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Capitulo 15

  -¡Humanos en el bosque! – repitió un leopardo, mientras huía.

Los animales restantes, reaccionaron y empezaron a correr desesperados, empujando a los demás.

Sasuke que se encontraba en medio del caos, fue empujado y cayó al suelo. Sus rodillas se rasparon, por  amortiguar el golpe, pero aun así se quedo quieto, como si estuviera en trance.

-¡¿Qué estás haciendo pequeño doncel?! – el canario exclamo cuando lo vio, con su pico tomo un mechón de su cabello, tratando de levantarlo -¡Muévete! –

Sasuke reacciono -¡¿Qué pasa con Naruto?! ¡¿Lo vamos a dejar solo?! –

El canario soltó su cabello y lo rodeo como una colibrí rodea una flor - ¡El estará bien! ¡El Dios del viento lo protegerá! –

El azabache no estaba muy convencido, ya faltaba poco para que llegara al árbol dorado, así que se levantó rápidamente y camino hacia el lugar.

-¡Que doncel tan necio! – dijo el canario, pero luego lo siguió.

Sorprendentemente, la mayoría de los animales se encontraban ahí, arrinconados en los arbustos. Las aves que advirtieron el suceso volaban alrededor de la copa del árbol dorado. 

-¡¿Qué hacen aves de malagüero!? ¡Lárguense de allí! – Rasa regaño a las aves con voz autoritaria -¡Si no los convertiré en plumeros! –

-¡Cuack! – las aves imitaron al pato como burla.

-Si no se largan de ahí, se convertirán en la cena de mi doncel –

Sasuke sintió su rostro arder, al escuchar la amenaza del rubio. Este estaba a lado del árbol, transformado en su forma humana, con 4 colas bailando en el aire, sus uñas estaban más largas de lo normal, como si se estuviera preparando para atacar.

Las aves al escucharlo sintieron miedo y bajaron rápidamente como flechas.

-¡Ah! ¡Deseo transformarme también en humano! – Rasa se quejo en voz alta y toma la orilla del Kimono de Naruto - ¿Cuándo me vas a enseñar? –

Naruto tuvo que bajar la cabeza para mirarlo y respondió -Cuando dejes de ser tan molesto –

Sasuke vio la escena algo graciosa, el mapache parecía un niño pidiendo dulces a su padre.

-¿No vas a acercarte? – pregunto el canario, al ver que el azabache no se movía.

-Yo...voy- Sasuke tomo el aire necesario y camino hacia el rubio. Todavía no estaba preparado desde que los dos confesaron sus sentimientos y no sabia como actuar frente a él, pero eso no significaba que lo iba a ignorar por el resto del día, más cuando había peligro.

-Oh, llego tu esposa – dijo Rasa, haciendo que el azabache se pusiera más rojo de lo normal. 

-Todavía no es mi esposa, no nos hemos casado – el zorro lo corrigió -Más bien seria, mi novio ¿No? –

El azabache tuvo ganas de esconder su rostro en el suelo como las avestruces. Aun no entendía que pasaba con los animales, que eran tan directos, al igual que la Diosa, tal vez de ahí venia el problema.

Rasa estuvo de acuerdo con las palabras del rubio y no dijo más.

Naruto aprovecho el momento y abrazo al azabache con fuerza.

El mapache puso los ojos en blanco y se alejó lentamente para no hacer ruido. "Por favor, piensen en los niños" pensó.

Sasuke no lo pensó mucho y correspondió el abrazo. Su rostro se escondió en el pecho del zorro, donde podía escuchar claramente los latidos de su corazón que se combinaban con los suyos. Se sentía tan protegido en sus brazos, que no le importaba lo que estaba sucediendo afuera.

-¿Estás bien? – Pregunto Naruto con un tono preocupado.

-Estoy bien ¿Y tú? –

-Estoy bien si tu estás bien – Naruto froto su mejilla con el cabello del doncel.

Nunca en su vida había sido amado de esa forma, ni su madre lo consintió tanto por miedo a encariñarse ya que su futuro era ser entregado al emperador y no sabia cuando iban a volver a verse. Así que no le importaba, tener un ambiente rosado con el rubio que cualquiera que lo viera, vomitaría por lo empalagosos que son.

Pero el ambiente fue destruido cuando se escucho el sonido de unos llantos. Volviendo el bosque como un lugar terrorífico, donde solo había almas en pena.

-¿Qué es eso? – Sasuke no dudo en taparse los oídos.

-Mi querido doncel, eres tan puro que puedes escuchar el llanto de los árboles - Naruto beso la comisura de sus labios – Eres muy especial -

El azabache quedo sorprendido, no sabia que los árboles podían llorar, pero este bosque no era nada normal, así que ya debería de estar acostumbrándose a las anomalías.

-¡Humanos embusteros! ¡Me costo años crecer los árboles! – La voz de la Diosa de la fertilidad llego a sus oídos -¡Pero ya verán! –

Los presentes no respondieron ante la voz enojada de la diosa y solo esperaron pacientemente a que se largaran los humanos.

Mientras tanto, los hombres derribaban los árboles, buscando a los animales "Mágicos" que el hombre desconocido les había dicho.

Fugaku no estaba interesado, solo buscaba con la mirada el brillo del oro, si era verdad sobre el árbol eso significaba que iba a hacer rico de la noche a la mañana. Ya las malas pasadas que su hijo fallecido dejo, quedarían atrás y también podía deshacerse de esa mujer inservible.

-¿Y donde está el dichoso "árbol dorado"? –

El hombre desconocido, estaba sentado en una piedra, observando lo que hacían los hombres al escuchar la pregunta de Fugaku, respondió con calma.

-El árbol dorado, esta protegido por un guardián, así que tenemos que ser pacientes. Lo que hacen tus hombres lo atraerán y cuando venga nos desharemos de él –

-No me digas ¿Es el zorro que menciono ese idiota? –

-Así es –

-¿De que estarán hablando esos dos? – pregunto un hombre de cabellos castaños a su compañero.

Él miro sobre su hombro -Ni idea, pero espero que no se escapen con el oro –

-Hay que vigilarlos de cerca –

Su compañero asintió, alzo el hacha para cortar el árbol, pero antes de que lo hiciera, una liana se en redo en su brazo con fuerza, que hizo que tirara el arma.

-¡Auxilio! –

Fugaku y Danzo miraron al hombre que estaba siendo aprisionado por las lianas.

-¡Lárguense de mi bosque! – dijo una voz femenina.

El hombre fue aventado lejos como si se tratara de un trapo. Un fuerte viento soplo hacia ellos, empujando a varios a un acantilado.

-Tch, lo sabía –

Danzo susurro y sin que nadie se diera cuenta, salió corriendo de ahí, como si su pierna no fuera un impedimento. De nuevo no podía tener el árbol dorado, necesitaba más personas, así que la única solución que tenía era pedir ayuda al emperador.

"Pero ¿Cómo lo convenceré?".

Danzo no lo sabe, pero dentro de ese bosque se encontraba su respuesta. 

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