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Capítulo 16: Sentimientos desvelados

- ¿Por qué me miras así? – preguntó Ace con una sonrisa al ver la cara de tonto que se le había puesto a Law.

- Porque eres un mal paciente. Nunca me haces caso a nada de lo que te digo.

- Eso no es cierto, oigo todo lo que dices.

- Pero no me escuchas – sonrió – y si lo haces... entonces es que te da igual y sigues haciendo lo que quieres. Eres tan indomable como el mar, tan impredecible como entrar en el Gran Line.

- Por eso mismo te gusto – dejó escapar Ace, sacando una sonrisa por parte de Law – adoras el Gran Line, el Nuevo Mundo, ser pirata, ser cirujano y capitán, además... como capitán ya debes saber muy bien que odiamos que nos den órdenes.

- Te doy órdenes como tu médico.

- Son órdenes, sabes que odio que lo hagas, además no eres médico, eres cirujano.

- No intentes darle la vuelta a todo, Ace. Si me hubieras contando lo de Barbanegra, sabes...

- ¿Que habrías venido conmigo? ¿Dejando a tu tripulación y tu aventura? – preguntó Ace extrañado – no puedes abandonar todo por lo que has luchado sólo por un asunto personal.

- Aquel día en el barco, cuando celebraban que estaba curado, tú no estabas para fiestas y me hiciste una pregunta, pero sé que no era eso lo que te preocupaba realmente. ¿Era por Barbanegra por lo que decías que no eras un buen comandante?

Por el gesto que hizo Ace al recostarse contra la pared de la cueva, supo que había dado en el clavo. Cruzó sus brazos sobre su pecho y eso era sin duda alguna una medida defensiva suya, como si intentase crear un espacio entre ambos porque no le gustaba el tema.

- Ace – le llamó Law – sabes que te quiero, que haría lo que sea por ti, pero no puedo ayudarte si no me cuentas qué está ocurriendo.

- No necesitas saber todo de mi vida, Law.

- Entonces no me parece justo, tú sabes todo de mí. Tú siempre me estás ayudando.

- Es diferente.

- ¿Por qué es diferente? Cuando quieres a alguien, sientes la necesidad de estar a su lado y ser también un apoyo para él, pero no siento que yo lo sea para ti.

- Me has salvado la vida. ¿No te parece suficiente apoyo?

- Te he salvado la vida... como tú me salvaste cuando me moría, como tú me sacaste del edificio de los Marines para salvarme una segunda vez, como ahora estás aquí intentando cubrirme de Doflamingo, como apareciste cuando Corazón murió para ser ese hombro en el que llorar, pero tú nunca te dejas ayudar. Haces todo por tu cuenta y lo entiendo, no quieres que la gente que te rodea y a la que amas mueran por tu culpa, así que nos alejas de tus problemas, pero yo no voy a permitir que lo hagas. Más vale que te vayas acostumbrando a eso.

- No soportaría que murieras – dijo finalmente Ace – no quiero volver a ver morir a nadie que me importe, no después de lo de Sabo, ya perdí a un hermano, no puedo permitirme perder a más gente, Law, así tenga que morir yo en lugar de ellos.

- Te quiero, Ace.

- ¿Por qué siempre me repites eso una y otra vez?

- Porque no pareces creértelo, das por sentado que todos tienen que odiarte por...

- Por tener esta sangre sucia y asquerosa, porque por mis venas corre la sangre del Gold D. Roger, porque todos quieren verme muerto – sollozó.

- Te ganaste el respeto de los tuyos, todos te adoran, tu hermano te quiere con locura y yo te amo, me da igual tu sangre o de quién seas hijo biológico, yo sólo veo a Portgas D. Ace, comandante de la segunda división de Barbablanca, por el que todos han venido hasta aquí porque te aprecian tal y como eres, tú te ganaste a todos por como eres. ¿Por qué te cuesta tanto creer en mis palabras y mis sentimientos? Yo no voy a abandonarte, no dejaré que te maten y me daría igual dar mi vida si te salvo a ti y saber que tú harías lo mismo por mí, me alegra al mismo tiempo que me preocupa – sonrió Law.

