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Capítulo 21: Adiós

Acurrucado sobre su cama, pensaba una y otra vez en las palabras de su compañero. Todo parecía volver a la normalidad, pese a que todo había cambiado. Su padre ya no estaba en el barco, Law se marcharía con su tripulación y él...

Tocó con sus dedos la cicatriz de su pecho. Un agujero se creó en él y ahora aunque lo habían cosido, la cicatriz era enorme. Su tatuaje de Barbablanca en su espalda se había destruido, ese tatuaje era su mayor orgullo y apenas quedaba nada visible. ¿Qué ocurriría ahora? ¿Qué debían hacer?

Pelear ellos solos contra Barbanegra sería una locura, perderían sin remedio y no estaba totalmente recuperado. Marco era un buen comandante y uno de sus mejores amigos, podría navegar bajo sus órdenes sin problemas pero su objetivo se había desvanecido. Quería convertir a Barbablanca en el Rey de los piratas y ahora muerto... ya no podría hacerlo.

Tampoco es que hubiera tenido demasiada relación con Law desde que ambos habían pisado el "Mobi Dick". Todos sus compañeros estaban deseosos de celebrar que seguía vivo, por lo que Law se mantuvo al margen prácticamente toda la celebración pese a que él era con el que más deseaba estar.

- ¿Va a ser así siempre, Law? – se preguntó a sí mismo.

Fugitivos en playas desiertas. En eso se iban a convertir los dos. ¡No! Ya lo eran. No podía ir con Law, él no podía quedarse... dos amantes destinados a estar separados y verse como si fueran delincuentes en lugares alejados. Jamás conoció a la tripulación de Law, tampoco habría hecho nada inapropiado frente a ellos o en su barco como Law mantenía las distancias con él frente a los suyos. La mayoría de ambas tripulaciones ni siquiera sabía que tenían esa clase de relación y sería complicado si se enterase demasiada gente. El amor era una debilidad, cualquiera de los dos moriría por el otro. ¡Amarle... era demasiado arriesgado!

El sonido de alguien tocando a su puerta le hizo incorporarse con rapidez. Pensó en Law, ¿cómo no hacerlo? Era al que más deseaba ver, era la persona con quien quería compartir cada segundo de su vida. Con esa ilusión en su rostro y una dulce sonrisa, se levantó para abrir la puerta. ¡No era Law! La decepción llegó de lleno a su rostro, borrando toda señal de alegría y provocando que su compañero se sintiera indeseado.

- Vaya... tu alegría me desborda – sonrió Marco al ver cómo su compañero se había helado ante su presencia.

- Lo siento, no... no me lo tengas en cuenta. Me alegro de verte igualmente es sólo que...

- Esperabas a otra persona. Lo entiendo perfectamente.

- ¿Qué estoy haciendo, Marco? – preguntó Ace antes de alejarse de la puerta, permitiéndole entrar al primer comandante y que cerrase la puerta tras él.

- Ace, eres un gran comandante y la verdad... es que no se me ocurre nadie mejor que tú para dirigir la flota de Barbablanca, pero también sé que tienes más cosas en la cabeza y que no quieres seguir el legado de... bueno... de tu padre biológico.

- Si me hiciera cargo de la tripulación... tendría que decirle adiós definitivamente a Law. No puedo dejar que mis sentimientos os pongan en problemas pero... tampoco puedo dejaros tirados y eso sigue implicando que lo mío con Law no va a ningún lado.

- Vete con él – susurró Marco ante la sorpresa de Ace.

- No puedo. Juré lealtad a Barbablanca, a todos vosotros... sois... mi familia y... no es decisión mía, Law no me lo ha propuesto ni lo hará. Además, él tiene sus propios objetivos y no tienen nada que ver con los míos.

- Y aun así quieres ayudarle. Sé que no vas a dejarle solo con Doflamingo.

- Tampoco os puedo pedir que entréis en una guerra que no es vuestra. Iba a ir yo solo con él, ayudarle y regresar con vosotros, pero supongo que necesitaré tu permiso primero para hacerlo. Ahora tú eres el capitán.

- Provisional, ya lo sabes, me gustaría que tú tomases el mando de la flota.

- Yo no soy Barbablanca – susurró frustrado.

- Eras su favorito, te consideraba como su propio hijo y lo sabes, siempre fuiste especial para él, lo has sido para todos nosotros. Todos aquí te seguirían hasta el fin del mundo. Debes decidir.

- Déjame ayudar a Law con Doflamingo y te prometo que luego haré lo que quieras. Por favor – casi suplicó Ace.

- Tenemos un trato entonces. Marcharemos hacia la ciudad natal de Barbablanca, allí te esperaré cuando acabes lo que queráis hacer Law y tú en Dressrosa.

Marco sonaba tan agotado, estaba convencido de que deseaba volver a ser sólo el primer comandante o quizá... creía que con Ace al frente todo estaría mejor, que la familia se uniría más, no estaba seguro, pero había conseguido ganar algo de tiempo para ayudar a Law en esa venganza. Conocía demasiado a Law, seguramente... él ni siquiera pensaba regresar, habría dado su vida por esa venganza, todo su cuerpo y su mente se mantenían vivos para cumplir esa venganza. Él podía ayudarle, pero sobre todo... podía intentar conseguir que no muriera allí en esa tierra lejana a manos de un Shichibukai.

- Por cierto, he visto a Law en cubierta hace un rato, llevaba una mochila – informó Marco de aquel suceso, lo que provocó que Ace saliera corriendo del cuarto en su busca.

El pesado barco se zarandeaba con las olas, llevando el cuerpo de Ace de una pared del pasillo contra la otra en el proceso de subir a cubierta. Ni siquiera en las escaleras consiguió estabilizarse, pero no le detuvo en su marcha. Como Marco dijo, allí estaba Law, metiendo su mochila en una barca del Mobi Dick.

- ¿Qué coño haces? – le gritó Ace -. ¿Te largas? ¿Así sin más?

- Estás con tus compañeros, ¿qué quieres que haga? Te he traido de vuelta.

- Esperaba... no sé...

- ¿Que me quedase? – preguntó con un tono rudo.

- Que me pidieras que te acompañase.

- Al lugar al que voy no puedes venir conmigo.

- Ahora eres tú el que tiene secretos conmigo.

Los dos detuvieron la discusión unos segundos. Pocas veces estaban en los barcos con sus tripulaciones, pero cuando algo así ocurría, eran habituales las discusiones. Casi como si fuera más fácil discutir que decir adiós, en ese círculo vicioso entraban una y otra vez, todo estaba bien hasta que uno de los dos debía marcharse.

- ¡Dios! Siempre haces lo mismo – se quejó Ace – vienes aquí, me convences de que tenemos que ser como una pareja, decirlo todo y luego... ¿Qué haces tú? Te largas sin siquiera despedirte.

- Estabas ocupado con tus compañeros.

- No me vengas ahora con esas cosas, son compañeros, son mi familia pero a ti te amo.

Se sorprendió Law ante aquello. Ace jamás había dicho algo semejante en su barco donde cualquiera pudiera oírle.

- Ace... no puedes venir conmigo.

- ¿Qué vas a hacer? ¿En qué estás pensando?

- ¿Quieres venir conmigo a Dressrosa y ayudarme con Doflamingo?

- Sí – le aclaró Ace – claro que sí, acabo de hablar con Marco, me da permiso para ir contigo a solucionar tu problema con ese... flamenco emplumado. Lo quemaré hasta que no queden ni las cenizas de él si con eso acabo con tu oscuridad.

Una sonrisa apareció en Law, una que calmó unos instantes a Ace antes de que éste se acercase a él y pusiera sus dedos en las mejillas del menor.

- Confía en mí... voy a llevarte a Dressrosa, no voy a dejarte en la estacada si quieres ayudarme, pero no puedes acompañarme ahora. No voy a Dressrosa.

- ¿Por qué tanto secretismo, Law?

- Voy a hacer... lo que tengo que hacer para localizar un lugar, y cuando tenga todo en orden, regresaré a por ti. Sólo... confía en mí, por favor.

Su frente adelantó unos centímetros, cubriendo el espacio con la de Ace hasta tocarla. Sus dedos todavía rozaban las suaves mejillas del menor y éste mantuvo los ojos cerrados al sentir la cercanía del rostro de Law. ¡Claro que confiaba en él! Le quería demasiado como para no hacerlo y sabía que era inteligente. Tenía un plan y quizá no podía o no quería contárselo, pero no implicaba que no contase con su ayuda.

- Maldita sea, Law... - susurró Ace.

- Lamento no poder ofrecerte nada más que esto, Ace. Encuentros fugaces, romances escondidos, amores complicados...

- Somos de bandas diferentes, Law, no podemos evitar esto. Estamos destinados a ser rivales y aun así... no puedo evitar amarte.

- Estás en casa, Ace – sonrió Law – para mí eso es suficiente por ahora. Con ellos estarás a salvo hasta que vuelva y luego hablaremos de Dressrosa. Supongo que una alianza momentánea no estará mal.

- No soluciona que seamos rivales compitiendo en el mismo mar.

- Supongo que no – sonrió – pero nos dará algo de tiempo para pensar las cosas.

***

Ya no sólo Marco, sino la mitad de la tripulación miraba aquella escena bajo la intensa lluvia que se había desatado en cubierta. A Ace y a Law no parecía ni inmutarles, seguían mojándose, tan cerca el uno del otro que hizo a más de una suspirar como una adolescente enamorada al ver la escena.

- Ese romance no puede acabar bien – susurró Jozu, el tercer comandante de la tripulación.

- Me recuerdan a Romeo y Julieta – exclamó Izo, uno de los más leales, comandante de dieciseisava división – condenados a no estar juntos.

- Vale ya, chicos... dadles un poco de intimidad.

Marco dio un par de palmadas captando la atención de todos para que se retirasen y dejasen a los dos a solas. Aun así, lo máximo que consiguió fue que todos agachasen la cabeza, se escondieran tras las escaleras, se sentasen y empezasen un debate a escondidas de Ace.

- ¿Qué creéis que hará Ace? – preguntó Izo.

- Yo de él tomaría el mando de la nave, es el más indicado para el puesto.

- Ya pero... eso le alejaría de Law definitivamente y...

- Dejad de debatir sobre el segundo comandante, hará lo que tenga que hacer – intentó concluir Marco.

- No se va a marchar, ¿verdad? – preguntó Izo – aquí todos le adoran y es de la familia, le necesitamos.

- Me ha pedido permiso para arreglar unos asuntos de Law, pero luego regresará. Y encima me ha dejado a mí el problema de decidir qué hacer con él.

- ¿Está dispuesto a asumir el mando? – preguntó Jozu con una sonrisa triunfante.

- Sí... si se lo pido – miró Marco aquella escena frente a él, un conmovedor beso de despedida bajo la intensa lluvia, un beso del que ninguno quería separarse y eso le dolía, porque una parte le decía que lo mejor era que Ace se ocupase de la tripulación y otra parte... quería verle feliz con Law. Resopló. Era una difícil decisión.

- ¿Capitán? – preguntó Jozu al verle contemplar la escena - ¿Qué hará con Ace?

- Aún no lo sé. Tengo que pensar si hay alguna solución para que no estén separados pero a la vez... se mantenga en la banda.

- Es complicado, no puedes estar en dos bandas a la vez.

- Lo sé. Tampoco creo que Ace quiera dejar la banda sin ajustar cuentas con Akainu y Barbanegra. Siendo sincero... pocos piratas son capaces ahora de hacerles frente y sabe que va a necesitarnos.

- Ace siempre ha tenido un sentido del deber único – sonrió Izo – no quiere dejarnos, nos quiere y nos considera su familia, pero su corazón está dividido ahora mismo entre la banda o el hombre al que ama. No puede tener ambos. Es tan romántico – susurró volviendo a mirar la escena, esta vez con Law subiendo al bote.

Todos agacharon la cabeza al mismo tiempo, escondiéndose tras las maderas al otro lado de las escaleras cuando Ace giró el rostro para volver dentro. Ni siquiera fue consciente de que todos los suyos le observaban con detenimiento y se ocultaban para evitar ser descubiertos.

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