Capítulo 33 - Un perreo intenso.
Aquí el capítulo de esta semana, bueno, el primero, espero que les guste. Disculpen por actualizar tan tarde, pero el trabajo me tiene muerta ultimamente. Esto de trabajar todo el día... me mata!!! jajajaja
Recuerden que el domingo tendrán el segundo capítulo de la semana :D
Os vais a reir mucho en este capítulo, eso os lo aseguro!! Estos chicos... los 4 fantásticos, me parto con ellos. Jajajaj.
Al día siguiente no le vi, ni siquiera pudo venir a recogerme, aunque no dejó de mandarme mensajes y llamarme. Él tenía una sesión de fotos, un favor que le hacía Carlos, su jefe. Y el jueves estuvo ayudando a su hermano con lo del bar, parecía que aquello seguía adelante, a pesar de todo, aún no tenían ninguna idea de quién había sido el tipo que robó, pero el del seguro se había portado, y les había cubierto al menos más de la mitad de lo que se habían llevado. Así que se marchó a comprar algunas cosas con ese dinero, con su hermano.
El viernes ayudó a Óscar a montarlo todo, o al menos las cosas que ya tenían, pusieron una puerta más reforzada con una cerradura más complicada de forzar que la otra. Me dio igual, la verdad, a ver... por supuesto me apetecía estar con él, pero había quedado con Sergio para ir a la playa, me pasé el día con él allí, tan a gusto. Era agradable hablar con él, no era como los demás, era un chico culto, que no digo que los demás no lo fuesen, pero él estaba estudiando en la universidad, así que tenía una forma de ver la vida mucho más abierta.
Estudiaba francés en sus ratos libres, y casi me hizo la ola cuando yo le dije que sabía un poco, pues mi madre daba clases en una academia, en Valencia. Bromeamos mucho sobre los franceses, y luego hablamos sobre viajar a Francia algún día, aunque yo reconocí, que me llamaba más Italia.
- ¿Cambiarías la Torre Eifel por la Fontana de Trovi? – preguntó, asentí, sin pensármelo, justo cuando llegábamos a las duchas. Nos duchamos, con calma, y luego nos secamos con las toallas, poniéndonos la ropa sin tan siquiera esperarnos a secarnos del todo, justo cuando mi teléfono comenzaba a sonar - ¿es Hugo? – preguntó, asentí, y luego lo descolgué.
- Chico limón – le llamé, haciéndole reír al otro lado, mientras Isaac y Óscar montaban la estantería de metal.
- Chica menta – saludó él, haciéndome sonreír.
- Eso, ¿eh? – se quejó Óscar – tu ponte a hablar con tu chica menta, en vez de venir a ayudarnos – se rio al respecto.
- Sólo quiero hablar un momento con mi novia, ahora voy – se quejó, sin ni siquiera darse cuenta de lo que decía.
- ¿Tu novia? – preguntó Isaac, sin dar crédito - ¿Cómo coño va a ser tu novia? Si ni la conoces, tío.
- No me lo digas, ya están discutiendo – me dijo Sergio, haciéndome reír. Asentí, en señal de que así era – siempre están igual.
- Además, tú no eres así – insistió – esa tía te está cambiando, que mira que me cae de puta madre, pero ... ¿no te estás flipando demasiado?
- ¿Dónde andas? – me preguntó, sin tan siquiera responder a su amigo.
- Estoy con Sergio en la playa – contesté, percatándome entonces que ni siquiera se lo dije la última vez que hablamos.
- ¿Con Sergio? – preguntó, atónito – ahora comprendo por qué no quería venir a ayudarnos.
- ¿Qué pasa con Sergio? – quiso saber Óscar – Tenía que preparar las clases, por eso no ha venido.
- Pues está en la playa, con Blanca – se quejó el otro, mientras yo reía.
- ¿Cómo que en la playa? – se quejaba Isaac - ¡Qué cabrón! Se ha ido con la chica y nos ha dejado aquí a todos tirados – en serio no podía dejar de reír, incluso tuve que quitarme el teléfono de la oreja, y me doblé por la mitad, me dolía hasta la barriga de tanto reírme.
- Blanca, ¿hola? – decía justo cuando volví a colocarme el teléfono en la oreja.
- Dime.
- Creí que se había cortado
- Que va, es que no podía parar de reírme – me expliqué, caminando por la avenida del océano, junto a Sergio – espera – pedí, cuando vi a mi compañero hacerme una seña para indicarme que ya se iba – nos vemos luego, ¿no? – me despedí con la mano y seguí mi camino hacia casa.
- ¿Cómo que "nos vemos luego"? – preguntó Hugo, volviendo a hacerme sonreír. Me mordí el labio, divertida, escuchándole, de nuevo – luego vas a quedar con tu novio, olvídate de quedar con otro.
- Pensé que ibas a quedarte con los chicos todo el día – me quejé.
- Sí, iba a quedarme con ellos, pero acabo de cambiar de idea – aseguró, mientras Óscar se quejaba.
- Dile que se venga y nos ayude, y deja de pensar en escaquearte.
- Ya le has oído – me dijo, sonreí incluso más. Me encantaban aquellos tipos – tienes que venir a ayudar a tu cuñado con el bar – reí. Óscar volvió a quejarse.
- Pero qué fuerte te ha dado con la chica menta, ¿eh? – estalló a carcajadas, justo antes de contestar.
- Dúchate y te vienes – pidió, sin tan siquiera hablarle a su hermano, luego se dirigió a él – sólo bromeaba, hermano.
Fui a ayudarlos, ¿qué esperabais? Estuvo muy bien, me puse unas mayas y una camiseta de mangas largas, lo cierto es que hacía frío en aquellos días. Colocaba las copas en los nuevos sectores que había comprado, con la ayuda de Óscar, haciéndonos bromas, dándonos golpes en el brazo de vez en cuando.
- ¿No está esto un poco soso? – preguntó Isaac, acercándose al equipo de música, conectando el bluetooth, poniendo una de sus play list favorita. Reguetón, ¿qué esperabais?
Y ahí empezó todo, comenzamos a bailar, sin dejar de hacer cosas, eso sí. Me lo pasaba en grande con ellos, ¿para qué os voy a engañar?
- ¡Hombre! ¡Sergio! – le llamó Hugo, al verle aparecer por la puerta, con un par de pizzas en la mano – Con que... estudiando ¿no? – todos reímos.
- Estuve preparando las clases, pero hay tiempo para todo, ¿no? – se quejó – he traído la cena.
- Sí, ya lo veo. Muy sano todo – volvimos a reír, durante un buen rato. Sergio dejó las pizzas en la barra, y se sentó en uno de los taburetes.
- Tú puedes no comer, si quieres – se encogió de hombros, para luego abrir el cartón y mirar a los demás - ¡Venga, a comer!
Cenamos pizza, entre risas y bromas, y luego dejamos por concluida la noche, aunque os mentiría si os dijese que fue inmediato. Nos tomamos todo el tiempo del mundo, después de comer, recogiendo, bailando, y pasándolo bien juntos.
Me llevaron a casa en el cuche de Hugo, y luego me despedí de ellos, con la mano, sintiendo el beso en la mejilla de Hugo.
- Mañana seguimos, ¿eh? – se quejó Óscar, antes de que su hermano dijese nada – luego te pegas una siesta para la noche y listo.
- Ya lo has oído – me dijo – no me va a dejar cuartel para verte.
- No te quejes, cabrón – añadió Isaac – que después de este finde vas a tener mucho tiempo para estar con ella.
.
.
El sábado tampoco lo vi, estuvo liado con el bar, y luego se acostó un rato. Marisa se vino de Sevilla a eso de las doce, después de cenar allí, con toda la panda, para salir de fiesta. El último fin de semana para salir de cachondeo en Punta Umbría, del verano.
Llevaba un vestido negro, de trasparencias en los brazos, tupido, y con algo de vuelo en la falda. Os admitiré que tenía un escotado. Era de los que había comprado en Málaga el año pasado, y me lo había puesto muy poco.
Me maquillé con un dorado muy bonito, y un delineado. Iba muy simple, un poco de colorete y un labial rosa, muy natural, con mucho brillo.
Me hice unas ondas en el pelo, y me maquillé las uñas de azul eléctrico, me encantaba ese color.
Marisa llegó, dejó las cosas en la casa, flipándolo con el lugar, empezamos la fiesta allí, por si lo dudabais. Nos tomamos unas cuantas copas, Chelo estaba súper atrevida, con un vestido blanco, que se le veía todo vamos, se le transparentaba mucho.
Se iban a quedar en mi casa, había camas de sobra, así que no había problema. Era lo mejor, debido a que íbamos a beber, y no era aconsejable coger el coche de vuelta a Málaga, o en el caso de María, a Sevilla.
Óscar me dijo que dijese su nombre en la puerta, que entraba sin problema, aunque no estuviese en lista. Incluso, me aseguró que si me daban problemas, que lo avisara y él salía a interceder por nosotros.
- Vas muy sexy tú, ¿no? – preguntó Marisa, justo cuando nos bajamos del taxi, frente a la discoteca. Miré hacia mi atuendo, yo me veía tan normal.
- ¿Tú crees? – me encogí de hombros, y ella asintió.
Entramos, en la puerta no nos pusieron pegas en cuanto les dije el nombre de Óscar, pero antes de llegar a la barra nos fijamos en un photocall que había allí, en el que comenzamos a hacernos fotos como locas, durante un buen rato.
Nos encontramos con los chicos, estaban muy guapos, a pesar de que el que a mí me interesaba no estaba entre ellos, si no detrás de la barra, sirviendo copas. Esa noche había un espectáculo de trapecistas o yo que sé, y él no actuaba.
Bailamos al ritmo de Bellaqueo (Remix) de Afrojuice 195. Lo dábamos todo, cuando Óscar vino con unas copas para Marisa y Chelo. Me di cuenta de que yo no me había pedido nada.
Me acerqué a la barra, viéndole allí, sin parar, atendiendo a un par de chicas, que no le quitaban ojo. Sonreí, divertida, ese pedazo de bombón era mío.
Llevaba una camiseta blanca con el logo de la discoteca, y unos jeans rotos. Caminé hacia él, que ni siquiera parecía haberse dado cuenta de mi presencia.
- ¿Me pones un ron con limón? – pregunté, haciendo que él dejase de prestar atención a las chicas, que le estaban preguntando si solía trabajar allí. Sonrió en cuanto me vio. Puso un vaso ancho con un par de hielos sobre la barra, agarró el ron Barceló, y me sirvió la copa, básicamente. Saqué el dinero del bolso, mientras él negaba con la cabeza.
- A esta invito yo – aseguró, ante la mirada de sorpresa de las chicas, pues ellas mismas le habían dicho hace un momento que se invitara a algo, y él había pasado por completo. Ni siquiera había dicho nada más, cuando un tipo le llamó al otro lado – pásalo bien, guapa – me dijo, para luego guiñarme un ojo, haciéndome reír, marchándose sin más.
- Hugo está a tope – le dije hacia mi amiga, para luego acoplarme y seguir bailando.
- Normal, es el último finde de la temporada – aseguró ella, para luego mirar de reojo hacia Isaac que tonteaba con una pava. Había algo entre aquellos dos, pero no querían reconocerlo, eso era lo que ocurría. Pues él también la miraba cuando creía que ella no le estaba mirando.
El espectáculo estuvo chulísimo, con chicas semi-desnudas, lanzándose por los aires, sujetándose luego a una tela, con luz ultravioleta, resaltando su vestimenta y hasta fuegos artificiales.
Bailé mucho aquella noche, jugando mucho con mi pelo al hacerlo, el alcohol se me estaba subiendo demasiado, y empezaba a estar algo caliente de verle allí, tan guapo, tan concentrado en su trabajo.
Me inventé una coreografía para una la canción Yo perreo sola, haciendo que Marisa riese, divertida, intentando seguir mis pasos. Los chicos nos hicieron un círculo, mientras nosotras hacíamos aquello, incluso comenzaron a silbarnos, haciéndonos reír.
Me mordí el labio inferior al darme cuenta de que él nos estaba mirando. La canción terminó, y miré hacia él, mordiéndome el labio, con sensualidad.
- Cúbreme un momento – pidió a su compañero, mientras este asentía, admirando como salía de la barra y se dirigía hacia mí, atravesando la pista, abriéndose paso entre la multitud, llegando hasta nosotros, para luego agarrarme de la mano, bruscamente, acercándome a él, logrando que cayese sobre él, apoyando mis manos en su pecho, levantando la vista para observarle. Las respiraciones de ambos rozaban la locura. Me besó, entonces, sin dejar cabida a nada más. Sonreí, y subí las manos, hasta colgarme de su cuello, intensificando el beso un poco más – quédate hasta el cierre – pidió, mientras acariciaba mi nariz con la suya – tengo que volver al trabajo – añadió, separándose.
- Nos vemos luego – le dije, para luego ver como se marchaba a la barra, para seguir trabajando. Porque era la vida real, a pesar de que estábamos en el mismo sitio, no podíamos estar juntos, pues él tenía responsabilidades.
Seguí bailando con las chicas, mientras Chelo opinaba sobre Hugo, y yo pasaba un poco, no quería saltar, malos rollos ni mierdas, así que lo daba todo con aquel tema que tanto me gustaba.
- Hugo está tremendo – añadía, al ver que no estaba consiguiendo nada – así que, debes de sentirte como en una nube. Pero no te emociones mucho, los tíos como él no duran mucho con la misma. Es más, no me extrañaría nada que se líe con alguien más luego.
- Chelo, déjalo – la cortó Marisa – ellos están juntos, no es sólo un lío.
- ¿Cómo juntos? – preguntó, sorprendida, ni siquiera les eché cuenta, tan sólo acepté cuando Óscar me cogió de la mano y me acercó a él para bailar aquella canción. Pero terminé haciendo movimientos libres, en aquel momento me apetecía más.
Hacía mucho calor. ¿A quién se le ocurría ponerse un vestido de mangas largas? Sólo a mí. Así que nada más que hacía mover mi cabello con las manos, de un lado a otro, al bailar, provocativa, mordiéndome el labio, muy sensual. Estaba perreando, es así como lo llaman. Era plenamente consciente de que estaba calentando a alguno que otro, pero bailar reguetón trata de eso, lo sabéis ¿no?
A las seis de la mañana, había menos gente, la barra no estaba tan concurrida, por lo que Hugo volvió a parecer, parándose detrás de mí, justo cuando bailaba Toosie Slide de Drake. El mismo se la había pedido al dj, porque me conocía bien.
Bailé aquella canción con él, con cierta complicidad, como siempre, pero aquella vez de forma muy sensual, sin dejar de mirarnos con deseo. Nuestros pasos por la pista parecían casi ensayados, pero no eran tal, simplemente bailar con él era increíble, él era increíble. La gente a nuestro alrededor nos miraba, para nosotros el tiempo se había detenido, y sólo existíamos nosotros y la canción, nada más.
- Joder, qué nivel – aseguró el dj, haciéndonos reír, justo cuando cortó la música, indicándoles a todos que la discoteca iba a cerrar – Ea, pues esto ha sido todo amigos, hasta el verano que viene.
- ¿Para esto querías que me quedase hasta el cierre? – pregunté, él asintió, agarrando mi mano, para luego darme un caso pico en los labios.
- Ahora tengo que volver al trabajo – aseguró, con una tímida sonrisa – pero mañana seré todo tuyo.
¿Qué os ha parecido? Contadddmeeee
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro