Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

9. El toque

—Sigo sin creer que ha dicho todo eso. —Arrojo el cigarro por la ventana.

—Y yo ni siquiera he tenido derecho a opinar.

Parece un mal chiste. ¿Cómo se le ocurrió todo eso? ¿Y cómo siquiera tuvo la habilidad de prepararlo?

—Es que no lo entiendo. —Me rasco la frente con ímpetu. La histeria de mi nueva situación y el cero entendimiento hacia mi padre me tienen así—. ¿Es que no piensa que esto puede ser mil veces peor que cancelar la presentación?

—¿Por qué sería peor?

—Porque... nunca dos hombres... hicieron una rutina en pareja.

Eidriene me mira confundida.

—Dará de que hablar —insisto colérico—. Crearán rumores, ¿yo qué sé...?

Ella se sonríe y continúa fumando, luego habla:

—¿Temes que las personas se generen un romance homosexual entre ustedes? —Sigue sonriendo mientras habla—. Aunque pienso que sería divertido. Tú apenas toleras mirarlo, las personas creerán que quieres matarlo antes que otra cosa.

—Puedo actuar bien.

—¿Eso qué? —reprocha—. ¿Consideras que padre no supuso eso? Si aceptó tolerar los posibles rumores, lo hace para quedar bien frente a todos. Saber que es el primer rey que planea una presentación de dos hombres heterosexuales. Les brindará muchos puntos a las masas.

—Y eso es lo que quiere —comprendo al fin.

El rey que hace nuevas propuestas frente a una generación de adolescentes que continúan evolucionando. Es un aprovechador e hipócrita, es lo que es.

—Zov, no te quejes mucho —dice y luego chasquea la lengua—. La tienes fácil.

—¿Fácil? —inquiero ofendido.

—Ay, por favor. Krooz tampoco te hace la vida imposible. Podrás llevarte muy rápido con él y luego todo saldrá con naturalidad.

La miro, con cansancio.

—No quiero llevarme con él.

—¿Por qué estás tan a la defensiva? —pregunta—. Deja de forzar tanto tu disgusto y apégate a de Romaniv. Él no es nada difícil de tratar, es muy amable.

—No hagas más cumplidos de él o me va a explotar la mente —digo mientras me toco la cabeza con insistencia—. Don cursilerías es el tipo de persona que no me puede agradar.

—A ti no te agrada nadie.

—Eso es mentira —reprocho—. Ask me agrada. Cuando no está de tonta, me agrada.

Eidriene gira los ojos, disgustada.

—Ha sido tu amiga desde que entraste a la academia, eso no cuenta. Ahí te agradaba la gente... —Se silencia.

Sé que recuerda la razón por la cual la gente ya no me agrada, y porque de pronto me convertí en eso.

—Krooz no es esos niños —dice—. Sé que comparas a cualquiera que se les parezca, pero esta vez no sucederá, nadie volverá a lastimarte. No ocurrirá otra vez, Zov.

—No puedes asegurar algo que aún no sucede.

—Pues si sucede me encargaré de vengarlo. Si Krooz hace algo contra ti, yo misma le cortaré la cabeza. —Me rio ante eso.

—Te enfureciste cuando le acaricié las bolas y ahora lo decapitarás si llega a defraudar las expectativas que tienes de él. No puedo creerme eso.

—Tengo la mala costumbre de querer destruir a alguien si no llena mis expectativas, y pienso que eso es algo malo, porque no siempre estarán para satisfacerme. Pero qué bueno que no soy conformista o de lo contrario habría dejado pasar muchas situaciones.

—¿Cómo cuáles? —pregunto por curiosidad. Pues tengo una deducción clara.

—Como permitirme seguir amando a una persona que me abandonó solo por dinero y oportunidades —dice con una amargura tan palpable que se me adhieren a mí como si yo fuera el indicado para recibir las palabras cargadas de resentimiento.

—También te permites ser muy esperanzada.

Sus ojos se centran en mí.

—Tampoco es como si me pudiera permitir tenerlo para siempre. Solo que es difícil. Pero él lo hizo ver fácil. Como si el amor pudiera desvanecerse tras un billete. Como si yo fuera una tonta. Y quizá si lo fui, porque le creí.

Su mirada decae, desesperada se hace de un cigarro y lo enciende para empezar a fumarlo.

Es momento de marcharme.

No me gusta ver los momentos íntimos de alguien, y más si son con sus sentimientos.

Me levanto para salir. No necesito avisar, ella lo sabe.

Me causa interés lo que debe hacer una persona para quedarse aferrada a la memoria del otro, y que el recuerdo de ese amor dure tantos años.

Me enfurece no entender, o quizá solo me molesta ver cómo se comporta la gente cuando extraña alguien. Como un absoluto idiota. Alguien que riega su dignidad con tal de conseguir compasión y un poco más de tiempo con el otro. Me resulta asqueroso y ridículo. ¿Por qué? ¿Qué es esa necesidad tan grande de estar atrapado con alguien que ya no te ama o que nunca te amó?

¿Cuán difícil es? ¿Qué se siente estar atrapado ahí?

Sin embargo, a pesar de las preguntas, no requiero saber eso a través de mis propias experiencias. Porque lucir como un idiota por amor es lo que menos deseo.

Antes de ser un repulsivo enamorado, prefiero envenenarme.

///

Había pasado un tiempo desde que estuve en la pista haciendo alguna coreografía solo por diversión. No hubiera empezado a prepararme solo, pero mi padre me presionó. Tuve que ponerme al ritmo con el patinaje. Mientras Krooz descansaba yo estuve asistiendo a la academia para pulir mi habilidad en la pista de hielo.

Pasada una semana de la recuperación de Krooz, mi nuevo tormento comenzó.

Sí, con ello me refiero a los ensayos con él, de la rutina para la estúpida presentación de compromiso.

Ni siquiera voy a casarme. ¿Por qué tenía que ser yo el remplazo de esta estupidez?

Y lo peor es que ya no me encuentro en un momento crucial para poder patinar. Me siento tan enfermo y agotado. No puedo parar de evitar las comidas y vomitar. Algunas veces consigo hacerlo y recuperarme con normalidad, vuelvo a tomar mi rutina de alimento sin problemas. Sin embargo, en otras ocasiones como estas, la ansiedad me oprime tanto y ya no puedo pararlo.

Supongo que seguiré sintiéndome enfermo hasta que mi mente asimile la verdad. Pues no estoy dejando de comer solo para danzar ni verme bien, sino que es posible que esté muriendo.

Después del calentamiento, el entrenador nos indica que debemos repasar las partes de las acrobacias en pareja. El primer repaso siempre se hace fuera de la pista, puesto que, Krooz debe saber que fuerza utilizar para mantenerme en el aire y yo debo aprender a realizar los movimientos que se necesitan para poder subir sobre sus manos.

Al ser el más delgado y pequeño, por supuesto iba a llevar el papel de mi hermana. Eso no era algo que se dudaba, por algo mi padre me coloco aquí.

—Bien, escuchen. Dado que suplantas el puesto de Eidriene cambié un poco el programa.

—¿Seguiremos intentando ese levantamiento? —le pregunta Krooz.

—Lo mejor será que no —hablo antes de que el entrenador lo haga—. Es muy peligroso.

—El paso se lo ha practicado ya en varias ocasiones, dentro de este programa y en otros. Que no se vuelva a presentar es por regla de los jueces. Pero esta coreografía es libre, así que...

—No me interesa —espeto—. No voy a arriesgarme. Quizá sea igual de perfeccionista que Edri, pero esta no es mi área y no me importa. Es la única vez que prefiero no destacar rompiendo las reglas.

—¿Qué tiene de riesgoso?

Por primera vez Krooz se dirige a mí, y yo decido mirarlo.

—Un corte cerca de la yugular o de ser más atinado uno directo ahí.

Krooz hace una risa nasal.

—Podría arriesgarme —responde—. ¿Quién recibe el corte?

Me cruzo de brazo y sonrió con suficiencia. Bien, idiota.

—Tú. Quizá yo también quiera arriesgarme.

Espero a que sus comisuras puntiagudas caigan, pero no lo hacen.

—Entonces el paso seguirá.

Deshago mi sonrisa.

—No voy a jugar con estupideces. El paso no se queda y no hay más que discutir —exclamo con irritación. Miro al entrenador y espero que mis facciones sean suficientes para darle a entender que no puede contrariarme.

—¿El tema cambiará? —Pero para bien, Krooz lo supera con rapidez.

—Sí. —Al parecer Evem tampoco insistirá—. En realidad, era eso lo que debía explicarles.

—Adelante.

—Ya no habrá una coreografía de amor. Los cisnes no se encontrarán en el lago para vivir enamorados eternamente. Como... —Me mira sin discreción—. Hay un nuevo inconveniente. Realizaremos otra historia.

—Si el inconveniente te perjudica la trama, puedo traer a otro entrenador —amenazo.

—No es necesario —refunfuña—. Además, esta nueva historia me parece más interesante y cautivadora. Dos cisnes distintos que nunca podrán estar juntos se unen una tarde bajo el eclipse solar, y se aman en secreto durante los cortos minutos que la oscuridad les brinda. Pero cuando la luna y el sol se separan, ambos cisnes lo harán igual. Y deberán continuar sus caminos esperando mil años a que el eclipse ocurra otra vez, o quizá nunca...

—Los cines viven unos veinte años, no mil.

—Es una metáfora, ellos son seres mitológicos e inmortales.

—Qué lástima, porque la muerte es divina.

Siento una punzada en mi costado derecho de la cara y en el momento que regreso a mirar me encuentro a Krooz, quien me observa como si dudara de mis palabras.

—¿Qué?

—Que pobre sentido de vida tienes.

—¿Por qué?

—Uno solo aspira a la muerte cuando no tiene nada a lo que aferrarse.

Quiero reírme, pero me limito hacer una sonrisa falsa.

—Vaya, llevas unas semanas aquí y ya descubriste mi más vil secreto.

—No lo creo —dice mientras se relame los labios—. Aún no puedo hacer brotar tu más vil secreto... aún —repite con intención.

Respiro tratando de serenarme. No pienso darle más reacciones mías. No sé qué pretende con su estúpido trato, pero el gusto de ponerme tenso será algo que no le entregaré.

—Bien. Quiero que hagan una pirueta simple y luego lo levantes —le ordena a Krooz—. Necesito ver que tan bien se acoplan sus cuerpos.

Estoy casi convencido de que puedo lograr las prácticas sin sentir ese nerviosismo extraño que su mirada causó en la noche de mi graduación.

Creí que el no estar centrado en sus ojos engañaría mis sentidos. Sin embargo, cuando me toca, es mil infiernos peor que su inquietante mirada.

Consigo subir sobre las manos de Krooz, y suspenderme por un momento con naturalidad, pero cuando su mano se desliza hacia mi abdomen para hacerme girar, yo me quedo estático. Sus dedos son gigantes y se aferran por encima de la tela de la camisa tocándome un poco de piel en ese proceso. Su otra mano asciende y lo empeora, son demasiado calientes y me provocan pánico. De inmediato ya no sé cómo continuar. Incluso se me olvida que debo bajar.

—Zov, pareces una estatua rígida —me reprende el entrenador—. Eres un bailarín de primera clase, pensé que sería fácil entrenarte. —Doy un brinco y Krooz se agacha cuando salto al suelo—. ¿Viniste estirando? ¿Tienes los músculos tensos, es eso?

Pero cuando estoy de pie me entero de que sus manos aún continúan abrazando mi abdomen.

—Estoy bien. —Retiro con agresividad la mano de Krooz.

—Oh, disculpa. Eres tan ligero que olvidé que te tenía agarrado.

—Pues tus manos de oso sí que no son nada ligeras. Me aplastas todos los órganos.

—No te preocupes, no tengo interés de aplastarte esos órganos.

—Krooz debes controlar tu fuerza —le recomienda—. Bien continuemos con esto. Zov, avisa si te están apretando demasiado, no queremos que otra realeza se estropee.

Volteo los ojos, con frustración.

¿Saben quién debería estar aquí? Sí, mi padre. Bailando con su querido yerno, Don acuerdo de paz andante y presumido.

Maldita sea. Las estupideces se le ocurren a él y nosotros debemos pagarlo.

—Entrenador.

Una joven irrumpe en el gimnasio, tiene una expresión apenada y a la vez mira con cierta preocupación a Evem, pero él no parece contento con la interrupción.

—Saben que no deben irrumpir en clases que no les confiere.

