Capítulo 5 - Un fin de semana en Sevilla
Ante todo quiero dar las gracias a todas las personas que estáis ahí, ultimamente tenemos muchas visitas y votos y eso me alegra mucho, señal de que os está gustando.
El capítulo de hoy es de los largos, de esos que os gustan. Estoy terminando algunas historias estos días, y empezando otras nuevas, con la cuarentena me siento muy inspirada, justo hoy escribí una historia nueva, aún no sé como la llamaré, es cortita, sólo 12 o 15 capítulos. Ya os iré informando si la subo o no.
Sin más dilación os dejo el capítulo de hoy, espero que os guste :D
Juan Carlos se marchó a Brasil el viernes siguiente, en realidad primero iría a la empresa que estaba en Barcelona, y posteriormente, el lunes se marcharían a Brasil. Y yo preparé la maleta en cuanto salió por la puerta, pues le había prometido a Marisa que pasaría el finde con ella, a pesar de que tenía que trabajar, al menos el domingo lo tendríamos para nosotras, ya que lo tenían de descanso.
Tenía varios mensajes sin leer de Hugo, así que me puse a ello.
.-.
Hugo:
Enviado Jueves a las 20.00
He tenido una semana de mierda. ¿Te apetece venirte a la playa esta noche? Podríamos ir a ver la lluvia de estrellas.
Enviado Viernes a las 9:00
Este finde no voy a estar por el pueblo, pero quería saludarte. ¿Cómo estás?
Yo:
Acabo de leer lo de las estrellas, lo siento, lo leí tarde.
Y con respecto a lo del finde, yo tampoco estaré por aquí, justo me voy a Sevilla.
Hugo:
¿Me persigues o qué? Tengo una actuación en la discoteca "Buho"
Yo:
¿Cuándo?
Hugo:
Mañana por la noche, pero mis amigos se han empeñado en pasar el finde completo allí. ¿y tú?
Yo:
Voy a visitar a Marisa, mi amiga, la del otro día.
Tiene trabajo en la ciudad, y me dijo que fuese a acompañarla.
Supongo que nosotras saldremos el sábado de discoteca.
Hugo:
Veniros a la Buho y así nos vemos un rato.
Yo:
Tienes trabajo, apenas nos veremos, ¿no?
Hugo:
Si no hacéis nada el domingo, podríamos vernos. ¿Te vuelves en coche? Si no tienes cómo volverte podrías venirte en el coche con nosotros, somos 4, así que cabes perfectamente.
Yo:
Pues me haríais un gran favor, porque iba a pillarme un "Blablacar"
Hugo:
¿Y hoy cómo te vas?
Yo:
No tengo ni idea, supongo que... en autobús, ahora miraré los horarios.
Hugo:
Nosotros salimos en una hora, si quieres te recogemos.
Yo:
No quiero abusar, pero si podéis la verdad es que me vendría bien.
Hugo:
Pásame tu ubicación.
.-.
Estaba histérica, y no era para menos. Aún no sentía que tuviésemos la suficiente confianza para eso, pero él era muy simpático, muy amable conmigo, desde el principio.
Una hora más tarde allí estaba yo, de camino a Sevilla, junto a Sergio e Isaac, mientras él estaba al lado de su hermano, que era el que conducía.
Hablaban sobre el show, cuando Óscar los interrumpió.
- Blanca – me llamó, hice un ruidito en señal de que le escuchaba - ¿A qué te dedicas tú?
- Soy la secretaria del director del banco popular – contesté, casi sin pensar, mientras Sergio ponía el grito en el cielo.
- ¡No me jodas! ¡Eres la del atraco! – vociferó, mientras el resto nos prestaba atención, aunque Hugo ya lo sabía, por supuesto – Esta tía se enfrentó a los atracadores, consiguiendo que la policía los detuviese.
- Pero se llevó un tiro en la pierna – se quejó Hugo, haciendo que el resto se fijase en él.
- Eres una buena chica, entonces – reconoció Óscar, que comenzó a mirarme de otra forma después de eso, y yo no entendía por qué – a ver si llevas a mi hermano por el buen camino, que últimamente está echo todo un "bala perdida" – todos rieron, excepto yo, que no comprendía bien la broma, y Hugo, por supuesto.
- Voy a poner Spotify – aseguró él, haciéndose escuchar entre los demás - ¿alguna preferencia en especial? – nadie contestó, y él puso una lista de reproducción que era de mis favoritas, la primera canción era de Drake, ¿acaso lo dudabais?
Me dejaron en la Macarena, justo donde se encontraba la casa que Marisa había alquilado. Lo cierto es que me lo pasé muy bien, los conocí a todos un poco más.
Óscar era su hermano mayor, lo sobre protegía demasiado, y a todos le hacía mucha gracia, menos a él. Tenía el bar, que era su principal fuente de ingresos, el cual ese fin de semana había dejado en manos del encargado, para asistir al evento que tenía con su hermano en Sevilla, por lo que estaba altamente preocupado, pues no solía dejar el bar con nadie más que no fuese él mismo.
Sergio era el benjamín, aún estaba estudiando en la universidad, pero en las vacaciones, lo único que hacía era trabajar de camarero, y dar clases de baile. Era todo un profesional bailando, pues con semejantes amigos, ¿quién no?
Isaac era el dueño del coche, pero prefería no conducir, se encargaba de conseguir artículos de contrabando del exterior, su primo se los conseguía y él los repartía por el país. Era un poco chulo de playa, muy prepotente y se lo tenía muy creído. Además, que se notaba a leguas que sus chanchullos también estaban relacionados con cosas ilegales.
Trabajaba como relaciones públicas en el bar y en la discoteca, los acompañaba sólo para divertirse, y se subía a bailar de vez en cuando.
- Te ayudo con la maleta, espera – me dijo Hugo, bajándose del auto, para luego ayudarme a bajar la maleta – Oye, voy a llamarte para vernos, ¿eh? – añadió, haciéndome sonreír.
- Vale – acepté, para luego agarrar el asa de la maleta, al mismo tiempo que él la soltaba, sintiendo una especie de escalofrío en cuanto le rocé. Él también lo sintió, pues ambos nos miramos, sorprendidos, sin poder quitar los ojos del otro – Bueno... ya me voy – me despedí de él y de los demás, con la mano, escuchando como el auto se marchaba, y yo llamaba al timbre.
- ¿Cómo has llegado tan rápido? – preguntó, sin dar crédito, mientras yo sonreía.
- Hugo me ha traído.
- ¿Qué Hugo? – preguntó atónita, mientras me ayudaba a subir la maleta por las escaleras que daban al piso donde nos quedaríamos - ¿El buenorro?
- Sí, al parecer tiene una actuación con su hermano en la discoteca Buho – contesté, para luego mirar la amplitud de aquel lugar. Era un estudio, lo tenía todo en una sola habitación, pero era agradable.
- ¿Qué tipo de actuación? – insistió. Me encogí de hombros, porque no se lo había preguntado – Pregúntaselo ahora mismo, y dile a ver si nos puede conseguir pases.
- ¿Ya estás pensando en ir a verle? Estará ocupado, Marisa.
- Estará tremendo, Blanca.
- Eres imposible – me quejé, saqué el teléfono, ante las insistencias de mi amiga, y le escribí un mensaje.
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Yo:
Marisa quiere saber si puedes conseguirnos pases o algo.
Hugo:
No lo sé, lo pregunto y te digo. ¿Cuántos necesitas en caso de que pueda?
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- ¿Cuántos pases? – pregunté – Aún no sabe si podrá, pero si ese fuese el caso...
- Dile que cinco – contestó - ¿qué? Le diré algunos compis que se vengan.
Asentí, con ella era mejor no llevarle la contraria.
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Yo:
Cinco.
Hugo:
Si hay lista le digo que os apunten en lista, espera que pregunto a mi colega.
.-.
Esperé, y al cabo de un rato me habló.
.-.
Hugo:
Pásame los nombres completos y los dni.
.-.
Y así fue como ya teníamos plan improvisado para la noche.
.
.
Fue fantástico estar en un estudio de grabación junto a mi mejor amiga, me puse como ayudante de la maquilladora, y listo. Pude ver a los modelos posando, y siguiendo el guion para grabar el anuncio de perfume, y luego les tomaron las fotografías.
Fue agradable, pasear por las calles del barrio judío con ella, justo después de la grabación, a eso de las diez de la noche. Dimos un paseo, y luego cenamos, con sus compañeros.
Volvimos a la casa, nos duchamos y nos pusimos guapas.
Agustín vino a recogernos, era un compañero gay que tenía, que le encantaba apuntarse a un bombardeo. Y allí estábamos, aparcando en los aparcamientos de detrás del río. Éramos cinco: Agustín, Chelo que era una de las maquilladoras amigas suyas, María, una amiga de la segunda que vivía en la ciudad, Marisa y yo.
La discoteca era una puta pasada, el interior estaba ambientado como de un bosque, y en la terraza, habían montado un escenario, de momento las chicas estaban junto a él, y también los chicos.
La música que sonaba era electrónica, pero el chico de la puerta nos aseguró que ponían de todo.
La sala entera estaba mirando hacia el show, que parecía haber empezado ya, los bailarines que se componían de dos chicos y tres chicas, lo estaban dando todo, bailando de forma extravagante, vestidos y maquillados como si fuesen pájaros. Los chicos con el pecho descubierto, y las chicas con sujetadores repleto de plumas. Lo busqué con la mirada, era el que estaba a la izquierda. Estaba guapísimo, hizo que me faltase el aire con tan sólo mirarlo, estaba tremendamente sexy.
- Mira – señaló Marisa, hacia él, mientras María y Chelo llegaban hasta donde yo estaba – ese es el amigo de Blanca.
- Está cómo quiere el niño – añadía María, relamiéndose los labios al verle.
Bailaron cinco canciones más, dos de ellas con las modelos, muy pegados, de forma provocativa, haciendo que la discoteca entera estallase a gritos, mientras él sonreía.
Luego pusieron música más comercial, un poco de reguetón y esas cosas, dejando el techno un poco de lado.
Saqué el móvil, justo después de salir del baño, no se me había caído de milagro, pues el vestido que llevaba era demasiado corto, iba sin bolso, y lo había tenido que guardar en el escote, que ya de por sí no tengo pecho, en fin... un puto desastre.
La luz blanca me indicó que tenía un mensaje, seguramente sería Juan Carlos, pero cuando desbloqué el terminal, me percaté de que no era él.
.-.
Hugo:
¿Al final habéis venido? Acabo de terminar la actuación.
Yo:
¿Ya? Pero sí sólo habéis salido una vez.
Hugo:
Así que estás aquí
Ahora sólo bailan las chicas durante el resto de la noche, nosotros solo salíamos un rato. Los cafres de mis amigos están aquí, me cambio y salgo.
Yo:
Yo estoy saliendo del baño. Marisa es una meona.
Hugo:
¿Me reservas un baile contigo?
Yo:
Hugo, tienes a miles de chicas guapas en la discoteca, incluso la modelo está loca por tus huesos. Así que... Creo que deberías dejar de fingir que tienes interés en mí, de verdad no es necesario.
Hugo:
A las chicas de esta discoteca sólo les intereso porque estoy bueno, por mi cuerpo. Ni siquiera saben que odio ver las series sin subtítulos, que me gustaría aprender idiomas, que adoro el mar, salir a pescar y hacer surf.
Yo:
Además, yo tengo novio.
Hugo:
No te estoy pidiendo matrimonio ni nada, Blanca. No soy de esos. El amor está sobrevalorado.
Yo:
Entonces ¿Qué quieres?
Hugo:
Ser tu amigo, ¿no puedo? Una vez me dijiste que preferías la amistad de los tíos que la de las tías, pues quiero ser ese amigo que aún no tienes.
¿Te hice sonreír?
Me cambio y nos vemos, y no me digas que no.
Yo:
Estamos junto al dj.
.-.
- ¿Con quién te mandas mensajitos? – preguntaba mi amiga, justo cuando llegamos junto a nuestros amigos. Lo comprendió en cuanto vio mi sonrisa al leer lo que él me había escrito. Escribí lo del dj, y bajé el móvil, mientras mi amiga negaba con la cabeza – estás jugando con fuego.
- ¿Por qué? – me quejé, sin darle demasiada importancia al asunto.
- Porque esa clase de tíos solo quiere una cosa, y tú ya estás con alguien. ¿Vas a ponerle los cuernos a Juan Carlos?
- Claro que no – contesté – no voy a hacer nada con él.
