Circo y la noria.

Érase una vez una herrumbrosa noria que rebosaba de niños llenos de alegría y que gritaban con furor a cada vuelta de 360 grados.
Los adultos le temían un poco a las alturas, pero los niños la amaban, parecían tenerle un amor incondicional y les era ajeno el sentir miedo.

Cualquiera diría que a esa edad todavía están desarrollando la parte racional del pensamiento, y muchas cosas les son desconocidas, están en plena etapa de crecimiento y solo buscan el ocio. Son pequeños seres humanos y personitas alegres con ataques de hiperactividad. En la noria, gritan todos al unisono como si estuvieran conectados a un cable inalámbrico.

— ¡Wooouh!, ¡Ujuuu!.

Son la viva personificación de la diversión. Los socios del parque de atracciones y los funcionarios hacen un pastal con todas las entradas vendidas y cada boleto comprado para subir y probar cada juego.

El más famoso es el que está en funcionamiento en este momento, dando vueltas tan imponentemente como si fuera el invento más grandioso del mundo, no había algo más londinense que una rueda gigante.

— ¿Cómo van con las recaudaciones?–, pregunta un señor en traje y corbata a otro junto al carro de palomitas.

— ¡Todo en orden!, no pensé que este sería el día en dónde venderiamos tantas, un pastal auténtico.– el hombre suelta una risotada amarga y le palmea el hombro a su colega gordo.

Charlan animadamente con alguna que otra broma acerca de la chica que se cuela adelante en la fila exhibiendo un par de hermosas piernas de modelo de revista.

"Que belleza" piensa el regordete. El otro es más bien esbelto y alto. El dueño del Circo más famoso de Londres. Pero, ¡Secreto!. Ninguno de los dos piensa tocarle el hombro y decirle que se ah colado. La chica tiene una melena rubia y larga que le llega hasta los atributos y penden un par de aros llamativos de sus diminutas orejas.

Tiene una sonrisa radiante en el rostro y se va contoneandose en sus enormes tacos con un bote de palomitas entre los brazos. Fuera de lo común, sin duda. Uno de ellos suelta un comentario algo subido de tono y estallan en carcajadas amistosas. Administran el dinero del parque y por supuesto, tienen cierto mérito en la pirámide social de su negocio de entretenimiento.

Uno de ellos se llama Brutus alías "El charlatán", el otro Jhoannu "Truco de magia" porque se mete más dinero de lo común bajo la manga. Lo desaparece, por así decirlo y para su propio ocio. En un abrir y cerrar de ojos tiene un millón bajo su disposición, y sin que nadie levante cargos ni sospechas.

Es experto en lo que hace y como lo hace. Lleva 10 años en el negocio, heredado de su padre. Y lo maneja bastante bien, porque gana muchísimo más que sus colegas y ellos ni enterados. Se supone que así debería ser, cree él. Es un impostor,un embaucador. Ese es él.

Ahora sonríe a cada niño que pasa y a cada padre. Porque sabe que de ellos gana la pasta, el dinero que paga sus cuentas, sus gastos, su comida, el alquiler de la casa donde vive, no cualquier casa, es un apartamento de lujo, y el mantenimiento del coche que tiene, y sus trajes caros para su cuerpo esbelto, que rechaza todo lo que sea de segunda mano.

El va a la cabeza, en primera plana. Hasta sale en los periódicos y es entrevistado a menudo por grandes periodistas de la prensa de Inglaterra. Es un influenciador, pero con las manos en el infierno y los pies en la tierra. Posee contactos en todo el país, amigos, colegas de trabajo, y familia. Son como una organización del crimen enmantelado.

Ya saben del famoso circo acerca del que relaté hace un par o un poco más, de capítulos. Ese circo capaz de robarle la alegría a la gente y almacenarla en sus órganos internos. Los deja en la plana de la depresión,es hasta lamentable. Todos dirían o cualquiera  que es un circo precioso, lleno de colores y espectáculos geniales y emocionantes.

Pero, ¿que hay de emocionante?. Absolutamente nada, todo es una farsa. Un completo cuento de hadas. Hay risas, pero son de agobio. Hay aplausos, pero de desesperación. La gente cae y es como un abismo, no vuelve a salir jamás de allí. Joahnnu Williams Skecher, famoso embaucador de la historia. También el dueño del Circo, es en realidad un villano.

— ¿Quieres ir a por unos tragos?–,  inquiere Brutus sobándose la barriga.

Joahnnu asiente enérgicamente y ambos hombres se aproximan a la barra de un bar cercano, apto para todo público adulto. El sector para niños está mucho más allá, en un centro de batidos de fruta y ñoñeses de esas.

Con carteles de dibujos animados y música igual de animada, como por ejemplo Mickey Mouse entonando una canción de Disneylandia poco conocida. Ambos piden un tequila con una rodaja de limón y se sientan en la barra, en unos taburetes cómodos y acolchados.

— ¡Necesitamos a más público y hacer publicidad, por supuesto!.– dice Jhonna.

— ¡Tienes razón!,– añade el otro.

— ¿Alguna idea Brutus?, sabes muy bien que puedes colaborar. Tenemos una agenda llena para la semana entrante, y queremos las tribunas bien cargadas,– y acto seguido sorbe de la copa.

— Claro que si, sé de unos colegios donde podríamos poner pancartas que llamen la atención de los niños y los jóvenes.

— ¡Eso esta muy bien!.