29. Confianza
Por fin consigo atrapar a Zooz. Lo cargo mientras recorro con la mirada todos los cuerpos que nos rodean.
Tuve que caminar hasta dentro, porque Zooz se alteró y corrió hasta las mesas. Desde ahí empezó a olfatear los copas y vasos.
Aún no comprendo que tipo de sustancia estará mezclada entre las bebidas, porque es claro que mi gato a olido lo que mató a estas personas.
Retrocedo, alzando mis pies para no chocar con los cuerpos.
Por un momento me aterró la idea de encontrar a Eidriene aquí, pero que no esté tampoco es un alivio.
No hay rastro de mi padre, de Dove ni de los Romaniv.
Hay una suposición que me está atrayendo, sin embargo, no la asumiré. Porque de entre todas las cosas, esa, es la que menos espero sea cierta.
—No vuelvas a irte —le reprendo a Zooz—. Tienes que aferrarte solo a mí a cada segundo. Por favor, no me dejes.
Antes de colocarlo en mi espalda le doy una caricia. Siento como él se engancha, sosteniéndose con sus garras y tras eso yo vuelvo a caminar sin alguna idea.
A cada paso que doy, el presentimiento helado me sigue advirtiendo peligro, para dejar esta absurda investigación y salir lejos de aquí.
Pero no puedo, no la dejaré.
Tengo miedo de que le hagan daño.
A Eidriene no le gusta luchar y es muy mala defendiéndose en combate. Traté de enseñarle, pero se seguía negando a ser brusca conmigo. Aquello se debía a un accidente que tuvimos en nuestra infancia. En ese entonces, ambos peleábamos como idiotas y solíamos asustarnos el uno al otro con cualquier objeto que encontráramos. Éramos el terror de las niñeras porque nos gustaba meternos a la cocina para robar las cosas. Un día, cuando ella me perseguía por la casa con un cuchillo en mano, tropezamos en las escaleras. Al caer, ella me hirió la pierna con el filo, pero por suerte no fue nada grave. De eso solo me quedó una cicatriz pequeña. Sin embargo, su miedo a las cosas filosas y a la sangre nació a partir de esa experiencia.
Por eso le prometí defenderla, y ella me prometió lo mismo a mí. Ambos tenemos un juramento de batallar y ayudarnos mutuamente. Así que no voy a abandonarla.
Cuando me encuentro en el centro del palacio, debo tomar una decisión: regresar al ala izquierda e ir a fuera, o subir a la habitación de Krooz. No me he topado con un solo guardia dentro y los indicios de que algo fuera de lugar haya sucedido aquí son nulos. No puedo salir solo. Aun así, necesito saber qué está ocurriendo. Sin embargo, si hay más responsables afuera, no tendré muchas oportunidades.
—Vamos por él entonces —le digo a Zooz.
Tomo el camino hacia su habitación, pero algo me dice que no lo encontraré. Al subir, decido caminar con cuidado intentando silenciar mi presencia lo más que pueda. Tengo un nudo en la garganta solo con el hecho de contener la respiración. Zooz sigue encima de mi espalda y tampoco hace mucho ruido.
No puedo creer que esté haciendo esto con el aquí.
Oteo las puertas de las habitaciones hasta que me encuentro frente a la puerta que ya reconozco. Es igual a las demás, pero esa noche fue suficiente para poder recordarla con una diferencia. Por supuesto, no voy a tocar, pero también sospecho que no podré abrirla si no tengo llaves.
Sin embargo, cuando giro la manija, se abre con facilidad. Aguanto la respiración mientras abro la puerta por completo y me enfrento a la habitación vacía. Krooz no se distingue en ninguna forma. Suelto el aire retenido y empiezo a respirar, agotado y decepcionado.
Sabía que no lo iba a encontrar, pero como deseaba haberlo hecho.
Cierro la puerta tras de mí y camino rápidamente por la habitación, buscando sin saber qué, examinando cosas sin ninguna idea. Rebusco a cada lado, incluso el baño y el armario, pero no hay rastro de Krooz y todo está perfectamente arreglado.
¿Y ahora qué se supone que haga? ¿A dónde debo ir? Quizá... ¿El estudio?
No quiero ir a ese lugar luego de lo que ocurrió.
No tengo muchas opciones y no puedo estar todo el tiempo refugiado aquí. Pero no puedo salir así, ya me expuse demasiado. Esta vez debo tomar medidas más serias.
Mi habitación está lejos, y el único sitio que consta de armas es el estudio de mi padre. Algunas de ellas son mías, así que con eso podré avanzar más seguro. Retorno hacia las escaleras y me dirijo allá. La ausencia total del sonido es lo que más miedo me da ahora, ya que al menos el ruido me indicaría que lugares evitar.
Adopto la misma actitud sigilosa de antes y me deslizo hasta llegar al estudio. Normalmente, mi padre tiene dos guardias aquí, pero ahora el pasillo está desolado. Otra cosa fuera de lugar es que la puerta está abierta. Un escalofrío recorre mi espalda. Cada vez que voy acercándome algo tensa mi cuerpo. Es como si fuera directo a una trampa de la cual soy consciente.
No hay nadie. Sin embargo, el desorden indica que este lugar fue visitado recientemente, y no fue de manera pacífica. Los cajones del escritorio están tirados, los objetos esparcidos y cuando miro detrás de los libreros, encuentro el cuadro de la familia roto.
Es en ese momento que comprendo que este acto fue específicamente contra nosotros.
La fotografía está destrozada, con una larga cortada en el rostro de mi padre, dividiéndose hacia un costado y pasando por mi imagen, menos por Eidriene, su imagen está intacta.
Después de tragar saliva, intentando quitarme ese nudo que me aprieta la garganta, arrastro una silla para subirme y quitar el cuadro. Lo lanzo al suelo y abro la caja fuerte donde guardamos las armas.
Pero no encuentro ninguna.
—Mierda.
Me congelo cuando escucho unas voces exclamar a lo lejos, como si varias personas se estuvieran acercando. Desesperado, cierro la caja tratando de omitir el ruido y dejar el resto en su sitio. Las voces se perciben con más claridad afuera, y apenas me da algo de tiempo para esconderme tras los libreros, justo entre un callejón de ellos.
—Por favor, no maúlles.
Abrazo a Zooz mientras lo oculto bajo mi camisa, intentando arrinconar mi cuerpo lo mejor que puedo en ese pequeño espacio, esperando que esas personas no decidan explorar más a fondo la habitación.
-¿Y bien? ¿Va a dejarlos entrar?
¿Qué hace él aquí?
Reconozco la voz, ese tono tranquilo y serio al hablar. Es Nathan.
—El palacio quedó vacío. Es la trampa perfecta. Solo tiene que poner un pie fuera y lo atraparemos. —Empiezo a temblar. Krass también está aquí—. ¿Por qué no lo han traído todavía?
¿Por qué ellos...? ¿Por qué están hablando de eso como si lo hubieran planificado?
—Krooz se separó de su grupo. —Le informa Nathan—. Vania dijo que lo tenía localizado, pero después de que se fuera, él huyó a ese lugar.
—Seguro fue a traerlo —dice con calma—. Si es así, será más fácil matarlos a los dos.
¿Los dos? ¿Habla de mí y de mi padre?
—¿Y Eidriene? —Casi brinco de mi sitio cuando menciona su nombre.
—Fue la primera que conseguimos atrapar.
No...
Aprieto mis puños. Quiero gritar.
¿Qué estoy haciendo aquí escondido? ¿Quiénes son realmente estas personas y por qué están haciendo esto?
—Le va a ser muy difícil aceptar todo esto. Ella de verdad aprecia al joven Zov.
—Lo superará —le asegura Krass—. La esperé por muchos años. Hice todo esto. Cuando se lo explique al final lo entenderá. Lo mejor para ella será volver a su casa. Vania se encargará de Teorvek, y las cosas funcionarán mejor que antes.
—Aun no podemos afirmar eso. Si el joven Zov consigue escapar, tendrá la posibilidad de recuperar el reino. Mientras esté vivo, Teorvek le seguirá perteneciendo.
Krass suelta una risa burlona.
—¿Piensas que puede huir? —Los pasos resonando cerca de mí me ponen nervioso—. La guardia tiene respaldada cada salida del palacio. Ni siquiera tiene oportunidad.
—Vania dijo que era un poco bueno luchando. No lo he visto, pero él asegura que es muy hábil. Podría derrotar a la guardia de una entrada y si se lo plantea bien puede escapar.
—Maxif, cállate un segundo. Tus suposiciones me están dando dolor de cabeza. —Consigo respirar con más tranquilidad cuando sus pisadas se alejan—. Sabes perfectamente el tipo de arma humana que es Krooz. Ese muchacho no tiene oportunidad.
—Bueno. Con todo lo que pasó. Quizá Krooz se dejó influenciar por esos sentimientos... —Un golpe en la mesa me hace exaltar.
—¿Qué insinúas? —El tono de su voz me causa escalofríos—. Krooz ha estado practicando cada momento de su vida para matar a Zov. Él mismo me lo pidió. Lo conoces bien, nunca podría escapársele. Consiguió persuadirlo hasta que el idiota cayó. Cuando vaya a buscarlo otra vez con sus engaños, él caerá de nuevo y estará muerto sin haber conseguido pestañear.
Mi corazón se estruja, mi fuerza se debilita dejándome aplastado como si estuviera inerte.
Eso es mentira. Acabo de escuchar mal.
Él no podría... No estuvo fingiendo todo este tiempo. ¡No lo haría!
No puedo creer nada de eso.
Y si eso un poco cierto, y aunque eso sea real, no voy a creerlo.
Él me lo pidió, él me rogó para que confiara.
—Qué niño más ingenuo. Hasta me causa un poco de lástima.
Él no me mintió. Por Dios, no lo hizo.
Cada lugar, cada toque, cada palabra, cada sentimiento. Siempre fueron reales.
Yo le creo, le creo...
¿Por qué está pasando esto?
—Señor... —Una nueva voz se hace presente—. Aquí lo tiene.
No puedo más. Debo escapar.
Con la mano tiritando retiro un libro del estante y al fin puedo ver lo que ocurre tras este. Nathan está parado a un costado de la puerta, en una posición firme, mientras observa como dos hombres uniformados ingresan arrastrando un cuerpo. Lo que más me causa confusión es que tengan puesto el uniforme de la guardia de Teorvek.
Esos hombres no pueden ser nuestra gente.
Krass se acerca al cuerpo que parece más un túmulo de carne arrojado sobre la alfombra. Es cuando empiezo a fijarme mejor en la persona que me doy cuenta de quién se trata.
—Al fin. —De Romaniv se agacha—. Tras largos años de espera, llega el momento en el que puedo presentarme correctamente. Aunque, es una pena que no puedas recordarlo -habla con una amabilidad fingida.
Mi padre no contesta. Su cuerpo sigue inmóvil, está cubierto de tanta sangre que dudo sobre si se encuentra con vida.
—¿Qué pasó? —Él lo sujeta del cabello y le eleva la cabeza—. ¿Te comió la lengua el ratón?
La desesperación me hace sentir un impulso casi incontrolable, y aunque estoy a punto de saltar de mi lugar, logro contenerme, dejándome caer rendido contra la pared. Mis manos se tensan y noto como las lágrimas me empañan los ojos. Ver el rostro desfigurado de mi padre me ha hecho congelar de terror.
¿Eso me va a pasar a mí si me encuentran?
—¿Cuánto tiempo llevas planeando esto? —La voz de mi padre es débil pero clara.
—¿Sabes cuantos años tiene tu hijo?
Regreso a mirar la escena. Me muerdo los labios en una forma de aguantar mi respiración exaltada, mientras respiro repetidas veces por la nariz.
Me duele ver a mi padre así.
¿Qué es lo que él hizo para que Krass volviera de esta manera?
—¿Por qué tardaste tanto?
—Deseaba darte la mejor de las sorpresas.
—Y bien... ¿Qué fue lo que hice? —lanza con burla—. ¿Me lo recuerdas? Sabes bien que lo olvido todo... —Krass arremete con furia, impactando el rostro de mi padre contra el suelo.
—Soportarte fue una de las peores pesadillas que tuve que realizar para llegar a esta noche. Me contuve de muchas formas para no degollarte antes de tiempo... —Un grotesco sonido de la sangre chapoteando contra la piel de su rostro inunda todo el estudio. La mano del rey obliga a mi padre a voltear su cabeza—. Porque verte destrozado así es más satisfactorio.