- ¿Y si te confundes, Law? ¿Y si no me quieres realmente? ¿Y si sólo es sexo?

- Si sólo fuera sexo habría pagado a una fulana para satisfacerme en la siguiente isla, Ace, no habría robado un barco de la Marine ni habría ido a por ti. Demasiado esfuerzo y peligro para un polvo – se quejó Law con una arrogante sonrisa - ¿Sigues dudando? Porque puedo darte mil razones para amarte precisamente a ti.

¡Un arrebato! Es lo que Ace tuvo en aquel momento tras escucharle, un simple arrebato que le hizo incorporarse con rapidez y tirarse sobre él, sentándose encima y pasando sus brazos tras su nuca, uniendo sus labios a los de aquel moreno que se dedicó a corresponder aquel brusco gesto que le pilló un poco por sorpresa al principio.

Law cerró los párpados y ralentizó aquel impulsivo beso, tratando de hacerse con el control del ritmo. ¡Ni siquiera en el sexo le gustaba dejarse mandar! Pero reconocía... que con Ace habría cedido en lo que fuera con tal de tenerle. Elevó sus manos, acariciando con sus yemas las mejillas de Ace antes de agarrarse firmemente a cada lado de la parte alta de su cuello, manteniendo así la cabeza de Ace en la posición que él deseaba, dándole a entender que también deseaba aquel momento.

¡Temblaba! Todo el cuerpo de Ace lo hacía de forma violenta, incapaz de parar y eso mismo fue lo que le llevó al moreno a posar su mano sobre la frente. Ni siquiera la primera vez que tuvieron sexo y pese a ser los dos un par de inexpertos, había temblado de aquella manera, por eso mismo, Law supo que algo ocurría.

- ¡Tienes fiebre! – susurró Law junto a sus labios.

- Tengo frío – susurró Ace, buscando todavía el calor del cuerpo de Law.

- No deberías forzarte en esta situación.

- Law... llevo deseando estar contigo desde la última vez que nos despedimos, así que no me detengas ahora por un poco de fiebre.

- ¿Un poco? Estás ardiendo.

- Estoy bien, entraré pronto en calor.

- Como tu médico tengo que decirte que deberías descansar...

- ¿Y como novio? – preguntó Ace, diciendo aquella palabra que jamás ninguno de los dos se dijo.

¡Jamás hablaron de qué eran! Tan sólo se encontraban a veces, tenían sexo en playas desiertas, junto a las olas y en oscuros callejones de ciudades. Incluso Law abrió los ojos al escuchar aquella palabra que jamás esperó escuchar. "Novios" era una palabra que sonaba tan rara en sus bocas y que, por un instante, hizo dudar a Ace sobre si había metido la pata al decirla. Era posible que Law no quisiera algo formal, no quisiera sentirse atrapado en una relación forzada y, sin embargo, no había podido evitarla.

- Lo siento, no quise decir algo así – Ace giró el rostro hacia otro lado e inició el movimiento para alejarse de Law, pero éste se lo impidió.

- Ey – le susurró, tomando su rostro y girándolo para que pudiera mirarle a los ojos – me ha pillado por sorpresa la palabra, nada más. Nunca imaginé que un pirata como yo pudiera utilizar una palabra así – sonrió Law.

- ¿Qué esperabas? ¿Tener hijos bastardos con fulanas de cualquier isla?

- Pues algo así, sí – sonrió Law – y ni eso, disfrutar del sexo pero sin tener que ocuparme de niños. Mi lugar está en el mar, ya lo sabes, no es un sitio para niños. Además... cuando empecé a tener sexo contigo, no sé, supongo que todas esas cosas dejaron de importar, tú no podías tener hijos, tampoco los querías por tener la sangre de... bueno, de ya sabes y, no sé, me hice a la idea de que podría estar siempre contigo, en el mar que nos gustaba a ambos, pero aun así nunca pensé en catalogar lo nuestro, por eso me ha pillado un poco por sorpresa, nada más.

Ace se había quedado sin palabras, él había sido el único con el que había mantenido sexo. Muchas mujeres habían ido tras él, viendo a un joven aventurero, un chico educado y queriendo correr una aventura en su vida aunque sólo fuera el poder contar que una vez se acostaron con un pirata, pero ni él mismo esperó jamás acabar con otro pirata, con alguien de su mismo sexo, con ese hombre mucho más sanguinario que él y por el que babeaban la mitad de las mujeres de las ciudades a las que iba.

- Como tu novio... - inició esta vez Law pese a que la palabra se le hacía rara – te habría puesto a cuatro patas hace horas – dijo con lujuria.

- ¿Y qué parte pesa más? ¿La razón del médico o los sentimientos del novio?

- Creo que los del novio – sonrió Law, atrapando sus labios una vez más.

Esta vez, fue Law el que tomó el impulso y se abalanzó sobre Ace. Se quitó la camiseta con rapidez, agarrándola por la nuca y tirando de ella para colocarla en el suelo. ¡Ace seguía temblando! Incluso cuando Law se incorporó y le impulsó sobre su camiseta para poder colocarse encima.

- Law – susurró Ace con un leve sonrojo fruto de la fiebre.

- Shhh, no te esfuerces demasiado. Aún no estás recuperado.

- Gracias – sorprendió a Law aquella palabra – por haber venido a buscarme, por no dejarme morir.

- Jamás lo permitiría, Ace.

Ante la caricia de sus dedos, Ace cerró los párpados, dejándose envolver por el leve cosquilleo en sus mejillas antes de sentir nuevamente sus labios. ¡Y pensar que la primera vez que le vio pensó que era un cabrón! Ahora que había llegado hasta su corazón, se daba cuenta de lo atento y tierno que podía ser. Era cierto que siempre había sido muy serio y demasiado inteligente, siempre varios pasos por delante de sus enemigos, eso también servía con él. Cuando estaban juntos, Law parecía conocer todos sus puntos débiles, todo lo que deseaba y lo que odiaba, Law era simplemente muy observador.

Sus manos bajaron lentamente, deslizándose por las mejillas y recorriendo la sudadera que le había dejado a Ace. ¡Él ni siquiera solía utilizar sudaderas o camisetas! Quizá era un poco exhibicionista aunque Law prefería pensar que era por culpa del calor que desprendía su cuerpo por la "Mera Mera" o quizá... es que las incineraba. Pensar en eso le hizo sonreír antes de agarrar el borde de la sudadera y de la camiseta que llevaba debajo y tirar de ellas para quitárselas.

- Estás ardiendo – sonrió Law cuando su torso desnudo se apoyó sobre el de Ace.

- Tengo frío. Pero creo que es la fiebre. Aun así estoy bien.

- Evidentemente no tiemblas porque seas virgen – sonrió Law.

- Perdona... pero eras tú el virgen que no podía meterla – se quejó Ace recordando su primera vez juntos, lo que provocó un sonrojo en Law.

- Oh... discúlpeme, segundo comandante de Barbablanca por no estar a su altura la primera vez, no era yo el que iba por ahí sin camiseta ligando con mujeres en cada puerto.

- Yo no ligaba con mujeres – se quejó – eran ellas las que me ofrecían ciertos... servicios.

- ¿Ahora querer acostarse contigo era hacerte un servicio? – sonrió Law.

- Me has entendido.

- No, ya... si se notaba que eras todo un experto cuando te acostaste conmigo – se quejó Law.

- No era... - intentó quejarse – no era un experto, de hecho, me acosté sólo con un par de mujeres. Ni siquiera me había acostado jamás con un hombre.

- Qué honor que me dejases ser el primero.

- Bastante que te dejé metérmela – se quejó Ace, aunque lo único que consiguió fue que Law sonriera con arrogancia al haber sacado de nuevo ese carácter combativo que caracterizaba a Ace. Era fácil provocarle – Idiota – se quejó Ace al ver que había caído en el juego de su amante.

Intentó insultarle una vez más, quería hacerlo, deseaba dejarle claro lo imbécil que era por provocarle siempre, ya lo hacía desde la primera vez que le conoció, pero no pudo hacerlo. Law se apresuró a apresar sus labios con rapidez y con una fogosidad que antes había contenido. Seguramente por la fiebre. Ahora no parecía importarle lo más mínimo, colando su lengua con violencia para jugar en aquella cavidad que tanto deseaba explorar una vez más.

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