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Capitulo 11- El Silencio

Vanessa

Sábado 10 de enero de 2004
10:00Pm

El vehículo atravesó la verja en un lento avance. El amplio camino adoquinado se encontraba rodeado a ambos lados por anchas franjas de hierbas, helechos, árboles y palmeras.  Al mismo tiempo la mansión se asentaba sobre una suave colina que por la izquierda, descendía en escalonados acantilados que recibían la furia del mar picado a causa del clima lluvioso.

En contra posición el paisaje de la derecha dejaba entre ver un extenso terreno engullido por la noche contrastado únicamente por las luces de un pequeño poblado dentro de los terrenos de la mansión. <Así que esta es; El Silencio. La morada de los heraldos> pensó Vanessa. 

Mientras el vehículo avanzaba por el camino, una procesión de siluetas se perfilaba como fantasmas en la negra noche, las personas caminaban con paso firme y meditabundo algunos parecían transmutarse a la realidad cuando los faros de la limusina los iluminaban causando que la marea se dividiera en dos para ceder el paso al vehículo, sin embargo, Vanesa noto que las personas mostraban respeto hacia los ocupantes del vehículo con un brevísimo asentimiento de cabeza en su dirección.

Vanessa advirtió que no podían verla desde el exterior debido a las lunas tintadas del auto, así que; con la certeza de su inexistencia para los desconocidos, permitió que sus ojos empezaran a vagar por la oscura noche, de árbol en árbol, de altozano en altozano, al mismo tiempo que le daba vueltas en la cabeza a las mismas preguntas una y otra vez. Con un suspiro aparto la vista de la ventana y observo el sobre que aseguraba entre sus manos.

— ¿Desde hace cuánto lo sabes, Donde están ahora? —
-—Encontré lo que queda de tu familia, hace un año, días más, días menos, desperdigados como hojas por el viento. 

Y en cuanto a donde se encuentran no te lo diré aun, mucho depende de que su paradero siga siendo un secreto hasta el momento apropiado.

Por mucho que pueda brindarte protección esta no es infalible. No te mentiré joven, a donde nos dirigimos es el lugar más seguro que tengo para ocultarte, pero incluso aquí, no estarás completamente a salvo— dijo mientras veía su reloj Patek Philippe Grandmaster Chime de color negro y plateado— Pero puedo prometer algo, las veras más pronto que tarde—

—¿Cuál es el verdadero motivo por el cual estoy aquí Eric? — Preguntó
-Desde ahora y para siempre eres una mujer libre — Dijo él sin mirarla mientras encendía un cigarrillo- Ella retuvo el aliento.

—Sin embargo, tu nueva libertad no te hace estar exenta de peligros, y tarde o temprano esa sombra que se cierne sobre ti, también caerá sobre el resto de tus familiares que siguen con vida—enfatizo él.

La limusina se detuvo frente a la residencia, y tres figuras oscuras se perfilaron en la noche.
         
La mujer que esperaba de pie en la entrada de la mansión, vestía una túnica de color gris que la cubría hasta llegar al suelo y un Hiyab de color vino tinto que descendía transversalmente por su hombro izquierdo en marcando así su curtido rostro

—Bienvenida al Silencio — dijo Eric mientras abría la puerta para bajar de la limusina cerrando tras de si la puerta con un ruido sordo.

Vanessa observó a las tres figuras en la penumbra desde su asiento mientras sentía el balancear del coche causado por la salida de Eric. Suspiro mientras aferraba fuertemente el sobre entre sus manos.

Tomo aire para enfocarse, había mucho que procesar, sus piernas aún temblaban y su corazón parecía desbocarse a saltos, aún había la remota posibilidad de verlos. Quizás una vez más.

De pronto el conductor de la limusina le abrió la puerta mientras le ofrecía una mano para ayudarla a salir, la acción le permitió salir de sus pensamientos mientras centraba su atención en la nueva tarea, sobrevivir. Siguió a Eric a través del jardín hasta quedar frente a la mujer que los esperaba al pie de la escalera.

—La gracia siempre te acompañe, Sheyja— saludo Eric

—Bienvenido seas bajo mi techo Al' Amin, veo que una perla te acompaña-—dijo la mujer mientras le dedicaba una mirada de solayaso, que hizo que Vanessa la observara con recelo.

—Aun es Ismat, Sheyja, su nombre es Vanessa Pokora, Vanessa te presento a Sashelle  Na'harat. Sheyja de los Na'harat Duman— Indico Eric con un ademan. Sashelle por su parte le dedico una mirada evaluativa que podría haberla traspasado de lado a lado, para luego volver su atención nuevamente a Eric.

—Al' Amin, te atreves a Traer una hija de los traidores de la sangre a mis dominios. —dijo con un suave tono que transmitía un férreo control. Y una amenaza.

para sorpresa de Vanessa Eric se limitó a hacer un leve gesto de sacudir la cabeza con una mueca de un hombre cansado pero dispuesto a responder preguntas.

—Con un poco de Suerte Sheyja, esta noche podre demostrarles a los lideres de las familias que quizás, hemos errado en catalogar a los Pokora como traidores a la sangre— dijo Eric, que tragó saliva con los ojos prendidos en la fría mirada de Sashelle.

—Si no logras convencernos podrías perder más que tu honor esta noche Al ' Amin—

—Con todo Respeto Sheija el costo de no intentarlo podría ser mucho más alto que dejar de ser el guardián de los heraldos. — las palabras de Eric causaron que un murmullo de voces se alzara entre los Heraldos que los escoltaban al igual que los guardias que acompañaban a Sashelle la cual ahora mostraba un semblante pensativo.

Para Vanessa no era desconocido el hecho que entre las familias ligadas a los heraldos se Jura lealtad a la silla, mas no al guardián, y que este era elegido o depuesto por consenso entre los líderes de las familias.

¿Que seria de ella si el búho no podía demostrar nada y era depuesto?
Más importante aún. ¿Qué sería de lo que queda de los pokora? Apretando los dientes Vanessa se trago esas y muchas más preguntas, que aún no era el momento de hacerlas.

—Muy bien, Por favor Síganme— Dijo Sashelle con una mano extendida hacia la puerta, y girándose con rapidez se encamino hacia la entrada y a pesar del <<por favor>> Vanessa entrevió que no era una petición. Eric y Vanessa la siguieron, mientras los heraldos y los guardias cerraban fila a sus espaldas.

—Lo que sabes es importante Al’ Amin, ¿pero te conozco lo suficiente para saber que aun requieres algo más que una reunión, que quieres de mí?  — pregunto al final la mujer, por su parte Eric se lamio los labios y por primera vez relajo los hombros cuando hablo.
—Como un favor, te pido que dejes que Vanessa vista el gris bajo tu techo por unos días—
— ¿Solo eso? — pregunto la mujer sin aparente interés.

—Es una precaución que debe ser tomada— enfatizó Eric.

Para cualquiera que ascienda y jure lealtad todo lo que no está prohibido está permitido y todo lo que no se ha ordenado puede pasarse por alto. Y otros acometen acciones que creen que ayudaran a todos sin consultarlo antes con ellos.

-—¿En cuál, estas tu Eric? —Algunas cosas hay que hacerlas por debajo de la mesa sashelle, por seguridad.
<< hasta donde podía confiar?  la confianza es siempre la cuestión.  eso lo había aprendido con duras lecciones>>
  —Estoy seguro que cambiaría las cosas si la chica se presenta delante del consejo, que pase unos días bajo tu protección sashelle—

—Sería posible Al’amin después de todo son sus cabezas las que están en juego, no la mía. Aun así, hay que confiar en alguien alguna vez
— replico duramente, mientras en su interior se preguntaba ¿pero en quien?

Últimamente todo le recordaba a una jaula.

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