Un regalo llamado comprensión
Javier no confiaba en Sofía. Pensaba que antes de terminar el almuerzo ella lo delataría, pero no fue así. La comida familiar transcurrió como lo hubiera hecho cualquier otro día del año. Sofía no habló más que para pedir más papas fritas y quejarse en dos ocasiones de cómo trataba su hermanito menor a una chica del colegio que le había escrito una carta romántica y a la cual el niño esquivaba con todo su esmero.
La chica lavó los platos, luego preparó te para su padre y se sentó a acompañarlo mientras lo saboreaba. Barrió los pisos e inmediatamente después salió a colgar la ropa que su madre había lavado. El joven comenzó a impacientarse puesto que nunca había visto a la muchacha hacer tantas cosas en la casa y pensaba que lo estaba evadiendo. Al ver que la joven terminaba de colgar la ropa para luego empezar a ordenar un mueble Javier se puso a ladrar histéricamente por lo cual los padres de la familia le pidieron a la muchacha que lo sacara a pasear. Sofía no demostró alegría por tener que realizar dicha tarea.
Ambos salieron tranquilamente como lo habían hecho todos los días pero al llegar a la esquina Javier dobló en dirección a la estación de trenes tirando de la correa y con ella de su amiga humana. Llegaron a la estación donde Sofía sacó el boleto de mayor distancia y viajaron en el furgón rodeados de obreros y personas que fumaban diferentes hierbas mientras cantaban cánticos de sobre el equipo de fútbol local y sus rivales. Javier notó que varios de los allí presentes miraban demasiado a su acompañante y se puso delante de ella con gesto guardián a lo cual los obreros respondieron con comentarios y risas entre ellos e inmediatamente después ponían su mirada en el paisaje verde de los campos por los que el tren transitaba. Resultaba desagradable verlos llenar de piropos inapropiados a las muchachas que recorrían los andenes al pasar cada estación. Sofía estaba nerviosa y susurraba promesas de amenazas a Javier en sus orejas peludas cada vez que algo o alguien pasaba cerca suyo.
Tardaron más de cuarenta minutos en llegar al puerto donde bajarían para caminar por un cuarto de hora más hasta encontrar el laboratorio donde trabajaba Hamber. Sofía tardó varios minutos en decidirse a hablar puesto que era una chica muy tímida y no sabía qué decir a pesar de que Javier se lo había escrito en la tierra usando sus garras. La recepcionista los recibió y tras mencionar a Javier los llevó de inmediato con la Doctora Hamber. Al llegar donde los esperaba la profesional ella se puso a buscar entusiasta a Javier pero solo se encontró con una adolescente y su perro.
Sofía, Javier y Hamber se quedaron solos en el laboratorio. Hamber estaba desconcertada. Sofía fue la primera en hablar.
- Le puedo pedir el favor de apagar todas las luces menos ese foco.
-¿Por qué?
- Así podrá hablar con Javier.
- ¿Él está por aquí?
- Si. ¿No lo reconoce?
Hamber no respondió, solo apagó todas las luces dejando únicamente un pequeño foco de bajo consumo. Sofía sacó un trapo rojo de su mochila y con el cubrió el foco por completo. Luego, rápidamente sacó la túnica de Javier de su mochila y cubrió al joven con ella. Ante la mirada aterrada de Hamber Javier recuperó su forma humana y se incorporó vistiendo su haraposa túnica.
- Podrías haberle explicado mejor que el perro era yo. Mira cómo se ha quedado la pobre. – dijo Javier indignado con la actitud de Sofía.
- ¡Hey! ¿Cómo iba a saber que nunca te mostraste en forma de lobo frente a ella? Es tu culpa y la debes aceptar. – Respondió Sofía molesta por el reproche. Ella jamás dejaba que le reprocharan cosas injustamente. Siempre detestó a los malagradecidos.
- ¡Yo no tuve oportunidad! Desde que me convertí en lobo no hice más que aprender a controlarme y compartir contigo y tu familia.
- Pues disculpa señor ocupado, pero has estado en mi casa las últimas semanas sin hacer más nada que babear y dormirte sobre mis pantuflas. podrías haber dedicado diez minutos a hacerle una llamada a esta señora.
- ¡¡¿QUIERE ALGUIEN EXPLICARME LO QUE ESTÁ OCURRIENDO?!!
Hamber había explotado de los nervios. Frente a ella un hombre lobo y una completa desconocida habían invadido la tranquilidad de su área de trabajo con desconcierto y problemas domésticos.
- Lo siento - Respondió Javier. - Hamber, te presento a Sofía. Sofía, ya sabes. Ella es Hamber.
- ¡Oh! De manera que ella no es Gabriela.
- No.
- Un placer.
Hamber y Sofía se dieron la mano y compartieron una mirada apática las dos. Javier prosiguió.
- Hamber, Gabriela huyó. He tenido que inyectarme su sangre para poder seguir con la investigación, pero controlarme como hombre lobo ha sido muy difícil.
- ¡¿Qué?!
Hamber se volvió a exaltar.
- ¿Te has inyectado sangre de una mujer lobo solo para seguir con esta estúpida investigación? Javier ¿Te has vuelto loco?
- Es lo que yo le dije.
Agregó Sofía. Hamber se sujetó la cabeza con una mano mientras decía cosas inaudibles aún para el sofisticado oído lobezno de Javier. Probablemente haya hablado en otro idioma.
- ¿En qué has estado pensando Javier? Encontrar una cura para una enfermedad en el mejor de los casos tardaría años. Has sido muy tonto al hacer esto.
- Es que eso realmente no importa. Lo único importante para mi es poder ayudar a Gabriela.
Hamber volvió a sentir la misma ternura que la había motivado a ayudar al joven desde un principio. Javier estaba loco, pero su locura consistía en hacer el bien y eso siempre es un lujo que pocos seres humanos pueden observar.
- Está bien, calmémonos...ya lo hiciste. Ahora debemos solucionar toda esta cuestión. He estado trabajando un poco con lo que tenía, pero no puedo hacer nada sin un sujeto de prueba.
- Para eso estoy aquí. Soy "tu sujeto".
Javier se señaló con ambas manos como haciendo gala de su apariencia, mostrando una gigantesca sonrisa en su rostro demacrado por la intensidad de las transformaciones. A Sofía no le hizo mucha gracia, más Hamber sonrió.
- De acuerdo. Entonces tenemos a un hombre lobo...te tengo que curar. Sabes al ver cómo te transformas no puedo evitar el admitir que en realidad no creía en todo esto. me has dejado perpleja. hay mucho que investigar con todo esto.
- Yo quiero participar en esa investigación, si es posible. – Se atrevió a decir al fin Sofía. Javier no comprendió su motivación, pero la muchacha prosiguió. - soy estudiante de medicina y me resultaría muy educativo presenciar o colaborar en ese proyecto. No pido mi nombre en ningún trabajo, solo poder presenciarlo.
- No voy a pagar una asistente. – respondió Hamber.
- No quiero dinero. Esto es lo más emocionante que haya visto jamás, quiero comprenderlo.
- Está bien. Solo una cosa.
- ¿de qué se trata?
- Javier ahora es el perro de tu familia según deduzco de la conversación que tuvieron al entrar en el laboratorio, ¿Verdad?
- Así es.
- Bien, necesito que se quede en mi casa de ahora en más. No puedo usar el tiempo de este establecimiento en una investigación personal y me sería más provechoso trabajar con todo esto en mi casa. Allí es más privado y tranquilo.
- Pero ¿qué le diré a mi familia?
- Diles que me escapé y que por eso estás tardando tanto hoy en nuestro paseo. - respondió Javier.
- No quiero mentirle a mis padres.
- Pero sí me escapé. No estarás mintiendo.
- Además diles que estás haciendo una pasantía a las tardes, así te dejarán venir conmigo. Yo puedo escribirte una notificación para que te crean.
- ¿entonces no nos veremos más?
- Claro que si. Me quedaré con Hamber y tú vendrás a ayudarnos todas las tardes.
- Pero no podremos jugar juntos como siempre.
- Saldremos cuando Hamber trabaje. Tú tiras la vara y yo la recojo. Ese es el trato.
Sofía rió por el comentario. Le resultaría extraño volver a jugar con su perro Viru sabiendo que en realidad se trataba de Javier.
- Sofía, antes de separarnos necesito que me acompañes a buscar a una persona más. Quédate tranquila, él vive cerca de tu ciudad así que te acompañaré a tu casa y regresaré aquí solo, a la hora en que Hamber salga de su trabajo.
- ¿Enserio? ¿Y de quién se trata?
- Se trata de otro hombre lobo. Su nombre es Joseph.
- Suena peligroso.
- En absoluto. Joseph es la persona con más autocontrol que conozco en este mundo, ¡Inclusive sabía lo de la luz roja antes de conocerlo! Y dijo que sabía un modo de permanecer en estado humano frente a la luz del sol. Estoy seguro que podrá contribuir a conseguir la cura más rápidamente.
- Si tanto confías en él entonces nosotras también debemos hacerlo. Quizás ese chico tenga algún dato más que aportar. – repuso Hamber con un cierto dejo de interés al oír sobre los conocimientos del licántropo mayor.
- Joseph no es un chico, es más bien un adulto. Debe estar cerca de tu edad Hamber.
Hamber se extrañó. Ella sabía que Javier no tenía idea sobre su edad real, pero de todas formas poder conversar con un licántropo adulto que haya cargado con la enfermedad más tiempo que Javier resultaba sumamente interesante.
- Vayan ahora chicos. Yo debo seguir con estas muestras. Javier, ya sabes donde vivo. Nos encontraremos allí.
- Te lo agradezco mucho Hamber.
Sofía retiró la tela roja antes de que Hamber volviera a prender todos los focos y ambas observaron a Javier transformarse de nuevo en lobo mientras la joven levantaba el manto del suelo y volvía a guardar todo en su mochila de viajero. Javier salió del laboratorio tras recibir los saludos de Hamber y también algunas palmaditas en el lomo por parte de la recepcionista. Sofía hizo algunos comentarios ofendida de que el joven prefiriera estar en la casa de aquella mujer extraña y no con su familia, pero se rectificó rápidamente alegando que solo lo decía en broma.
Tomaron el tren que iba más vacío ahora pero esta vez Sofía prefirió viajar sentada en los vagones mientras que Javier se quedó solo en el furgón recibiendo caricias de los obreros y también un par de galletitas. La levadura le hace mal a los cánidos, así que se negó a comer todos los trozos de pan que le habían ofrecido y los obreros se rieron de encontrar a un animal con gustos tan exquisitos y viajando solo en la parte de atrás de un tren. Bajaron en la estación anterior a la de la ciudad de Sofía. Ella estaba ansiosa por conocer al otro licántropo a pesar del miedo que semejante experiencia le generaba. Javier siguió su olfato hasta llegar a la pequeña casita de adobe donde esperaría a que Joseph volviera de su trabajo en la feria artesanal. Ingresó, prendió una lámpara y volvió a su forma humana sorprendido por un grito de Sofía que, al no saber que allí dentro solo había luz roja no le había dado su manto al joven. Sofía se tapó la cara mientras Javier buscaba lo que habían sido sus ropas durante su permanencia en el hogar de Joseph Pride y luego ambos se sentaron en el piso de la sala de estar. El olor a canela era acogedor para Javier aunque Sofía no compartía el gusto.
- Créeme, si no oliera así, el olor a grasa y perro mojado te espantaría aún más que lo que lo hace este simpático aroma.
- Aún así es desagradable. ¿Qué hacían Joseph y tú todo el día en este sitio?
- Artesanías. Joseph vive de eso.
- ¿qué clase de artesanías?
- ¿Quieres ver?
Sofía y Javier salieron del salón central e ingresaron al taller de artesanías de Joseph donde el joven le mostró a su nueva amiga todas las formas de arte que había estado desarrollando el licántropo. Javier se emocionó al ver a su búfalo adornando la cima de la repisa de esculturas que Joseph guardaba para si. Le mostró a Sofía cada artesanía del lugar y le explicaba su significado o alguna referencia de cómo se hacían. Al ver que a Sofía le atraían las pulseras de hilos de colores Javier quiso enseñarle a hacerlas. Ataron hilos de colores por un buen rato y aunque Sofía no apretaba los nudos con fuerza el resultado fue agradable. Javier disfrutó mucho ese momento de jugar como humano con alguien de su edad después de tanto tiempo. De pronto, una voz hizo que saliera de su mundo de fantasías y volviera a la realidad casi a la velocidad de un clavadista cayendo desde el trampolín más alto.
- Sé que nunca te lo había dicho antes Javier, pero está terminantemente prohibido traer humanos a la guarida.
El olor a canela resultó ser el camuflaje perfectamente para esconder el aroma de Joseph haciéndolo imperceptible al olfato canino de Javier aunque el licántropo mayor se encontrara a escasos metros del joven. Javier se alegró de ver nuevamente a su amigo y corrió a abrazarlo pero Joseph no le devolvió el gesto. Cuando el muchacho lo soltó, simplemente Joseph le regaló una cálida sonrisa llena de arrugas entorno a sus ojos.
- Perdóname por no avisarte que vendría acompañado pero tenía la necesidad de verte. Hay asuntos de los que preciso conversar.
- No sería correcto comenzar un diálogo sin antes mencionarme cómo has estado. Hueles como un pequinés que acaba de salir de una gran fuente de comida ¿sabes? No obstante, pareciera que te fue bien con el proyecto.
- Así es. Te presento a Sofía. Ella es parte de la familia que me adoptó en aquella ciudad.
Sofía que hasta ese entonces había permanecido quieta en su lugar avanzó levemente con su mano extendida en dirección a Joseph.
- Es un placer conocerlo señor.
- El placer es todo mío. Gracias por cuidar a mi joven amigo...Espero no les haya causado muchas molestias.
- No, solo las suficientes.
Joseph Pride caminó hasta las obras que acababan de hacer. Observó en silencio las de Sofía y luego las soltó sin mayor reparo para decir en voz alta:
- Se puede ver como la luz pasa por cada nudo. No me gusta.
- Ella solo está aprendiendo Joseph.
- No me resulta adecuado que tu alumna aprenda con mis hilos.
- Te pido perdón por eso también.
- No te apropies de mi hogar Javier.
- Esta bien, ya te pedí disculpas.
- Disculpa aceptada. ¿de qué asunto querías hablarme?
- Ah, eso. Se trata de noticias muy buenas para nosotros ¿por donde empiezo?
- Por el final, de ser posible. Sería agradable volver a disfrutar de un ambiente libre de humanos.
Ni a Javier ni a Sofía le hizo demasiada gracia el comentario de Joseph. No obstante Javier prosiguió.
- Entiendo, bueno ¿Recuerdas a Hamber, la científica de la que te hablé?
- Vagamente.
- Es una veterinaria que trabaja en un laboratorio de análisis. Está capacitándose en trabajos referentes al ADN y hace un tiempo que me está ayudando con las investigaciones sobre los licántropos.
- Si, ahora que lo mencionas, algunas de esas cosas me resultan familiares.
El tono de Joseph sonó algo amargo al pronunciar las últimas palabras.
- Que bueno. Resulta que ahora que puedo controlar el estalo lobo volví a tomar contacto con ella y me ha dicho que trabajaremos juntos y de esa manera descubrirá una cura para la licantropía. ¿no te parecen noticias espléndidas?
- Déjame entender esto, cuando dices que ustedes dos trabajaran juntos ¿te refieres a que ella te usará como conejillo de indias y hará diferentes experimentos contigo?
- Bueno, si, pero es para un gran bien. Contaba con que te sumes al proyecto. Juntos obtendremos la cura a esta maldición que nos esclaviza.
- Javier ¿Para qué quieres una cura? Esta no es una maldición, es una enfermedad. Si la ves como una maldición se convertirá en eso, más si la ves como un don entonces podrías sacarle un valor positivo a todo esto.
- ¿Positivo? ¡¿Estás loco?! Ser un hombre lobo es en definitiva lo peor que me ha pasado en la vida. ¿Cómo puedes pretender que le encuentre algo positivo a "esto"?
- Las cosas son como las decidas ver. Si lo ves como una maldición entonces eso será. De otra manera podrías empezar incluso a disfrutarlo.
- Si no fuera una maldición al menos sabríamos cómo sacárnoslo de encima.
- Tú eres el que no lo sabe. Yo si lo sé.
- ¿ENSERIO? ¿Cómo?
Javier estaba exaltado. Joseph jamás había hablado nada al respecto de una cura. En parte quizás porque la licantropía en si misma era un tema del cual no le interesaba hablar, pero quizás haya otros motivos ocultos. Javier se sentía furioso de que jamás lo haya mencionado.
- La cura es simple. Tienes un sistema inmune y también tienes una enfermedad. La licantropía se irá en un par de años. Cuatro, en promedio.
- Oh...esperaba que dijeras algo más directo.
- Los genes de la transformación se expresan a nivel del timo, deformando la estructura de ese órgano para convertirlo en un inductor de la transformación. Esa cosa está sobre el corazón, pegado a las grandes arterias. Extraer completamente el remanente del timo infectado también es una opción, pero yo no la tendría en cuenta. Solo hay que destruir los islotes genéticamente modificados de esa glándula, no la glándula completa y ahí radica la complejidad del asunto.
- Joseph, no entendí nada... ¿Cómo sabes tú todo esto?
- Porque lo estudié.
- ¿Pero cómo haces para estudiar sobre eso si solo tienes cuatro años antes de que se cure la enfermedad? ¿cuántos años llevas siendo un hombre lobo?
- Oh, esa es una pregunta difícil de contestar. Ciertamente ya no lo recuerdo. He sido un licántropo toda mi vida, desde que tengo memoria.
- ¿Cómo es eso posible? ¿te mordieron de bebé?
- Lo que ocurre es que yo nací siendo un hombre lobo. Pertenezco a una línea mucho más pura que la tuya. Lo mío es incurable Javier.
- Lamento oír eso...
- No lo lamentes. Amo mi vida aún con los detalles que otros odiarían. Es mi vida además.
- Pero quizás Hamber pueda... ¡Quizás ella te cure de esto Joseph!
-Yo no quiero ser curado. No es resignación Javier, en verdad quiero estar así.
- Pero podrías salir a la luz del día y disfrutar en forma humana. No te imaginas lo bien que se siente.
- Claro que si lo imagino. Yo he estado en forma humana bajo la luz del día un millar de veces.
- ¿En serio? ¿Cómo lo has hecho?
- Con betún. Lo uso sobre la piel para evitar que los rayos incidan directamente y así salir a caminar cuando deseo hacerlo. Así estudié en universidades para lograr comprender mejor la licantropía.
- ¿eres un recibido universitario? ¿en qué cosa?
- En medicina, biología, bioquímica y también cursé materias como oyente en agronomía. Un pequeño título pendiente que me reservo para más adelante.
- Pero Joseph, todas esas carreras llevan muchos años. No pareces tan viejo.
- A mi me han llevado el doble de lo que le lleva a una persona normal cada una. No destaco por mi inteligencia ¿Sabes?
- Pero... ¿Cómo has hecho?
- Jóvenes, ¿Cuántos años son para un perro un solo año de humano?
- Dicen que siete, señor.
Respondió Sofía, quien había permanecido en silencio todo el tiempo tras haberlo saludado.
- Muy bien. Entonces un año de humano son siete años de perro ¿No? Pues bien, siete años de humano son un año de hombre lobo por nuestro metabolismo reparador. Es también un mecanismo de auto rejuvenecimiento. Mientras más te transformas, más tiempo vives.
- Entonces tú tienes...
- Aproximadamente 180 años humanos. Si.
Javier y Sofía permanecieron anonadados observando la sonrisa burlona dibujada en el demacrado rostro de Joseph Pride iluminado pobremente por la luz roja de la sala de artesanías. Sus ojos amarillos brillaban acentuándose aún más mientras pequeñas arrugas los bordeaban haciendo evidente la autenticidad de su alegría.
- Sabes Javier, es posible que prefieras marcharte ahora. No pienso ayudar a esa científica siendo el conejillo de indias de su experimentación. Desearía que no tuvieras que pasar por esa experiencia tú tampoco pero es tu decisión al fin y no debo intervenir.
Javier no podía dar crédito a sus oídos tras haber escuchado a Joseph decir semejantes palabras. Su licántropo amigo caminó con gesto perdido en su rostro hasta reposar plácidamente sobre un enorme almohadón que había colocado tras la partida del joven. El almohadón despidió una ligera nube de polvo a pesar de que Joseph procuró hacer el menor escándalo posible y eso puso a Sofía a toser.
- Joseph, estamos hablando de una oportunidad única. Imagínate si esta científica diera con la cura...eso daría fin a todo el asunto en el que se encuentra inmersa Gabriela. ¿Acaso eso no te importa?
- Respóndemelo tú ¿Por qué debería importarme?
- ¿Qué hay de todo lo que me hablabas sobre el amor y la compasión? ¿acaso tu corazón no es capaz de compadecerse por lo que está viviendo Gabriela así como también sucede con muchos otros hombres lobo que podrían beneficiarse con esa cura? ¡Respóndeme!
- Disfrutaría ayudando a toda esa gente, si. Pero en este momento tengo otros asuntos en mente con los cuales debo lidiar.
- ¡Deja de decir mentiras! En todo el tiempo que estuve contigo de lo único que te ocupaste fue de ti mismo. Nunca te vi hacer algo por alguien más.
De pronto Joseph emitió un pequeño gruñido. Pequeño, pero profundo mucho más aterrador que los que emitía Gabriela en su mansión al enojarse. Su voz perdió toda la dulzura que la caracterizaba y generó en los jóvenes un terror nunca antes experimentado. Sofía parecía estar al borde del colapso.
- ¿No hice algo por ti acaso?
- Pero ¿Ahora qué? Ahora también necesito que hagas algo por mí y me estás dejando solo. ¿A quién estás ayudando ahora Joseph? ¿O era mentira todo lo que me decías?
- Tengo otros planes Javier. No sé por qué insistes tanto en incluirme en los tuyos cuando bien sabes que tu causa no es mi causa.
- Porque confío en ti. Sé que si contamos con tu mano podremos lograr curar a todos los licántropos del mundo.
- No todos los licántropos lo ven como una enfermedad.
- Bastará con curar a quienes si lo hacen. O a quienes hacen el mal con lo que poseen, como el licántropo que transformó a Gabriela.
Joseph arrugó la cara ante esa idea. Parecía estar empezando a ceder.
- Javier ¿Por qué piensas que me necesitas para esto?
- Porque eres mi amigo. Te necesito para todo.
El hombre lobo suspiró derrotado. Parecía haberse conmovido con las insistencias del muchacho. Su voz recuperó su ternura habitual y sus ojos reflejaban la misma paz de siempre.
- ¿sabes Javier? En muchos aspectos eres mejor persona que yo. No sé si soy digno de la confianza que depositas en mi...Así soy yo. Dame tus secretos y los convertiré en amistad. Dame tu llanto y lo transformaré en sueños. Dame tu soledad y la transformaré en sabiduría. Eso sí, dame tu gentileza y no tendré idea de como reaccionar. Tú sabes bien todo lo que has pasado hasta ser lo que hoy eres. No me necesitas, ya lo sabés. crece, ¡Vuela! yo solo soy un tren de aterrizaje...No puedo ser el avión de tu desempeño.
- Vamos Joseph. Ayúdame con esto.
Joseph Pride paseó su mirada por todos los muebles de la habitación jugando en cada esquina como intentando que no se notara que en realidad lo que quería era posar su vista sobre Sofía. Cuando acabó de disimular sus ojos centellearon sobre la figura de la joven con un fulgor amarillo como el sol. Se paró de un salto liberando más polvo del cojín y caminó en dirección a la chica que había comenzado a toser nuevamente.
- Debo suponer que tú estarás a nuestro lado. ¿No estás asustada, jovencita?
- Si señor. Mentiría si dijera que no.
- Lo sé. Hasta puedo olerlo.
- Pero también estoy emocionada. Es difícil encontrar posibilidades que nos acerquen a misterios de tan profunda naturaleza como la enfermedad de la licantropía.
- Entonces lo que tú buscas es emoción.
- Puede ser, pero también respuestas. Yo estaría muy feliz de conocer todo sobre ustedes y saber ayudarlos.
- ¿A quienes les has contado sobre la licantropía?
- A nadie, señor.
- Bien, pues mantente en eso.
- ¿A qué se refiere?
- No nos ayudaría que todos los humanos supieran que existen los hombres lobo. Una vez unos franceses locos trataron de cazar a mi cuñado por eso. El estúpido muchacho terminó transformando a una cabra en lobo para que cazaran a la cabra y a él lo dejaran en paz.
- ¡Eso es terrible!
- Terrible es que no podamos salir a la luz del día porque nos consideran monstruos sobrehumanos y abominables. Los humanos nos marginan. ¿Cómo puedo confiar en que tú eres diferente?
Joseph acercó su rostro al de Sofía a fin de incrementar la presión en ella impuesta. La muchacha no supo cómo reaccionar y tembló sigilosamente.
- No lo sé, no pretendo hacerle ningún mal, señor...
- Está bien, te creo, pero tal vez debería morderte solo para estar seguro
- ¡Joseph, No!
Otra vez la misma sonrisa burlona se dibujó en el rostro de Joseph mientras Sofía retrocedía emitiendo un gemido ahogado y con el pánico usurpando cada milímetro de su rostro. La chica extendió sus manos tratando de protegerse del licántropo mientras con sus ojos buscó bruscamente la ubicación de Javier como si tratara de pedir auxilio con la mirada, como si su boca no pudiera pronunciar una sola palabra más.
- De acuerdo, de acuerdo. No te convertiré, sería desagradable de todos modos. Pero necesito cerciorarme que no harás daño a mi raza, de manera que te daré un regalo.
- ¿De qué se trata? Señor.- Preguntó Sofía haciendo abuso de la poca fuerza que le quedaba para hablar.Su voz (a menudo chillona) sonó como un violín tocado por el peor ejecutor del mundo que erró la crin de un caballo por las cerdas de una escoba.
- El regalo que te daré se llama "comprensión" y tiene más fuerza que cualquier hombre lobo. Ven, sígueme.
Joseph caminó hacia la sala central. Sofía buscó con su mirada la aprobación de Javier antes de seguirlo y el muchacho asintió con un gesto inseguro de la cabeza. Javier trató de acompañarlos peroJoseph le indicó con su mano que esperara en la entrada a varios metros de ellos dos, observando desde la puerta. Javier obedeció con temor pero también con respeto. Confiaba de verdad en Joseph, aunque cualquier cosa que pusiera en peligro a Sofía le resultaba en un estado emocional catastrófico. Pronto sintió cómo sus rodillas temblaban por el ansia y la excitación. Joseph pidió a Sofía que se sentara en el centro de la sala principal y cuando ella obedeció el hombre lobo se paró en frente suyo.
- ¿qué sabes sobre la energía, Sofía?
- Que... ¿Es un componente del universo diferente a la materia?
- ¿Nada más?
- Que se expresa de diferentes formas como calor, movimiento, fuerzas aplicadas...
- Bien. ¿Cómo se la maneja?
- No comprendo ¿A qué te refieres?
- La energía no es materia, de manera que debe manejarse con algo que no sea materia. ¿Qué sería ese algo?
- No lo sé. Nunca había oído algo así.
- La respuesta es la voluntad. Tu voluntad puede no solo guiar sino también transformar la energía y convertirla en lo que tú quieras para bien o para mal. Incluso puedes materializarla o convertir la materia en energía con una voluntad muy desarrollada y así, por medio de tu voluntad, convertirte en alguien capaz de modificar la materia y por consiguiente controlar el universo.
- ¿Cómo puedo hacer eso?
- La pregunta correcta no es cómo, sino para qué.
- Para qué ¿qué?
- Para qué querría alguien controlar el universo.
- No lo sé. Hay mil motivos...todo depende de quien se los plantee.
- Al contrario, no hay ni un solo motivo válido. Quien se lo plantee debería replantearse sus pensamientos. Solo Dios sabe manejar este poder sin cometer excesos ni tender al mal o la corrupción. Solo Dios es incorruptible, por eso el conocimiento del poder se negó a los hombres y por eso nos cuesta tanto acceder a él. No es así con los animales.
- ¿Por qué me está explicando todo esto?
- Esa si es una buena pregunta.
Joseph extendió sus manos sobre Sofía y algo mágico ocurrió. Toda la habitación cambió repentinamente de ambiente como si un ángel hiciera acto de presencia llevándose la histeria que había poblado el ambiente.
- Cuéntame, ¿Qué sientes, Sofía?
- Es como un calor que da cosquillas y que recorre todo mi cuerpo...se siente muy bien... ¿Qué es?
- Esa es la energía del universo traspasándote. Bueno, al menos toda la energía que soy capaz de canalizar.
- ¿Cómo lo haces?
- Solo necesitas creer que se puede. Muchas culturas nos han contado sobre el poder de la fe y la voluntad. Nosotros muchas veces decidimos no creerles, pero aquí está. Haciendo gala una vez más de su alcance.
- ¿qué son todos esos colores que veo?
- Puedes llamarlo auras, puedes llamarlo energía residual o puedes llamarlo como quieras. Es solo más energía.
- Ya veo.
Mientras todo esto ocurría Javier permanecía mudo pegado a la puerta de la habitación. Él no entendía por qué Sofía hablaba sola, puesto que Joseph ni siquiera había abierto la boca desde que salieron de la sala de artesanías.
- Con esto podrás comunicarte con Javier aunque él esté en su forma de lobo. También podrás recibir sus emociones en ese estado e inclusive hablarás con otros animales. Es importante que aprendas a usar la energía para no tener que conversar en idioma humano cosas que solo pueden saber los hombres lobo y aquellos a quienes los de mi especie hayamos considerados dignos de conocer.
- ¿entonces me enseñarás a hablar con los animales?
Josephsoltó una risa muy plácida mientras inclinaba su cabeza a un lado como lo hacen los perros.
- No Sofía, yo no te enseñaré nada. Tú ya sabes hablar utilizando la energía.
- ¿Cómo?
- Lo estás haciendo en este preciso instante.
En ese momento Sofía notó que desde que Joseph le había impuesto las manos ella misma había dejado de mover los labios. Javier podía escucharla puesto que estaba acostumbrado a hablar con la energía y Sofía no sabía dirigirla a un punto determinado como lo hacía Joseph. La muchacha trató de levantarse de un salto, sorprendida por su nueva facultad y esto ocasionó que se cayera pesadamente de la sillita ratona donde había estado sentada. Joseph tendió su mano para ayudarla a levantarse y luego guardó ambas manos en sus bolsillos como era costumbre suya mientras una sonrisa fraterna permanecía dando brillo a su rostro.
- Chicos, ya es hora de que se marchen.- Dijo al fin cuando Sofía dejó de torcer la cara y quejarse en voz baja. - Ya va a anochecer e imagino que debe haber por ahí una familia buena preocupándose por esta niña.
- No me puedo ir sin antes saber tu respuesta. -Le interrumpió Javier.- Entenderé si no quieres ayudar...
- No, al contrario. Me honra que contaras conmigo para este proyecto. Estaré ahí Javier, cuenta conmigo.
- ¡Genial! Eso es estupendo. Mañana pasaré por ti para llevarte a conocer la casa de la doctora.
- No hace falta. Puedo seguir tu aroma aunque estés a varios kilómetros de distancia. Aún estando lejos no dejo de estar al pendiente de ti ¿Sabes?
- Eso es...aterrador. Pero simplifica mucho las cosas.
- Ya lo creo. Toma. Este es un frasco de perfume de canela. Así siempre que quiera buscarte solo debo seguir el rastro de la canela. También sería aconsejable que te llevaras este otro frasco más pequeño que contiene perfume de menta profundo. Si llego a sentir un olor a menta fuerte proveniente de tu perfume de canela sabré que estás en peligro y vendré de inmediato a ayudarte. Puedes destaparlo también cuando quieras que te ayude con esa doctora. No dejo de considerar estas pruebas como un peligro para tu salud. Procura no derramar pasta dental sobre ti mismo así no ocurren confusiones.
- Joseph, si eres médico ¿por qué no hiciste estas pruebas tu mismo?
- Hice algunas hace más de 30 años pero no tenía ningún equipocon la potencia de los equipos modernos. No he tenido una vida de lujos económicos ¿sabes?
- Comprendo. Entonces cuando empiece a trabajar con Hamber solo destapo el frasco de menta y tú vendrás ¿No es así?
- Exacto.
- Gracias Joseph. Nos volveremos a ver muy pronto.
- Espero que así sea. Y tú jovencita, disfruta tu don y procura cuidar a mi amigo como lo hiciste hasta ahora.
- Así será señor Joseph. Le agradezco mucho este encuentro.
Sofía y Javier salieron en una marcha silenciosa que pronto se vio interrumpida por los gemidos de Javier al convertirse en un enorme lobo negro con manchas rojizas en el lomo.
Sofía lo miró con gesto concentrado para luego proyectar su energía hacia el joven diciéndole:
- Eres horroroso como lobo. De hecho, si creyera aún que eres un perro normal me parecerías simpático, pero no. Ahora que te he visto como humano no pienso guardármelo; eres un perro horrible.
Javier la miró entre divertido y molesto y le respondió;
- Y tu eres un caprichosa, chillona y pesada. Si no fueras tan hermosa seguramente Joseph en vez de darte un don te hubiera dado una cachetada.
- ¿Joseph dijo que soy hermosa?
- ¿Qué? ¡No! Has oído mal. Eres demasiado nueva con la energía, yo dije horrorosa.
- No es cierto, dijiste hermosa, lo oí claro.
- Claro que no.
- Que si.
- Que no.
- Yo te oí decirlo.
- Joseph jamás diría eso.
- Entonces... ¿Lo dijiste tú?
- Claro que no.
- Que si.
- Que no.
- Que si.
- Estás alucinando, chica loca.
Sofía ya no le respondió. Caminaron por un buen rato hasta llegar a la entrada de la ciudad donde la chica paró en seco.
- No pueden vernos juntos, sabrán que miento al decir que te has escapado.
- Está bien, aquí nos separaremos.
- ¿Cuándo te volveré a ver?
- Te llamaré cuando Hamber decida que sea mejor. Estoy abusando mucho de la gentileza de esa dama.
- Está bien...te estaré esperando.
- De acuerdo.
- Javier...
- ¿Qué ocurre?
- No soy buena para las mentiras. No sé cómo podré explicarle a mis padres que no estás sin decirles que te has escapado.
- Oh, quizás entonces yo también deba hacerte un regalo.
- ¿Enserio? ¿Cuál?
- Cierra los ojos y cuenta hasta diez.
Sofía obedeció. Contó lentamente pero con impaciencia. Cuando acabó abrió los ojos pero Javier ya no estaba. Se había escapado.
- Cruel, se marchó sin despedirse...Al menos ahora cuando les diga que huyó estaré diciendo la verdad. - Se dijo a si misma antes de proseguir su camino. Sofía se sintió muy sola a partir de ese momento.
Cuando entró a su casa toda su familia vino preocupada a su encuentro y lentamente les contó cómo se pasó la tarde con Viru, pero este escapó y ya no lo pudo hallar más.
- Bueno, quizás volvió con quien le enseñó todos esos trucos. - Meditó el padre en voz alta.
- Estoy segura que si. - Respondió Sofía.
- Lo vamos a extrañar. - Dijo Joel para sorpresa de todos. Luego una voz extraña saludó a Sofía.
- ¡Señorita! Usted huele ahora a canela, señorita. ¿viene usted de la canela?
Sofía se sorprendió al oír por vez primera la voz que generaba la energía que emanaba Juance. Estaba asombrada y extrañamente feliz al mismo tiempo. Juance torció la cabeza en canino gesto a espera de una respuesta.
- Pues si mi amigo, vengo de la canela. - Le respondió la muchacha en idioma de energía. Juance se puso a saltar y bailar en el lugar mientras ladraba de la emoción y decía en idioma canino.
- ¡Guau! Increíble, ¡Guau!...¡¡¡Un humano que habla!!!
Sofía se rió de la ingenuidad de su peludo amigo. Lo acarició hasta tranquilizarlo y dejó que Juance posara su cabeza sobre sus piernas semi extendidas en un escalón.
- Para mi es también un placer poder al fin conversar contigo Juance.
- Es la segunda vez que alguien de su especie me dirige la palabra...pero es la primera que no se convierte en perro... empezaba a creer que yo les caía mal.
- Para nada amigo. Aquí todos te adoramos.
- Usted no puede convertirse en perro, ¿No es verdad?
- No juance. Yo soy completamente humana.
- ¿El chico de la canela volverá, señorita?
- No te preocupes mi querido amigo. Estoy segura que él volverá.
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