Ella ni siquiera pudo contestar, pues Óscar llegó hasta nosotros, seguido por Sergio, Isaac y ... ¿Dónde estaba Hugo?
- Hola – saludó Óscar, hacia los presentes – soy Óscar.
- ¿Eres el pedazo de bombón que estaba bailando ahí arriba hace un momento? – preguntó Chelo, mientras él asentía.
- El mismo – aceptó, mientras el resto se presentaba, pero aquellos dos se cayeron especialmente bien.
Yo me volteé, varias veces, intentando encontrarle, y entonces le vi, junto a la barra, con una copa en la mano, hablando con una rubia poli operada, era la modelo con la que había bailado antes. Él rio a carcajadas por algo que ella le dijo, mientras esta le acariciaba la mano, y él miraba hacia ese punto.
Marisa tenía razón, esa clase de tíos sólo querían una cosa, y justo después de haberle dejado las cosas claras, quizás él se buscaría a otra con la que desfogarse esa noche. Quizás mi rechazo había logrado justo eso, incluso sirvió para que me diese cuenta de que era igual a todos los demás. Los tíos a su edad sólo pensaban en una cosa.
Una de mis canciones favoritas comenzó, y me olvidé completamente de todo, prestando atención a mi amiga, para luego comenzar a bailar, dejándome llevar por el ritmo, evitando ciertos movimientos, pues tenía miedo de que mi vestido se subiese más de lo que debía. Aun así, no pude evitarlo, aquel ritmo era demasiado tentador, y pronto terminé agachándome y levantándome de forma sensual, mientras mi amiga me sonreía, e intentaba imitarme.
Mordí mis labios varias veces, y puse caras provocativas, pues la canción así lo requería. Era como si el propio ritmo fuese el que me guiase, yo no hacía absolutamente nada, era una marioneta en manos de la música. Levanté las manos, dejándome llevar más y más por la canción cerrando los ojos en el proceso, hasta que la canción terminó, y cuando abrí los ojos él estaba allí, Hugo.
Sonrió, mordiéndose el labio, para luego seguir mis pasos con la nueva canción, aquel rap suave era la puta caña, y él sabía lo mucho que me gustaba, pues cuando nuestros amigos nos hicieron sitio, lo bailó a mi lado. Óscar también improvisó, al igual que los otros dos, Sergio e Isaac. Se podría decir que yo era la única chica entre aquellos bombones.
Reconozco que cuando bailo sintiéndolo de aquella manera me vuelvo un poco loca y me vuelvo un poco imprevisible. Todo es posible cuando sientes la música dentro de esa manera, así que lo di todo con aquel puto rap, joder... era la puta ostia. Me vuelvo muy intensa con este género, no puedo evitarlo.
La canción terminó, y comenzó otra un poco más especial, haciéndome mover las manos, mientras comenzaba a bailar de forma extravagante, como si estuviese "rapeando", como una verdadera profesional, mientras él me sonreía, observándome, mordiéndose el labio con cada uno de sus movimientos.
Rio divertido cuando le lancé algunas palabras en inglés y moví la cabeza de adelante hacia atrás, como si estuviese diciendo si, al ritmo de la canción. Terminó, y él volvió a reír, al ver mi pose.
Una nueva canción y ambos empezamos a dar pasos, acercándonos un poco más. Me agarró de la cintura, dejándose llevar, con ambos contoneando nuestros cuerpos, cruzándonos de brazos entonces, mirándonos con una sonrisa en los labios, bajando nuestros brazos, para luego movernos al ritmo, como si estuviésemos conectados, como si supiésemos lo que hacíamos, cuando lo cierto es que simplemente nos dejábamos llevar por la música.
No tenía vergüenza al bailar así frente a él, y él tampoco. Era como si nos compenetrásemos de alguna forma. Y era raro, porque él y yo apenas nos conocíamos. Era como si con el baile pudiésemos conectar, de alguna forma.
Él sonreía al verme poner caras y bailar sintiéndolo todo de la forma en la que lo hacía. Como si me comprendiese de alguna forma.
Canté la canción, las últimas palabras, y terminó.
Empezó la próxima, y ambos nos dejamos llevar, mientras nos acercábamos un poco más. La gente nos estaba mirando, incluso sus amigos lo hacían, aunque no dejaron de bailar.
Apoyó sus manos en mi cintura, mientras yo apoyaba mis brazos en sus hombros, moviéndome de un lado a otro, dejándome llevar, al igual que lo hacía él. Cantando al unísono, parecía sabérselas todas. ¿Por qué? ¿También compartíamos la pasión por el rap? Reí divertida por una cara extraña que puso, haciéndole sonreír.
Nos separamos, nos dimos la espalda, y chocamos estas, sin dejar de bailar aquella coreografía que íbamos improvisando sobre la marcha. Dándonos la vuelta de nuevo, haciendo movimientos bruscos para bailar el final, sintiendo entonces su mano sobre mi cintura de nuevo. Le miré y él hizo lo mismo. Pero la nueva canción no nos dejó hacer mucho más.
Me separé de él, y comencé a bailar sola, haciéndole reír. Movimientos cortos, como si estuviese en un ring de boxeo, moviendo las manos de un lado a otro, con precisión, para luego bailar como tanto me gustaba. Él se unió, justo delante, sin quitar sus ojos de mí, siguiendo mis giros, mi ritmo, como si ambos sintiésemos lo mismo con aquella canción, en aquel justo momento, como si complementásemos los movimientos del otro.
La canción terminó, empezando otra, pero no era del mismo estilo, si no más electrónica y sensual, aun así, no dejamos de bailar.
Nos miramos con cierta complicidad, completando los pasos del otro, haciendo que de alguna forma todo fuese cobrando sentido, como si estuviésemos haciendo una especie de obra a conjunta.
Nuestras respiraciones eran sólo una, agitados, sin apartar los ojos del otro, rozándonos lo justo, despertando miles de sensaciones dormidas, trayéndolas a ese momento. Nunca nadie me había hecho sentir antes de la misma forma, era como si con sólo su mirada, sobre la mía pudiese quemarme, pero al mismo tiempo hacerme bien. Y su tacto, sobre mi piel, producía una corriente que me recorría todo el cuerpo. Mi corazón estaba a punto de salírseme del pecho, aun así, no me detuve, y cuando sus manos agarraron mis ante-brazos para atraerme hasta él y yo apoyé mis manos sobre los suyos, casi me derrito.
¡Joder! ¿Qué era lo que aquel tipo me estaba haciendo?
Entre abrió los labios y perdí absolutamente cualquier atisbo de cordura. Fue una puta suerte que la canción terminase y empezase una de reguetón, haciéndonos salir de aquella extraña burbuja que nos envolvía.
- Bad Bunny – gritaba Marisa, haciéndome reír, despejándome un poco, apartando aquella sensación cálida que se había formado en mi estómago. A ella le encantaba él, a mí también, para que nos vamos a engañar. Volví a fijarme en él, que se acercó a mí y me susurró algo al oído, haciéndome temblar. Era todo un seductor.
- ¿Cómo sabías los pasos que iba a hacer? – preguntó, reí – Es como si estuvieses en mi cabeza.
- ¿En todos los géneros? – pregunté, para luego moverme sensual, con la canción, haciéndole sonreír, siguiendo mis movimientos, sin dejarse achantar. Estaba dispuesto a seguir jugando un poco más. Él bailaba bien, solía bailar en la tarima ¿Qué me esperaba? – Oh, me encanta este tío – aseguré, al escuchar la próxima canción, haciéndole reír.
Me quedé embobada con esa canción, no podía dejar de mirarle, estaba tan guapo, tan cerca, se me estaba haciendo la boca agua. No podía dejar de observarle, al igual que él. Entre abrió la boca, al igual que lo hacía yo. Aquello se estaba descontrolando demasiado, pero parecía imposible de parar.
- Pero ¿Qué mierda es esto? – pregunté al escuchar la próxima canción, haciéndole reír. Me cogió de la cintura, haciendo que me fijase en él de nuevo, ni siquiera quería pensar en la mierda de letra que sonaba en aquel momento, tan sólo podía mirarle. Me mordí el labio, con fuerza, intentando que no se me notase que me moría por besarle. Aquello era un error, esa atracción que existía entre nosotros, me estaba nublando la mente. Lamí mis labios, cada vez más histérica, mientras sentía su mirada en mis labios, y yo me moría por besar los suyos. Tragó saliva, haciéndome comprender que a él le estaba pasando lo mismo.
Marisa me cogió de la cintura y me obligó a bailar con ella, lo que fue todo un alivio, porque estaba a punto de perderme. Él sonrió, mientras su hermano le tocaba el hombro y hablaba con él.
- Ten cuidado – pidió, mientras él le miraba – conozco esa mirada, y ella tiene novio.
- Lo tengo todo controlado – se quejó él – sólo somos amigos.
- No la estabas mirando como si lo fuese – añadió – Ella te gusta, Hugo, soy tu hermano, te conozco.
La canción volvió a cambiar, el dj ni siquiera dejaba que terminase, las cambiaba de pronto. Seguimos bailando, hasta que él me cogió de la cintura, por detrás, obligándome a darme la vuelta, para luego acercar su boca a mi oído, haciendo que se me erizase la piel con cada una de sus palabras.
- Te mueves muy bien – aseguró, para luego obligarme a bailar con él. Sonreí, y luego le devolví el cumplido.
- Tú te mueves mejor que bien – le dije, para luego separarme un poco, dándome cuenta de que estábamos demasiado cerca, su mirada estaba fija en mis labios, al igual que la mía. La canción volvió a terminar, incluso antes de haber llegado al estribillo, haciéndonos reír a ambos.
- Vamos a por otra copa – le dijo su hermano - ¿vienes? – él negó y volvió a mirarme.
- Ni siquiera te has presentado – le dije, al darme cuenta de ello, pues María y Chelo le observaban, se les hacía la boca agua.
- ¿Qué vas a hacer mañana? – preguntó, haciendo que volviese a fijarme en él – Isaac quiere que vayamos a Isla Mágica, ¿os apuntáis?
- No sé – contesté, volví la vista hacia mi amiga, con la intención de preguntarle, pero él volvió a susurrar en mi oído.
- Vente – pidió – Quiero conocerte fuera de la noche – le presté atención – y fuera del hospital – asentí, porque le entendía. Él quería saber si teníamos esa conexión fuera, y no solo en la discoteca.
- ¿A qué hora iréis? – pregunté
- A las once, Isaac tiene un amigo que nos va a colar – asentí al darme cuenta de que no iban a pagar – si queréis venir todos, hablo con él.
- Vale, te aviso – volví a mirar hacia mi amiga, y él volvió a hablarme.
- No voy a irme aún – aseguró, dejándome claro que podíamos seguir bailando.
Me acerqué un momento a mi amiga, justo cuando Oscar y los demás volvieron.
- Dice Hugo que si vamos con ellos a Isla Mágica mañana – le dije, dejándola sorprendida – un colega de Isaac va a colarlos.
- Chelo tiene que irse temprano con Mario, van en su coche – me explicó – si quieres ir tenemos que ir sólo tú y yo.
- ¿Debería decirle que no? – pregunté, mientras ella asentía.
- La forma en la que te mira, Blanca... - comenzó, mientras yo la miraba sin comprender – y la forma en la que le miras... Tienes novio, ¿eso lo sabes?
- Qué no es eso – insistí, mientras ella volvía a cogerme del brazo para que le prestase aún más intención.
- No deberías ir, no te dejes llevar, porque tienes novio.
- ¿En serio me estás diciendo esto?
- Una cosa es salir a bailar con amigos, y otra esto. Ten cuidado – Asentí, al darme cuenta de que aquello visto desde fuera no se veía bien.
Me acerqué a él, me miró y dejó de lado a su hermano, le hablé al oído.
- No creo que sea una buena idea que vaya, Hugo.
- ¿Por qué? – preguntó, él, sin comprender. Tragué saliva, algo incómoda - ¿no te fías de mí?
Tiró de mí y comenzamos a bailar aquel reguetón lento, sin tan siquiera escuchar lo que tenía que decirle. Acercó su boca a mi oído una vez más.
- Si no estás segura no importa, podemos quedar luego para volver a Punta – aseguró, dejando de insistir, pues no quería asustarme. Asentí, bailando con él, agradecida de que lo entendiese.
Y fin.
¿Qué os ha parecido el capítulo? ¿Pensáis como yo? Quien juga con fuego se puede quemar... Hay Hugo... ten cuidado. Tu hermano ya te lo ha advertido, el que avisa no es traidor...
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