Capítulo 24
-No puedo hacer esto- le aseguré a Frederic.
Suspiré frustrada apoyando mi cabeza en el volante del moderno y lujoso Mercedes Benz de color negro de Frederic que había recibido por parte de sus padres como regalo de su decimoctavo cumpleaños, hacía ya una semana.
La fiesta del 20 enero, cumpleaños de mi novio había sido una pasada y había recibido muchísimos regalos. Yo, por mí parte, a diferencia de todos los demás que se habían gastado al menos 200 dólares, le había regalado un libro sobre medicina ya que sabía que Frederic quería ser doctor.
Gracias al regalo de sus padres, Frederic había descubierto que no tenía carnet de conducir y de que ni siquiera sabía conducir. Así es como acabamos en medio de un descampado abandonado a las afueras de la ciudad para que él me enseñase a conducir.
-Claro que puedes- me discutió- La mayoría de personas en Estados Unidos a partir de los 16 años puede conducir. Si casi todo el mundo puede, a excepción de algunas personas que están enfermas tú, que tienes unas notas perfectas, trabajas, participas en el coro, en la asociación estudiantil, eres capitana del equipo de animadoras e incluso sabes árabe creo que puedes lograrlo.
Mi pecho se llenó de confianza.
-Voy a hacerlo- afirmé segura.
Giré la llave encendiendo el coche, coloqué mis manos en el volante acariciando el plástico negro y agarrándolo con fuerza. Frederic quitó el freno de mano. Solo hacía falta que presionase el acelerador.
Venga tú puedes, me repetía mentalmente, solo pon un poco más de peso en tu pie derecho. Le di un poco de peso al pedal y el coche se movió unos metros.
A los dos segundos entré en pánico, levanté mi pie del acelerador y empecé a llorar desconsoladamente.
Alá bendito, no podía para de llorar y de temblar fuertemente. No había pasado tanto miedo en mi vida.
Rápidamente al ver mi reacción, Frederic me quitó el cinturón de seguridad y me sacó de mi asiento como si pesase una pluma y me puso encima suyo abrazándome con fuerza. Empezó a acariciar mi pelo y a darme besos en la frente.
-Lo siento, lo siento, lo siento- se disculpaba apurado y con dolor- No debía haberte presionado mi flor, cariño, ya está, todo ha pasado.
No podía parar de llorar, pero cada vez lloraba menos. Definitivamente había manchado toda su camiseta de Massimo Dutti con mis lágrimas y mocos.
-Nunca más vas a tener que conducir en tu vida- me prometió- Siempre te podrá llevar el señor Rodrigo o yo a cualquier sitio que quieras.
-¿Para siempre?-pregunté entré sollozos.
-Para siempre- me respondió.
-Creo que no puedo conducir por lo que le pasó a mi madre-le dije- No estaba en el coche cuando pasó, pero es como... No puedo ni siquiera explicarlo... Es difícil. Mi hermano mayor Mohammed conduce y literalmente trabaja con coches todo el día incluso con lo que pasó. Yo... Me pone tan nerviosa tener que estar tan atenta a tantas cosas y que aun así pueda salir todo mal.
-Me siento tan tonta y patética.
-Diala, mi flor, ya lo hemos hablado, no necesitas ser perfecta- me besó- Lo siento por haberte dicho eso antes ¿vale? Solo quería motivarte, no pasa nada porque no puedas conducir. Piénsalo así contaminas menos.
-Sigo utilizando coches solo es que me lleva otra persona- le reproché.
-Con lo bonito que me había quedado- se quejó divertido y yo solté una risa.
-Hablando de tu hermano ¿qué tal está Florence? -me preguntó.
Desde el día de Navidad Florence y yo nos habíamos vuelto mucho más cercanas, aunque en un principio había estado totalmente aterrorizada cuando entró por la puerta de la mano de mi hermano, ella se mostró muy comprensiva ante mi situación y desde ahora ya es parte de mi familia.
Florence intentó convencerme en que dijese la verdad, pero parecía no comprender del todo la dificultad que suponía para mí. A veces me preguntaba si la realidad era que me daba miedo que ellas se enfadasen o que desapareciese por una pequeña parte de tiempo la desgracia en la que vivía.
-Bueno, ha empezado a ir al psicólogo quien ha decidido mandarla a un psiquiatra. Lo bueno es que mi hermano está allí para apoyarla- le informé- Pronto se encontrará mejor.
-Cada vez nuestra familia se va agrandado- comentó.
-¿Nuestra familia?- le pregunté sonriendo- Dirás mi familia.
-Tú eres mi hogar Diala- me dijo- Eso hace que tú seas mi única familia.
_____________________________________________________________________________
¡Hola lectores!
¿Qué tal estáis? Espero que estéis bien.
Si os ha gustado no olvidéis votar, compartir y seguirme en mi perfil.
Besitos 💕💕💕😘😘
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro