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Capítulo Tercero

Este capítulo forma parte de la compilación de relatos sobre "Primer Beso".

Lo pueden encontrar en:

Entrando en la cuenta ➡️ Libro "Nuestro Primer Beso" ➡️ El chico sin voz.

El resto lo tienen a continuación!! ^^

P.D: he pegado el link para que les dirija como vínculo, pero como Wattpad es así, igual les dará error o no les dejará, así que mejor traten de entrar directamente desde la cuenta de Relatos de Erato.


CAPÍTULO TERCERO

Encendió y apagó la luz dos veces, para que TaeHyung supiera de su existencia, y levantó las cejas, con una sonrisa.

—¿Qué es eso?

—Es... bueno... una nota...

—¿Un admirador?

—Por decirse así... Es... bueno, del chico que viene aquí a ver mis pinturas. Yo... volví a pintar el cuadro del Angel Triste para él. Lo hice más grande. Se lo he regalado y se lo di hoy. Me dio esta nota y... la he plastificado...

Hoseok miró la nota y sonrió. Desde luego aquel chico era diferente al resto, pero ¿cómo iba a hablar con él? ¿por notas de papel?

—¿Te ha dicho cómo se va a comunicar contigo?

TaeHyung negó con la cabeza, triste.

—También me da miedo que lo haya dicho por decirlo.

—Pero plastificas su nota —dijo, sonriendo.

—¡Nunca me habían dado una nota así!

Así pasaron los días, JungKook se esforzaba cada vez más en aprender lenguaje de signos y en su baile. Cada dos o tres días iba a la tienda de TaeHyung y se quedaba un rato en la galería. En ocasiones, el chico le acompañaba y se quedaban en completo silencio, observando los cuadros y ese era el mejor momento para JungKook. En otras ocasiones, JungKook se sentaba en un banco en la galería, con la puerta abierta y, desde allí, veía trabajar a TaeHyung, totalmente concentrado en su próxima obra y ese era el mejor momento para TaeHyung.

¿Y el mejor momento para los dos? Cuando se quedaban mirándose a los ojos, diciéndose todo aquello que no podían pero que, aun así, sus miradas entendían.

Nunca hablaban, nunca se comunicaban, ni siquiera una nota de "¿cómo estás?". De alguna manera habían aprendido a hablarse con la mirada. Sabían cuando el otro estaba triste o contesto. Sus ojos habían aprendido, cada día más, a ser el espejo de sus sentimientos.

El sábado en la mañana, JungKook se levantó pronto, fue a correr, hizo ejercicio al aire libre, llegó a casa, se duchó, desayunó y se puso a colgar el nuevo cuadro de TaeHyung. Tenía el salón lleno de cuadros del chico y su habitación también. Hace poco empezó con el pasillo. Sus vecinos pensarían que estaba loco porque todas las semanas taladraba las paredes y, lo más probable es que, cuando dejara el piso, le quitaran la fianza por culpa de los más de mil huecos de las paredes, pero no le importaba.

Sí. Estaba loco.

Estaba loco por Kim TaeHyung.

Colgó el nuevo cuadro y se dispuso a preparar la nueva coreografía para el martes cuando, de pronto, una llamada le sobresaltó.

—¿Jeon JungKook?

—Sí, soy yo.

—Hola, llamamos de la Escuela de Baile Moderno donde te apuntaste a una de nuestras ofertas como profesor. Hiciste las pruebas hace un par de semanas. ¿Sigues interesado en el puesto?

—¡Claro que sí!

—¡Pues es tuyo! ¡Treinta horas semanales en turno de mañana! Darás clases a adultos.

Se emocionó solo de pensarlo, era su puesto soñado, podía seguir dando clases en las tardes, continuaría aprendiendo lenguaje de signos. Incluso dejaría de aprender técnica de baile para profundizar en lenguaje de signos. Quería comunicarse de una vez por todas con TaeHyung.

Aquella misma mañana fue a firmar el contrato y mandó un mensaje a su jefe de la empresa de venta, diciéndole que no continuaba porque había encontrado algo más estable en lo suyo. Como tenía un contrato por obra y servicio, no era necesario un preaviso.

Sonrió al cielo, las cosas estaban empezando a mejorar.

Así pues, en los días siguientes, JungKook se preparó para dar todo de sí en las clases, se preocupaba por conocer a sus alumnos, su nivel, su capacidades y gustos musicales para que las clases fueran más amenas y más fáciles de aprender. Pronto el chico comenzó a tener muy buenas referencias e, incluso, escuelas que le habían rechazado le llamaron para contratarle.

Tenía tiempo para dar más clases, pero dar más clases implicaba dejar lenguaje de signos y ahora su prioridad número uno era poder hablar con TaeHyung.

—Perdón, ¿puedo hablar un momento con usted? —preguntó JungKook a su profesor de lenguaje de signos.

—Claro, dime.

—Verá, yo... conozco a una persona sorda, él es capaz de leer los labios y me muero por tener una conversación con él pero no sé si estaré preparado. ¿Podríamos hablar en lenguaje de signos para saberlo?

El profesor se quedó mirándole perplejo. Apartó las cosas de su escritorio y se sentó. JungKook pensó que la conversación empezaría pronto, pero no. Su profesor usó la voz para hablar.

—¿No te has comunicado con esa persona en todo este tiempo?

—Hablamos por nota una vez... cuando me regaló un cuadro, hace nueve meses... desde entonces nos vemos casi todos los días y nos miramos. Sé cuando está feliz y cuando está triste con sólo verle, pero necesito hablar de una vez con él. ¡Me estoy volviendo loco!

—Chico, posiblemente ya estabas preparado para tener tu primera conversación con esa persona antes de venir aquí.

—Pero...

—Ve a hablar con él.

El chico se quedó mirando a su profesor, no sabía si ir o no. Pero ¿qué más podía hacer? Había estado un año entero acudiendo, tenía tantas cosas que decirle. Fue a su casa, se arregló y, por si acaso, cogió un cuaderno y un bolígrafo.

De camino a la tienda de pintura, llamó a su mejor amigo.

—Dime.

—Voy a la tienda de pintura...

—Eso no es novedad —interrumpió.

—Voy a hablar con él. No sé si sé mucho o poco de lenguaje de signos, por si acaso llevo un cuaderno, sé que él sabe leer los labios. ¡Mierda, ahora no sé qué decirle!

—Ay, JungKook, deja de estresarte. Ve allí y preséntate. Eso sabes hacerlo.

Con un suspiro, colgó y, cuando divisó la tienda, quiso dar marcha atrás y eso hizo. Salió corriendo y se quedó a un par de metros, pensando en qué le diría y cómo. TaeHyung se había convertido en una persona demasiado especial para él. No podía perderle por su propia estupidez de no saber comunicarse.

Pensó en la primera vez que se habían visto. Justo el día de hoy hace un año. El día de hoy, hace un año, se propuso aprender lenguaje de signos, dejar su trabajo como comercial y tener un buen trabajo como bailarín. Lo había conseguido. Había conseguido todas aquellas cosas, ¿cómo es que le faltaba valor para acercarse a TaeHyung y hablar con él? Ya le había dejado una nota donde le decía muy claramente que estaba interesado en él.

Tomó aire y se dirigió a la tienda de arte. Allí estaba TaeHyung, pintando, como no.

—Hola Jungkook —saludó Hoseok, sin levantar la vista de su lienzo.

—Quiero el último cuadro de Taehyung...

Pensaba que dirigirse directamente al chico sería brusco, o quizás no, pero si le compraba un obra, quizás fuera menos violento.

Hoseok, por su parte, suspiró, no sabía si decirle o no que dejara de gastarse todo su dinero en las obras de Taehyung, que así no llamaría su atención. Pero decidió no hacerlo, nunca nadie se había tomado tantas molestias por Taehyung y, de verdad Taehyung era un chico que, a pesar de todo, merecía la pena.

—Aquí tienes.

Jungkook sonrió y se dirigió a Taehyung, éste sólo le miró y sonrió, pensando con tristeza que Jungkook y él se mirarían durante un tiempo y luego el chico se despediría y se iría.

—Tengo setenta y ocho cuadros tuyos... los he contado —dijo Jungkook en un aceptable lenguaje de signos.

Taehyung dejó caer el pincel, arruinando el lienzo, pero poco le importó.

—Te vi por primera vez hace un año... sólo quería hablar contigo...

Hoseok, que estaba en un discreto segundo plano mirando aquella silenciosa conversación, sonrió, dejó su pincel y se fue.

—¿Has aprendido... por mí? —preguntó Taehyung, que estaba tan nervioso que sus manos temblaban.

Jungkook asintió y Taehyung parecía en estado de shock.

—¿Por qué?

—Porque verte es como ver un hermoso cuadro y no poder descifrarlo. Eres demasiado hermoso... yo... quería saber de ti...

—Tú también eres como un cuadro... pero en blanco. Ahora puedo pintar mucho sobre ti —dijo gesticulando despacio con las manos para que Jungkook le entendiera y, tras finalizar, mostró una gran sonrisa rectangular.

—Incluso sobre mí, si quieres.

Ambos se miraron y Jungkook se abrió la camisa, Taehyung cogió su pincel y comenzó a pintar, cuando terminó, Jungkook vio un hermoso girasol en su costado en la zona de su corazón.

—¿Un girasol?

—Cada vez que te veía... no podía apartar mi mirada de ti... yo soy ese girasol y tú mi sol.


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