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Capitulo 3

Le hablé a mi madre sobre ti, pero no le dije nada a mi padre ni a mis hermanos. El domingo por la tarde ella me ayudó a arreglarme, me cepilló el pelo y me animó a rizarme las pestañas y a ponerme polvos en las mejillas. Aunque en otras partes del mundo la moda hippy había despuntado en los sesenta, en España seguíamos anclados en un estilo de vida más clásico y conservador. Como la camiseta que me puse, la mejor que tenía, una de color verde musgo pálido.

    Me miré en el espejo y sonreí.

    —Estás preciosa, Namjoon.— me dijo mi madre.

    —Gracias por la ayuda. Prometo llegar temprano.

    —Eso espero. Le dije a tu padre que salías con tus amigos, así que no te retractes.

    Le aseguré otra vez que cumpliría con el toque de queda y me marché. Había quedado contigo en la calle donde nos encontramos por primera vez, cuando te vi fumando junto a esos chicos que te acompañaban. Al girar la esquina, vi que ya estabas allí, esperándome. Por primera vez, también parecías estar nervioso y me sentí aliviado pensar que no era el único que se sentía así. Nos miramos como dos tontos durante unos segundos eternos antes de comenzar a caminar juntos hacia una zona más transitada de la ciudad.

    ― ¿A dónde vamos?― pregunté inseguro.

    ― No tenemos mucho tiempo si tienes que estar en casa dentro de una hora y media, pero he pensado que podríamos ir a tomar un helado a un sitio que conozco. O cualquier otra cosa que te apetezca.― añadió rápidamente ― ¿Tenías algún plan en mente?

    —No, qué va. Solo era curiosidad.― te sonreí.

    Nos internamos entre unas calles más estrechas. En algunos barrios, como por el que caminábamos, había casas que tenían televisor y dejaban las puertas abiertas para que los niños pudieran reunirse fuera y verla un rato. Esquivamos una peonza cuando pasamos al lado de un grupo de niños y me sujetaste de la cintura cuando estuve a punto de tropezar. ¿Qué puedo decir, Jungkook? Creo que, en ese instante, cuando alcé la vista y nos miramos en silencio y nerviosos, ajenos a las voces de los pequeños, supe que iba a enamorarme de ti. O quizá fue antes, en cuanto te vi por primera vez. O día a día, conforme fui demostrándome con hechos y certezas que eres el mejor hombre que he conocido nunca.

    Llegamos poco después a la heladería.
—Eres de chocolate, lo sé.—dijiste.

    —Tienes pinta de nata.— contesté.

    —Chico listo. Espera un momento aquí.

    Me quedé sentado mientras te acercabas al mostrador y pedías. Me froté las manos bajo la mesa, todavía nervioso. No podía dejar de mirarte. Tiempo después llegué a pensar que era cosa de magia. Que, aquel día, cuando pasé por tu lado en esa calle, alguien nos lanzó un hilo invisible que nos conectó a los dos y nos mantuvo sujetos con fuerza.

    Porque me despertabas la piel, Jungkook.

    Fue eso, un despertar en todos los sentidos.

    ― Chocolate para el más bonito de la ciudad.― me ofreciste el helado ― Nata para el más afortunado del día.― añadiste con una sonrisa traviesa antes de probarlo de un bocado.

    En la radio que estaba en el mostrador sonaba Cuéntame, de Fórmula V.

    —Está delicioso.— susurró.

    —Es la mejor heladería.

    —Eso me recuerda que aún tienes que decirme dónde compraste el pan del otro día.

    — Puedo hacer algo mejor y acompañarte el lunes.

    ―De acuerdo.― saboreé el chocolate, aunque casi parecía que te saboreaba a ti al no quitarte los ojos de encima. Vi cómo arqueaba las cejas, divertido ― Solo… me fijaba en el suéter. Es como el que lleva a veces Paul McCartney.― Era tan negro como tus ojos y de cuello alto, porque al caer la tarde refrescaba. Te daba un aire intelectual.

    —No negaré que me gustan Los Beatles.

    —A mí también. ¿Por qué estudias literatura?

    —Porque también me gustan los libros. Y, si él es sincero, porque sé que eso hace que mi padre esté orgulloso de mí. Cualquier otro querría que me limitara a aprender el oficio y heredara el taller de tapicería, pero él… es un hombre especial.

    ― ¿Qué quieres decir con eso?

    —Mi madre murió.

    ― Lo siento… Jungkook…

    ― Fue hace mucho. La cuestión es que mi padre ha sufrido, pero aun así sigue siendo la persona más increíble que conozco. Y me esfuerzo cada día por parecerme un poco más a él. Si dependiese de mí, me encargaría del taller sin rechistar. Si me haces bien. Es fácil cuando llevas toda la vida allí dentro. Pero él quiere que sea alguien mejor, alguien más importante, ¿lo entiendes? Así que lo haré. Terminaré de estudiar. Voy un poco más lento que el resto porque no podemos prescindir de toda mi ayuda en el taller.

Me encandilaba eso de ti, que hablases tanto. Siempre tenías algo que decir, siempre tenías una palabra de más rondando por tu cabeza. Intentaba cazarlas, escucharlas y quedármelas para siempre a buen recaudo. Aprenderte. 

    ― ¿Cómo… cómo puedes permitírtelo? 

    —Esa es otra larga historia. Pero, en resumen, mi padre conoce a un profesor importante de la Universidad de Valencia, un hombre con muchos contactos. Le salvó la vida hace años cuando los grises le dieron una paliza y se lo llevó a casa, donde le curó las heridas y dejó que se recuperara. Así que, desde entonces, Martínez se siente en deuda con él; aunque, en el fondo, simplemente se hicieron tan amigos que se convirtieron en familia. Paga mis estudios y el material, me consiguió un carnet de la biblioteca y suele echarme una mano. 

    —Es bonito cómo habla tu padre. 

    —¿Qué hay de ti? —preguntaste. 

    Apoyaste un brazo en el respaldo de tu silla. 

    ―Es… es un buen hombre.― titubeé. 

    Frunciste el ceño y ladeaste la cabeza.

    — Namjoon, ¿estás mintiéndome? 

    ―No, no quería…― inspiré hondo. Hubo algo en tu expresión que me dijo que si no fuera sincero contigo, te alejarías. Querías verme de verdad, con las partes buenas y las malas, como tú mismo te habías mostrado ante mí ― Es egoísta, aunque a veces puedo entenderlo. Quiere que trabaje hasta que me case porque necesitamos el dinero en casa, por eso me costó convencerlo para apuntarme a esas clases nocturnas, pero mi madre… ella me entiende. 

    ― ¿Te gusta leer?― asentí con la cabeza ― Puedo enseñarte. Más de lo que ya sabes, quiero decir. El día siguiente traeré un libro. 

    ¡Lamí la cuchara! Me miraste los labios. 

    Empezó a sonar Chica ye-ye y sonreí. 

    ―Me encanta esta canción.― susurró. 

    Te inclinaste, con los codos sobre la mesa. 

    — Será porque eres parte de la revolución. ¿Sabes qué significa eso, Namjoon? «Con el pelo alborotado y las medias de color». La música pop será un concepto, una forma de ser, de vestir, un cambio social. ¿Has usado alguna vez minifalda?― negué con la cabeza y sentí que se me encendían las mejillas. Tú te resistes ― ¿Y has ido a algún guateque?― volvía a negar, sin ser consciente de que, poco a poco, abrirías las grietas de mi mundo.


Quien no se enamoraria de un tipo tan lindo como jungkook de esta historia.


Espero que esten disfrutando la lectura voten por favor para saber si sigo transcribiendo esto o lo dejo morir

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