Capítulo 29: Rescate
¡No podía pararle! Luffy corría tras su hermano, pero estaba seguro que si en algún momento dejase de correr, le perdería de vista, porque Ace no iba a frenar hasta llegar al castillo de Doflamingo y rescatar a Law.
- ¡ACE! – gritó su hermano a la espalda – cálmate, Ace, llegaremos y...
- Puedes parar a descansar si quieres – fueron las únicas palabras que recibió de su hermano.
- ACE, hay muchos enemigos delante, sólo... - frenó en seco Luffy, dispuesto a averiguar qué narices era lo que estaba ocurriendo allí -. ¿QUÉ NARICES TIENES CON LAW? – preguntó a gritos.
La carrera de Ace empezó a frenar, sus piernas se ralentizaron hasta que finalmente, se detuvo a escasos metros de su hermano. No se dignó a girarse, no quería verle en ese instante, con sus ojos medio llorosos por la preocupación que cargaba por aquel estúpido que prefería morir con tal de obtener su venganza.
- Él... no lo sé – susurró Ace – no sé qué es lo que tenemos – susurró – me gustaría darte una respuesta más clara pero es que no tengo ni idea. Cuando está cerca... siento una atracción demasiado fuerte como para evitarla, él es la parte que me complementa. Cuando no está cerca, mi cabeza sólo piensa en él y cuando está cerca... todo mi cuerpo se enerva. Supongo... que me he enamorado y es raro, porque no debería haber ocurrido, yo no quería enamorarme de nadie pero pasó, simplemente... pasó. Y de todos los malditos piratas que hay en el mundo, tuve que hacerlo del más vengativo y bastardo del Grand Line.
Luffy se quedó helado ante aquellas palabras. Escuchar a su hermano asimilar algo así era raro. Ace no era de los que hablasen de sentimientos. Cuando partió de su pueblo, simplemente dijo que quería ser libre, vivir aventuras, ser capitán... ser Rey de los piratas. En algún momento de su travesía todo cambió. Conoció a Barbablanca y renunció a ser Rey de los piratas, quería convertir a su capitán en ello. En algún otro momento... debió encontrarse con Law, ese crío vengativo al que acabó agarrándole cariño hasta convertirse en ese amor enfermizo que los dos tenían y mantenían, porque eso es lo que hacían... mantenerlo en secreto como fugitivos en un mundo cruel.
- No tenías por qué esconderlo de mí – susurró Luffy – si quieres estar con él, yo siempre te apoyaré. Eres mi hermano. Sólo tenías que decirme que era importante, Ace – sonrió Luffy – voy a rescatarle, así me cueste la vida a mí, voy a devolvértelo.
- No, Luffy, no quiero que tú mueras. Si la cosa se complica, sólo prométeme que contactarás con toda tu tripulación y saldréis de esta isla. Yo voy a ir a por Law.
- ¿Qué me ocultas? Vamos, Ace...
- Es un asunto privado de Law, no tengo por qué hablarte de este tema, Luffy, lo siento.
- ¿Crees que yo diría algo?
- No lo creo, lo sé – sonrió Ace – eres muy malo guardando secretos.
- Ace, por favor. ¿Contra qué nos enfrentamos?
- Es una venganza personal suya.
- ¿Una venganza? Vale, eso puedo entenderlo.
- Cuando era niño, le diagnosticaron la enfermedad de plomo Ámbar. En tres años moriría. Toda su ciudad fue masacrada pese a que la enfermedad no era contagiosa. Supongo que las naciones vecinas tenían miedo. Law sobrevivió, escondido entre cadáveres y llegó a las puertas de la banda de Doflamingo. De ellos aprendió todo lo que sabe en cuanto a técnicas de combate y estrategias.
- Eso puede ser bueno, conoce a toda la tripulación, podría hacerles frente.
- Sí, pero no es la tripulación lo que me asusta, es Doflamingo. Él siempre deseó a Law, lo quería como su comandante. Era astuto, un gran estratega, hábil en su forma de luchar y sobre todo... era como él, tenía una sed de sangre desmesurada, al menos hasta que conoció a Corazón y éste se interesó en tratar de salvarle a toda costa. Fue quien le alejó de la banda, quien le enseñó otra manera de vivir, quien luchó por encontrar la "Ope Ope" y darle una oportunidad. Le arrebató la fruta a su propio hermano y lo pagó con la vida. Law no perdonará algo así jamás. Está aquí para destruir a Doflamingo por lo que le hizo a Corazón. Ha planeado su venganza durante años, Luffy, y no va a parar. No quiero que él muera por esta venganza y me asusta... porque sé que es como yo, sé que daría su vida con tal de completar su objetivo. No puedo perderle... no a él después de lo de Barbablanca.
Los ojos de Luffy observaron cómo algo caía contra el suelo. ¡Su hermano lloraba! No podía verle, seguía dándole la espalda, pero las lágrimas estaban cayendo contra el suelo. Pocas veces había visto a su hermano así. Con la muerte de Sabo, cuando él estuvo a punto de morir aquella noche de niño por enfrentarse a un animal salvaje, porque Ace no quiso ayudarle y... lloró toda la noche sintiéndose culpable de aquello, prometiéndose a sí mismo que jamás volvería a dejarle solo.
- Voy a sacar a Law de ahí, así tenga que darle de puñetazos hasta que entre en razón – se enfadó Luffy – pero no va a morir, no vas a perderle, porque no voy a permitirlo.
***
La puerta estalló en mil pedazos, dejando entrar una gran bocanada de fuego que dejó perplejos a todos los integrantes de la banda de Doflamingo. Ni siquiera él se esperaba que atacasen de frente como lo habían hecho, pero al ver las botas de Ace entrando por la puerta, se dio cuenta de que era muy parecido a su hermano. Impulsivo. Eso le hizo sonreír.
- ¿Pero qué narices haces? – preguntó Law, sentado en aquella silla de comandante, esposado a los brazos y herido.
- Rescatarte – susurró Ace.
- Ace... me estás atrayendo a todos los enemigos a mi preciada isla. ¿Sabes cuánta gente anda buscándote? Tu recompensa cada vez sube más. Akainu está ofreciendo cifras desmesuradas por tu cabeza y... Barbanegra anda desesperado con encontrarte y tú estás aquí... jugando a las venganzas con este chiquillo. Vamos... no podéis vencerme, pero aún estáis a tiempo de que os perdone. Podríais uniros a mí y...
- Cállate ya. Sé muy bien todos los enemigos que me siguen – dijo Ace – pero ahora mismo, no tengo tiempo para pensar en todos ellos. Sólo me interesas tú.
Sus llamas eran intensas y eso le gustaba a Doflamingo. Todo el mundo estaba buscando a ese chiquillo. La Marina quería ejecutarlo, los Nobles lo querían como esclavo como si fuera un artículo de lujo tener al segundo comandante de Barbablanca y... el único hijo de la sangre del Rey de los piratas. Por otro lado, la mayoría de las tripulaciones lo querían trabajando para ellos y eso también contaba a los emperadores del mar. Kaido, que siempre tuvo una rivalidad con Barbablanca, ahora veía la opción de arrebatarle a su segundo comandante, a lo que ese hombre más amaba.
- Ace, vamos, negociemos, sabes que no saldrás vivo de la isla con todos los que te buscan. Si te unes a mí, Kaido se quedará tranquilo y él es capaz de enfrentarse a los Marines y a quien sea con tal de protegerte.
- No necesito protección. Libera a Law ahora mismo.
- Jamás – sonrió Doflamingo, iniciando el ataque.
Ace permaneció inmóvil pese a que sus llamas seguían ganando terreno, subiendo por las cortinas, quemando todo a su paso. ¡Estaba enfadado! Law lo sabía bien. Se la habían intentado jugar al secuestrarle, lo habían hecho frente a sus narices y eso le había molestado mucho.
Los hilos estaban a punto de alcanzarle, sin embargo, una barrera se levantó frente a él. Luffy y Bartolemo aparecían por detrás, tratando de llegar a Law mientras Ace se ocupaba de mantener distraído a Doflamingo. De aquel coliseo, Luffy se llevaba unos cuantos aliados que estaban dispuestos a terminar con el reinado de terror de ese pirata. Entre ellos... el más raro era Bartolomeo, quien le llama "Senpai" como si fuera su maestro. Parecía muy fanático y sobre todo... no había dudado ni un segundo en lanzarse a ayudarles cuando Ace y Luffy le propusieron ir al rescate de Law.
- Luffy, maldita sea, busca la puta llave – se quejó Law al ver pelear a Ace contra Doflamingo.
- ¿Qué crees que hago?
- Cuidado – gritó Bartolomeo, poniendo una de las barreras frente a ellos al sentir el ataque del resto de comandantes, sin embargo, el que les había atacado, salió despedido por la ventana de un fogonazo de Ace.
- Llévatelo, Luffy.
- Pero no encuentro la llave – se quejó Luffy hacia su hermano.
- Sólo sácalo. Rompe la silla y llévatelo. No puedo pelear bien si tengo que cubriros.
- ¿Qué dices, pedazo de imbécil? – preguntó Law, enfadado con esa decisión, porque no pensaba dejar a Ace allí solo con Doflamingo – no pienso moverme de aqu...
No pudo acabar la frase cuando sintió que Luffy lo cargaba al hombro tras destrozar la silla y echaba a correr hacia la ventana.
- ¡LUFFY! DA LA VUELTA AHORA MISMO – le ordenó, aunque el energúmeno ya había saltado y estaban cayendo.
- ¿Ace-Sempai? – preguntó Bartolomeo al ver lo más aterrador de todo por las ventanas.
Ace sonrió. De allí no podría escapar, lo sabía bien. Doflamingo tenía toda la razón del mundo, tenía demasiados enemigos. Era el maldito segundo comandante de uno de los emperadores del mar. Puede que ahora ese título se hubiera perdido, que lo hubiera autoproclamado Barbanegra como tal, pero... él haría realidad su venganza. Recuperaría el título para sus compañeros, recuperaría los territorios perdidos y pondría en marcha la flota de Barbablanca una vez más. Sin embargo, todos sus enemigos no se lo iban a poner nada fácil.
Doflamingo sonrió al ver por las ventanas todos aquellos barcos que llegaban a su isla. Todos querían lo mismo. La Marina, los nobles, los emperadores del mar...
- Estás bien jodido, Ace – sonrió Doflamingo – sabes tan bien como yo que no podrás huir de esta isla. Todos te están buscando. Tienes demasiados enemigos. Vamos, chico, sé inteligente y no acabes como tu capitán. A veces las alianzas deben romperse para formar nuevas.
- No voy a romper mi alianza con Law ni con mi hermano. ¡Bartolomeo! Necesito que me hagas un gran favor, sólo puedes hacerlo tú.
- Lo que quiera, Ace-Senpai.
- Escucha bien lo que vas a hacer...
***
- ¡Luffy, joder! Te he dicho que vuelvas, tu hermano estará en peligro si no le ayudamos.
- ¿Crees que no lo sé? – preguntó Luffy aguantando las lágrimas, sin embargo, no cesó en su huida. Iba a poner a salvo a ese pirata como le había prometido a su hermano. Además, Ace era fuerte y supo que estaba bien cuando la mitad del edificio a su espalda entró en llamas, consiguiendo que Doflamingo saliera hacia el cielo, enganchando sus hilos a las nubes – no subestimes a Ace, jamás – desafió Luffy.
- No le subestimo, nunca lo haría pero hay que pelear, es ahora o nunca. Los tres podemos lograrlo.
- Necesito primero quitarte las esposas o no podrás utilizar tu habilidad.
- ¿Y dónde está la llave?
- En el campo de girasoles.
- Eso es inmenso. ¿Cómo la encontraremos?
- La tiene un comandante o mejor dicho... la tenía. Ahora Rebecca está viniendo hacia aquí para traerla. Hay que encontrarnos con ella y recoger la llave.
- ¡Jo-der! – dejó escapar Law al ver lo que venía por el mar, lo que hizo que Luffy frenase de golpe a mirar el agua llena de barcos piratas, buques de guerra de la Marina y hasta barcos de la flota de los emperadores.
- No vienen por Doflamingo, ¿verdad? – preguntó Luffy preocupado.
- Vienen por Ace – susurró, sintiéndose impotente, porque no podría protegerle de todo lo que venía -. ¡Maldita sea! Si no escapa ahora... van a atraparle.
- Entonces tenemos un problema, porque mi hermano jamás se echa atrás cuando está peleando. Si quieres que escape rápido, hay que acabar con Doflamingo.
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