Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 35 - Vivir en un puto cuento de hadas.

Aquí el primer capítulo de esta semana, espero que les guste :D


Al finalizar la cena, todo el mundo intuía ya que había algo entre él y yo, no por nada en especial, sino por la forma en la que nos mirábamos. Y supongo que también por lo que me había montado, ¿no?

A las doce de la noche, Hugo apareció junto a mi abuela, con la tarta de cumpleaños. Haciéndome reír, de nuevo. Puso la tarta en la mesa, y encendió las velas, luego sacó el móvil, para inmortalizar el momento. Me cantaron el cumpleaños feliz, y soplé las velas.

- ¿Has pedido un deseo? – preguntó él. Negué con la cabeza – Entonces sóplalas otra vez, tienes que pedir un deseo – insistió. Mi hermano sacó el mechero, volviendo a encender las velas.

Mi deseo. No tenía ninguno, era feliz con lo que tenía, y lo único que deseaba era a él y ya lo tenía.

"Deseo que esto dure para siempre" – fue lo que pensé, justo antes de soplar las velas.

Tomamos tarta, estaba riquísima, era de nata, galletas de avena y fresas. La había encargado él mismo, no me sorprendió en lo absoluto.

Y después de eso... volvió la bamba. ¿Acaso lo dudabais?

Rompimos a carcajadas, mientras mi abuela tiraba de mí hacia la pasta, al mismo tiempo que Óscar empezaba a comprender lo que su hermano le dijo una vez sobre que mi familia era una puta pasada.

- Felicidades, cariño – me dijo mi abuela, abrazándome.

- Gracias, abuela – contesté, siguiéndole el ritmo. Aquella mujer llevaba el ritmo en la sangre, qué arte, por dios. Al final va a ser verdad eso qué dicen que los andaluces tienen mucho arte, pues ella era malagueña. De hecho, sólo se vino a vivir con mis padres cuando mi abuelo murió.

- Juanito, ni se te ocurra – le dijo mi padre, al ver como alargaba la mano para coger el móvil. Lo puso sobre el altavoz grande, justo por el que salía el sonido, mientras la canción de Cuando seas mía, resonaba en el jardín. Parecía que papá había preparado una play list para ese día.

Hugo se acercó a nosotras, mientras mi abuela le miraba. Asintió en cuanto él levantó la mano.

- Cuídamela mucho, Hugo – pidió, mientras yo agarraba sus manos, y me dejaba llevar por la canción, con él.

- Te los has ganado a todos – le dije, haciéndole sonreír – me ha encantado el regalo, Hugo.

- Aún no has visto nada – añadió.

- ¿Aún hay más? – pregunté, mientras él asentía, y yo sonreía, como una idiota – Te quiero.

- Te quiero, Blanca – contestó.

Por si a algunos de los presentes les quedaban dudas, él me besó en ese justo instante. Fue perfecto, os lo aseguro, el mejor cumpleaños de mi vida, incluso superó a aquel en el que mi padre me regaló el viaje a Escocia.

Bailamos mucho, nos hicimos muchas fotos, y reímos mucho. Sobre todo, eso, la noche estuvo repleta de bromas.

- Pedazo de hombre que te has agenciado – me dijo Susana, dándome un codazo, haciéndome reír, divertida – contactó a tu hermano por Instagram y juntos han montado todo esto. – miré hacia ellos, se llevaban genial. Era normal, tenían la misma edad, pero a pesar de eso. Hugo era como yo, así que es normal que se lleve de vicio con mi hermano, justo al igual que lo hago yo.

Los primeros acordes de "secreto de amor" resonó en la noche, busqué a mi padre con la mirada, al mismo tiempo que lo hacía yo. Caminé hacia él, para luego comenzar a cantar y bailar aquella canción con él, mientras el resto nos miraba. La mayoría ya sabía que esa canción tenía un significado especial para nosotros.

Mi abuela sacó el brandy, y ya no brindábamos con vino, lo hacíamos directamente con eso.

En algún momento de la noche, Isaac y Marisa acabaron hablando, a pesar de que, al principio de la noche, ella pasaba de él. Y cuando quisimos darnos cuenta se estaban dando el lote junto a la puerta.

Papá bailaba de forma divertida junto a Hugo, haciendo bromas, justo en ese momento. Mamá y la abuela tocaban las palmas, siguiendo el ritmo, mientras ellos dos seguían con aquel flamenquito, dándolo todo.

La bamba resonó, haciendo que mi padre se diese cuenta, y todos los demás, que Juanito se había hecho con el móvil. Reímos y comenzamos a bailar, divertidos.

Óscar y Saray parecieron congeniar, se llevaron largo rato hablando, riendo, bailando y Sergio y Mou hablaban de lo buena que estaban las chicas en Valencia.

Mi hermano salvó la situación, cuando le quitó el móvil a Juanito, conectando su móvil al altavoz, poniendo su propia play list, actualizando aquel repertorio, porque estábamos un poco cansados de canciones antiguas.

"Amigos con derechos" sonaba en aquel momento, mientras bailábamos.

Papá lo hacía con mamá, la abuela con Juanito, Mou y Sergio, Óscar y Hugo, yo con mis amigas, y los demás un poco a su aire.

Mi hermano llegó hasta nosotros, con María, uniéndose.

Nuestra canción sonó, de pronto, haciéndome sonreír. Le busqué con la mirada, él también lo estaba haciendo.

Caminamos el uno hasta el otro, sin dejar de movernos con ritmo, dejando escapar una sonrisilla al resto.

Bailamos juntos, pensando en cada cosa de la canción, éramos nosotros, no había ninguna duda.

"¿Qué fue lo que sentí, cuando te vi? Me quedé loco.
¿Pa qué voy a mentir? Si es que la verdad. Lo tienes todo.

Me gusta la cerveza, y los fines de semana pasármela de fiesta.

Me enamora que a ti te guste lo mismo. Me enamora cuando te vienes conmigo. Me enamoras con verte un ratico. Si solo tengo una vida, yo la comparto contigo.

No es domingo y tú me tienes confesándome. Estás pa ver una película besándote. Si tienes ganas de comer, tú solo dime, para empezar a calentarme aquí en el cine. Un peligro, más me acerco, más me excito. Tú eres un peligro, tú eres lo que necesito.

Porque cuando estamos juntos no hace falta nada más. Solo somos tú y yo, y tú y yo y ya.
Si está repleta la discoteca. Solo somos tú y yo, y tú y yo y ya"

https://youtu.be/u_CnsAXi2Mg

¿Qué opináis? Es como si hubiesen escrito una maldita canción para nosotros, a excepción de lo del cine, que aún no habíamos ido él y yo ni una sola vez juntos... Todo era igual.

- Pero no debería – se quejaba mi madre, mientras hubo y yo bailábamos otra canción, divertidos, de lado, porque yo estaba apoyada en su hombro, con mi frente apoyada en la suya – acaba de dejarlo con Juan Carlos y ya está con este chico.

- Déjala tranquila – le decía la abuela - ¿has visto lo tremendamente feliz que ese chico la hace? – insistía – Míralos.

- Hacen una bonita pareja – intercedió mi hermano, llegando hasta ellos – y él se nota que la quiere muchísimo, mira no más lo que le ha montado por su cumpleaños.

- Muy cierto – añadía la abuela – si parece que la conoce hasta mejor que Juan Carlos.

- Totalmente – aseguró mi Padre – Juan Carlos la alejó de nosotros, y este chico nos la trae.

- Es justo eso – proseguía mi hermano – él sabe lo importante que es para ella su familia, y sólo quiere hacerla feliz.

- Gracias por todo esto – dije hacia él, haciéndole sonreír, sin dejar de mirarme – me has hecho muy feliz.

- Me alegra oír eso, es mi único propósito – aseguró.

- ¿Habéis visto eso? – preguntó Isaac, llegando hasta Óscar, Sergio y Mou.

- Sí, hacen una pareja preciosa – aseguró Mou.

- Esto es malo, Óscar – insistió Isaac, hacia él – se está enamorando de ella.

- Me gusta ella – le contradijo Óscar – le hace bien a Hugo.

- Pero... ¿tú de parte de quién estás? – instó, molesto.

- ¿Sabes lo que me dijo el otro día? Que quiere volver a estudiar. Ni una sola vez después de lo que pasó me dijo algo así.

- ¿Y qué?

- Es mi hermano, Isaac, no quiero que se pase toda la vida poniendo copas en bares o bailando frente a miles de personas. Quiero lo mejor para él, por eso le ayudé a pagar sus estudios, y si ahora quiere volver a estudiar, le apoyaré totalmente – declaró – Cómo te digo, ella le hace bien.

A las tres de la mañana nos marchamos de la casa de mis padres, pues ya era tarde y ellos tenían que descansar.

- Nosotros nos vamos ya a casa, enana – aseguró mi hermano, justo en la puerta, dándome un abrazo enorme y un beso, justo igual que su novia – hasta luego, tío – se despidió de Hugo, chocando sus manos, estrechándolas después, justo como suelen despedirse los tíos – avísame la próxima vez que vengáis.

- Estarán aquí en dos semanas – aseguraba Susana, que he olvidado completamente deciros que no venía con su prometido porque estaba en Madrid por trabajo, pero os lo digo ahora, con eso basta, ¿no? – para mi boda. Porque, te lo traes a la boda ¿no? – preguntó hacia mí.

- Claro que vengo, Susanita – se quejaba él, en tono bromista. Había hecho buenas migas con mis amigas. Y no era raro, él se llevaba bien con todo el mundo.

- ¿Os venís al Mya? – preguntaba Saray, sobre todo miraba hacia Óscar. Uy, uy, uy, ¿qué se traían aquellos dos? Justo iba a responderle cuando Hugo lo hizo por mí.

- Nosotros pasamos, estamos agotados – le dijo, agarrando mi mano entre las suyas. Le miré sin comprender, pero antes de que hubiese abierto la boca, escuchamos a su hermano.

- Nosotros si vamos – aseguró – ya que Isaac nos ha abandonado, pues iremos Sergio, Mou y yo a ver como se mueve la gente en esa discoteca.

- ¿Dónde está Isaac? – pregunté, dándome cuenta de que era cierto.

- Se ha ido con Marisa, ¿no te has dado cuenta? – negué con la cabeza, percatándome de que era cierto, mi amiga no estaba allí – se han largado sin avisar a nadie – me encogí de hombros – Bueno chicas, ha sido un placer – se despedía Hugo, mientras yo me soltaba de él y me lanzaba sobre ellas, abrazándolas, una a una, prometiéndoles que nos veríamos pronto.

- ¿Qué te traes entre manos? – le pregunté, justo cuando nos bajábamos del coche en la casa. Volvió a poner cara de no haber roto un plato – no estamos tan cansados, podríamos haber ido a la discoteca con los demás, perfectamente.

- Aún no te he dado mi regalo – se quejó, haciéndome reír.

- Pensé que el regalo era la fiesta con mi familia – le dije, mientras él negaba con la cabeza, entrando en la casa, junto a mí - ¿no es eso?

- No – aseguró, para luego detenerse y mirar hacia mí, antes de que hubiésemos cruzado la puerta de nuestra habitación – espera aquí, no entres.

- ¿Por qué estás tan misterioso? – me quejé. Me quedé esperando fuera, él entró y cerró con rapidez, sin dejarme ver el interior, para luego salir, como diez minutos tan tarde. ¿qué estaba tramando ahí dentro? – Hugo, ¿qué...?

- Cierra los ojos – pidió, sonreí, como una idiota, metiendo el labio inferior en mi boca, mordiéndolo, feliz. Le obedecí, mientras él abría la puerta y tiraba de mi mano, posicionándome junto a él, cerrando la puerta después – ya puedes abrirlos.

Había decorado la habitación con velas románticas, por todas partes, olía a coco allí dentro, y sin ninguna duda era por las velas, tenían ese aroma. Sobre la cama había pétalos de rosas rojas, y justo en ese momento comenzó a sonar nuestra canción.

- ¿Te gusta? – preguntó, sonreí, como una idiota, para luego apoyarme sobre él, asintiendo.

- ¿Este es tu regalo? – quise saber.

- No del todo – me dijo, haciéndome reír. Me estaba encantando que fuese así de misterioso.

Me quitó la mochila, dejándola caer sobre el suelo, abrió los botones de mi falda, y la dejó caer, dejándome en bragas frente a él, agarró mi camiseta y también me la quitó, dejándome allí, medio desnuda.

Le sonreí, con calma, para luego quitarle la chaqueta que llevaba puesta, subirle la camiseta blanca hasta que cayó al suelo, desabrocharle el cinturón y el pantalón, él terminó de quitárselo, echándolo a un lado.

- Lo tenías todo planeado – me percaté, dándome cuenta de que lo había preparado antes de irnos de turismo, al menos lo de la habitación.

- Prácticamente – contestó. Reí, mientras él acariciaba mi rostro, logrando que dejase de hacerlo y mirase hacia él, sintiendo como mi respiración crecía, al igual que la suya.

Nuestros labios se unieron, nos besamos, tomándonos todo el tiempo del mundo para hacerlo, separándonos, volviendo a mirarnos.

Se bajó los calzoncillos, quedándose completamente desnudo frente a mí. Yo hice justo lo mismo, me quité el sujetador y las bragas. Y entonces ambos nos sentamos en la cama, el uno frente al otro, sin dejar de mirarnos.

Agarró mis tobillos, abrió mis piernas y tiró de mí hacia él, colocándome entre las suyas, haciéndome estremecer al sentirle tan cerca.

Acarició mi mejilla, mis labios, mi cuello, acercando su boca a ese punto, mordiéndome, haciéndome temblar. Apoyé mi mano en su pecho, justo cuando él volvió a mirarme, y fui subiéndola poco a poco, hasta detenerla en su nuca. Nos miramos, y le aferré a mis labios, ejerciendo la presión justa en su nuca para incrementar el beso.

Sus manos iban bajando por mi espalda, haciéndome estremecer, gemir, tan pronto como cambiaron el punto de recorrido y terminaron en mis pechos.

Volvimos a mirarnos.

Acaricié su barbilla con una mano, mientras con la otra iba recorriendo su pecho, más y más, hasta que un par de gemidos salieron de mi boca. Él estaba acariciando mis pezones con las yemas de sus dedos.

Escondí mi cabeza en su cuello, mordiéndolo, justo como él había hecho con anterioridad, dejando un camino de saliva hasta su hombro, mordiendo ese punto también. Apoyó sus manos en mi cintura, aferrándome a él un poco más, logrando que nuestros sexos se juntaran y ambos gimiésemos al unísono.

Levanté la cabeza y le miré, tirando de su barbilla hacia abajo, para luego volver a besarle, con desesperación, sintiendo como la anaconda que se apretaba contra mi sexo comenzaba a palpitar, despertando miles de sensaciones en mí, dejando que la loba saliese de la cueva y se lanzase sobre él.

Le apreté contra el respaldar de la cama, me puse de rodillas, y me senté sobre él. Iba a levantar las manos para aferrarme a él, pero le detuve, en un movimiento, introduciéndomela entera.

Ambos gemimos, lanzando al aire un prolongado "Ah", sin dejar de mirarnos.

Seguí moviéndome, rebotando en aquella cama, que no parecía ser la ideal para hacer aquello, era demasiado blanda, mientras él apretaba mi trasero, siguiendo aquellos movimientos, llegando a la locura, juntos.

Se aferró a mi nuca, acercándome a su boca, para besarme con desesperación, mientras yo comenzaba a temblar. Estaba cerca del final, muy cerca. Por eso, él, me agarró de la cintura, dándome la vuelta, quedando entonces sobre mí, para luego seguir haciendo aquello desde otra postura.

Volvió a besarme con desesperación, sin dejar de hacerme aquello, más y más y más, mientras yo me aferraba su mano, entrelazándola con la mía, apretándola, dejando que todo mi cuerpo se tersase, sintiendo aquellos temblores que caracterizaban el más pleno éxtasis final.

Lamió mi barbilla, mi mejilla, mi oreja, y apretó sus dientes contra mi cuello, con fuerza, succionándolo al mismo tiempo, mientras se movía sobre mí, tres veces seguidas, terminando, haciendo que todo aquello cobrase sentido.

Se sentó en la cama, tirando de mi mano para volver a colocarme frente a él, y luego acarició mi mejilla, mientras volvía a besarme.

- Te amo – confesó. Aquello era más que un te quiero, lo sabía bien. Nuestros sentimientos seguían creciendo, a pesar de todo, y parecía que era incapaz de detenerse, era como si no pudiesen detenerse jamás, como si no hubiese final para ellos. Sonreí, sintiendo su nariz acariciar la mía.

- Y yo – contesté – ha sido perfecto.

- Tu eres perfecta – me dijo él, volviendo a hacerme sonreír - ¿cómo puedes ser tan perfecta? – ensanché la sonrisa un poco más, enseñándole los dientes – me encanta todo de ti, no tienes ni un solo defecto.

- Tengo muchos defectos – me quejé, él negó con la cabeza, en señal de que no estaba de acuerdo – Soy demasiado intensa, me encariño pronto con la gente, soy muy confiada, me gusta leer hasta tarde, y tengo una obsesiva obsesión con las texturas.

- Me encantan hasta tus defectos, pero explícame eso último, anda – volvió a reír, y luego pensé en la mejor manera de explicarlo.

- Mmmm por ejemplo en los pies, no puedo usar calcetines cuando duermo, ni pantalones, me gusta sentir la textura de la cama en mis pies y mis piernas – confesé, él sonrió – pero no solo me pasaba con eso, también con los chalecos de lana, no los soporto, necesito ponerme camisetas interiores de cuello alto debajo, porque hay algunos tejidos que me pican – añadí. Él asintió, en señal de que lo estaba escuchando todo – y también me pasa con la boca, con el gusto. Hay texturas que no puedo comer, lo he intentado, pero... me dan náuseas y es un poco asqueroso.

- Lo tendré en cuenta todo – aceptó – me aseguraré de no darte de comer texturas pegajosas – bromeó – Espera, un momento – pidió, para luego acercarse al borde de la cama, descolgar las manos y sacar de debajo de la cama una caja de zapatos, dándomela.

- ¿Qué es esto? – pregunté, sin comprender.

- Ábrelo – pidió. Lo hice, observando un sobre verde en el interior. Saqué el sobre, y puse la caja a un lado, porque no había nada más, sólo el sobre. Él seguía mirándome, con atención, así que abrí el sobre, sacando de él tres fotos, las tres del mismo adorable perrito Border Collie, blanco y negro, precioso, no parecía ser muy grande, un cachorrito – te presento a Menta – aseguró, haciéndome sonreír, como una idiota, al darme cuenta de lo que eso significaba, ese perrito tan adorable era mi regalo de cumpleaños – No he podido traerla hasta aquí, pero iremos a recogerla el lunes, después del trabajo, ¿vale?

- Hugo – le llame, dejando las fotografías a un lado, para luego abrazarle, emocionada – es precioso, me encanta.


----

Y hasta aquí el capítulo de hoy. ¿Qué os ha parecido?

Aquí os dejo una foto de Menta, a ver qué os parece. A mi me encantaaaaa <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro