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CAPÍTULO 26 - Juicio

Ella era rápida, demasiado, aún para mí.

Cuando había intentando estacarla o al menos golpearla me había esquivado con facilidad. Ahora me encontraba debajo suyo inmovilizada, ya que tenía sus rodillas sobre mis brazos mientras yo estaba boca abajo.

—Nunca actúes precipitadamente, podrías perder —susurró Friggia en mi oído.

—Mátame de una vez, vamos —escupí con mi mejilla derecha aplastando el suelo y ella rió.

—Lo haré, eso es seguro, pero no ahora —dijo antes de levantarme con brusquedad—. ¡Lukar! —gritó y no había terminado de pronunciar el nombre cuando un vampiro ya estaba frente a nosotras.

—Enciérrala en el sótano y vigílala —ordenó y el tal Lukar tomó mis brazos poniéndolos en mi espalda para hacerme caminar.

—No saldrás victoriosa tan fácil, Friggia, morirás conmigo, yo me encargaré de ello —amenacé mirándola por encima del hombro antes de perderla de vista.

El vampiro me condujo por unas largas escaleras que descendían hacia abajo en donde hacía un frío que helaba los huesos, además del asqueroso olor a pútrido.
Todo estaba en completa oscuridad excepto por las antorchas de las paredes. Era un largo pasillo solo de calabozos... Uno que suponía, Rachel estuvo en uno parecido en el consejo. Ese pensamiento hizo que la sangre me hirviera y me sirvió como recordatorio de que no podía morir sin antes hacer pagar a Deverus.

Pero en esos momentos no tenía oportunidad de escapar así que sin poder hacer nada dejé que el chupasangre me metiera a uno y cerró asegurando la reja que me tendría atrapada.

Caminé al rededor buscando alguna salida pero no había nada, así que me tumbé en el suelo tratando de pensar en una manera para salir de aquí.

Después de lo que calculé como media hora escuché pasos acercarse. Me levanté de un salto preparada para atacar, pero olvidé eso cuando vi a la persona parada frente a mí.

—Honor... —susurré sin aliento. La pelirroja sonrió mostrando sus colmillos y ojos rojos, se veía espeluznante y lo peor es que sabía que ya no era más ella, le habían lavado el cerebro y todo por mi culpa.

—Hola luciérnaga —dijo llamándome por como nos habíamos puesto cuando éramos pequeñas; le había dicho que mi insecto favorito eran las luciérnagas y ella me dijo que su preferida eran las mariposas, a partir de allí nos decíamos así.
Hasta que crecimos lo suficiente como para decidir que se escuchaba vergonzoso.

Eso hizo que mi corazón se estrujara más de la culpabilidad de lo que ya estaba.

—Lo lamento tanto Honor, por haber destruido tu vida —murmuré y alzó las cejas.

—¿Destruír? ¡Tonterías! Ahora soy inmortal, es lo mejor que me pudo haber pasado. Además mi amo Radrick me trata muy bien —dijo con mirada soñadora, lo que hizo que apretara los puños—, y estoy aquí para decirte que esto no es tan malo, podrías unirte a nosotros, Scar.

—¿Qué? —espeté.

—Convertirte en alguien poderosa, inmortal, más bella...

—Eso es una maldición, jamás llegaré a convertirme en un vampiro, primero muerta —gruñí y por primera vez me miró con desprecio y decepción.

—Él tenía razón, dijo que mejor te matáramos, pero yo le rogué por que me dejára venir a convencerte a que te unieras, pero no lo logré. Así que a partir de ahora tú y yo seremos enemigas —dijo asqueada y me enfurecí.

—Abre los ojos Honor, no seas ingenua. Radrick solo te utiliza en mi contra... pero debes tener en claro que cuando él cumpla su propósito contigo... te matará —susurré con voz sombría—. Date cuenta que solo eres su títere.

—¡Te equivocas! —exclamó molesta—. Espero que disfrutes de tu estadía en este lugar —añadió antes de marcharse y dejarme de nuevo sola.

Era un hecho, Honor no volvería a ser la misma.

*     *     *

Narrador omnisciente

Rachel caminaba por las calles de Londres.  Estaba preocupada por Arthur ahora por su culpa lo encerrarían y torturarían, pero los rescataría a los tres, les devolvería el favor.
Tenía qué.

Arthur le había dicho que buscara a su hermana, pero sin Danny no podría hacerlo, la única opción que quedaba era llamarla, pero no traía dinero.

"Tiempos desesperados requieren medidas desesperadas", pensó antes de ponerse detrás de una mujer que esperaba el transporte.
Rachel nunca había hecho eso pero las circunstancias lo valían, así que sin vacilar metió la mano dentro del bolso hasta que palpó una billetera, sonrió de alivio en su mente hasta que sintió que alguien la tomó del brazo y se giró para ver a un hombre mayor con el ceño fruncido.

—¿Qué crees que haces ladrona? —al decir esto la mujer se dio la vuelta y abrió los ojos como platos al ver a la pelinegra con su billetera en la mano.

—¡Dame eso! —gritó con voz chillona.

Rachel tomó un suspiro antes de golpear al hombre en su entrepierna para luego salir corriendo, no podía dejar que la llevaran a la policía, no había salido de una celda para que la metieran a otra.

Corrió metiéndose entre la gente que se quejaba cuando los empujaba, podía sentir al hombre siguiéndola furioso, estaba segura de que la seguía más porque lo había golpeado y no por el robo.

Rachel se metió a una tienda de discos de rock.

—Por favor ayúdame, un hombre me persigue —le dijo agitada a un joven rubio vestido de negro que la miró inexpresivo, por un momento creyó que no la ayudaría pero luego le indicó que se metiera en el baño. Ella lo hizo cerrando la pequeña puerta con seguro.

—¡¿Dónde está?! —escuchó la voz de aquél después de haber entrado.

—¿Disculpe? —preguntó amablemente el rubio.

—Una chica de pelo negro, me asaltó y sé que se metió aquí —gruñó.

—Pues como usted puede ver, aquí no hay nadie —dijo tranquilamente.

—Entonces no te molestaría que revisara el lugar —insinuó haciendo que Rachel se tensara.

—De hecho sí, invade mi espacio señor y es contra la ley invadir propiedad ajena —soltó.

—Mientes, la estás encubriendo —el hombre escupió antes de ver el baño e ir a azotar la puerta—. ¡Abre zorra, sé que estás ahí metida!  —gritó y ella respiró furiosa. Quería darle una golpiza, pero tenía que pasar desapercibida, algo que hasta ahora no le había resultado muy bien.

—Basta, le pido que salga ahora —dijo el joven ya molesto.

—No me iré.

—¿Ah no? Pues da la casualidad de que si no se va de mi negocio llamaré a la policía.

—Déjame tranquilo niñato —cuando esas palabras salieron, Rachel escuchó un forcejeo que no pudo ignorar así que asomó su cabeza para ver al chico dándole con el puño en el mentón haciendo que sangrara y el hombre gruñó de dolor pidiendo que parara.

—Fuera de aquí y no vuelvas —advirtió antes de soltarlo y con eso él salió huyendo.

Ella caminó y él se le quedó mirando con desconfianza.

—¿Es cierto que le robaste? —preguntó directo.

—A él solo lo golpeé —admitió avergonzada  y él esbozó una pequeña sonrisa tan fugaz que no sabía si se lo había imaginado.

—Bueno, entonces ya puedes irte.

—Gracias por todo, chico sin nombre.

—Soy Kedik —contestó y Rachel asintió.

—Raro —observó ella extrañada y él se encogió de hombros.

—Terminas por acostumbrarte —habló frunciendo el ceño.

—¿Qué? —murmuró y Kedik se acercó hasta Rachel tocando su hombro.

—Estás sangrando —masculló y ella se sorprendió, la herida que había tenido gracias a estar encerrada y que Emma había curado se había abierto de nuevo.

—Oh... estoy bien, no es nada —aseguró y él negó.

—Ven sígueme —indicó caminando hacia la parte trasera del negocio en donde había una mini sala con un pequeño frigorífico, una televisión y un computador.
Kedik le pidió que se sentara y ella obedeció, después él sacó lo que parecía un botiquín de primeros auxilios.

—Siempre hay que estar prevenidos —dijo Kedik mirando su expresión. Él se sentó frente a ella—. Voy a revisarte, ¿bien?

—Bien —aceptó y Kedik le bajó la blusa del hombro derecho para observarlo, ella tenía un corte largo que se preguntó, dónde se lo pudo haber hecho pero decidió callarse.

—Te escocerá un poco —advirtió echándole alcohol, pero Rachel ni se inmutó, había tenido heridas peores.

Después de varios minutos él volvió a poner la blusa en su lugar.

—Listo —anunció apartándose.

—Gracias —dijo sincera ahora con las vendas cubriéndole la herida.

—No eres de aquí. ¿Cierto?

—No —respondió sin más.

—Se nota, te falta el acento inglés.

—Tú tampoco lo tienes —habló ella notándolo.

—No nací aquí, soy de Rusia —contestó.

—Bien, chico ruso. Debo irme y una vez más, gracias, en serio.

—Cuando quieras —susurró con una sonrisa de lado.

Rachel sonrió antes de salir hacia la puerta para irse.

—¡Hey! Aguarda —le llamó y ella se detuvo antes de salir—, no me has dicho tu nombre —recordó.

—Rachel —respondió antes de seguir, dejándolo solo.

Que chica más rara, pensó él.
Pero no le dio mucha importancia ya que corrió hacia la nevera que tenía asegurada con candado y sacó una bolsa de sangre.  Una sed incontrolable le había llegado cuando notó la herida de la chica, por eso lo había dicho, además tuvo que usar su fuerza de voluntad para no morderla ahí mismo mientras la curaba.

Pero también tenía que estar fuerte para ayudar a su líder. La había seguido desde Rusia hasta aquí, había conseguido ese negocio para camuflajearse entre la gente e investigar cosas del Círculo, pero no había conseguido nada.

Solo que la chica que tenían prisionera para encontrar la piedra se había escapado y él la encontraría.

*     *     *

Balthazar miraba  su hermano volverse loco mientras buscaba a Scarlette por toda la casa.

—Basta Dwight, no está, ¿qué no lo ves? —preguntó Gregory irritado solo de verlo.

—Es solo que no llego a entender a dónde pudo haber ido porque conociéndola, ella es una busca peligros —soltó Dwight preocupado y molesto al mismo tiempo.

—¿Cómo lo sabes? Tal vez fue a comprar tampones. Es una chica, ¿sabes? —insinuó Gregory y Dwight le lanzó una mirada asesina.

—Cállate, ¿quieres? —gruñó.

—Tal vez fue al consejo a cobrar venganza y la capturaron —opinó de nuevo Gregory y ahora se ganó las miradas asesinas de August, Balthazar y Alec.

—¿Qué? Yo solo digo lo que pienso.

—Lo que piensas apesta —esta vez fue Alec él que habló.

—No me molestes pelirrojo —advirtió Gregory. Ese chico no terminaba por caerle bien.

—Regresará, tú solo espera y... —comenzó a decir August pero sus palabras fueron interrumpidas por un sonido que venía de la habitación de Scarlette.
Dwight corrió a una velocidad tan rápida que se hizo borroso.

—Está exagerando —dijo Gregory y Balthazar lo golpeó en la espalda.

—Si fuera tu chica no dirías nada, es comprensible, el idiota está enamorado —observó y Gregory bufó.

—Por eso yo no me enamoraré nunca —soltó y Balthazar le dio una mueca burlona.

—No estés tan seguro hermano. —Gregory estuvo a punto de reclamarle pero un Dwight con cara sorprendida bajando las escaleras lo distrajo.

—¿Qué traes ahí? —preguntó August.

—Su teléfono —respondió caminando por las llaves del Volvo.

—¿Quién llamó? —quiso saber Alec y Gregory le dio una mirada irritada.

—Era Rachel —cuando esas palabras salieron de su boca los cuatro lo miraron incrédulos.

—¿Te llamó de ultratumba o qué? —replicó Gregory.

—No está muerta idiota, jamás lo estuvo. Escapó del Palacio y está buscando a Scarlette... iré por ella —anunció saliendo a la cochera.

—Voy contigo —se ofreció Balthazar antes de subirse al auto, los demás simplemente se quedaron estupefactos en sus lugares mientras Dwight se iba.

—Bueno, supongo que... —dijo Gregory pero se quedó mudo antes de negar—. No, no se me ocurre nada ingenioso que decir esta vez —agregó haciendo que Alec rodara los ojos.

*     *     *

Las heridas se abrían cada vez que Arthur se movía, ni siquiera su padre había sido tan cruel con los prisioneros, o eso creía él... hasta ahora.

—Ven ponte de pie ahora —ordenó Deverus llegando de pronto. Arthur se levantó con dificultad y caminó hasta la puerta que estaba abierta siendo sostenida por el anciano.

—¿A dónde me llevas? —preguntó y Deverus le dio empujón haciendo que caminara.

—A tu juicio —anunció y Arthur se estremeció. Esos juicios solo se los hacían para los que tuvieron un cargo importante dentro de la organización y que habían cometido alguna falta.

Llegaron a una gran habitación, en el centro había una silla que era en donde ponían a los que eran juzgados mientras que un grupo de diez cazadores de alto cargo y el líder en medio, se sentaban al rededor del acusado.

Arthur se dejó caer en la silla mientras que todos los ojos se posaban en él, mirándolo con desprecio.

—Comencemos con el caso 1224 de este año —dijo uno de ellos con gran calvicie.

—Se acusa a Arthur Darvok Howter de veintiséis años por traición a la organización y a su gente, por ayudar a un prisionero a espaldas de la ley dejándolo escapar, ¿qué puede decir a esto?

—Que es cierto, lo hice porque ella era inocente. Ustedes solo la encerraron y ella no sabía nada, trata de proteger a su hermana. ¿Dónde queda su igualdad y lealtad hacia los demás cazadores? —habló pacífico—. Hacen que paguen por errores de sus antepasados...

—¡Cállate! —gritó furioso Deverus.

—¿Cuál es el veredicto? —preguntó otro cazador ignorando toda su charla, ya se quería ir de ahí.

—Solo hay un castigo y eso es la muerte —respondió el cazador de hace un momento.

Y Deverus tomó la palabra: —Bien, mañana será decapitado frente a los miembros. Llamen a todos los cazadores de Inglaterra, necesitan ver lo que conlleva la traición, en cuanto a las otras dos ya veré que hago yo —dicho esto la sesión terminó.

Al menos moriré por una buena causa, pensó Arthur con nostalgia deseando que no encontraran nunca a Rachel y sintiendo preocupación por su sobrina y su mejor amiga.

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Gregory en la foto.

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