Capítulo 11: Doflamingo
Caminaba por el pasillo con rapidez, ávido por conocer a ese chico que decían los rumores... "era la gran debilidad del infame cirujano de la muerte". Law había matado a cientos de piratas para llegar donde estaba y no le había importado nada más en la vida excepto su propia tripulación y sus retorcidos planes de futuro, tenía un objetivo claro y quería cumplirlo así sus actos le condenasen al más cruel de los infiernos, pero... la sonrisa se dibujó en su rostro al enterarse de que ese desalmado pirata... sí tenía un corazoncito que lo había entregado a una única persona. Era su mayor debilidad y él iba a utilizar todo lo que estuviera a su alcance para obtener la habilidad de Law.
Las historias sobre el legendario "puño de fuego" eran conocidas en todos los mares. Con diecisiete años ya era capitán de su propio navío, había llegado al Nuevo Mundo y enfrentado a cientos de piratas con recompensas superiores a la suya. Él se ganó una de las mayores recompensas de todos los tiempos y aún con todos esos rumores y leyendas, él nunca tuvo el placer de verle en persona, menos aún cuando se unió a la tripulación de Barbablanca. Nadie era tan insensato como para buscar pelea en semejante tripulación. Ahora Ace... puño de fuego, estaba solo en ese calabozo.
- Detén... - intentó hablar el marine antes de ser apartado con total brutalidad de la puerta que deseaba cruzar y tirado al suelo.
Doflamingo cruzó el umbral de la puerta en dirección al calabozo, escuchando esta vez unos pasos rápidos que venían tras él. Seguramente más marines que tratarían de bloquearle el camino al calabozo, pero nadie podría impedir que en ese momento conociera al pirata que se ganó el amor del mayor de los asesinos de esa era.
Entre la oscuridad, las rejas aparecieron. Se detuvo un segundo para habituar sus ojos a la penumbra y continuó su camino en busca de ese chico. Había más piratas allí presentes pero ninguno estaba atado y Doflamingo dudaba que dejasen a alguien como Ace suelto en una celda. ¡Ese chico debía estar completamente inmovilizado! Era uno de los mayores terrores del mar y demasiado inteligente como para haber planeado la fuga de Law en unas condiciones lamentables como en las que se encontraba.
Cruzó la sexta celda y entonces se giró a mirar a ese chico atado contra la pared con gruesas cadenas de hierro y Kaisoseki para bloquear su poder, aunque le habían dicho que no estaba activo.
- Por fin puedo conocer al famoso puño de fuego – sonrió Doflamingo, aunque lo único que se ganó fue que Ace elevase ligeramente su rostro y su mirada de odio - ¿Por qué esos ojos? Oh, ya sé... Law te ha hablado de mí.
- No seas egocéntrico, nunca hablamos de ti – sonrió Ace con orgullo – eres como el bufón de la Marine.
Aquellas palabras hicieron que la sonrisa de Doflamingo se borrase al instante. Ese chico acababa de herirle en su orgullo y sin apenas conocerle.
- Una lengua afilada, empiezo a entender qué vio Law en ti.
- Un vendido como tú que no conoce a los suyos, no puede pretender saber nada de mí ni de Law. Sólo eres el perrito faldero que los Marines utilizan, un flamenco emplumado que nunca podrá volar en libertad. No sabes lo que es ser un pirata.
Una cosa tuvo clara Doflamingo, Law no le había contado demasiado a ese chico sobre él y eso era una gran insensatez. Con un ligero movimiento, desapareció de su campo de visión y volvió a aparecer dentro de la celda, frente a ese moreno desconcertado que observó los barrotes de hierro romperse en mil pedazos antes de que su cabeza se moviera sin él desearlo hacia ese pirata. Su boca se abrió aunque luchó contra ese movimiento que él no había ordenado a su cuerpo y su lengua fue apresada por los ágiles dedos del pirata.
- Quizá deba cortarte la lengua – sonrió Doflamingo – veo que Law no te ha hablado de mí. Ni siquiera él es tan imbécil de luchar contra mí siendo uno de los siete reyes del mar, un Supernova. Puedo ver tú potencial, Ace, habrías llegado muy lejos pero vas a acabar al servicio de unos ricachones que harán contigo lo que quieran y yo... yo iré a por Law y tendré al fin mi tan ansiada inmortalidad.
Soltó su lengua con violencia y una gran sonrisa en su rostro. Aun así, él se equivocaba completamente. ¡Claro que Law le habló de él! Le tenía miedo. ¡Como todos! Él era un pirata capaz de vencer a los almirantes, con grandes influencias que hundía reputaciones enteras. El mismo Law le confesó que incluso siendo un Supernova ahora, no tendría opciones contra él, necesitaba hacerse más fuerte y en ello estaba. Sabía de sobra que era un hombre peligroso, pero él ya estaba condenado. Morir allí tampoco era algo que le importase demasiado.
Con un gesto rápido, movió una de sus piernas anteriormente cruzadas en pose "indio" y arrastró la gruesa cadena tras él, enrollándola en las piernas de aquel tipo y derribándole al suelo pese a su sorpresa inicial. Presionó sus piernas al cuerpo de aquel pirata, ahogándole con la cadena durante unos segundos donde Doflamingo se había quedado demasiado sorprendido por su actuación. ¡Nadie era tan idiota como para enfrentarse a él y menos indefenso como Ace estaba!
- Si tocas a Law... te mataré – le amenazó Ace con su voz y mirada más intimidante – así muera yo... volveré del mismo infierno para atormentarte, ¿me oyes? Tú no vas a ponerle un dedo encima mientras yo camine en este mundo.
¡No tenía nada que hacer contra él y menos sin sus llamas! Por eso no le sorprendió cuando se liberó con facilidad de su agarre y agarró su rostro con fuerza. Las manos de Ace seguían atadas con la gruesa cadena contra la pared, pero sus ojos seguían igual de intimidantes que al principio.
- No me tienes miedo – sonrió Doflamingo - ¿Por qué tendrías que tenérmelo? Te van a vender a los nobles, morir aquí sería una buena forma de salvarte de tu destino. Me encanta tu actitud y esa mirada, encajarías muy bien en mi tripulación.
- Sigue soñando. Soy el segundo comandante de la tripulación de Barbablanca, no pienso moverme de ahí – sonrió Ace con orgullo.
- ¿Ni siquiera por Law?
- Él me entiende y jamás me diría de abandonar mi tripulación para estar con él.
- Sé lo que Law ve en ti y entiendo por qué eres su mayor tesoro. Te estoy dando una opción, Ace, para salir de esta situación. Únete a mi tripulación, puedo ayudarte con esa venganza contra Barbanegra.
- ¿Ahora quieres quitarme también mi objetivo? – sonrió – sólo me quieres tener cerca para que Law tenga que venir hasta ti. Yo jamás seré de los tuyos, antes moriría que entregarte a Law.
- Law vendrá a por ti, quieras o no quieras – sonrió Doflamingo – soy bueno provocándole.
Retenida como estaba su cabeza, no pudo evitar el agresivo contacto de sus labios sobre los suyos. Una parte le había venido por sorpresa y otra... en parte se esperaba la forma en que querría provocar a Law. No había cosa que más odiase ese moreno que el hecho que tocasen sus cosas o intentasen abusar de las personas a las que amaba.
Intentó luchar contra esa absurda fuerza que no le permitía moverse. La habilidad de ese tío... hilos invisibles con los que manejaba a todo el mundo a su antojo como todo un titiritero. Ni siquiera sabía si su fuego sería capaz de cortar un enlace así, pero desde luego, sin su habilidad y apresado contra aquel muro, nada podía hacer excepto tratar de resistirse todo lo posible. ¡Law iba a enfurecerse con este tipo cuando se enterase! Pero no quería que Law viniera, no podía dejarle enfrentarse a Doflamingo o acabaría muerto.
Sus párpados, fuertemente cerrados, se abrieron de golpe mostrando la decisión en sus ojos, sacando la mayor fuerza posible hasta que su mandíbula empezó a temblar, luchando contra aquellos hilos y consiguiendo cerrar finalmente mordiendo el labio inferior del pirata. El quejido no se hizo esperar, alejándose de Ace y limpiándose con el dorso de la mano el hilo de sangre que ese moreno había conseguido sacar, pese a que ahora respiraba con dificultad debido al agotamiento por luchar contra esa fuerza que le obligaba a hacer lo que no quería.
- No entendía el motivo por el que todos los capitanes deseaban tenerte en sus navíos, pero empiezo a entenderlo – sonrió Doflamingo – todos te quieren en su tripulación. Valiente, terco y fiel a tus ideales, nunca abandonas a un compañero. Únete a la mía, sabes que puedo darte lo que quieras.
- Sólo quiero una cosa ahora mismo y es mantenerte alejado de Law. Tú jamás dejarás de perseguirle. Yo seré esa piedra en tu zapato que te molestará constantemente cada vez que vayas a por él – sonrió Ace.
- Haced correr el rumor de que tengo a Ace – comentó hacia sus dos compañeros a la espalda – que llegue hasta Law. Veremos cuánto resiste sin venir a por ti – sonrió con descaro – y a él... llevadle a mi camarote, dejemos que Law se enfurezca.
Los dos compañeros cruzaron los rotos barrotes y entraron en la celda para desanclar las gruesas cadenas de la pared sin quitarle los grilletes a ese chico, empujándole con las cadenas hacia el exterior.
Sus piernas flaquearon un poco por la cantidad de tiempo que había estado en la misma posición y el dolor de sus brazos, antes elevados y atados, cesó en cuanto los pudo bajar y mover nuevamente. Sin embargo, cuando tiraron de él y pasó al lado de aquel codicioso y terrible pirata, éste puso su mano en el pecho de Ace frenando su camino, dejando que los grilletes dejasen escapar ese ruido metálico cuando frenaron el impulso. Doflamingo llevó sus labios hasta el oído del moreno para poder susurrarle.
- Ahora sé por qué el temible Supernova te entregó a ti su gélido corazón. Tú serás el fuego que le envíe al infierno del que nunca debió salir.
***
Frunció el ceño al escuchar las últimas noticias que venían de Marineford. Luffy a su lado, le miraba esperando una respuesta, pero no la tenía. Toda la tripulación de Barbablanca ya había zarpado hacia el continente Sabaody, incluido el Sunshine, el barco de Luffy ahora tripulado por Franky, puesto que Luffy y Zoro se habían quedado en tierra para ir en el submarino y seguir de cerca el barco que escoltaría a su hermano hasta los nobles.
- ¿Qué hacemos, capitán? – preguntó Bepo sobre la información reunida.
- Hay que ir – dijo Luffy.
- Sé que hay que hacerlo, pero no conoces a Doflamingo, es el peor que podían ponernos en contra para luchar – explicó Law - ¡Maldición!
Aquella palabra hizo que todos se girasen hacia él. ¡Todo salía mal! Doflamingo era demasiado fuerte incluso para él, Ace estaba sin habilidad, atado e indefenso, siendo envenenado día a día y conducido hacia los nobles de los que no podrían sacarle si llegaba.
- No tenemos tiempo para estar pensando – comentó Luffy – hay que actuar.
- Lo sé muy bien, llevo toda la vida entrenando para poder matar a ese tío pero... aún no estoy a su nivel, Luffy y tu hermano no podrá ayudarnos por mucho que quiera. La "Mera Mera" no está activa por el veneno. El muy imbécil sabe lo mío con él – se quejó – lo va a utilizar para obtener mi habilidad.
- Ace te gritaría que te alejases – sonrió Luffy.
- Pero no puedo hacerlo, sé lo cabrón que es, no puedo dejar a tu hermano en sus manos. No hará nada bueno con él.
Era su culpa, así se sentía Law. Si no hubiera corrido a Marineford nadie se habría enterado de sus sentimientos por Ace, no le utilizarían, no querrían atraerle a él mediante ese chico. No se fiaba en absoluto de Doflamingo y era consciente de que era mucho más fuerte que él pero... hablaban de Ace. Tenía que ir a por él pero eso podía costarle la vida.
- Hay que suprimir el veneno del cuerpo de tu hermano – dijo finalmente – quizá pueda activar el fuego si eliminamos el veneno de su sangre. Bepo tripulará el submarino, nos anclaremos bajo el casco de su barco y, mientras tanto, haré un antídoto para Ace.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro