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Capítulo 8 - Uña y Carne

Aquel domingo no podía dejar de pensar en él, en el día anterior, en lo bien que lo pasé. Pensé en el camino de vuelta a casa, en los dos cantando canciones de reguetón con cierta complicidad, y su despedida en la puerta de mi casa, asegurándome que se lo había pasado genial.

Agarré el teléfono de encima de la mesa, dejando el "cola-cao" sobre ella, echándome hacia atrás, subiendo los pies, con una tonta sonrisa en el rostro, abriendo la conversación con él.

.-.

Yo:

Buenos días.

Hugo:

Justo estaba pensando en hablarte, ¿me lees el pensamiento o qué?

.-.

Reí divertida, sola en mi casa, para luego mirar de nuevo hacia el móvil al escuchar un nuevo mensaje.

.-.

Hugo:

¿Te apetece hacer algo hoy?

Yo:

¿Qué tienes en mente?

Hugo:

¿Playa? ¿O te has quedado muy cansada de ayer?

Yo:

¿Ahora? ¿o más tarde?

Hugo:

Ahora. ¿Cuánto tiempo necesitas?

Yo:

Media hora.

Hugo:

En media hora te paso a buscar.

.-.

Sonreí como una idiota, dejé el móvil en el sofá y me marché al cuarto a buscar un bikini para la ocasión. Agarré uno que me había comprado nuevo, era negro, sin tirantes y con el tiro de la braga alto.

Mi teléfono comenzó a sonar justo cuando me lo había puesto y me sujetaba el cabello en un roete en la cabeza. Lo agarré y miré hacia la pantalla, era Hugo.

- Niña – me llamó – cambio de planes, Isaac y los chicos van a ir a la otra orilla a pasar el día – aseguró, mientras escuchaba jaleo por detrás – dice Sergio que te vengas.

- A lo mejor le da miedo ir con tantos hombres – bromeó Óscar, y lo escuché, haciéndome reír – que se traiga alguna amiga si quiere.

- ¿Tengo que llevar algo? – pregunté, en señal de que iría.

- Tráete a alguien si quieres – respondió.

- ¿No te basta conmigo? – bromeé, haciéndole reír, al otro lado – Marisa está en Málaga, y el resto de mis conocidas están en Valencia.

- Tráete alcohol – pidió, haciéndome reír – ¿quieres que te pase a recoger?

- ¿Dónde tiene el barco? – pregunté.

- En el club, el que está cerca del espigón – aseguró – está lejos, si quieres te recogemos.

- Voy dando un paseo – contesté - ¿a qué hora?

- Nosotros vamos ya, así que cuando tú quieras.

- Vale – le dije, para luego despedirme y colgar el teléfono.

Me puse un lazo en el roete que acababa de hacerme, para que no se viese tan feo, las gafas de sol, mis aretes grandes en las orejas, metí una botella de Jack Daniels en mi bolsa, una toalla pequeña, agua, crema solar y un protector labial, para luego colocarme el pareo como si fuese un vestido, las chanclas de diseño que me compré en desigual, y me marché a la calle.

Di un paseo súper agradable por el pueblo, atravesé el pinar, las calles estrechas, hasta llegar a la calle ancha, y proseguí hacia la ría, dando un paseo por allí. El agua estaba estupenda, con la marea alta, un solazo de escándalo y una brisilla agradable.

Había mucha gente bañándose en la ría, con las sombrillas y toda la pesca, incluso había pequeños perritos, a los que saludé. Adoraba a los perros, a pesar de que no tenía ninguno, pues mi pareja no quería después de que muriese Momo, ya no quería encariñarse con más animales, al contrario que yo, pero bueno... no os voy a hablar ahora de esa mierda, no voy a dejar que el humor se me vaya en picado por culpa de Juan Carlos.

Llegué al pantalán, le dije al guardia que iba a ver a Isaac, parecía conocerle bien, y me dejó pasar. Y los encontré al instante, era imposible no hacerlo, tan sólo había que seguir la música cani (reguetón) que se escuchaba a toda pastilla.

Pedazo de yate se había agenciado el señor Isaac, aunque suponía que era de su tío, como todo lo que él alardeaba tener. Tenía dos putas plantas.

- Blanca – me saludó Sergio al verme aparecer, dándome la mano para ayudarme a entrar. El resto vino a saludarme en cuanto se percató de que ya había llegado. Saqué la botella del bolso y la levanté en alto, haciendo que Óscar me hiciese la ola, mientras yo reía, divertida.

- Eres de las mías – aseguró, agarrando la botella, para luego llevarla dentro, mientras Hugo llegaba hasta mí.

- ¡Qué bella! – comenzó, haciéndome reír, de nuevo, mientras yo me percataba de que ellos estaban todos sin camiseta, en bañador, con una botella de cerveza en la mano.

- ¿Nos vamos? – preguntó Isaac, para ver si estábamos todos listos, asomándose por la barandilla, desde la planta de arriba, con un puro en una mano, una cerveza en la otra, y una sonrisa maliciosa en su rostro. Era todo un caso, este Isaac – Poneos los cinturones, señores – pidió, para luego emprender la marcha hacia lo desconocido.

La música era lo más, me encantaba, me ponía de buen humor. Me eché una copa en una copa, perdón por la redundancia. Me sentía como una millonaria, bebiendo a primera hora de la mañana, en un yate, con la música a todo volumen, en la ría, ya anclados, cerca de esa isla a la que llaman "Cabezas Altas". No era la única, los chicos también lo daban todo, divertidos, haciendo que me diese cuenta que de alguna forma se habían convertido en algo más que conocidos, me había convertido en una más de ellos.

No tardé mucho en quitarme el pareo, y dejarme llevar por la música, dándolo todo, comencé a gritar, tarareando la canción, mientras Óscar reía, cogiéndome de la cintura para atraerme hasta él, bailando, divertido, intentando ponerme nerviosa, haciéndome reír con más fuerza, porfiándole. Si él creía que iba a ponerme nerviosa con eso... iba listo. Se iba a enterar de lo que valía un peine.

- ¿No hace calor aquí? – preguntó, mirando hacia el resto, justo cuando le devolví las caricias que había depositado en la barbilla, pero esta vez en su cuello, poniéndolo a cien. Me reí, divertida, dando un último sorbo a mi copa, terminándola. Agarró esta, y se la pasó a Hugo, que lo miraba divertido, para luego mirarme fijamente. Sabía que estaba planeando algo.

Me cogió en brazos, sin previo aviso y me tiró al agua, haciendo que gritase, divertida. El agua estaba deliciosa.

- Te vas a enterar – le dije, admirando como él se tiraba, seguido por los demás, excepto Isaac que se destornillaba desde arriba, para luego dar otro sorbo a su copa. Hundí su cabeza, en cuanto se acercó, y él se dejó, sabía que sólo estaba bromeando – "Vete eh eh eh" – cantaba al escuchar la canción de Bad Bunny, seguida por Sergio que había tenido la misma idea que yo.

Todos cantábamos la canción, a pleno pulmón, salpicando agua hacia arriba, dando un tremendo espectáculo, pues la gente de la isla y los barcos de al lado también nos miraban. Aunque estaba completamente segura que los miraban a ellos, estaban demasiado buenos.

Nos pasamos largo rato allí, nadando, riendo, y haciendo el tonto, hasta que Hugo propuso ir a dar una vuelta a Huelva para ver las tres carabelas. Aceptamos, y volvimos a subirnos en el barco. Estos se secaron al aire, yo cogí la toalla, y luego me puse un poco de protector solar, sabía que si no me quemaría y me pondría como un salmonete.

Me tome otra copa, y entonces me percaté de que Hugo tenía razón, desde aquel punto podía verse los barcos en donde Colón fue a las Américas.

Me senté en la popa del barco, admirándolo desde allí. Enamorada por el bonito paisaje, soltando la toalla, para luego sentir la agradable brisa sobre mi rostro. Él me echó una mirada de complicidad, y luego siguió hablando con Sergio, que hablaba sobre el miércoles.

- ¿Tú te vienes, Blanca? – preguntó Óscar, hacia mí – iremos a Portugal a buscar olas, ¿te apuntas?

- No sé hacer surf – contesté, mientras él insistía.

- Pero eso te enseñamos nosotros, mujer – asentí, en señal de que iría, para luego escuchar a Isaac, que de nuevo se había subido a la parte de arriba.

- Señores, echo el ancla y almorzamos, no veas el hambre que tengo, hermano – aseguraba, para luego pulsar el botón y soltar ancla, parando el motor, mirándonos a los demás – Sácame esa tortilla que me has traído, Hugo.

Me levanté y caminé hacia ellos, para luego mirar hacia él, haciéndole reír.

- Eres el cocinero del grupo, ¿no? – bromeé, asintió, para luego agarrar mi mano, sin previo aviso, y tirar de mí hacia el interior, dejando a los demás allí - ¿qué pasa?

- Nada – contestó, pero por la forma en la que bajaba la mirada sabía que había algo más – ayúdame con las tortillas – pidió, sacando unas bolsas del mueble. Agarré los platos, sacándolos de la bolsa, para luego quitarle el papel de plata. La corté a trozos, y le seguí al exterior.

La tortilla estaba deliciosa, no hace falta que lo diga, pero él cocinaba de puta madre, y sabía que eso era algo que no todo el mundo conocía. Me gustaba eso, me encantaba saber cosas sobre él que ninguna otra chica conocía.

Mi teléfono comenzó a sonar, cuando Sergio hacía el mongolo con la cerveza, gárgaras creo que hacía, mientras los demás nos reíamos al ver las caras que ponía.

Me levanté de la mesa improvisada que Óscar montó de la nada, para luego buscar en el interior del camarote mi bolsa. Cogí el teléfono, y vi el número de Juan Carlos.

- ¿Dónde estás? – preguntó, se escucha música - ¿estás limpiando o qué?

- Estoy con los chicos – dije, casi sin pensar, para luego salir fuera, observando como Hugo se tiraba al agua. Estaba buenísimo, me encantaba, me volvía loca – los chicos de los que te hablé.

- No me gusta que te vayas sola con unos chicos que acabas de conocer – se quejaba, poniéndome de mal humor - ¿dónde estáis?

- En la ría – respondí, como si tal cosa – en el yate de Isaac, me lo estoy pasando en grande – aseguré, sabía que iba a decir algo más, pero antes de que dijese algo más, volví a hablar – sé lo que hago, así que no te preocupes.

- Vamos, Blanca – me llamó Óscar, haciendo que me fijase en él – vente a bailar.

- Voy – contesté, para luego volver a prestar atención a mi novio – tengo que dejarte, luego te llamo.

Dejé el móvil sobre la mesa, junto a la tortilla, y me puse a bailar con los chicos, cuando quise darme cuenta me habían hecho el sándwich entre Isaac y Óscar. Ilusos... ¿se pensaban que me iban a acojonar? Estaba borracha, así que complejos cero, y por si eso fuese poco, siempre que estaba con chicos, me atrevía a hacer más cosas que con chicas. Sacaba esa seductora que llevaba dentro.

Ambos se quedaron sorprendidos cuando respondí los movimientos de ambos, y apoyé mis manos en los hombros de Óscar que me devoraba con la mirada, para luego apretar mi trasero contra la pelvis de Isaac, desarmándolo por completo, haciéndole reír, divertido, al darse cuenta de que me gustaba jugar tanto como a ellos.

- ¿Se puede saber qué coño hacéis? – se quejó Hugo, al salir del agua, mirándonos, sin dar crédito, mientras yo rompía a carcajadas, soltándome de aquellos dos, para acortar las distancias entre él y yo – no estoy de broma.

- Sólo era una broma, Hugo – me quejé – estábamos jugando, ¿verdad, Óscar? – miré hacia atrás, buscando su apoyo, pero Hugo agarró mi brazo para que volviese a fijarme en él.

