Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 19

Nunca me había gustado ser de las personas que despiertan muy temprano, de madrugada, incluso antes de que el sol terminase de salir, aunque era un hábito que adquirí en mis años en la quinta de los Rosales.

Pero aquí estaba, recostada en el pequeño sillón que da la ventana. Atormentándome, sumergida en pensamientos, buscando en todos los recovecos de mi mente que me definen, esos que me hacen la tonta que soy.

Y es que todo lo que deduce mi cabeza me hace volver a la realidad, demostrándome una vez más que no estoy en orden. Como quisiera.

Hace dos años llegué con un equipaje no muy liviano a Elavec, me aventuré a un voluntariado, algo que definitivamente ocuparía mi mente, me dije que usaría mi tiempo aquí para reflexionar sobre todo, para aclarar mis prioridades.

No usé mi tiempo de esa forma, lo desperdicié y me lamenté por alguien que solo seguía su vida sin siquiera recordarme. 

Me di cuenta que estaba muy equivocada cuando me percaté de que seguía la filosofía de: Mientras más lejos estés de él y del lugar en donde te enamoraste, más rápido lo olvidarás.

Por si te preguntas si aquello funcionó, a estas alturas te diré que no.

Podría haberme ido a la luna y seguiría rememorando todos mis momentos con Damián.

Entiendo muy tarde, que mis revelaciones de ayer fueron ciertas. No necesitaba irme, solo tenía que ser honesta conmigo misma, tardé dos años en comprender que la idea principal de olvidarlo jamás se cumplirá, no con mi manera de ser, no si quiero avanzar, olvidarlo no, que su recuerdo no me derrumbe, sí.

Me golpea más fuerte la realización porque aquí, abrazada a mis rodillas con un espléndido chico en mi cama, todo lo que logro pensar es que no puedo hacerle a Inar lo mismo que me hicieron a mí.

El glorioso pelinegro de ojos amarillos verdosos, de esa mirada espectacular, con esos sentimientos puros y esa historia conmovedora. Ese chico merece más que ser usado para que yo pueda salir adelante. Debe estar con alguien que lo ame de la misma forma o más que su Lizzy. Es una persona increíble a la que me rehusó a lastimar tan profundamente como yo fui lastimada.

Por más hipócrita y contradictorio que suene de mi parte. Después de lo de anoche me he dado cuenta que pienso en él como un escudo ante mis recurrentes contradicciones emocionales.

Y me duele en el pecho, porque ya lo decidí, ya li sabía, porque quería ser egoísta y lo cumplí. En un parpadeo sé lo que debo hacer, así que salgo de la habitación y a paso lento y silencioso me dirijo al baño, entro a la ducha repitiéndome la rutina de hoy, dejo que las gotas de agua caliente se lleven cada rastro de lo que ocurrió anoche, trato de disipar la culpa que de ante mano siento, porque sé, que Inar me odiará después de lo que voy hacer.

No pude haber elegido peor circunstancia.

Solo ruego que luego, finalmente sea libre, ya no tenga esta carga en mi corazón y llegue justo lo que necesito.

—¿Dime Nathy como piensas hacer la tarta de melocotones sin melocotón?

La chica frunce el entrecejo. —¡Ya te dije que pensé que eran melocotones!

Lanzo una risotada estruendosa. —¿Nathaly, en que mundo los kiwis se parecen a los melocotones?

Ella me mira con rabia pero no se contiene cuando le hago reír. —¡Eres imposible, Tadeo!

Me encanta, me fascina, me gusta. ¿Ya dije que me encanta? Pues sí.

La pelinegra frente a mí arruga la nariz en un gesto adorable de molestia y se gira, la verdad la cocina parece recién salida de un ataque de bomba atómica, Nathaly es incapaz de cocinar, otra cosa que he notado de ella.

Son alrededor de las diez y media de la mañana, es sábado y los Rosales han salido de pesca y eso significa que debemos hacer la comida nosotros, pero Alvana no está por ningún lado, que es nuestra salvación, algo así como la cocinera estrella.

Nathaly se voltea mientras saca la mezcla de la corteza para tarta. —Bien...¿El recetario dice que es una cucharada de miel y dos pequeñas de canela no?

Me mira como preguntándome si es correcto, yo que actualmente estoy leyendo una receta de pasta con calamares asiento. —¿Qué más lleva?

Finjo estar leyendo en suma concentración pero soy pillado. —¡Tadeo no estás leyendo la receta de la tarta!

—¡Es que desde que te confundiste con los kiwis vi que ya no había caso!

Otra ronda de risas impide nuestra cocción. Pasamos toda la madrugada hablando, conociéndonos, desde que desperté este día solo quise seguir hablando con ella. Siento como si la conociera de toda la vida, y aunque es absurdo, la razón son estos momentos llenos de carcajadas y de ella mirándome con coraje falso.

Me levanto del taburete y voy detrás de ella, todo se ve feo, hay que admitirlo, yo que soy un cocinero promedio, puedo ver que a Nathaly se le debe quemar hasta el agua. Paso cerca de su cuerpo para tomar la harina, está atenta, coloco el recipiente con la miel, canela y polvo de hornear y cierno la harina en él, agrego los huevos como leí y bato con la paleta, me agrada de sobre manera tener sus ojos siguiendo cada uno de mis pasos, me sorprende más cuando de improviso sus manos toman las mías y detienen el proceso.

—Hay que amasarla...

Trago grueso. ¿Cómo es que el ambiente se transformó de risas a tensión en tres segundos?

—Bue...no si...quieres hacer...lo tú.

Me golpeo mentalmente, de verdad que lo hago.

—Me gustaría que lo hiciéramos juntos.

El doble sentido me deja boquiabierto. Nathaly toma la harina y la esparce en la mesa de la barra, coloca la masa ahí y se pone detrás de mí, no es sino hasta que sus manos tocan las mías y las coloca encima de la masa que me permito respirar, con movimientos lentos amasamos aquella base de tarta, siento su respiración en mi espalda por lo bajita que es y me da escalofríos aún cuando el ambiente esta que rebasa lo caliente.

Quiero hacer algo, ideo en mi mente una manera de llevar este acercamiento a algo más profundo, aprovechar este click instantáneo con la linda chica detrás de mí, pero el estruendo de algo caer nos obliga separarnos exaltados. Hemos sido pillados y Nathaly parece un tomate de lo roja que se ha puesto su piel.

En el marco de la puerta, tratando de recoger una cantidad grande de maletas está Alvana. Lleva el cabello mojado y unas ojeras notorias, mira desde Nathy a mí, avergonzada, apilando el equipaje.

—No quería interrumpir...

La segunda en hablar es la pelinegra quien se disculpa, limpiándose del delantal y acercándose a Alvana.

—Mucho gusto mi nombre es Nathaly, tú debes ser Alvana he oído mucho de ti.

Ella le da una sonrisa pequeña, esas de labios cerrados.

—Hola, Nathaly. —Dice, estrechando su mano.

Alvana me ve, pareciera que me preguntara mentalmente, me sorprende entender lo que dice con su mirada. Algo así como es tu turno de ser interrogado. Supongo que ya tenemos poderes de súper amigos.

La verdad lo que me tiene curioso son el conjunto de bolsos a sus pies. —¿A dónde vas?

La casi pelirroja mira al suelo y luego levanta el rostro con una sonrisa triste pero decidida.

Creo que ha llegado la hora de irme.

Se me rompe el corazón de escucharla y no soy Inar...

Despierto muy tarde, lo sé porque el sol que se deja ver entre las ventanas es bajo como el de mitades de la tarde. Pero siento que nunca dormí tan bien como ahora, las sabanas se deslizan por mi torso y soy consciente de la sonrisa idiota que tengo de largo a largo por mi rostro. Una que no dura mucho porque cuando giro en mi lugar se va, Alvana no está a mi lado.

Frunzo el ceño mientras busco con la mirada por el cuarto, lo que me extraña porque no hay más que cuadros alrededor, las estanterías de libros están vacías y las puertas abiertas de su armario muestran que no hay rastro de su ropa.

Me levanto de la cama apenas entendiendo, la sábana cuelga en mis caderas pero eso no es lo que me preocupa, alcanzo a ver mis prendas dobladas en la esquina del colchón y es cuando viene a mí una imagen mental: El equipaje que Alvana estaba haciendo ayer.

Cuando entré en su habitación ayer ella estaba con una maleta en su cama... Por favor que no sea lo que creo que es.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro