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Capítulo Segundo

Este capítulo forma parte de la compilación de relatos sobre "Primer Beso".

Lo pueden encontrar en:

Entrando en la cuenta ➡️ Libro "Nuestro Primer Beso" ➡️ El chico sin voz.

El resto lo tienen a continuación!! ^^

P.D: he pegado el link para que les dirija como vínculo, pero como Wattpad es así, igual les dará error o no les dejará, así que mejor traten de entrar directamente desde la cuenta de Relatos de Erato.


CAPÍTULO SEGUNDO

TaeHyung por su parte, fue a su casa, compartía piso con Hoseok. Habían estudiado juntos y, como se llevaban tan bien, habían preferido compartir piso. A Hoseok le venía bien a la hora de compartir gastos, mientras que a TaeHyung le venía bien tener a una persona que pudiera hablar y oír a su lado.

—Llevas un par de días muy serio.

—No es nada.

—¿Qué quieres de cena? Puedo cocinar algo...

—No tengo hambre, me iré a leer. Buenas noches, Hobi.

El chico se metió en su cuarto y no pudo evitar echarse a llorar. Cogió un lápiz y su cuaderno de dibujo. Mientras dibujaba, soltó su dolor. Aquel apuesto chico, sea quien fuera, era otro más en su larga lista de personas que se interesaron por él y perdieron el interés en el momento en el que supieron que no podía oír, ni hablar. ¿Por qué el mundo tenía que ser tan cruel? Él tenía mucho que ofrecer, él también quería vivir esas primeras veces como tener pareja por primera vez, besar por primera vez, hacer el amor por primera vez.

Enamorarse por primera vez.

Pero nadie se tomaba la molestia de conocerle. Dejó el lápiz y cogió la pintura roja. Con fuerza comenzó a pintar sobre el dibujo, atravesando el papel, mojado por sus lágrimas.

Sin pararse a ver lo que había hecho, rompió el papel y se acostó en la cama, llorando.

No se trataba de aquel chico. No. Se trataba que estaba harto de que todos fueran igual con él.

A la mañana siguiente, TaeHyung se despertó bastante cansado, no quería ir a la tienda a pintar. Total, su trabajo consistía en pintar cuadros, tenía muchos y vendía a diario, por un día de descanso, no pasaría nada. Pero sabía de sobra que, si se dejaba llevar por la tristeza, no sólo sería un día.

Se levantó, se duchó, se vistió y, cuando salió de su cuarto, vio a Hoseok preparando gofres con chocolate.

—¿No es demasiado para el desayuno?

—Nos lo merecemos.

TaeHyung sonrió y se sintió agradecido de tener un amigo como Hoseok, sabía porque lo hacía. Hoseok sabía muy bien que el chico había estado pasándolo muy mal los últimos dos días y que la noche no debió de ser buena. El chocolate era una buena opción para levantar el ánimo.

Se sentó en la mesa y, cuando su paladar probó el chocolate, sintió que se moría de delicia. Estaba demasiado bueno.

Aquel día, la tienda de pintura tuvo mucho ajetreo de gente. Llegaron cinco personas a comprar cuadros de TaeHyung para ponerlos en tiendas, otras para comprar útiles de pintura y, lo que más ilusión les hizo, un señor que acababa de abrir una escuela de pintura y les hizo un pedido bastante grande con lápices, pinturas, borradores, acuarelas, témperas, blocks... aquel día facturaron muchísimo. Tanto que, si el resto del mes no abrían, no pasaría nada.

Estaban muy contentos con el día de hoy cuando la puerta volvió a abrirse y TaeHyung se quedó de piedra. Era el chico atractivo del otro día, no esperaba volver a verle.

Odiaba admitirlo, pero sintió como su corazón daba un pequeño vuelco cuando aquel chico le sonrió y le saludó con una mano.

—Hola —dijo JungKook, mirándolos a ambos —pasaba por aquí y me gustaría volver a mirar tus pinturas... hubo una que me gustó el otro día, quisiera llevármela.

Con un pequeño gesto de la cabeza, TaeHyung le indicó a Hoseok que le llevara a la trastienda donde estaban colgadas sus pinturas.

Aquello le dio a entender a JungKook que el chico podía leer a la perfección los labios.

—Ven conmigo, por cierto, me llamo Hoseok.

—JungKook— se presentó.

—Encantado. Hoy ha habido mucho movimiento y se han vendido ocho cuadros de TaeHyung y tiene otros cinco guardados porque se los han reservado en estos días. Así que es muy posible que el que tú viste el otro día ya no esté.

Sólo un vistazo le bastó para darse cuenta de que, efectivamente, ese cuadro ya no estaba. Y no le sorprendía, era demasiado bueno.

—¿Está? —preguntó Hoseok.

El chico negó, triste.

Dos golpecitos en la puerta le sobresaltaron y se giró. TaeHyung estaba allí, observándolos.

—¿El cuadro que le gustaba está?

—No.

—¿Cuál era?

Hoseok se dirigió a JungKook para hablar con él, quien no había parado de observar a TaeHyung en medio de aquella silenciosa conversación.

—TaeHyung pregunta cuál era el cuadro que te gustaba.

—Estaba allí, tenía un marco, desvencijado, era un ángel triste en colores azul y gris.

—Ya sé cuál es.

Tras aquello, que sólo Hoseok entendió, el chico se retiró y dejó a JungKook solo con Hoseok.

JungKook, por su parte, decidió no preguntar lo que TaeHyung había dicho. El chico parecía serio. Quizás se había ilusionado demasiado deprisa, no le conocía, tal vez lo que los separaba era insalvable.

Con un último suspiro, salió de allí.

—Creo que hoy no me llevaré ninguno, pero volveré. Son muy buenos.

—Hoy no está de humor. Ha pasado una noche muy mala —susurró Hoseok.

No quería darle esperanzas a JungKook, porque sabía que, si el chico seguía apareciendo por allí, su amigo seguiría sintiéndose afectado por él. Pero a JungKook parecía importarle de verdad TaeHyung y, lo que era más importante, le empezó a importar TaeHyung porque primero le impresionó su arte.

Cuando salió de la trastienda, quiso despedirse de TaeHyung, pero el chico estaba muy centrado en su cuadro.

—Le diré que te vas.

No obstante, esta vez fue el propio JungKook quien se fue sin despedirse. Le había dado la sensación de que TaeHyung no quería su presencia. No iba a imponérsela.

Abatido, fue a su casa. Quizás sólo había buscado un motor a su vida, eso es todo. Pero el motor de su vida debía ser el baile, no un pintor que acababa de conocer y con el que no había hablado nunca. Al día siguiente no fue a clase de lenguaje de signos, tampoco vio vídeos de YouTube y dejó apartados sus libros y apuntes en un cajón. Se dedicó a bailar, a perfeccionar su técnica y buscó trabajo en varias escuelas.

Se esforzó muchísimo en no pasar por la tienda de pintura de TaeHyung, cosa que se le hacía complicada, la tienda estaba entre su casa y su escuela de baile. Para ir al trabajo tenía que pasar por allí, al menos dos veces a la semana.

En lo que restó aquella semana daba un rodeo y a la semana siguiente ya estaba harto del rodeo, pero lo seguía dando.

Sien embargo, tras la dura clase del viernes no pudo evitar pasar por allí. Aquel día había puesto todo de sí como profesor y estaba realmente cansado, se había duchado en la escuela, pero sólo quería llegar a casa, volver a ducharse, cenar y tumbarse. Olvidó el rodeo y fue por el camino más corto.

Cuando pasó por la tienda, puso todo de si mismo para no mirar por el cristal y, no había terminado de pasar, cuando alguien le tocó levemente el hombro.

Se giró y vio a TaeHyung. Jamás le había visto tan cerca. Era increíblemente hermoso, pero su rostro desprendía un aura de tristeza que hacía que le doliera el corazón.

Se giró y le saludó con la mano. TaeHyung, por su parte, le indicó con la mano que entrara dentro de la tienda.

Extrañado, JungKook entró tras él y le llevó hasta el mostrador. Allí le dio un envase de plástico circular negro.

Extrañado, JungKook cogió un pequeño taco de post-it que había allí y escribió "¿qué es?"

Confundido, TaeHyung lo leyó "El cuadro que querías y que no estaba. Lo he vuelto a pintar para ti. Es un regalo".

JungKook abrió mucho los ojos y abrió el envase de plástico, sacó el lienzo y lo estiró. Allí estaba la pintura. Era tan hermosa como recordaba. Incluso más.

—Gracias —dijo, mirándole a los ojos.

TaeHyung sonrió y sólo se encogió de hombros. Pasó por su lado y volvió a su lugar de siempre, en el caballete.

JungKook, por su parte, enrolló la pintura con mucho cuidado, la guardó y volvió a coger otro post-it, escribió en él y lo pegó en la mesa donde TaeHyung tenía sus pinturas.

Con una sonrisa arrebatadora que movió hasta el alma de TaeHyung, se despidió y se fue a casa. TaeHyung, por su parte, miró la nota de JungKook "Me interesas. Algún día tendremos una conversación, si quieres".

No pudo evitar quedarse en shock. Por un lado, JungKook le había escrito que estaba interesado en él y, por el otro, le había dicho que algún día tendría una conversación pero ¿cómo? El jamás podría llegar a hablar. ¿Por notas? Bueno, era un tanto cutre, pero si a JungKook no le importaba, estaba dispuesto.

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