de música ligera, Sawako Yamanaka, no podía evitar extrañarlas. Era cierto que Azusa, la menor del grupo, seguía en la escuela, pero al final del año escolar, ella también se iría. Atrás habían quedado las reuniones para el té y los trajes extravagantes que intentaba que las chicas usaran; ya no era lo mismo con la actual banda del club.

Había experimentado sensaciones similares cuando el chico que le gustaba en su época de estudiante la rechazó por excéntrica, pero estaba segura que lo de las chicas le afectaba de mayor manera.

«¿Qué estarán haciendo ahora?».

Lo único que sabía de ellas era que estaban asistiendo a la misma universidad, aunque cursaban carreras distintas.

―Disculpe, ¿puedo pasar?

Aquella voz le era familiar.

―¡Mugi-chan!

Tsumugi Kotobuki, Mugi para sus amigas, antigua tecladista de Houkago Tea Time, entró al salón de profesores, en el que solo la maestra Yamanaka estaba presente.

―Hoy tenía un día libre en la universidad, así que vine de visita para recordar viejos tiempos.

―Pero no ha pasado tanto desde que te graduaste.

―No importa. Había gente a la que quería ver.

Aquella brillante mirada de Mugi hizo que la maestra se sonrojara un poco.

Si bien se llevaba de perlas con todas las chicas de Houkago Tea Time, con la que más se relacionaba Sawako era con la chica millonaria. Su carácter tranquilo y amable hacía que fuera más sencillo convivir con ella, y por alguna razón, también le provocaba una calidez en el pecho, muy similar a la que le provocaba el chico que le gustaba en su momento.

«¿Qué será esto?».

No quería pensar mal; Mugi fue una alumna muy querida para ella, pero solo eso. Además, se suponía que ella era heterosexual, aun cuando era capaz de admirar la belleza femenina; no por nada trataba de que los rasgos de las chicas resaltaran con los trajes que les hacía.

―¿Puedo entrar? Hay cosas que me gustaría conversar con usted.

―Eh... Sí, claro. Toma asiento.

Mugi se sentó en una silla vacía.

―Entonces... ¿de qué quieres hablar, Mugi-chan?

―Primero lo primero. ¿Cómo ha estado?

―¿Yo? Pues... bien. Sí, bien. Todo ha sido normal, evaluando exámenes, asistiendo al Club de Música Ligera... Ya sabes, nada extraordinario.

―¿Y en cuanto al amor?

Aquella era una pregunta delicada para la maestra Yamanaka; seguía soltera y sin ninguna persona a la que pudiera considerar candidata.

―... No preguntes.

Aunque el aura de la profesora emanaba oscuridad, Mugi parecía un tanto feliz.

―Mejor no hablemos de eso. ¿Qué hay de ti? ¿Cómo te ha ido en la universidad?

―Muy bien. No he tenido problemas con los exámenes, los profesores son muy buenos y paso mucho tiempo con las chicas.

―Me alegra escuchar eso.

―También... he podido ver a muchas chicas bonitas; es como estar en el paraíso. Estoy muy feliz de haber elegido una universidad femenina.

El tono de ilusión de Mugi causó cierto malestar en la maestra; siempre estuvo consciente de que a su antigua alumna le gustaban las chicas (en realidad, a todas las del Club de Música Ligera, aunque la tecladista era la más abierta en ese sentido), y escucharla así, por alguna razón que no comprendía, le provocaba puntadas en el pecho.

―Sueño tener una relación tan linda como las de Yui-chan con Azusa-chan y Mio-chan con Ricchan.

De la boca de Azusa, Sawako se había enterado de que ella y Yui se encontraban en una relación amorosa. Lo de Mio y Ritsu, por otra parte, era información nueva, aunque no podía decir que la sorprendía, dada la cercanía de esas dos. En el fondo, sentía un poco de celos; ella también quería alguien que la amara, y que sus exalumnas se le adelantaran no ayudaba precisamente.

―... Ojalá tengas éxito con eso ―dijo tratando de sonar tranquila.

Sensei, ¿le pasa algo?

―¿Qué? No, no, no me pasa nada.

A pesar de sus palabras, la maestra se notaba incómoda, y eso fue algo que Mugi notó.

―¿Acaso dije algo que no debía? ―preguntó con preocupación mientras se levantaba del asiento y se acercaba.

―No... No lo hiciste... Son solo cosas mías.

En eso, Sawako sintió un par de suaves y cálidas manos sujetando su rostro. No pasó mucho para que los grandes ojos de Mugi estuvieran después en su campo de visión.

Sensei, ¿se siente mal porque estaba hablando del amor?

La aludida no quería admitirlo, pero aquella era la razón. Mientras pensaba en ello, miraba con atención a su antigua alumna: ese cabello rubio, esa piel clara, esas abundantes mejillas, esas gruesas y características cejas. Siempre le había parecido atractiva, pero jamás se había detenido a contemplarla de manera tan detallada.

El rojo teñía ligeramente las mejillas de Mugi, mientras que Sawako sentía cómo su cara adquiría mayor temperatura.

«Qué hermosa es... ¡Espera, no puedo pensar esas cosas! ¡A mí me gustan los hombres! ¡No es que el lesbianismo sea malo, pero...! ¡Pero yo no...!».

―Discúlpeme por hablar de más, sensei. Y también discúlpeme por esto.

Por puro impulso, Mugi presionó sus labios con los de su exmaestra. Para la chica, ese acto era concretar un deseo largamente anhelado; para la mayor, significó un desborde de emociones y muchísima confusión; aquel beso le gustó más de lo que hubiese imaginado.

No había ningún tabú involucrado, ya que hacía meses habían dejado de ser alumna y maestra.

―... Es verdad que hay muchas chicas lindas en mi universidad ―dijo Mugi tocándose levemente los labios―, pero usted siempre ha sido la única para mí desde la primera vez que la vi... Si busca a alguien para amar, yo estoy disponible.

La profesora no sabía qué decir. De todas formas, cualquier cosa que saliera de esos labios besados hacía un momento tendría que esperar: el recreo había comenzado y podían escucharse las voces de las alumnas fuera de la sala de profesores.

―Por favor piénselo, sensei... No, Sawa-chan.

Sin más, Tsumugi dejó el salón, dejando atrás a una confundida maestra Yamanaka.

«... Pero se supone que... Pero Mugi-chan es tan linda... Quizás... Tan solo quizás...».

Se puede decir que por enfocarse tanto en una dirección, terminó ignorando una parte de ella que siempre estuvo ahí. Ahora existía una posibilidad cierta de lograr su máximo deseo, pero de ella dependía si tomarla o no. Por el momento, en lo único que pensaba era en calmar su desbocado corazón.


Decidí que este sería mi primer fic de la serie porque, si bien puede especularse mucho sobre todas las chicas, Mugi es la que más demuestra su lado yuri, en especial con la maestra Sawako. También quise que fuera la Mugi universitaria para disminuir la cantidad de tabúes (aunque no me molesta leer sobre relaciones entre maestra y alumna).

¿Escribiré otro fic de K-On! en el futuro? No lo sé.

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