- Ten cuidado con ellos – me dijo, sin más – ellos no son como yo – le miré sin comprender, para luego seguir tomándomelo a broma. Comencé a bailarle, soltándome de su agarre, entrelazando mis manos a su cuello, mientras él se sorprendía, y sus amigos se quejaban.

- Tío, eso no se vale – se quejó Isaac, haciéndole reír, para luego volver a mirarme.

- Lo digo en serio, Blanca – susurró – ten cuidado con ellos – asentí, y luego seguí, acercándome más, con la respiración acelerada, sintiendo el ritmo de la canción, mientras él me agarraba de la cintura, poniéndome la piel de gallina. Sólo con eso y ya me estaba derritiendo como la mantequilla. Entre abrí la boca, pues me costaba respirar, y me asusté cuando apretó mi piel, apretándome contra él, por la parte de abajo.

Me quedé muy quieta, mientras su frente se apoyaba sobre la mía, y la punta de su nariz se pegaba a mi tabique nasal. Sonreí, provocativa, al mismo tiempo que él se mordía el labio inferior, y yo me fijaba en ese punto.

La canción cambió, y ambos nos mecimos de un lado a otro, sonriéndonos de vez en cuando. Bajé las manos, apoyándola sobre sus ante-brazos. Agarró los míos, moviendo la cabeza, acariciándome con la punta de la nariz la mejilla, mientras yo me mordía el labio, justo en el momento en el que su pierna se metía entre las mías, haciéndome estremecer.

Se me hacía la boca agua, y no podía hacer nada, era incapaz de besarle por mucho que lo desease con todo mi ser.

- Hermano, eso no es sano – se quejó al observarnos, mientras ambos hacíamos movimientos con nuestras caderas, como si estuviésemos follando, rozando mi sexo con su muslo, mientras yo apretaba mi labio inferior con tanta fuerza que casi me hice daño.

Rozaba mi oído con su nariz, cuando soltó mis brazos, bajando los suyos, parecía que iba a separarse, pero antes de que lo hubiese hecho, apoyé mis manos en la parte baja de su espalda, haciéndole estremecer, incluso escuché un leve gemido en mi oído.

- Necesito una cerveza – aseguró Óscar, para luego entrar dentro, mientras a Sergio se le hacía la boca agua con sólo vernos.

- Calentarse para nada no es sano – se quejó Isaac, de nuevo, señalándonos – Hugo va a tener luego un dolor de huevos importante.

Rompí a reír al escuchar aquello, echándome hacia atrás, soltándole, mientras él me cogía de la mano y tiraba de mí de nuevo hacia la mesa.

- Come más – pidió, asentí, me senté frente a él, observando cómo se levantaba e iba a hablar con los chicos. Susurraron durante un minuto, hasta que Isaac levantó la voz.

- ¡Es que no entiendo el lío que te traes con ella! – se quejaba, mientras Óscar llegaba hasta ellos y apoyaba la mano en su hombro – fóllatela ya y déjate de juegos.

- Ella tiene novio – añadía Sergio, defendiendo a su amigo – es normal que Hugo no quiera meterse en esa mierda.

- Ya está metido en esa mierda – admitía Óscar, para luego mirar hacia mí, dándose cuenta de que los estaba escuchando – vamos a terminarnos la tortilla, anda.

- Quítame el reguetón un rato, Isaac – se quejó Hugo, para luego sentarme junto a mí, y sonreírme, como si nada – me estoy rallando.

- Ya, por eso te estás rallando ... - lo dejó en el ambiente, mientras Sergio se levantaba y cambiaba la lista de Spotify, poniendo una diferente.

- ¿Drake? – pregunté cuando escuché la canción, con sorpresa.

- Es la lista favorita de Hugo – contestó hacia mí.

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Y hasta aquí el capítulo extra de esta semana, espero que os haya gustado, es un capítulo muy subidito de tono.... Blanca y Hugo... al final se van a quemar... verás tú.

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