—¿Entonces voy a morir y ya? —farfulla con la voz ahogada—. Qué absurda venganza.
Krass lo vuelve a recoger, agarrándolo con rudeza de su pelo largo y blanco, el cual ha resultado víctima de su sangre al igual que el resto de su rostro.
—Sí, Esneg. Vas a morir, y lo peor de ello es que lo disfrutarás. Desgraciadamente, hasta tú repudias a tu hijo. Ni siquiera podré regocijarme al verte sufrir por él, porque no pasará.
—Zov ha sufrido a cada momento de su vida. El no poder acercármele ya es una condena. Nunca fui suficiente padre para él, el mejor regalo que puedo brindarle es desaparecer de la faz de esta tierra.
—Lástima que él tampoco podrá disfrutarlo, porque partirá al infierno junto a ti.
Mi padre sonríe mientras lo enfrenta con la mirada.
—No creo que tu hijo permita eso.
—No conoces a mi hijo —escupe con frialdad—. El odio que le tiene a ese muchacho lo alimentó hasta este día. Krooz es un hombre capacitado, sabe cómo mentirles a las personas y también como enamorarlas. Se entrenó muy bien para eso —celebra con orgullo—. Por eso, el pobrecito de tu hijo aún debe creer cada palabra que salió de su boca.
—Los he visto, no se puede fingir hasta ese punto.
—¿No? —pregunta, divertidov. ¿Y qué dices de Vania? ¿Acaso no hizo lo mismo contigo?
En lo poco que puedo distinguir de aquel rostro ensangrentado, veo un gesto de sufrimiento, muy ajeno al físico que ha recibido.
—No está. —Alguien irrumpe en el estudio—. El joven de Gienven ha desaparecido.
—¿Y Krooz?
—Ya regresó. Le ordenó a su grupo ingresar para que buscaran al joven, pero sigue sin aparecer.
—Llévenlo afuera —dice simplemente el rey.
—Señor, yo iré por Krooz —le informa Nathan.
—No es necesario. De Gienven ya debe haberse dado cuenta de lo que ocurre, pero aún confía en Krooz. Lo tiene que estar buscando. Es mejor que esté solo para que no estropeen sus planes.
—Sí, señor.
—No durarás mucho, Esneg. Necesito tu cabeza para clavarla encima de mi bandera y colocarla en tu precioso palacio. Cierto... —razona con satisfacción—, ya no es tuyo.
Se levanta recuperando su compostura y procede a emprender su camino fuera. Los demás hombres se encargan de arrastrar a mi padre y, cuando veo el corte en sus talones, entiendo por qué no ha podido escapar. Al escuchar sus pasos alejarse al fin puedo respirar con naturalidad.
Esto se siente como una maldita pesadilla.
Muy pronto van a matar a mi padre, tienen secuestrada a Eidriene y me están buscando a mí para matarme... Krooz me está buscando para matarme.
¿Él me odia? ¿Es verdad todo lo que ellos dijeron?
Estoy sudando y el pelaje de Zooz me hace cosquillas en el pecho. Lo retiro para analizarlo, parece indiferente a todo lo que acaba de ocurrir.
—Lo has hecho bien pequeño. —Acaricio su pelaje—. Vamos a salir de este lugar, te lo prometo.
Aunque la verdad es que estoy atrapado. Los malditos han convertido el palacio en una jaula solo para mí. ¿A dónde se supone que vaya ahora? Ni siquiera tengo con que defenderme.
Si tan solo consiguiera regresar a mi habitación, quizá las garras me sirvan de algo.
Tengo que ir, debo volver. Pero tengo las piernas tan temblorosas que no puedo ponerme en pie.
—Promete que me apoyarás una vez más y no me expondrás.
Los grandes ojos de Zooz me analizan. Está callado y tampoco es un gato muy ruidoso.
Lo haré. Tal vez lo consiga.
Al menos ahora sé que si me encuentro a Krooz, debo huir de él.
Logro llegar hacia uno de los extensos y amplios corredores, cuando una figura aparece a la lejanía. La vislumbro mientras me oculto tras una columna y tras unos segundos me percato que se trata de Dove, al saberlo un alivio inmenso me embarga. Corro hasta él, pero al notarlo, me apunta con una pistola.
—Dove, soy yo. Soy Zov.
Seguimos en oscuridad total, sé que me confundió.
—¿Señor? —exclama esperanzado.
—¿Dónde estabas...? —Me quedo perplejo cuando él se lanza a mí y me abraza.
—Por Dios, señor. Creí que también lo perdería a usted.
—Estoy bien —musito, él está temblando—. ¿Qué ocurrió? ¿Dónde te escondiste?
—Sé que estoy preparado para esto, pero hace mucho tiempo no había vivido nada igual... Discúlpeme. —Se aleja de mí—. Fue la última vez que subí a su habitación para dejar a Zooz. Cuando regresé la gente estaba tirada y no encontré a su padre ni a su hermana. Había tanto silencio y solo supe qué ocurría cuando miré por las ventanas. Ledya nos está atacando, señor.
—Ya lo sé.
—¿Cómo lo sabe?
—Estuve en el estudio de mi padre. Fui a buscar un arma y luego ellos llegaron. Dijeron que tienen a Eidriene, y que matarán a mi padre y a mí.
—No voy a permitir que lo encuentre a usted. Si lo matan, el reino estará bajo mando de Romaniv.
—Es por lo que necesito huir —le anuncio angustiado—. Incluso Krooz me está buscando para matarme.
—Yo... lo siento mucho, señor —habla con pesar—. Al parecer vinieron aquí con esos planes. Pero no lo permitiré. Sé muy bien como camuflarme, no nos decían sombras en vano. Venga conmigo.
—Si logramos salir, ¿a dónde podríamos huir?
—Todavía no estoy seguro —se lamenta, parece frustrado—. Algo se me ocurría. Toda la guardia pertenece a Ledya y se han infiltrado como ejército en Gienven.
—No podemos salir sin saber a dónde escapar.
—Lo siento, señor. —Se pega el arma al pecho—. Es que ha pasado mucho tiempo desde la última vez y esto me pone nervioso.
Poso mi mano sobre sus hombros. Los ojos oscuros de Dove están cubiertos de lágrimas. Es normal que esté asustado, y eso que aún no sabe del estado de mi padre.
—¿Nunca viste nada extraño? La guardia de la casa no pudo haber sido remplazada de un día para otro.
—Tengo la sospecha de que los fueron integrando de manera individual, y quizás mataron a los demás hombres.
—¿Hay alguna guardia escondida en otra ciudad?
—Sí. —Asiente emocionado—. De hecho, la más cercana está en Tomvark. De poder llegar ahí estaríamos seguros. Incluso podríamos organizar a los demás. El ataque ha sido silencioso y creo que es con el único propósito de no alarmar a las demás guardias. Quieren estar seguros de que Teorvek les pertenezca antes.
—Bien entonces. Vamos a ir a Tomvark y haremos eso. Primero debo salir de aquí para por lo menos tener una oportunidad. —De repente me surge una duda—. Pero... Eidriene sigue siendo la sucesora. ¿Por qué la tienen a ella? Digo... Krass no mencionó nada sobre asesinarla. Además, dijo que tendría que acostumbrarse.
—Quizá quieren aprovecharse de ella por ser un blanco más fácil. Y si tiene un hijo con Krooz todo estaría arruinado porque ese poder pasaría directo a él... Es lo que quiere —insta con seguridad—. Quiere usar a la señorita para que todo le pertenezca legalmente.
Me quedo en silencio un rato porque la suposición de Dove me ha lastimado. Empiezo a ver las cosas más claras. Por eso él nunca se enamoró de ella ni le interesó que estuviera con otras personas. Por eso él se apegó más a mí, para invalidar mi fuerza mental y emocional.
Las respuestas siempre estuvieron ahí, y yo fui un estúpido que se cegó por el cariño sintético que él me entregó. Su padre lo dijo. Krooz estuvo esperando este momento toda su vida, y yo fui una ficha más del tablero, la cual supo mover bien. Me vulneró hasta que no me quedó más que mi amor hacia él.
Y a pesar de que las cosas encajan a la perfección, mi corazón se sigue negando aceptar esa verdad. Aún quiero creer un poco en él. Hasta verlo voy a confiar en lo que me ha dicho.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro