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Capítulo 3

Cuando escucho la voz de sus hermanos llenas de pánico, su cuerpo no reacciono y se quedó plantado como un árbol ¿Qué está sucediendo? Es lo que se preguntaba, hasta que vio a su padre salir de la cabaña con un pedazo de madera en mano y a su madre que lloraba aferrándose a su pierna.

-¡Sasuke! ¡¿Dónde rayos estabas?!- su padre estaba muy enojado, que tiraba espuma de su boca como un perro con rabia.

-¡Por favor, cariño! ¡No le hagas nada! – su madre gritaba desde el suelo, arrastrándose como un gusano.

-Madre...-

Sasuke reacciono cuando sintió la mano de su padre tirar de su pelo y el dolor ardiente en su mejilla, causa de la bofetada que recibió.

Itachi dio un paso al frente -Padre, por favor tranquilízate

-¡Tu no me das ordenes! ¡Hasta que aportes dinero, podrás opinar! Mientras tanto yo soy el dueño de la casa

Itachi apretó su puño hasta volverse blanco y dio un paso atrás. Odiaba no poder hacer nada, ni siquiera tenía el valor de defender a su hermano como se debía, ansiaba que llegara el momento de volverse un soldado para irse de este lugar y alejar a su familia de ese monstro.

-¡¿Dónde estabas?! ¡¿Eh?! ¿Estabas con tu amante revolcándote en el bosque?!

Su padre tiraba de su cabello como si quisiera arrancárselo de su cuero cabelludo.

-¡Por favor! ¡Detente lo lastimas!

-¡Cállate, buena para nada! – Fugaku pateo el rostro de su esposa, dislocándole la mandíbula.

Sus hermanos reaccionaron y se arrodillaron a auxiliarla.

Fugaku pareció recordar el uso de la madera en su mano y golpeo las piernas de su hijo tan fuerte que se escuchaba el sonido de los huesos rotos.

-¡Esto es para que no vuelvas a salir!

El dolor era tan insoportable, que sus ojos empezaron a oscurecerse y su cuerpo dejo de sentir dolor.

Cuando abrió los ojos ya era de día, y el sol brillaba como una bendición en el cielo azul. Parpadeó por la intensidad de la luz y sintió un dolor en sus piernas que lo hizo gemir.

-Sasuke...-

Sasuke miro hacia el dueño de la voz. Su madre estaba sentada a su lado, con la cabeza recostada en las sábanas y una mano que lo apretaba con miedo de soltarlo.

Su corazón se llenó de un sentimiento indescriptible y derramo varias lágrimas como si doliera. Acaricio el cabello de su madre y ella al sentir su toque se despertó.

-¿Sasuke?

El azabache asintió.

-¡Gracias a dios! – su madre lo rodeo con los brazos, estrechándolo con fuerza. Expresando el miedo que había tenido pensando que iba a morir y que sintiera cuanto estaba arrepentida por no hacer nada.

-Madre.... ¿Cómo estás? – susurró con voz tranquila, mientras se esforzaba en no quebrarse y llorar delante de su madre como niño pequeño.

-Estoy bien, no te preocupes por tu anciana madre ¿Si? – se apartó lentamente y tomo sus hombros -¿Cómo estás cariño? ¿Te sigue doliendo las piernas? –

-Estoy bien – sus piernas ardían como un fuego extendiéndose, pero no podía tener el valor de quejarse -Papá ¿Ya se fue?

Mikoto asintió – Perdóname por no hacer nada y también perdona a tus hermanos ¿Si? – levantó el brazo y le tocó la mejilla con la mano.

-No te preocupes madre, padre es el hombre de la casa y yo fui un impertinente por vagar libremente

-No, nada es tu culpa, soy yo la culpable por ser tan débil y no hacer que fueras un varón

-Madre...- De repente, las lágrimas empañaron sus ojos, a pesar de que intento con todas sus fuerzas contenerlas -Lamento...lamento decepcionarte

- Hijo...-

-Nada es tu culpa...- dijo secándose las lágrimas con una mano.

Los dos pasaron horas llorando y disculpándose hasta que uno se rindiera. Mikoto tuvo que abandonar la habitación para cocinar algo para su hijo, no quería abandonarlo con miedo de que desapareciera, pero tenía que hacerlo.

Sasuke la despidió con una leve sonrisa y la habitación quedo en silencio.

Tres días ya habían pasado desde lo sucedido, su madre le había contado que tenía miedo de que nunca despertara y que lamentablemente no tenían suficiente dinero para pedir un doctor. Sus piernas no estaban totalmente curadas, lo único que alivianaba el dolor eran las plantas medicinales que habían encontrado.

Un suspiro salió de sus labios, decidido a esperar.

-"Oye...¿Estás vivo?"-

Esa voz...

De la nada, una bolsita aterrizo en su pecho. Era color morada, con un bordado de flores blancas, lo agarro y lo abrió. Dentro solo había 3 canicas color azul, se veían duras como una roca que no sabía si eran comestibles.

-"Come una, tus heridas sanaran rápidamente y ya no habrá dolor"

Sasuke no dudo, se metió una en la boca. Su sabor era como menta, combinado con distintas frutas. Se derritio en su boca, sintiendo el líquido frío aliviar su dolor. 

-"Ya estamos a mano"-

-¿Dónde estás? – pregunto inconscientemente.

-"¿Yo?, estoy aquí"-

Sasuke miro la sombra que se dibujaba en la pared y volteo hacia la ventana.

El zorro que había curado, estaba sentado en la ventana. Mirándolo fijamente como si estuviera analizando su estado.

-"¿Te dolió?"-

El azabache no supo si decir la verdad.

-"A mi si me dolió cuando me dispararon, creí que iba a morir, pero gracias a ti estoy bien"-

Su voz sonaba muy agradecido.

-Creí que no podías salir del bosque

-"¡Claro que no puedo, pero vine a verte!"-

Esas palabras lo reconfortaron.

-"¿Quién era el hombre que te golpeo?"-

-Mi padre

El zorro inclino la cabeza a un lado -"¿Tu padre? ¿Por qué te pego?"-

-Es una larga historia

-"¿Fue por mi culpa, verdad?"-

Sasuke cerró los ojos y se frotó los sienes -No quiero seguir escuchando quien es el culpable

-"¿Debería de matar a tu padre?"-

El azabache abrió los ojos sorprendido. Los ojos azules del zorro, se habían transformado en un color carmesí que hacía congelar la sangre.

-¿Qué? No lo hagas–

-"¿Por qué? Él siempre te golpea y mata a los animales, creo que ya es tiempo que pague"-

-¡Y yo no quiero que lo hagas! – grito.

-¿Sasuke? ¿Con quién hablas?

Su madre apareció en la puerta con un plato de comida.

La miro brevemente antes de mirar de nuevo al zorro, pero este ya se había ido.

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