No sé cómo llegue a casa solo sé que cuando por fin llegué llevaba mis tacones en la mano, tenía los ojos rojos de tanto llorar y esperaba que realmente el waterproof del maquillaje funcionase de verdad.

Había estado caminando durante muchísimas horas perdida recorriendo, al principio la zona más cara y con mejores instalaciones de la ciudad hasta acabar por los barrios más pobres y sin alumbrado.

Por Alá, había pisado un charco de lo que parecía pis de borrachos manchándome el vestido que me había regalado mi madre y rompiendo uno de mis tacones de Carolina Herrera que tanto esfuerzo me había costado conseguirlos y un par de chicos me habían ofrecido un dólar para que tuviese sexo con ello.

Cuando por fin llegué a casa mi hermano Mohammed se acababa de levantar y yo solo pude agradecer a Alá que hoy fuese sábado y que no tuviese que ir al The Athenea High School.

Abrí la puerta de mi casa silenciosamente. En el mismo momento en el que mi hermano mayor posó los ojos sobre mí, comprendió que la situación había ido mal.

-¿Qué ha pasado cariño?- me preguntó mientras me abrazaba.

Volví a empezar a llorar de forma desolada, balbuceando mientras intentaba respirar ya que literalmente me estaba ahogando de tanto llorar. Me cogió en brazos y nos tumbamos en la cama de mi cuarto aunque él básicamente no cabía, sus pies sobresalían del colchón

-¿Te puedes quedar o tienes que ir a trabajar?- fue lo primero entendible que pude pronunciar.

-Me he levantado por la costumbre, hoy no tengo que trabajar- me afirmó- Me quieres contar que es lo que ha pasado.

Y en ese momento no era una chica fuerte empoderada de 17 años que podía hacer frente contra todo, me sentía como una niña de 3 años que buscaba refugio en su hermano mayor.

Así que entre sollozos le revelé toda la verdad, mi vida falsa en el The Athenea High School, mis jornadas de trabajar, estudiar, el equipo de animadoras, la asociación estudiantil, el coro y por último Frederic: mi noviazgo falso y la cena anterior.

En mi anterior instituto había sufrido bullying por mi religión, me daban palizas, me insultaban y marginaban y, desde entonces no podía evitar sentirme avergonzada por mi cultura y no podía aguantar los tratos racistas de otras personas hacia mí.

Mohammed acarició mi espalda con delicadeza calmándome y sin juzgarme. La relación entre él y yo era muy especial. Era mi protector, mi caballero que me protegía ante cualquier mal.

-Soy una persona horrible- dije.

-Diala, eso no es cierto, tienes que dejar de decir eso- me pidió.

-No se lo cuentes a nadie por favor- le supliqué con voz rota.

-Puedes confiar en mí, tranquila- me aseguró- Te voy a contar un secreto ¿vale?

Asentí con la cabeza.

-He conocido una chica- me reveló- Me gusta, pero no podemos salir juntos.

Esto último lo dijo con mucha tristeza.

-¿Y por qué no?- pregunté.

-Porque es muy rica y tiene tu edad Diala, es ilegal- me respondió- No es musulmana y ni siquiera sé si le gusto.

-Que no sea musulmana no es un problema para ella, nuestros padres se llevan 7 años y tú te llevarías únicamente 4 años con ella, esto no es el siglo XVI puedes salir con alguien que no tenga la misma situación económica que tú y, por último, seguro que le gustas, eres un chico encantador, trabajador y sensible, todo lo que una chica busca en un chico- le enumeré.

-¿Cómo la conociste?- le pregunté curiosa.

-Se había torcido un tobillo y la pobre se había quedado sin batería, iba a hacer la compra y la socorrí- una sonrisa se formó en sus labios.

-Casi tan romántico como el de nuestros padres.

Parte de la "misa" que se hace en las mezquitas se hace cantando el Corán, la hermana de mi padre se quedó enamorada de la voz de mi madre y mi padre decidió conocerla a raíz de esto. Lo resto ya es historia, mis padres tienen ese amor tan profundo y hermoso que no se apaga, sin importar lo que pase.

-Al parecer no eres la única que tiene mal de amores- comentó.

-Lo mío y lo de Frederic es falso- me quejé.

-Sin embargo, estás más enfadada por el hecho de que no te haya defendido que por el trato de sus padres- repuso- No te voy a decir que estás enamorado de él, pero algo te importa.

Y yo no pude responder a eso.

-Eso sí, como te vuelva a hacer llorar voy a darle una paliza y me va importar una mierda si es pobre o si se limpia el culo con billetes de 100$.

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