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Capítulo Décimo

TaeHyung cerró los ojos en el momento en el que JungKook le besó y sintió las fuertes manos del bailarín en su cintura. Soltó un pequeño grito cuando sintió como JungKook le empujaba contra el sofá, se tumbaba encima de él y luego besaba la punta de su nariz.

Rio y vio reír a JungKook, aunque no pudo escuchar su risa. Pero imaginaba que sería hermosa, tan hermosa como era su sonrisa. Acarició su mandíbula y le besó. Sintiendo el calor que el gran cuerpo de su pareja le proporcionaba.

Se besaron y TaeHyung sintió todos y cada uno de los músculos de su pareja temblar. Le abrazó con fuerza y separó sus piernas para acunarle entre su cuerpo. En el momento en el que lo hizo, sintió el miembro de JungKook sobre el suyo y suspiró. No era consciente de a dónde iba a llegar aquello, pero sabía que estaba ayudando a su pareja.

No estaban haciendo nada del otro mundo, no era sexo, tampoco tenían en mente quitarse la ropa y hacerlo allí, pero era algo que les ayudaba y volvía a crear confianza entre ellos.

Con un suspiro, TaeHyung se relajó bajo el cuerpo de JungKook, besándole y acariciándole, sintiendo los labios de su pareja sobre los suyos, sintiendo la lengua de su pareja sobre la suya y sintiendo las manos de JungKook tocarle.

Abrió los ojos como platos cuando sintió su camisa ser desabotonada y los labios de JungKook recorrer su cuerpo ¿se había equivocado? ¿JungKook estaba preparado para hacerlo allí?

No, el chico apenas desabrochó tres y volvió a subir hasta el cuello de su pareja, perdiéndose entre su olor y su pelo. Cuánto había extrañado a su pareja.

De pronto, JungKook se levantó como un resorte y, tirando de él, comenzó a arreglar su ropa y la del chico.

—¿Qué pasa? —preguntó TaeHyung, alarmado.

—La puerta, creo que es Hobi.

JungKook salió a la tienda, arreglándose el pelo, y se quedó visiblemente relajado al ver a Hoseok entrar.

—¡JungKook! ¡Pensaba que TaeHyung estaba solo pintando en la parte de atrás!

—Eh... sí, estábamos solos.

—¿Queréis que me vaya? —preguntó, sonriendo.

El chico sonrió, pero no contestó. En realidad sí, desearía que se fuera, volver a estar con TaeHyung como estaba hace un minuto porque qué bien se sintió. Qué libre se sintió.

Entraron en la galería y encontraron a TaeHyung peinándose.

—¡Hola!

El chico parecía un tanto azorado, pero se tranquilizó cuando JungKook se puso a su lado y le dio un beso.

—¿Es un buen momento para hablar sobre el tema de las redes sociales?

—Sí, estamos los tres —dijo Hoseok —¿Cómo queréis enfocarlo?

—En las mías me gustaría que sólo hubiera vídeos míos bailando, horarios de la academia, de mis clases y de mis futuros proyectos...

Ante aquello, TaeHyung levantó la cabeza y le miró sonriente.

—¿Futuros proyectos?

—Ya hablaremos de eso...

—¿Ese cuaderno donde escribes tiene algo que ver?

—Puede, pero nada de cotillear.

—Oh, eres cruel.

—Como tú, cuando estás pintando y no me dejas ver.

Ambos rieron y se besaron. Hoseok les veía y no podía estar más feliz por ellos.

—También me gustaría que no se pudiera comentar los post. Si alguien quiere apuntarse a las clases, que mande un correo o llame al teléfono de la escuela. Si quiere algún tipo de colaboración, al correo electrónico.

—¿Quieres que te gestione el correo electrónico?

—Va a ser mucho trabajo para ti —dijo JungKook, apesadumbrado.

—Puedo hacerlo en mis horarios, cuando estoy en la tienda.

—Jamás te voy a terminar de agradecer todo esto.

—Lo hago encantado. ¿Y tú? ¿Cómo lo quieres gestionar?

—Bueno, voy a borrar todas las fotos que tengo con JungKook en mis redes, sólo quedarán mis cuadros, exposiciones... todo lo referente a mi arte. Quiero colgar un aviso en el cristal avisando que está prohibido entrar para dejar regalos y, que si quieren hablar conmigo, tienen que dejar un correo electrónico pidiendo cita y comentando el asunto.

—Perfecto.

—No quiero cambiar el funcionamiento de mis redes porque a mí me ha funcionado y he conseguido muchas exposiciones, por tanto dejaré que la gente comente y puedan enviarme mensajes. Yo siempre he tenido los mensajes privados desactivados y las empresas con las que siempre he colaborado me mandan mensajes al correo.

—¿Quieres que te gestiones todo las redes y el correo?

—Sí, quiero dedicarme a nosotros —dijo y miró a su pareja.

JungKook le miró y le besó. A pesar de que, quien tenía los problemas era él, TaeHyung estaba poniendo todo de sí para ayudarle.

—¡Cariño la hora!

Miró el reloj y, espantado, vio que faltaban veinte minutos para el inicio de su siguiente clase. Salió corriendo tras darle un fugaz beso en los labios.

—Bueno... ¿qué ha pasado? Tu novio me ha abierto la puerta un tanto empalmado.

—¡No estaba empalmado!

—He visto tiendas de campaña más pequeñas...

TaeHyung rio. Sí, JungKook se había excitado y, a decir verdad, él también. Habían logrado relajarse y entregarse el uno al otro.

—No llegó a pasar nada...

—¿Fue culpa mía?

—No sabría decirte, la verdad. Llegaste y sí, él me estaba besando y quitando la camisa, pero no sabía si iba a llegar a más. Tampoco sé si esta noche él querrá.

—¿Hace cuánto que no tenéis algo de intimidad?

El chico se quedó cortado ante aquella pregunta.

—Lo siento —se apresuró a añadir Hoseok —es vuestra intimidad. Olvídalo.

—Jamás la hemos tenido —confesó —él es virgen.

—¿En serio?

—Sí. También forma parte de los problemas que tuvo de joven. Creo que no se sentía cómodo con su cuerpo... tampoco consigo mismo... se encerró en sí mismo, obviando el exterior, centrándose en su carrera. Soy su primer novio.

Hoseok se quedó en silencio.

—Es curioso, ¿no?

—¿El qué?

—El construyó un puente para ser el primero para ti. Ahora te toca hacer a ti lo mismo.

TaeHyung suspiró y se quedó en silencio, sin responder. Y, como otras veces en su vida, se fue a pintar.


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