CAPÍTULO 21 - Intercambios
—Demonios —solté en voz baja.
¿Qué hacía él aquí? ¿Por qué lo tenían como prisionero? Creo que Alec me debería una muy buena explicación después de que salvara su trasero.
Miré a Dwight y Balthazar pero no denotaban ninguna expresión en sus rostros, aunque por la manera en que respiraban podría decir que estaban tensos.
Alec levantó su vista de repente y me miró sorprendido pero eso desapareció al instante para que nadie lo notara.
Demasiado tarde.
—¿Lo conoces cazadora? —me preguntó Reynald observándonos.
—Sí, es mi amigo y te agradecería que lo liberaras —dije tranquilamente por lo que él alzó las cejas.
—Me encantaría hacer lo que tú me ordenas —replicó sarcástico—, pero él invadió mi propiedad, lo encontraron husmeando aquí en mi casa.
—¿Para qué lo quieren? Por que si es por la sangre hay muchos humanos que abundan ahí afuera —habló Balthazar con dureza.
—Digamos que así es más divertido. —Reynald sonreía al decirlo.
—¿Qué tal si primero nos responden lo que venimos a buscar? Luego veremos qué negociamos —soltó Dwight sin mirar a Alec.
Reynald miró al pelirrojo con aire pensativo para luego asentir.
—¿Quien es? —preguntó al fin.
—Se llama Anabell Grawel —respondió Dwight y Reynald sonrió.
—Al parecer buscan la famosa piedra, extraño artefacto debo decir. Pero respondiendo a su pregunta, ella estuvo aquí hace cuatro años, desde entonces no la he vuelto a ver.
—¿Para qué vino aquí? —cuestioné.
—Para pedirme ayuda.
—¿Cuál ayuda?
—En aquél tiempo necesitaba un refugio, yo sólo se lo di, linda.
—¿Y porqué acudió a ti para eso? —insistí pero se encogió de hombros.
—Lo ignoro linda, yo no hago preguntas que no me interesan, ella sólo duró un mes aquí y luego se marchó.
—¿Por qué la ayudaste?
—Me prometió la muerte de alguien, y antes de que preguntes porque sé que lo harás... es la muerte de la cabeza del consejo de cazadores: Deverus —explicó—, pero debo agregar que ya se tardó mucho.
—Cuando promete algo, ella lo cumple —dije tratando de encubrirla y él sonrió.
—Apuesto que sí, de todas formas, yo la obligaré a cumplir con su palabra de ser necesario —aseguró. Perfecto, ahora tendría que lidiar con otro vampiro si mi madre no se ocupaba de ese asunto.
—Como sea, si es toda la información que puedes brindarnos está bien. Ahora dime chupasangre, ¿qué quieres a cambio de liberarlo? —pregunté señalando a Alec.
—Tu amuleto —pidió señalando mi onuxor y la tomé por instinto sientiendo como palpitaba rápidamente.
—¿Para qué?
—Eso es asunto mío, si quieres a tu amigo, dame la piedra —espetó y miré a Alec que permanecía inmóvil con la vista al suelo, no podía dejarlo aquí.
Me quité lentamente el amuleto, no quería perderlo de nuevo, pero no teníamos otra opción. Se lo tendí y Reynald lo tomó con una sonrisa triunfal.
—Suéltenlo —ordenó y en un segundo Alec estaba junto a mí—. Será mejor que se vayan —añadió mirándonos.
—¿Sabes en dónde podría encontrar a Anabell? —quise saber.
—Es tu madre linda, si quiere que la encuentres lo harás —se burló y no me sorprendí que lo supiera, mi parecido físico me delataba y quizá mi amuleto también.
Nos dirigimos en silencio y antes de que yo saliera Reynald dijo: —Adiós Scarlette Bloodwod Grawel, nos veremos después. —Sus palabras sonaron más cómo una amenaza que despedida así que lo ignoré y seguí a los demás. Después de todo no era el primero que quería mi cabeza.
—Ahora me dirás que diablos hacías aquí —bramé furiosa a Alec cuándo estuvimos en el coche, yo estaba en los asientos de atrás junto con él para golpearlo si quería—. Porque te recuerdo que si no fuera por eso, tendría mi amuleto.
—Lo recuperaremos —se metió Balthazar mirándome por el espejo retrovisor pero lo ignoré, esperaba una explicación del pelirrojo.
—Lo lamento Scarlette, pero debes saber que no sabía en dónde me encontraba, yo estaba en Washington y de pronto me encontraba en aquella casa. No es cierto lo que dijo ese vampiro sobre que estaba merodeando por su propiedad... alguien me secuestró y me trajo a Londres debes creerme —murmuró atropelladamente y enfurecí aún más.
—¡¿Y porqué carajos no me lo dijiste antes de que yo le diera mi onuxor Alec?!
—¡¿Crees que habríamos logrado salir ilesos si yo hubiera protestado y tú te hubieras puesto a luchar?¡ ¡Eran más que nosotros! —gritó y resoplé desesperada.
—¿No sabes cómo era el que te secuestró?¿Lo viste?
—Solo que tenía el cabello blanco, se veía joven y... —comenzó a decir pero lo interrumpí.
—Radrick —respondí por él y asintió.
—¡Exacto! Lo había escuchado pero no lo recordaba —confirmó, lo había adivinado en cuánto mencionó el cabello blanco—. ¿Lo conoces?
—Solo sé que quiero matarlo ahora mismo —dije entre dientes, pero aún no entendía para qué quería a Alec, y qué tenía que ver Reynald con él.
—Si lo haces tendrás que lidiar con su hermano —observó y lo miré sorprendida.
—¿De qué hablas? —habló Dwight por primera vez y todos los miramos.
—De ese chupasangre Reynald, son hermanos —explicó
—¿Cómo lo sabes? —exigí y se encogió de hombros.
—Digamos que te enteras de algunas cosas cuándo estás prisionero.
Miré a Diwght y a Balthazar que había parado el coche y lo miraban estupefactos.
—Esto lo complica todo —dijo Balthazar.
—¿No viste a una vampiresa de cabello rojo recién convertida? —pregunté esperanzada y Alec negó.
—No, lo siento —se disculpó y me encogí de hombros abatida.
—Será mejor que nos vayamos —susurré y con eso Balthazar condujo de nuevo.
Jamás me habría imaginado que Reynald y Radrick fueran hermanos, de hecho nunca pensé que Radrick tuviera un hermano, y ahora que lo asimilaba mejor, sus rasgos eran parecidos, excepto en el cabello, ya que Reynald lo tenía negro y largo.
Cuándo estuvimos de nuevo en la casa de August y se lo contamos todo se veía molesto, sin mencionar la reacción de Alec al enterarse de que los Wellyntong eran mitad vampiro, se lo tuvimos que decir porque olvidamos que August era completo así que la onuxor sí funcionaba con él y el amuleto de Alec le advirtió así que no nos quedó de otra más que decírselo y no sólo eso, si no también decirle lo que hacíamos en Londres y que buscaba a mi madre. Todo un completo caos.
—Bueno, ahora al menos sabemos que Radrick y Honor están en Londres —meditó August.
—¿Crees que ella también esté aquí? —preguntó Gregory.
—Ella irá a dónde su amo vaya —dijo Balthazar.
—¿Quién es Honor? —se metió Alec.
Le lancé una mirada irritada y dejé que Dwight le explicara.
—Creo que la pregunta más importante aquí sería: ¿Para qué quiere Reynald mi onuxor? —protesté en voz alta haciendo que todos se quedaran pensativos.
* * *
Narrador omnisciente
Danny se encontraba entrando al Palacio de Westminster para bajar al Consejo de cazadores, ella recordaba como había suplicado a su madre que no la enviara a vivir con su abuelo Deverus para mejorar su disciplina. Podría decirse que Danny era una renegada, cuándo se enteró que provenía de una familia de cazadores de vampiros no le entusiasmó, al contrario, se asustó.
Por eso sus padres decidieron que se volvería una de las mejores cazadoras si se iba a vivir a Londres con su abuelo y tío Arthur.
Ahora estaba ahí por que Deverus le dijo que su primer prueba sería hoy.
Todos la saludaban porque sabían que era nieta de la cabeza del Consejo y sobrina del futuro a cargo de la organización.
Se sabía el camino de memoria, había estado varias veces ahí antes, pero con su madre, aunque ahora completamente sola.
Cuando llegó al despacho de su abuelo ni siquiera se molestó en tocar, simplemente entró para encontrar a su abuelo ocupado con unos documentos y por eso ni levantó la mirada.
—¿Qué? —soltó irritado y ella se aclaró la garganta.
—Aquí estoy abuelo —dijo ella y él la miró sonriendo—. ¿Qué es lo que debo hacer?
—Digamos que sacarle información a una reciente prisionera.
Danny sabía lo que eso significaba... tenía que torturarla.
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