—Es su madre, entrenador —dice con rapidez—. Está... tuvo un paro cardiaco. Se encuentra en el hospital, uno de los entrenadores recibió la llamada y me pidió que viniera con inmediatez. Lo lamento —se excusa.

Él se mantiene perplejo, pero como puede tras el shock de la noticia, nos habla con inmediatez:

—Se suspende el entrenamiento por hoy. —Mueve la cabeza de un lado al otro—. Mañana lo retomaremos con normalidad. ¿Correcto?

Pobre hombre, no creo que sea un momento para poder continuar la preparación del programa. Emprende su camino fuera del gimnasio.

—Esta es otra señal de que se debe cancelar.

Estoy caminando para yo también marcharme, pero Krooz habla:

—No lo considero así. Hay que darle el crédito, inventó un buen programa. Lo mejor que podemos hacer ahora para mejorar su paz como profesional es avanzar con el ensayo.

—Está suspendido —insisto.

—Bueno —dice sin importancia—. Si gustas de verte como una estatua y representar a tu reino así, por mí está perfecto.

Al parecer se rinde. Empieza a andar, pero de inmediato la conciencia me presiona.

Si no hago bien esto, terminaré a cargo de todo un país. Debo mejorar mi relación con Krooz. Debo intentarlo, debo... mierda.

—Regresa —exijo y él se detiene—. Vamos a practicar algunas cargadas.

Con lentitud vuelve a mirar hacia atrás.

Lo hubiera detestado más si me encontraba un gesto de autosuficiencia o burla por haber conseguido persuadirme, pero no la hay y eso me hace sentir un poco infantil.

Quizá solo exagero. Puedo conseguir llevarme bien con él.

—Bien —responde con simpleza.

Él también parece estar cumpliendo su palabra. Porque ya no se está esforzando como antes para sostener esta relación. Ahora me ha dejado el trabajo solo a mí.

Bien hecho, lo merecías.

—Haremos una más fácil —opina mientras se coloca frente a mí, debo alzar la cabeza para verlo a los ojos—. Primero debo acostumbrar mis manos a tu cuerpo... —Se inclina un poco—. No quiero estropear a otra realeza —susurra tan despacio que me agobia, no por la lentitud sino por el modo insinuante de sus palabras.

¿Cómo lograré tolerar tener sus manos en mí? Si ni siquiera puedo parar de ponerme nervioso ante sus palabras.

Quiero reír que estupidez estoy pensando. ¿De verdad estoy cediendo ante ese tonto pensamiento? No, Krooz no es como yo, solo actúa así para fastidiarme.

—Bien, levántame... —Me doy la vuelta, alargo mis brazos para luego descenderlos recorriendo las partes superiores de mi cuerpo hasta terminar en una pose de brazos abiertos—. Ahora.

Siento sus manos deslizándose por mi espalda baja hasta que finaliza presionándolas sobre mi cintura y vuelo. No de manera literal, pero despego del suelo como si los brazos de Krooz fueran mis alas y yo pudiera volar. Me hace dar un giro mientras me toma con firmeza, sus manos no hacen nada más que mantenerme suspendido, pero no puedo evitar el sentimiento extraño en mi estómago, ante el calor y la presión que existe en mi cintura, y que sé, son provenientes de él.

Cuando terminamos volvemos a repetir una y otra vez diferentes cargadas. Y en ninguna de ellas dejo de sentir el sofocante fuego que me insinúa delirios anormales para una práctica de patinaje.

—¿Me demuestras que tan bien patinas? No sé, quizás puedas presumir que eres mejor que yo.

Ahora entramos en la pista. Ya que nos acostumbramos a las cargadas, debemos conseguir equilibro de ambos sobre los patines.

—No soy un presumido —digo.

—No, eso es obvio —acepta seguro—. Pero puede que me sorprendas otra vez. Todo en ti grita perfección. ¿Existe cosas que no hagas bien?

—Oh, ¿ese es un intento de cumplido? —Me quejo de manera melosa y fingida.

—Supongo que también debo acostumbrarme a que seas un malhumorado.

—Y yo a que tú no tengas sentido del humor.

—Quizás es al revés, o quizás tu humor sea muy extraño. Como burlarte de la gente.

—No me burlo de la gente solo de los que suenan como idiotas.

—Pero también de mí...

Sonrío.

—Ya lo entendiste.

Me alejo por la pista para no tener que hablar con él o responderle algo más. Me coloco hacia atrás, deslizándome mientras avanzo con la cuchilla externa del patín, me voy colocando de costado hasta acomodarme bien y con rapidez doy una patada con mi pierna derecha para de inmediato despegar y hacer un giro cuádruple en el aire. Luego lo concluyo sobre mi pierna derecha, mientras me deslizo sobre un ligero molinete con mi pierna izquierda alzada y mis brazos estirados.

Cuando despego mi concentración, vuelvo a mirar hacia donde Krooz se encuentra. Tiene una sonrisa que demuestra lo complacido que está, tal vez con las expectativas que se había hecho de mí en la pista.

—Pues no soy nada idiota, Zov —exclama mientras sonríe—. Porque no me he equivocado contigo.

—Tengo una hermana perfeccionista —respondo, acercándome—. No puedo defraudarla.

—Eso también lo sé. Ambos son iguales en eso.

—¿Por qué aceptaste esto? —Me entra la curiosidad.

—¿La presentación o el compromiso?

—Ambas.

—Sé que te has dado cuenta, que los más beneficiados de esto son ustedes —dice como si nada—. Pero, aun así, no podemos evitarlo. A mi padre no le gusta la guerra y le aterraba que me hiciera viejo y continuara soltero. Un reino sin gobernantes está vulnerable.

—No le gusta la guerra, pero destrozó Diadburgo y se la quedó —digo, y expreso mi sátira por medio de una risa nasal.

Krooz me mira despreocupado.

—Esos son conflictos viejos, Zov. Las tierras siempre le pertenecieron a Ledya, él solo la recuperó. Además, fue tu abuelo quien ansiaba adueñarse de todo Ledya, ¿no? Si no estás listo para las consecuencias, no entres en el conflicto.

—No me interesan los conflictos del reino, nunca lo han hecho.

—Entonces no debes pagar por ellos. —Hace un gesto con la cabeza para que me acerque—. Terminemos con esto, no hay porque hacerlo más complicado.

Me deslizo hacia él y volvemos a ejecutar un giro suave mientras recorremos el hielo. Krooz me toma de la mano y es cuando yo debo ascender las mías por sus brazos hasta sujetarme y apegarnos más, evito mirarlo lo más que puedo. Él me sujeta la cintura y giramos de manera consecutiva, volvemos a soltarnos y nos separamos.

—¿Qué tal un giro en el aire?

—¿Qué? —pregunto alarmado—. Tienes demasiada fuerza, si me lanzas muy alto no alcanzarás a sostenerme.

—Descuida. —Se ríe—. Eres pequeño y ligero, atraparte nunca será un problema —asegura. Emprende su camino a mí—. ¿Listo?

—Bien...

Llega hasta mí, y nos tomamos de las manos mientras nos deslizamos de costado.

—Un triple estará bien, por ahora —dice, nos miramos.

No respondo y me volteo para deslizarme de espaldas hacia él, tan pronto como me acerco, sus manos me sostienen y elevan, abro las piernas y cuando me suelta en el aire las cierro junto a los brazos cruzados para dar cuatro giros. Cuando pierdo velocidad vuelvo a caer y el miedo casi me obliga a perder la armonía de la posición. Sin embargo, me mantengo firme hasta que Krooz me atrapa y luego me desliza al suelo.

La sonrisa de ambos es inevitable, nos observamos con persistencia, aun cuando continuamos sujetándonos de los brazos y patinando sobre la pista.

Pero el momento no dura mucho porque el pánico me invade y corto la conexión. Soy quien deshace el agarre y quien se aleja.

—Creo que es momento de terminar por hoy.

—Sí... —musita.

—Bien.

Asiento y emprendo la huida.

—¿Quieres salir un rato?

Me detengo ante la inesperada propuesta.

—Dijiste que no pretenderías ser mi amigo.

—Bueno, las cosas han cambiado. —Eleva una ceja—. ¿O no es eso lo que le prometiste a tu padre hacer?

No lo prometí, solo me chantajeó.

—Bien. —Suspiro—. ¿A dónde quieres ir?

—A donde tú decidas llevarme.

Bueno, si debo fingir que me agrada lo haré como el mejor anfitrión.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro