V
El sabor amargo no salía de las comisuras de su boca, le tenía que soportar todas las mañanas su asquerosa y horrible cara. Insoportable.
Tomó el jugo de naranja que le había servido Maira unos minutos antes. Solo tomó un sorbo de este para cuando llegara su desayuno, refrescó un poco su memoria.
Minutos después Adrien hizo aparición en el comedor, estaba platicando con la sirvienta de una manera coqueta. De esta no se salvaba, se encargaría de decírselo a su amiga Sabrina.
—Adrien—llamó su atención luego de haber interrumpido la plática.
—Si, señorita Bourgeois—contestó afable, luego de decirle a Maira de que al rato terminarán su plática.—Que desea.
—Que dejes de coquetear y te concentres en tu trabajo—se acercó de una manera determinada a intimidarlo—o si no se lo diré a Sabrina.—sonrió triunfante. Sabrina era muy celosa, de eso no cabía duda alguna, a lo largo que lleva de amistad con la peli-naranja por lo menos ha tenido como 7 relaciones en la cual siempre fue la misma historia, terminó engañada la pobre y cansada por el asunto no iba a dejar que cayera en la misma trampa de siempre. No señor, podía ser toda una burra pero no dejaría que dañaran el corazón de su amiga.
—Solo estaba platicando con Maira, no le veo nada de malo—se defendió. No negaría que habían tenido una conversación muy divertida y cómoda, pero esa no es razón que lo acusen de que estaba coqueteando con una de las sirvientas.
—Ajá, y esas risas—no iba a dejar que esto se quedara así. Tonta no era.
—Fue de un chiste. Cosas cotidianas de la vida—Chloé le estaba acusando de algo que no era culpable. Como siempre las chicas se imaginan cosas que no son.
Agarró el saco que estaba reposando en el sillón de la sala. Se detuvo en el acto.
-¿Qué es lo que le molesta tanto de mí?- Una pregunta muy atrevida para una persona de bajo nivel. Acercó poco a poco sus pasos hacia él.
-Tu presencia es una molestia-enfatizó su dedo índice sobre su pecho-todo de ti es una molestia-punteó de nueva cuenta.
-O simplemente te pongo nerviosa-ancló su mirada con la de ella. Como el dedo todavía seguía posicionado sobre él, aprovechó para tomar su mano y hacer que sus cuerpos estuvieran rodeados.
Palpitaciones lentas y rápidas se unificaban, emociones revueltas se presentaban ante sus ojos. ¿Cómo poder interpretar esos ojos tan ardientes que se enfocaban sólo a ella?, ¿Por qué son tan malditamente atrayente?. No se iba dejar vencer.
-Si vuelves hacer otra vez esto-agarró su oreja acercándola a su cara-te desterrare, te molestaré, conocerás otra parte de mí.-soltó el agarre
-Y tú me conocerás a mi-
Ambas personas se separaron, cada quien por su rumbo.
Esa rubia estaba más que enraizada en su piel y pensamientos. Era un completo pederasta, pero eso no importaba, contando que tenía una empresa a su completa disposición nada era imposible para él.
Ella sólo le bastaba saber que su clase era mucho más que superior a la de ella, tener el poder de controlar a las personas era más que un hobbie.
Recordaba en sus tiempos de juventud, la inquietud que tenía en la presencia del que fue su primer novio, Nathaniel. Si bien se pensaba que fue un noviazgo de lo más común, la verdad no fue así. Con el juraría que el oro no era suficiente para ella, los diamantes y las cosas más radiantes no le bastaban, vio en el mar de sus ojos sus sentimientos de una forma pura.
Para hacer memoria de su presencia, visitaba el mar. Posaba sus pies sobre la orilla y avanzaba conforme la marea le permitía. A veces era fría, otras caliente y otras tibia, significaba que sus sentimientos aún seguían plasmadas.
Después de una tarde calurosa en la escuela, sus pies siguieron el mismo camino que había recorrido por varios años, al no dejar desatar el amor que aún le tenía. El sol estaba en su punto máximo pero aún así el agua se sentía fresca.
Poco a poco fue sintiendo como dejaba libre su alma esclavizaba que se permitió cargar por muchos años. La ironía del destino le brindó una sonrisa que la mataba.
-Pareces rara haciendo poses de Titanic- acortó poco a poco la distancia. Posó sus manos en los bolsillos a causa de las pequeñas ventiscas de aire. O se hacía la que no escuchaba o es que realmente no la estaba escuchando. Una vez estando espalda de ella, la tomó por el hombro.
-Deja de decir estupideces, ¿Cómo me encontraste?-su meditación y paz acababa con la presencia de su chófer, genial, el único empleado que no conoce bien su lugar. Debería enseñarle modales-Y deja de tocarme ¿si?-deslizó con su mano la mano contraria que la estaba agarrando.
-Tu madre me entregó este dispositivo para localizarte, al no encontrarte en la escuela me preocupé, así como buen chófer que soy hago bien mi trabajo- sonrió tajante. Si algo tenía claro en su mente, es que tenía la sonrisa más perfecta. Ciertas compañeras de su secundaria, hacían la tarea de repetírselo constantemente, incluso la más estudiosa; como Mylene, ella le apasionaba la ciencia a morir, en el exterior mostraba una cara amarga y seca, pero una vez que te acercabas a conocerla, era todo un amor.
-Que patético el tener que espiarme. Bueno, ya me encontraste. Es hora de irnos-caminó unos cuantos pasos antes de detener su paso-Veo que trata con mucha familiaridad a mi madre, y no se diga de mi hermana-bajó sus lentes haciendo ademanes con ellos-pero yo me encargaré de hacerle una vida difícil. Rogará el no haberme conocido.-tenía altas expectativas de ver su rostro horrorizado, pero en cambio no tuvo el orgullo de al menos haber aparentado miedo, su sonrisa arrugaba su estomago.-tienes una sonrisa horrible-con esto dicho regresó su camino hacia el auto.
Apresuró el paso para abrirle la puerta.
Maldita y sensual rubia, sin duda alguna si ella fuera su empleada la subiría de puesto por el gran carácter que tiene. Tampoco negaría el hecho que sueña el día en que ella sea su secretaría, verla con faldas cortas y su cabello suelto en casca rozando casi a la altura de su hombro. La niña todavía no desarrollaba del todo su cuerpo, sus caderas seguían siendo diminutas, pero su busto era lo que resaltaba en su fisionomía, pero sus ojos en cambio era lo que más tenía cautivado al señor Agreste. Potentes como la furia. Algún día ella suspiraría por él, la victoria se sentía cada vez más presente.
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ME HE DADO CUENTA QUE NO LE HE DEDICADO NINGÚN CAPITULO A MI QUERIDA SAMY, ASÍ QUE ESTE CAPITULO ES PARA SamanthaJaksic
SAMY, SABES QUE TE AMO CON TODO MI CORAZÓN. ESPERO QUE TE GUSTE ESTE CAPITULO.
DE ADELANTO PIDO DISCULPAS POR LOS RETRASOS QUE HAYA PROVOCADO EN MIS HISTORIAS.
CON AMOR cotxu123
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