Capitulo 18
Los grises años setenta, como algunos los recuerdan, tuvieron un sabor agrio al principio. Tú solías decir que fueron como cuando mueres una manzana que está demasiado ácida y al principio te cuesta asimilarla, pero, conforme vas dando un bocado tras otro, empiezas a pensar que quizás no está tan mal, incluso con la piel y todo, con pepitas. agrias y el corazón fibroso. Porque fue el principio del cambio. Porque aprendimos que después de la tormenta llegaba la calma y que «nosotros» éramos nuestra historia de amor, la parte bonita y dulce, pero también la otra, la ácida, la dolorosa, la que no siempre se sabe desenredar.
Y fue una época convulsa, confusa y complicada.
Pero durante la década de los setenta también ocurrieron cosas más allá de la situación política en España. Yo terminé el curso de taquigrafía y mecanografía con honores y recibí una primera oferta de trabajo que rechacé porque temí ponerme a dar a luz el primer día, pero, aún así, fue uno de los momentos más bonitos de mi vida, porque me sentí orgulloso. de mí mismo y me llevé de allí a un buen puñado de amigos que siempre me acompañarían. Se estrenó la película Tiburón y tú te empeñaste en verla, aunque a mí me daba pavor; A cambio, me vengué años más tarde convenciéndote para que me acompañases a ver Grease, que a ti te horrorizó. Murió Elvis Presley y también Charles Chaplin. Nos compramos el primer televisor. Y también el primer coche. Tú parecías un niño con un juguete nuevo. Era un Renault 4 y nos costó 234.296 pesetas. Ahora me hace gracia recordar que era tan pequeño que apenas sabíamos dónde llevar el equipaje cuando viajábamos, y en verano nos asábamos dentro incluso con todas las ventanillas bajadas. Por aquel entonces, nos parecía que no podíamos desear nada más, que estábamos en la cima del mundo.
Y llegó nuestra pequeña Jiha.
Cuando ya menos lo esperábamos…
Cuando casi habíamos dejado de pensarlo…
La cuestión es que llegó y sacudió nuestras vidas. Estábamos enamorados de ella. De esas piernas rollizas con las que terminaron dando sus primeros pasos poco después de cumplir un año, aquel que celebramos en casa de tu padre un domingo que mi madre pudo escaparse para venir. Y de sus ojos, que eran idénticos a los tuyos, negros y profundos, llenos de verdad. Jiha siempre se parecía a ti en todo. En el carácter. En la sonrisa. En la forma de afrontar las cosas, con esa costumbre suya de tragárselo todo hasta que no podía más y terminaba por soltarlo de golpe. En lo soñadora y lo idealista que era. En fin, Jungkook.
Y, quizás por eso, siempre fue tu gran debilidad.
🐼🐨💜...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro