Epílogo.
Sí, se que dije que no iba a subirlo hoy, se que dije que esta es la última parte de la historia... y lo es. Pero Hugo quería que la subiese ya, me ha estado dando la tabarra toda la tarde para que la corrigiese y la subiese ya, que tenía que terminar ya, que no debía hacer esperar a mis lectoras... es muy pesado!!! jajajaj
Espero que os guste el final tanto como a mí. Y... muchas gracias a todos por haber estado ahí, por haber seguido esta bonita historia hasta el final.
Y sin más dilación, os dejo con el capítulo, ya me callo :D
Epílogo.
Me parecía increíble que las cosas no hubiesen cambiado en lo absoluto, a pesar de que en dos años nuestro alrededor, e incluso nosotros habíamos madurado como personas, y como pareja, lo que sentíamos por el otro, aún seguía allí, aún sentía esa complicidad al mirarle, aún me sentía completa cuando estábamos juntos. Estaba tan enamorada como al principio, le amaba, con todo mi ser.
Eché una leve ojeada a mi alrededor, inmortalizando aquel momento con la cámara, todos estaban allí, aquellos 3 chicos que se habían convertido en parte de mi familia, ya éramos inseparables. Isaac hablaba por teléfono, con una sonrisa tonta dibujada en su rostro, aún se me hacía raro verle así de tonto. Óscar asaba las costillas, en la barbacoa, mientras el cumpleañero daba un sorbo a su cerveza, y miraba hacia mí, guiñándome un ojo, haciéndome reír. Él era todo un caso, mi amor, mi Hugo. Sergio jugaba con Menta, enseñándole trucos para que se hiciese la muerta cuando él le disparaba con el dedo, incluso hacía el sonido, y parecía estar pillándole el truco.
La puerta se abrió y apareció Marisa, con la tarta en una mano, y el teléfono en su oreja, siendo aguantando con el hombro, echándole una mirada de malas pulgas a Isaac.
- ¿Vas a ayudarme, o vas a quedarte ahí como un pasmarote? – le dijo, este se quejó, pero fue hasta ella, agarró la tarta, y besó sus labios, para luego llevársela a la nevera (la tarta, no a Marisa).
- Se me hace raro – le dije hacia ella, bajando la cámara, ella se encogió de hombros y cerró la puerta, para luego saludar a Menta, que había venido a saludar a su tita - ¿de verdad estáis juntos?
- Es un capullo – me dijo, señal de que habían vuelto a discutir – pero le quiero – sonreí, sabía que era lo que quería decir con aquello. Isaac salió de la casa, y se quedó junto a los chicos, pues Óscar comenzó a hacerle bromas sobre lo suyo con Marisa, y sonreía, como un idiota, sin decir nada.
- Sé que es difícil de entender – se quejaba – porque yo no soy hombre de una sola mujer, pero ...
- Se nos ha enamorado – comenzó Hugo, dándole un leve golpe en el hombro – El semental rompecorazones... en el fondo tiene sentimientos.
- Dejad de hacer el ganso – se quejaba Marisa, para luego quitarle la cerveza de la mano a Hugo, haciendo que este se quejase y yo rompiese a reír – tanto hablar se te está quedando caliente – le dijo, para luego bebérsela de un trago.
- ¿Esta noche viene Saray? – preguntó Hugo hacia su hermano, este se encogió de hombros, mirándome de reojo – Ya lo sabe, ellas son amigas, ¿piensas que no se lo ha dicho?
- Vienen esta noche – le dije, porque era cierto, las había invitado a cenar en casa, quizás haríamos otra cosa en vez de barbacoa.
- ¿Qué te ha regalado esta para tu cumple? – preguntó Marisa, hacia Hugo, este sonrió, para luego agarrarme de la cintura y besarme en la cabeza, adoraba cuando hacía eso, de improviso.
- Ella es la mejor novia del mundo – aseguró, con una sonrisa en su rostro, sonreí como una tonta, rompiendo a reír – sabía lo que quería sin tener que decírselo.
- Le ha comprado una pedazo de moto que flipas – se metió Sergio, Hugo se quejó hacia su amigo, por haberse adelantado, y este rompió a reír.
- Sabía que necesitaba un medio de transporte – le dije a mi amiga – y como Óscar necesitaba su coche... pensé en esto.
- ¿Cómo sabías que era justo esta la que quería? – me preguntó, obligándome a mirarle. De nuevo aquella complicidad que me abrumaba. Sonreí, observando su sonrisa también – Te quiero.
- Te quiero – contesté, para luego besarle.
- ¡Eh, tortolitos, iros a un hotel! – bromeaba Isaac, haciéndonos reír, mientras Marisa le daba un manotazo en la cabeza.
- ¡Déjalos en paz! – le decía – Al menos ellos son de los que se muestran que se quieren todo el tiempo – añadía – Ya podrías aprender... majo.
- ¿y esto para qué sirve? – se quejaba él, molesto de que ella fuese así con él cuando estaban con gente – Tú ya sabes qué es lo que siento por ti, me da igual que los demás no lo sepan, porque la única persona que quiero que lo sepa ya lo sabe – ella sonrió, como una tonta, besándole luego en la mejilla.
Miré hacia ellos, y luego reparé en todos los demás, con una sonrisa en el rostro, hasta terminar observando al amor de mi vida, que me agarraba de la mano, mientras agarraba una de las costillas y le daba un bocado, poniendo caras raras al quemarse la boca, haciéndome reír.
Me sentía tan agradecida con él en aquel momento. Si no hubiese sido por él ... quizás aún estaría con Juan Carlos, no me habría dado cuenta de que esa relación dañina no llegaba a ninguna parte, no habría conocido el amor verdadero, porque en aquel momento sentía que él era la persona que me complementaba, por completo.
En esta vida tienes que hacer las cosas que te gusten, hacerlas porque realmente quieres hacerlas, no por los demás, si no por ti mismo. Y eso era algo que Hugo me había enseñado.
Y hasta aquí hemos llegado amigos, míos, este es el final de mi historia. Sé que no es una gran historia, no es algo que estuviese planeado, de todas formas, es algo que surgió de pronto, y se quedó a mi lado, incluso sin darme cuenta de ello.
No tengo dudas sobre él, no tengo ninguna duda de que es el hombre de mi vida, es el hombre con el que pasaré el resto de mi vida. Llevamos todo este tiempo juntos, pero aún sigo mirándole y sigo sintiendo lo mismo que sentí el primer día, mi corazón aún se acelera cuando él me mira, me hace temblar con tan sólo una caricia, y llego a la luna con sus besos.
FIN.
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