-Por favor- le supliqué.

Me encontraba en el departamento de economía rogándole al señor Darwin. El departamento de economía sen encontraba en el tercer piso era un cuarto muy grande, lleno de estanterías y una mesa alargada en la que había cientos de papeles desperdigados por todas partes. Una pizarra de tiza, con un par de datos apuntados y una cafetera con una pequeña nevera portátil al lado.

-Haré cualquier cosa- le aseguré- Todo lo que me pida, por poder subir esa nota. Sé dónde me he equivocado, aunque no me hayas enseñado el examen, el periodo de inflación en China acaba en 1949 no en el 48. Si me permitiese hacer un examen de nuevo, o algún trabajo voluntario.

El señor Darwin me miró fijamente, suspiró, se frotó el ceño frustrado, se puso sus pequeñas gafas que le daban un aspecto de más mayor de lo que era y dijo:

-No, señorita Alabi, no tengo favoritos entre mis estudiantes, nunca he dejado a un alumno poder hacer una recuperación o un trabajo voluntario para hacer subir la nota, y menos por un 95.

Retuve las lágrimas que amenazaban por salir de forma descontrolada. Me dispuse a salir del departamento, pero me paré en la puerta.

-Señor Darwin, usted sabe mi situación, he trabajado muchísimo durante años y quiero que sepa que a lo mejor este va a ser el último trimestre que me va a dar clase así que le felicito- le dije- Gracias por destrozar mi futuro.

Salí de allí mientras sentía que las lágrimas que había estado aguantando se desbordaban, menos mal que hoy no me había dado tiempo a ponerme el maquillaje. Me metí en el baño más próximo para intentar calmarme. A los pocos segundos sentí unos brazos musculosos abrazarme.

-Diala no puedes ser perfecta- me dijo Frederic cálidamente.

-Nadie puede ser perfecto, pero yo puedo ser mejor- respondí entre sollozos.

-No necesitas ser mejor, porque ya eres increíble y no debes matarte por eso.

-Me van a echar del The Athenea High School ¿sabes? -le informé.

Me abrazó más fuerte hacia él y dejó un beso en mi cabeza.

-Eso no va a pasar- me aseguró- No mientras yo pueda evitarlo.

-Siento haberte gritado antes- me disculpé.

-No tienes que disculparte- dijo enfadado- Soy yo el que debería pedirte perdón. Sé que el trato era que tú fueses a molestar a mis padres y, sin embargo, terminó con ellos atacándote e insultándote mientras yo me quedaba callado. Es que ...

Parecía tan frustrado y roto, nunca pensé que podría ver en este estado a Frederic King, él siempre sonreía a todo el mundo, era un ídolo para todos los chicos del instituto por su fuerza, pero a la vez por su amabilidad. Pero bueno, supongo que yo también sonreía a todo el mundo y sin embargo vivía una mentira.

-Campeón- lo llamé en un susurró.

-¿Sí, mi flor?.

-No hay nada que perdonar- me giré y me acerqué a él.

Siempre que nos dábamos besos era él el que tomaba la iniciativa, pero ahora quería hacerlo. Nuestros labios se juntaron y se sintió como si fuese el cielo, sus labios eran suaves y parecían hechos a mi medida. Podía saborear el amor en ellos. Aunque a lo mejor solo era mi amor hacia él, uno no correspondido.

-No te preocupes mi flor, yo me encargaré del señor Darwin- me aseguró, aunque no sabía como iba a lograrlo- Diala, soy un hombre de palabra lo arreglaré.

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