2. ¿Aun respira?
Capítulo 2
¿Aun respira?
⭐⭐⭐
Mi miedo más horrible se estaba haciendo realidad, estela la persona que más amaba estaba tendida en el suelo mal herida, desangrándose y a punto de perder el conocimiento. Aquella delicada y fina figura femenina que me había deslumbrado hace algunas horas con ese vestido blanco ahora era cubierta por una gran y densa capa de sangre.
Me arrodillé a su lado vuelto un desastre. No sabía qué hacer, estaba perplejo, el corazón me palpitaba con fuerza a tal punto que era lo único que podía escuchar. Con mis manos temblorosas tomé su mano que se sentía tan frágil. Al mismo tiempo me concentré en sus ojos, aún estaban abiertos, pero ella solo se mantuvo observando al cielo de una manera extraña.
Con mucha desesperación comencé a gritar su nombre y a tocar su rostro, aunque era como si ella no pudiese escucharme. Mis lamentos y gritos de auxilio solo cesaron cuando vi que su mirada se posó con dificultad sobre mí. Por unos segundos no fui consciente de que mis lágrimas estaban brotando incesantemente hasta que las misma cayeron sobre ella. En sus ojos había un pequeño destello que no supe cómo interpretar. Estaba tan asustado que me negaba a aceptar que en ese momento pudiera perderla para siempre.
El miedo y la angustia se incrementaron aún más cuando la escuché decir:
—Te amo.
Eso era lo que tanto había querido escuchar de ella desde el momento que la conocí y ahora estaba ahí. Apunto de morir y esas serían sus últimas palabras.
Ella volvió a mirar al cielo y sus ojos se veían vacíos. Eso me fue como sentir una puñalada directo en mi pecho. Estaba a punto de perderla de la misma forma en que perdí a mis padres.
—¡No me dejes, te lo suplico! —rogué con todas mis fuerzas lleno de pánico y en sin soltar un solo segundo su mano, saqué mi celular y rápido llamé a emergencias.
—911, ¿cuál es su emergencia? —La voz de la operadora por fin sonó.
Estaba tan nervioso y asustado que no supe ni siquiera que decir o como.
—¡¡Ayuda, un accidente!!... ¡Acaba de ocurrir un accidente y huy una persona herida!
—¿En dónde fue el accidente?
El contraste entre mi voz alterada con la voz calmada de la operadora de emergencias fue muy notorio.
—En la entrada principal de la Escuela Secundaria Beaufort. Por favor venga rápido ella está muy mal herida
—¿Cuál es tu nombre?
—Hmm, Ian
—Bien Ian, necesito que te calmes y me respondas todo lo que te pregunte ¿sí? Acabo de enviar una ambulancia justo en este momento y no tardará mucho pues se encuentra cerca... Dime si conoces a la víctima y si ese es el caso cómo se llama y qué edad tiene.
—Estela Jones y tiene dieciocho años.
—¿Cómo se ve? Dime cuantas heridas tiene y si son de gravedad. Aunque asegúrate de no moverla pues podrías dañar algún órgano.
Miré a Estela quien ya tenía los ojos cerrados y eso me paralizó por completo.
—Muchos raspones y tiene una herida abierta muy grave en la cabeza en el costado derecho y está sangrando mucho por ahí.
—¿Otra herida más?
Mi mirada recorrió su pequeño cuerpo y vi algo que me hizo abrir los ojos. Quizás había sido por la tela del vestido que no me dejó notarlo antes.
—Tiene la pierna derecha rota.
—De acuerdo, ¿está consiente? Mira si está respirando.
Como no quería soltar su mano, sujeté el celular entre mi cabeza y el hombro. Rápido y con cuidado verifiqué si estaba respirando y me alegré al saber que sí.
—¡Si, aun respira! —exclamé con alivio—. Pero creo que perdió el cocimiento.
—Correcto, Ian, ya falta poco para que la ayude llegue, quiero que esperes a su lado.
—Ok —La llamada terminó y yo seguía temiendo lo peor. Traté de mantener la calma como había dicho la operadora pues lo único que quería era salvarla.
Sin embargo, mi mundo se vino abajo cuando su mano, la que tanto me había estado aferrando dejó de apretar la mía y se volvía ligera como una pluma. Con el cuerpo temblando miré como su mano caía sin fuerzas.
Sin dejar de llorar y temblar volví a tomar su mano esta vez sentí la diferencia. Estela ya no tenía control de su cuerpo. De prisa puse mis dedos en su cuello para sentir su pulso y un aire de esperanza me cobijó cuando lo sentí, bastante débil pero ahí estaba, aún estaba viva.
Mis esperanzas se incrementaron cuando después de un rato logré escuchar el sonido de las sirenas de la ambulancia. En tan solo segundos varias personas se bajaron de aquel vehículo blanco junto con una camilla y otros equipos.
En mi estado vi como la revisaban y después estas personas me pidieron que me hiera a un lado pues la iban a subir a la camilla. Tuve que soltar su mano para no estorbar. Ya una vez en la camilla la subieron rápidamente a la ambulancia. Mientras eso pasaba yo me di cuenta que algo se había caído del cuerpo de Estela así que lo recogí.
Mi sorpresa fue grande cuando vi que se trataba de aquel collar en forma de estrella que le di el día que le confesé mis sentimientos. Estela aun lo guardaba consigo. Pensé que lo había botado, ya que después de nuestro rompimiento no lo volví a ver en su cuello y en ese momento descubrí que siempre lo tuvo en su muñeca.
Me subí con ella a la ambulancia y esta comenzó a andar. Al verla ahí acostada y tan frágil a punto de morir no pude evitar que la culpa me carcomiera el alma. La pesadilla de la que no podía escapar aún seguía.
Sentado a su lado me incliné un poco hacia adelante intentando disimular mi estado de impacto y además aquel frio en mis huesos. Me quedé observando como los paramédicos hacían de todo para mantenerla con vida. Yo lo único que podía hacer era rezar porque mi amada viviera.
Por favor Estela resiste. Sé que puedes escuchar mis suplicas. Ya casi llegamos así que por favor solo aguanta un poco más. Por favor mi amor yo aún te necesito. Eso era en lo único que podía pensar.
Rezando una y otra vez porque estela estuviera bien con la cabeza inclinada hacia abajo y las manos sobre mi rostro. El camino que me pareció una eternidad por fin se terminó y bajamos de la ambulancia a toda prisa. Ya en la entrada del hospital la esperaban otros enfermeros y doctores que comenzaron revisarla hasta que de pronto se la llevaron.
Logré perseguir a los médicos que corrían por la sala de emergencias con Estela en la camilla y cuando llegamos a cirugía, me detuvo una enfermera morena de rizos que era muy gruñona. Esta me llevo consigo hasta facturación en donde di todos los datos de Estela.
Ya un rato después me encontraba sentado en una fría banca de metal esperando a que los médicos salieran a dar noticias. La ansiedad que sentía era horrible, estar de nuevo en esa situación esperando que los médicos vinieran a darme malas noticas de una persona importante para mí, me llenó de mucho pánico. En el pasado después de perder a mis padres me aferré tanto a mi abuela que, cuando su enfermedad apareció tuve tanto temor de que muriera por eso no quería volver a estar en una situación similar.
Y ahora era Estela la que estaba allí adentro, luchando por su vida sin que yo pudiese hacer algo. La imagen de su pierna rota, el feo golpe en su cabeza y la cantidad de sangre me torturaban una y otra vez. Aun no paraba de temblar y aunque mi llanto se detuvo aun me ardían los ojos.
Ese terrible escenario que experimenté, no era el que alguna vez me imaginé el día de mi graduación, de hecho, muchas veces me acosté con la ilusión de ver a Estela en su lindo vestido tan hermosa como siempre, invitarla a bailar mientras el susurraba que la amaba al oído. Eso era lo que en verdad quise cuando la vi estando en la pista de baile junto a su hermano.
Un ruido caótico me saco de mis pensamientos y levanté la cabeza para mirar. Frente a mi estaban los padres y el hermano de Estela. El hospital los había contactado. Me puse rápido de pie sin saber qué hacer. Y en eso la mirada de un Brandon en estado de shock recorrió mi cuerpo. No supe por qué lo hacía hasta que también me miré y vi que gran parte de mi traje estaba cubierto de sangre. En la zona de mi abdomen la camisa blanca se tiñó de rojo y mis manos igual.
Volví perplejo la mirada a Brandon y este se acercó a mí. Su madre estaba muy alterada y no paraba de llorar por su niña, en los brazos de su esposo que, aunque también se veía mal estaba tratando de parecer fuerte.
Brandon se situó a unos centímetros de mí y sin dejar de mirar la sangre en mis manos preguntó:
—¿Cómo está mi hermanita?
—No... no sé los médicos entraron y no han vuelto a salir.
—¿Qué le pasó? ¿Tú lo viste?
Me dolió el pecho cuando me di cuenta de que ella estaba sola.
—Yo no estuve con ella en ese momento... cuando llegué ya estaba en suelo y solo pude ver un auto blanco alejarse.
Brandon asintió lento y sus ojos divagaron. Me dio la impresión de que estaba suprimiendo sus sentimientos. El señor Jacob ayudó a tomar asiento a su esposa que había perdido las fuerzas. Me sentí tan culpable de eso al verlos sufrir por su hija. Al ver a la pareja ahí sentada me alejé un poco sintiéndome fuera de lugar y me quedé de pie con la espada recostada sobre la pared.
Ahí me quedé un buen rato hasta que me llegó un mensaje al celular y al mirarlo vi que era de Granny, esa era la forma en que yo solía llamarla. Ella estaba muy preocupada por mí. Era más de media noche y yo aún no aparecía. De nuevo me sentí culpable por hacerla desvelarse.
Caminé hacia el baño y ya estando allí le envié un mensaje diciéndole que estaba en la casa de Max y que me quedaría todo el día con él. No me gustaba decirle mentiras, pero enserio no quería que ella tuviera una recaída si le contaba que Estela había tenido un accidente. Solo le dije eso para que se fuera a dormir.
Después de hablar con mi abuela guardé mi celular y me sostuve la cabeza sintiendo un fuerte dolor de cabeza. Lo soporté unos segundos hasta que se me calmó así que me miré las manos. La sangre ya estaba seca y se había adherido a mi piel. Me lavé las manos y el rostro en el cual también tenía algunas manchas.
Para cuando salí el señor Jacob hablaba diligentemente con un oficial de la policía. Me sorprendí un poco, pero entendí que ellos lo habían llamado pues tenían que buscar al conductor del auto para que fuera prisión. Yo también quería que el culpable pagara. Me acerqué a ellos en silencio y el señor Jacob les indicó que yo fui quien encontró a Estela.
Me hicieron varias preguntas y yo sin titubeos les dije todo lo que había visto. Pero para nuestra mala suerte en ese punto en donde fue el accidente no había cámaras de seguridad y como tampoco vi la matricula les sería difícil encontrar al culpable.
⭐
Ya había amanecido y la última noticia que tuvimos de Estela fue cuando vimos a unas enfermeras ingresar a toda prisa con varias bolsas de sangre. Las explicaciones que le dieron al señor Jacob fue que ella estaba perdiendo mucha sangre y podría morir a causa de eso.
Los padres de esta estaban tan cansados que se habían quedado dormidos apoyados el uno del otro, mientras Brandon y yo esperábamos en silencio. Brandon se veía más cansado de lo normal. Estaba pálido y con los ojos brillantes.
Así permanecimos unas horas más hasta que repente mientras le contaba a Brandon la conversación que tuve con Ben y luego la que tuve con Estela antes del accidente, un doctor que salió pidiendo hablar los familiares de la señorita Estela Jones.
Brandon rápido despertó a sus padres y yo solo me mantuve expectante.
—Está fuera de peligro, milagrosamente su hija ha resistido las cirugías y vivirá —Esas palabras que el doctor pronunció fueron como agua para mi sediento corazón. La felicidad no me cabía en el pecho y no pude evitar sonreír.
La pareja de esposos se abrazó entre ellos volviendo a llorar, aunque esta vez con emoción. Brandon por su parte derramó una lagrima que se limpió rápidamente y fue a los abrazos de su madre.
—¿Cuándo podremos verla? —cuestionó la señora Linda.
—Aún no, ya que tenemos que hacerles algunos exámenes y es preferible dejarla descansar.
—Está bien, entendemos —habló esta vez el señor Jacob quien recordé también era doctor.
—Su hija es una persona muy fuerte que quiere vivir.
Después de esa gran noticia tuvimos que volver a esperar, sin embargo, pudimos verla por unos mitos mientras la trasladaban a una habitación. En donde estaría descansando por esta razón el doctor encargado les pidió a los padres de Estela que se fueran a casa a descansar y comer, alegando que ya habían paso muchas horas ahí y lo único que habían comido era un batido de café. Obvio ellos no aceptaron y después de un rato de discusión decidieron ir a su casa para traer algunas cosas y comida para Brandon quien dijo con firmeza que se quedaría.
Entre los murmullos escuché que ya estaba anocheciendo. No había caído en cuenta todo el tiempo que había pasado y yo ni siquiera había pensado en irme. No quería alejarme de Estela fue por eso que me sorprendí cuando la señora Linda, tomó asiento a mi lado y me pidió que me fuera a descansar.
—Agradezco su preocupación, pero quiero quedarme —dije sin atreverme a mirarla.
En eso sentí una suave mano sobre mi espalda.
—Lo digo por tu bien, por lo menos ve a casa a darte un baño y a comer un poco.
—No tengo hambre.
—Quizás ahora no, yo tampoco tengo, pero sé que a Estela no le gustaría esto. La conoces de seguro haría un escándalo si sigues negándote.
Ese comentario me hizo sonreír.
—La extraño —dije y de inmediato me solté a llorar como un niño.
La señora me acercó mas a ella y me abrazó con suavidad brindándome toda su calidez, esa que solo una madre puede brindar.
—Ian, ve casa, no te pido que dejes sola a mi hija. Solo te pido que vayas, duermas un poco y regreses —La amable mujer me limpió las lágrimas, aunque ella también estaba llorando—. Además, no crees que tu abuela estará muy preocupada. No te ha visto desde ayer.
Me hizo recordar la mentira que le había dicho.
—Está bien, me iré a casa —acepté a lo que ella sonrió con pesadez. Se puso de pie y me extendió su mano.
—Vamos, te llevaremos en nuestro auto.
Cuando nos íbamos me giré a ver a la habitación de Estela y aun lado de la puerta, estaba Brandon con la mirada hacia abajo pensativo. Mientras iba en el auto le envíe un mensaje a mi abuela informándole que llegaría a casa pronto y después de eso solo pude ver desde el asiento trasero del auto como el cielo empezaba a oscurecerse.
El señor Jacob y la señora Linda, me dejaron en la puerta de mi casa y luego se despidieron diciendo, sin poder ocultar su tristeza, que me verían a la mañana siguiente. Entré preocupado de qué podía pasar si ella me veía en ese estado. La gran mancha en mi camisa podría asustarla. ¿Cómo lo tomaría?
Apenas crucé el umbral de la puerta su mirada cansada se cruzó con la mía. Ella estaba en la cocina preparando la cena y cuando me miró el cuerpo fue evidente que se sorprendió. Ella con su débil cuerpo corrió hacia a mi observándome bien en busca de alguna herida. Yo la calmé y aunque quería desahogarme con ella y llorar, recordé que ya no era un niño y que tenía que ser fuerte.
Solo la abracé y conté todo lo que había pasado, mientras lo hacía me mantuve en calma para que ella creyera que la situación no era tan grave. Al final puse mucho énfasis en que Estela ya estaba bien. El nudo en mi garganta me quemaba con cada palabra que decía, pero tuve que soportarlo pues mi abuela era alguien muy sensible y esa noche tuve que darle medicamento para dormir.
Comí unas cuantas cucharadas de comida y estuve un buen rato bajo la regadera permitiendo que saliera todo lo que había retenido delante de mi abuela, para cuando salí solo me arrojé a la cama y decir que descansé sería una mentira, pues esa noche mis pensamientos estuvieron en la imagen de Estela llena de sangre en aquella carretera. No podía simplemente dormir cuando temía que en cualquier momento me llamaran diciendo que Estela había dejado de respirar.
En toda la noche no pude cerrar los ojos así que cuando amaneció me di un baño rápido y ni siquiera quise secar mi cabello. Solo me puse ropa limpia, que consistía en unos Jeans y una camiseta blanca. Cuando pretendía salir de nuevo hacia el hospital mi abuela me detuvo obligándome a desayunar. Ella ya estaba preocupada así que solo me limité a comer todo lo que puso en mi plato ese día. Apenas terminé corrí a la puerta y al abrirla me estrellé con una enfermera.
Había olvidado que esa mujer vendría a casa para hacerle unos exámenes médicos rutinarios a mi abuela así que tuve que estar presente. Ayudé en lo que pude ya que mi abuela me decía que podía irme no me atreví. Por un lado, me estaba muriendo por ir con Estela y por el otro, quería quedarme para saber la condición de salud de mi única familia.
Esperé sentado en una silla deslizaba los dedos de mis manos entre mi cabello. La enfermera se estaba tomando su tiempo mientras a mí la desesperación me estaba matando.
—Parece que solo tiene la presión un poco elevada, por el resto todo está normal —dijo finalmente la enfermera con una sonrisa amplia al tiempo que guardaba sus cosas en una mochila.
Ella ya tenía tiempo visitando cada mes a mi abuela y por eso estaba muy familiarizada con nosotros. Ella tenía un cabello negro y solía usarlo recogido pero ese día lo llevaba suelto. No le di importancia solo firmé unos papeles a toda prisa y sin siquiera dirigirle la mirada.
—Ian, sabes hoy tengo el resto del día libre y me preguntaba si... —Levanté la mirada. Ella demasiado cerca y fue cuando noté que tenía un escote muy revelador para sus enormes pechos.
El traje de enfermera color blanco había sufrido algún tipo de modificación aquel día.
—Bien por ti, espero que lo pases bien —me limité a decir volviendo a ver los papeles en mis manos.
—No, yo de hecho, quería invitarte a salir ahora que ya te graduaste.
La volví a mirar, esta vez mostrándole mi desinterés.
—No creo que se pueda, estoy ocupado.
—¿En qué?
Esta no era la primera vez que me invitaba salir. Solía hacerlo todo el tiempo a pesar de que yo era menor de edad y ella ya tenía veintisiete. Me pude zafar de su insistencia cuando le conté que tenía novia y dejó de molestarme pues se enteró que Estela era muy agresiva. Pero ahora que sabía que de nuevo estaba soltero quería intentarlo, aunque a mí no me gustara en lo absoluto.
—Mi novia está hospitalizada y tengo que estar con ella —dije sin más y le devolví los papeles. Su cara se endureció, pero solo la guié a la salida y la despedí.
Al poco rato me fui también, al llegar corriendo al hospital me sorprendió ver a los papás de Estela llorando afuera de su habitación. Me asusté sintiendo mi corazón latir desenfrenado.
¿Acaso le había sucedido algo mientras yo no estaba? Me sentí más terrible al recodar que había tardado demasiado en llegar. Me acerqué con la clara intención de saber que había ocurrido, pero la pareja no me prestó atención. Solo se abrazaban sin parar de llorar.
No saber que había ocurrido me estaba matando así que lo que se me ocurrió fue entrar a la habitación. Pero antes de poder abrirla puerta Brandon apareció de la anda y me detuvo.
—¿Qué haces? —exclamó serio, haciéndome sentir como si estuviera haciendo algo malo. Él al contrario de sus padres estaba bien. Aunque si se le notaba que había llorado pues tenía los ojos rojos e hinchados.
—Quiero saber que pasa, tus padres... —Señalé preocupado a la pareja— ¿Estela está bien?
Él asintió pensativo.
—Sí, ahora está dormida. No te preocupes —aclaró y sentí mi cuerpo liviano—. Necesito decirte algo así que ven conmigo —indicó comenzando a caminar por el largo pasillo del hospital y yo con curiosidad lo seguí.
Nos ubicamos bastante lejos de la habitación de Estela, cerca de un ventanal. Mientras Brandon se inclinaba sobre este para ver hacia afuera, yo me dediqué a tratar de descifrar su comportamiento.
Debajo de su oscuro y frondoso cabello negro desordenado, no se mostraba nada. En su rostro no había nada más que calma, pero su cuerpo estaba inquieto, incluso noté que Brandon se había mordido las uñas de las manos a tal punto que las puntas de sus dedos se veían lastimadas.
Su piel ya no estaba tan pálida como antes. Incluso parecía más saludable que hace unos días atrás, eso no era normal teniendo en cuanta que se había quedado toda la noche en el hospital.
—¿Qué es lo que tienes por decirme? —indagué ya que él no tenía intenciones de comenzar a hablar.
Y mirando hacia afuera, donde se veían varios enfermeros corriendo de un lado a otro, Brandon lo dijo:
—De hecho, si pasó algo esta mañana.
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