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1. Nuestro fin

Capítulo 1

Nuestro fin

⭐⭐⭐

El sol comenzaba a salir atravesando la ventana de mi habitación, eso me indicaba que al igual que las últimas noches, no pude dormir. Era increíble como seguía de pie después de no alimentarme bien y solo pasar mis días mirando las fotos que tenía junto a Estela en mi celular

Sin embargo, terminar con ella solo fue el principio de todo mi dolor. Aun me esperaba algo peor.

Me levanté de la cama y me fui a bañar. No quería salir de mi cueva, pero ese era el día de mi graduación y tenía que asistir al menos para darle alegría a mi abuela. Ella estaba muy emocionada y se había arreglado con un vestido bastante elegante y bonito que era de su color favorito, amarillo. Además de que, por primera vez usaría el collar de perlas que le regalé el día de su cumpleaños.

Salí del baño en pantaloneta y observé por la ventana que un auto se estacionó enfrente. Me puse una camiseta y fui a la sala. Ya mi abuela se encontraba en la entrada charlando con Leila, la cual venía vestida con la toga color verde. Al verla comunicándose en lengua de señas recordé los miles de veces que me rogó que el enseñara cuando éramos niños. Sin embargo, solo aprendió lo básico ya que era muy cabeza dura.

—Hola, súper modelo —saludé acercándome y ella se cruzó de brazos al verme.

—Por qué no te has vestido, ¿sabes qué hora es?

—No tengo idea, pero viendo que ya estás aquí, supongo que es hora de irnos —respondí sin ganas y besé la frente de mi abuela.

—Exacto, mi chofer nos está esperando.

Miré en dirección a donde se encontraba el auto y recordé que los padres de Leila no estaban en el país así que iría sola a su graduación. Al menos nos tenía a mi abuela y a mí.

—Entonces me iré a vestir, ya regreso.

Date prisa, cariño —indicó mi abuela con sus manos y yo le sonreí.

Realmente no quería mostrarle a ella como me sentía así por lo menos en ese día, me esforcé mucho en aparentar que todo estaba bien. Que mi corazón no estaba roto. Me puse la toga lo más rápido que pude y tomé mi mochila en la cual estaba la ropa que usaría en la fiesta de despedida y mi guitarra.

Volví a la entrada y subí al auto. Mi abuela adelante y yo atrás junto a mi amiga. Ella se veía linda como siempre y aunque creo que se pasó un poco con el maquillaje aun así se veía como ella, una rubia muy llamativa. Verla así me hizo pensar en mi Estela. Me cuestionaba si ella también iría al evento, tenía sentido que lo hiciera ya que era un día importante, pero como llevaba varios días sin verla no estaba seguro.

Eso me ponía intranquilo pues quería verla, deseaba verla. Aunque eso me doliera. No podía creer como habían jugado conmigo de esa forma. Nunca lo esperé de ella, que lo era todo para mí y al final, yo no fui nada para ella.

—Ian, me estás escuchando —La voz de Leila llamándome me hizo reaccionar, siempre que pensaba en Estela me iba lejos.

—Lo siento, ¿qué ocurre?

—Recuerdas lo que me prometiste cuando te conté que mis padres no vendrían hoy.

Asentí lento.

—Sí, dije que te dedicaría una canción

Ella se emocionó al ver que yo recordé esa promesa. Realmente cuando la hice lo pensé muy bien ya que ella estaba muy mal tras discutir con sus padres por su ausencia. Y ahora debía hacerlo.

—Estoy emocionada, aunque deberás hacer solo lo que yo te pida, sin quejarte.

—Aun no me has dicho cual canción.

—Te la diré después, ahora déjame arreglar esto —Ella levantó sus manos y tocó mi cabello cosa que me tomó por sorpresa y mi reacción fue alejarme.

—¿Qué haces?

—Solo quería arreglar tu cabello que está un poco desordenado —Se encogió de hombros un tanto confundida, pues esto era algo que ella solía hacer antes, antes de que a mi vida llegara Estela.

—No hace falta —dije cortante y en eso me di cuenta que habíamos llegado. Bajé y rápido ayudé a bajar a mi abuela.

Ella tuvo problemas para caminar bien debido a que estaba usando unas zapatillas un poco altas. Al llegar lo primero que noté fue ese enorme cartel de despedida suspendido en lo alto de la entrada y que la mayoría de los padres ya habían llegado.

Mientras íbamos avanzado muchos de los maestros se acercaron a saludarme. Incluso la directora me felicitó, aunque aún estaba un poco molesta porque unos días antes había rechazado su propuesta de que yo diera el discurso principal.

Ese día que me lo dijo yo estaba muy mal emocionalmente y no acepté pues solo quería que todos me dejaran en paz. Así que ella tuvo que escoger a alguien más, me enteré poco después que, la que daría el discurso sería Pilar, la amiga de Estela.

Eso no me pareció mala idea y supuse que a ella le agradaría ver a su amiga allí dando un discurso a los demás estudiantes y a los padres. No mentiré, estuve todo el tiempo buscando a Estela entre la gente. Anhelaba verla, aunque fuera de lejos.

Ayudé a mi abuela a tomar asiento, y después me fui hasta la zona designada para los graduados. Ya sentado en mi lugar admiré mi trabajo, la mayoría de toda la decoración fue mi idea y me la pasé los últimos días de clases trabajando con los maestros para que se viera así de bien. Aun me dolían los pulmones de tanto soplar esos globos verdes y blancos, pues a mitad de trabajo se nos dañó la maquina con que se inflan. Y ver las fotos en el letrero que estaba sobre la tarima con miles de fotos y en su mayora mías me hizo pensar en lo feliz que debía estar mi abuela viendo mi esfuerzo.

Me di la vuelta para saludar a mi abuela y mandarle un beso que la hizo sonreír, al intentar girarme vi que Estela estaba tomando asiento. Ella había llegado y como éramos muchos estudiantes su lugar estaba demasiado lejos del mío.

Al verla intentar ponerse su birrete noté que ella no se veía feliz. Se veía diferente, ya no era la misma y eso causó que mi pecho se estrujara. Después de que terminamos, cada vez que la veía no podía evitar sentirme mal. La amaba y por eso hasta pensé en olvidar el hecho de que me había traicionado con mi amigo e ir a rogarle que me entregara así sea un poco de su cariño. En serio quería estar con ella, pero mi orgullo no me dejaba. Solo pensar en que ella prefería a Ben me molestaba.

Incluso el recuerdo de verlos aquella vez en la biblioteca charlando como si nada después de lo que había pasado me atormentaba. Por eso desvié la vista y me mantuve fundido en mis pensamientos todo el trascurso de la ceremonia hasta que un compañero que estaba sentado a mi lado me tocó el brazo indicando que me estaban llamado.

Reaccioné y rápido subí a la tarima en donde, tras muchos aplausos y felicitaciones recibí mi diploma y después subí un par de veces más a recibir condecoraciones por mi excelente desempeño. Cada que estaba allí arriba evitaba ver a la chica que se convirtió en mi punto débil. Por ella casi saqué un nueve en matemáticas y por primera vez me senté en la banca durante un partido importante.

Después de eso y varias fotos, el chofer de Leila llevó a mi abuela de regreso a casa y yo me alistaba para la presentación eso significó cambiarme a un traje que solo consistía en unos pantalones clásicos negros y una camisa blanca y un saco negro, además de una corbata, aunque bastante floja. Los ensayos fueron todo un lio, yo estaba tan enfadado con Ben que no quería ni verlo pues siempre que lo hacía recordaba ese maldito beso que se dieron. Y las fotos de ellos dos entrando a un motel. Es por eso que después de una discusión y casi pelea, llegué a la conclusión de que no quería estar en el mismo equipo que él, y este dijo que se iría de la banda.

Y ese fue nuestro fin. El fin de Deep Purple.

Estaba por primera vez experimentando lo que era el engaño y no me estaba gustando todas esas emociones que sentía. Creía que esos extraños sentimientos me estaban controlando y por eso estaba tomando malas decisiones.

Una mala decisión como lo fue esa promesa que le hice Leila. Ella antes de que subiéramos a cantar me entregó un papel con el nombre de la canción que quería que le dedicara. Me sorprendí tanto al descubrir que era la misma canción que yo le había dedicado a Estela la noche que dormimos juntos en el campamento.

—¿Por...porque tiene que ser esta canción? —cuestioné aun sorprendido.

—Es mi canción favorita, no lo recuerdas —Me sonrió con inocencia, pensé en negarme y pedirle que escogiera otra canción, pero ella añadió—. Gracias por hacer esto. Sabes lo significativo que es que tú, cantes esta canción que me recuerda a mis padres.

Ante eso no tuve argumentos. Además, ella me recordó que tenía que hacer lo que la pidiera sin quejarme ya que era parte de la promesa. En contra de mi voluntad tenía que cantar esa canción solo que esta vez ya no lo hacía para Estela, la chica de la que estaba perdidamente enamorado, si no para Leila.

Subí al escenario muy preocupado de lo que podría pensar y malinterpretar Estela. Ya arriba evité de nuevo mirarla pues se veía muy hermosa con ese vestido blanco, parecía un ángel. Así que me concentraba en cualquier cosa, como por ejemplo los globos que estaban en el piso y las luces. Para terminar de torturarme ella no dejaba de verme. Me recordó las veces que ella intentó buscarme para hablar y yo solo hui, pues tenía miedo de que me volviera engañar. Luego ella dejó de buscarme.

Tal como lo dijo ese día lluvioso. Que ya no me esperaría más.

Brandon estaba a su lado y se veía furioso. No había vuelto a verlo y algo en él también se veía diferente. Terminamos la presentación en grupo y cuando Leila apareció dándome un abrazo me di cuenta que había llegado el momento así que bajé la cabeza, muy avergonzado. Ella estaba muy emocionada y se adueñó del micrófono.

—Gracias, gracias, los quiero mucho. Tengo una importante noticia que darles y es que Ian y yo somos novios —Escuchar eso me dejó perplejo. ¿De dónde había sacado eso? Y ¿Por qué lo estaba anunciado de ese modo?

No pude reaccionar.

—Y ahora, él me cantará una canción que es muy especial para nosotros ¿No es cierto, mi amor? —De nuevo me dejaba en shock, cuando quise reaccionar ella me tomó de la barbilla, haciendo que yo girara mi cabeza para darme un beso, gracias al cielo pude esquivarla y no me tocó los labios. Rápido la aparté, aunque con gentileza pues ella era como mi hermana y a pesar de que algunas de las cosas que hacía no estaban bien no podía tratarla mal.

Noté que Estela se sorprendió por lo que Leila hizo y aunque me dieron unas terribles ganas de bajarme y abrazarla, como aquella vez cuando era un niño presentando mi primera obra musical y vi a mi abuela correr tras recibir la llamada donde le informaron la muerte de mis padres, justo como ese día, yo decidí seguir con la presentación, pues mi madre me hizo prometerme que jamás abandonaría un escenario. Después de todo esa era una promesa que yo había hecho.

Tomé mi guitarra morada la cual era mi favorita y comencé a interpretar Say you won't let go bajo la atenta y dolorosa mirada de Estela. Esta vez ya no pude dejar de mirarla. No quería que ella pensara que había algo entre Leila y yo. Pero todo se me salió de control cuando la vi salir corriendo del baile. Quise ir tras ella, pero antes debía terminar de cantar.

Para cuando terminé bajé a toda prisa y fui a buscarla. La escuela era demasiado grande y me llevaría mucho tiempo encontrarla. Se me ocurrió que talvez estaría en la azotea del tercer piso así que fui hasta ese lugar con la esperanza de encontrar allí. Como antes. Antes de que en ese mismo lugar lo nuestro se acabara. Aunque en mi interior yo sabía que eso no era así, lo que sentía por estela era más fuerte que yo y esa fría noche estaba dispuesto a terminar con mi tristeza.

Mientras subía los escalones pensaba en lo que esa decisión implicaría. Si ella me aceptaba de nuevo no me importaría que tuviera sentimientos por Ben, incluso si ella quería que tuviéremos una relación abierta no me importaba. Solo quería estar a su lado. Ya eran muchas noches de sufrimiento sin poder si quiera dormir de tanto pensar en ella. En lo mucho que la extrañaba; en su bello rostro, en su cabello tan sedoso, en sus mejillas redondas, en el color tan llamativo de sus ojos y en el sabor de sus labios.

Estaba dispuesto a aceptar todo lo que me pidiera, todo menos que me alejara. Tenía confianza ya que sabía que ella también me quería, por eso cuando terminé de subir y me asomé a la azotea sonreí al ver que alguien estaba ahí.

Mi sonrisa rápido desapareció pues ella no era quien se encontraba de pie frente a la baranda mirando hacia la distancia, en realidad se trataba de Ben.

Él se giró al escuchar mis pasos y me miró confundido. Di la vuelta para irme, pero el murmuró algo que me hizo detener.

—Viniste a buscarla, ¿no es así?

—Eso no es tu problema —Estaba muy a la defensiva va con él.

—De hecho, también es mi problema.

Me giré para encararlo.

—Tienes razón, todo esto que está pasando es tu culpa.

Él asintió y se acercó unos pasos a mí.

—En serio. No te laves las manos porque tú también tiene responsabilidad. Por ti Estela está sufriendo.

Eso que dijo me hizo enfadar tanto que sentí la sangre correr por mis venas. Empuñé mis manos y sin pensarlo le di un puñetazo que lo hizo retroceder los pasos que había dado.

Pensé que me respondería y me devolvería el golpe, pero justo como aquella vez que lo golpeé tras saber lo de su traición, él no se defendió. Se tocó el labio que fue donde le di y limpió un camino de sangre que acababa de salir.

—¡Cómo te atreves a culparme! —exclamé sin dejar de empuñar mis manos y recordé lo que dijo, que había visto a Estela—. No quiero perder más tiempo contigo aquí, mejor dime donde está ella.

—Sabes por qué no te golpeo Ian, porque aun te considero mi amigo. Y sé que lo que hice jodió nuestra amistad, pero te voy a suplicar una vez más que me escuches. Llevo días buscándote para explicarte todo.

—Puedes irte a la mierda porque no quiero escucharte.

—Tampoco quisiste escuchar a Estela y por eso ella está así.

—¡No te atrevas a hablarme de ella!

Ben levantó las manos en el aire.

—Ian sé que estás muy enojado y dolido, pero déjame explicarte.

Ya de verdad estaba pensando en molerlo a golpes si no me decía dónde estaba así que lo sujeté por el cuello de su camisa. Él estaba usando un traje similar al mío, al igual que el resto de la banda.

—¡No, dime dónde está!

—Te diré dónde está, si primero me escuchas. Tienes que saber toda la verdad para que dejes de comportarte como un idiota impulsivo.

Me di cuenta de lo que quería decirme y entonces lo solté, Ben tenía razón. Así no era yo. Cada vez que lo veía quería golpearlo por quitarme a Estela y eso no estaba bien. Y en el peor de los casos ella se asuste al verme así.

Respiré tratando de mantener la calma y entonces accedí.

—Bien, dime.

—Es verdad que yo me enamoré de Estela aun sabiendo que era tu novia, aunque ella nunca me dio chances. Esa noche me emborraché y la cité en el parque porque ya no podía más, quería decirle lo que sentía. Y ella me rechazó. Así la forcé a besarme. Eso que viste en esa foto no es lo que sucedió en realidad, yo prácticamente me aproveché de ella y la forcé a hacer algo que ella me pedía a gritos que no hiciera.

Al escuchar eso de nuevo sentí mi sangre muy caliente y quise matarlo por hacerlo eso a Estela. Levanté mi puño y a tan solo centímetros de su rostro me detuve. Me di vuelta y me puse las manos en la cabeza, muy exaltado. Había pensado cosas que no eran y la había tratado mal cuando ella solo había sido la víctima.

Sentí que mis ojos se humedecieron y un peso en el pecho que me impidió respirar.

—¿Cómo pudiste? —balbuceé con los dientes apretados.

—Ian, aun no termino. Como te dije ella me rechazó y al día siguiente fue cuando te enteraste. Las fotos que viste del motel, en realidad si fuimos a ese lugar mucho antes, pero no fue lo que todos piensan, ella solo me ayudó a seguir a mi papá y por eso entramos. Nunca pasó nada entre nosotros. Creo que Lei... hm, creo que alguien aprovechó esto para hacerlos terminar.

Levanté la cabeza sintiendo tanto remordimiento por las cosas que le dije a Estela. Ella quiso explicarme por lo que pasó y yo de imbécil no la dejé.

—Ben, te lo ruego dime dónde está —Mi voz estaba rota. Me sentía como una basura y no era para menos. Había desconfiado de la persona que más amaba. La había hecho sufrir.

—En el salón de baile —dijo y sentí como puso su mano sobre mi hombro—. Espero que me perdones, amigo.

No me dio tiempo de responderle pues él se marchó. Yo quise correr a buscarla, pero cuando me di vuelta vi a Leila frente a mí. Ella se veía furiosa, al mismo tiempo que asustada y hasta estaba temblando. Supuse que había escuchado mi conversión con Ben.

—Por qué siempre vas tras ella, que no ves que yo estoy frente a ti, yo siempre te he amado, pero porque no puedes verme.

Sus reclamos solo fueron para mí una distracción, en mi corazón y mente, solo existía una persona y esa era Estela. Para calmar ese horrible sentimiento de dolor y remordimiento debía encontrarla y rogarle que me perdonara, es por eso que solo pude ver a Leila como un retraso.

Ella estaba llorando mientras me gritaba cosas sin sentido. Me golpeaba con sus manos en el pecho así que la sujeté por las muñecas y la aparté de mí. Recordando como Estela lloró al escuchar la mentira que Leila dijo unos minutos antes.

—Leila, lo que hiciste estuvo mal, sabes que tu yo no somos novios. Yo no siento nada por ti. Y quiero que recuerdes esto... yo solo amo a Estela Jones.

Ella negó llorando. En eso se apegó a mi cuerpo abrazándome y cuando intenté separarme de ella no me lo permitió. Se aferraba demasiado a mí y yo estaba desesperado por ver a mi pulguita enojona. Debido a la gran amistad y cariño que le tuve por tantos años no ejercí fuerza, pero si le di una clara advertencia.

—Leila, si no me sueltas ahora mismo, te juro que perderás al único amigo que tienes y estoy hablando en serio.

Ella se tensó y sin dejar de llorar me liberó. No perdí más tiempo y sin siquiera voltear a verla bajé las escaleras dando saltos y corrí hasta el salón de baile. Tenía la esperanza de que a pesar de lo que hice ella aun me amaba y me perdonaría. Así podríamos volver a estar juntos.

Al llegar sin pensarlo abrí la puerta y la vi más deslumbrante que nunca. Ella estaba bailando con ese vestido que la hacía ver como un hermoso y divino ángel.

Sintiendo como mi corazón retumbaba corrí hasta ella y la abracé con todas mis fuerzas. Sin embargo, al sentir como ella se quedaba inmóvil me separé sintiendo temor.

—Estela, perdóname. Lamento no haberte escuchado, perdóname —supliqué lleno de desesperación y angustia, ya que quería que mi pulguita me entendiera—. Me equivoqué, entre Leila y yo no hay nada, tu eres la única persona que amo.

Mis palabras eran sinceras, pero Estela no dijo nada, solo esquivó mi mirada y me dio la espalda.

—Sé que no merezco que me perdones, fui muy injusto contigo y te traté mal, pero de verdad, lo siento. No sabía lo que estaba haciendo. Ya sé toda la verdad y... —Intenté contarle que Ben me lo había explicado todo, pero ella me interrumpió.

—¿Y le creíste a esa persona? —Eso me tomó por sorpresa, pues noté que en su tono de voz había resentimiento.

—Yo... no, Estela, pensé que era verdad me habías engañado y estaba molesto, pero te juro que no fue mi intención hacerte sufrir así. Si me perdonas será como antes, volveremos a estar juntos.

Sujeté su rostro haciendo que me mirara, esto debido que desde que llegué ella no lo hacía. Sentí de inmediato como su piel reaccionó como mi tacto, entonces al mirar sus labios tuve la necesidad una vez más de besarla y así lo hice. Le expresé todo lo que sentía mediante ese beso que ella respondió de una forma extraña.

De la nada me apartó y al ver como sus ojos estaban llenos de lágrimas por mi culpa sentí tanta rabia conmigo mismo por haberla tratado así.

—Lo siento, no puedo —dijo con la voz quebrada y eso fue tan impactante para mí que no pude reaccionar.

Mis esperanzas se estaban derrumbando. Incrédulo di un paso atrás y pregunté:

—¿Por qué?

—Tu no confías en mí, eso es algo que jamás vamos a recuperar. Tú mismo lo dijiste, no soy la persona que estabas esperando.

Eso último fue como un disparo directo a mi pecho. Acababa de perder a la mujer que amaba por no confiar en ella. En lo que ella que sentía por mí.

Estaba tan perdido en mis pensamientos que cuando reaccioné ella no estaba así que decidí ir tras ella en búsqueda de otra oportunidad. No planeaba darme por vencido.

Corrí un rato siguiendo lo que pensaba era su rastro, pero me di cuenta que ella ya se había alejado demasiado de mí. Me detuve afuera de la entrada mirando en todas las direcciones. No veía nada hasta que de repente un intenso resplandor en el lado derecho de la calle llamó mi atención.

Sin saber qué era corrí lo más rápido que pude sintiendo algo extraño en mi interior. Mientras más me acercaba podía descubrir de que se trataba. Vi un auto color blanco alejarse a toda velocidad, tanto que las llantas quemaron el asfalto y también creí ver una silueta desaparecer corriendo.

Cuando me acerqué presencié lo que fue mi peor pesadilla.

—¡¡Estela!!

https://youtu.be/loIG1ti7PLk

NOTA: como recordaran Sonia la abuela de Ian, es muda así que en todas las conversaciones que ella tenga, lo que diga estará en cursiva como indicativo de que está hablando en lengua de señas.

Este capítulo lo escribí a la par del final de primer libro, no estaba segura de subirlo pero ajá. recuerden que ahora la narración estará a cargo de Ian así que entiendan que él no habla, no piensa y mucho menos se expresa de la misma manera que Estela. Este es su punto de vista por lo que ignora muchas cosas que ya nosotros sabemos.  

Otra cosita, como ya dije antes las actualizaciones se tardaran un poco, tengan paciencia.

Besos.

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