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Capítulo 23 - Amigos con Derechos.

Aquí tenéis el capítulo de hoy, espero que os guste :D

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Hugo me llevó hasta casa en su coche, decía que no quería que me hiriese los pies por el camino, luego entré, cogí mi bolso y los zapatos, me despedí de los presentes y me marché sin más. Él me estaba esperando en la puerta, con el coche en marcha.

- ¿Dónde te apetece ir en tu última noche en la ciudad? – preguntó, sonreí hacia él, que conducía hacia la avenida.

- A cualquier lugar si vienes conmigo – contesté. Aceleró y puso rumbo hacia lo desconocido, mientras yo dejaba caer la cabeza sobre el asiento y ladeaba la cabeza para mirarlo. Él estaba guapo, ¿¡qué digo guapo!? ¡Estaba guapísimo!

Fuimos a la playa, a caminar bajo las estrellas, hablando sobre tonterías durante el proceso, teniendo cuidado por dónde andábamos, pues solo la luna iluminaba por dónde pisábamos.

Su mano entrelazada a la mía, sonriendo como dos idiotas, como si estuviésemos en una puta película de amor. Pero ya os aseguro yo que no era una película, era real, aunque eso no hacía que dejase de ser increíble.

- Entonces decidido – me dijo, justo después de que le hubiese confesado que Marisa iba a dejarme en Málaga a mi suerte, para que cogiese un tren de regreso a casa – te vienes con nosotros en el coche – aseguraba.

- ¿Seguro que ellos van a estar de acuerdo con eso? – pregunté, dudándolo, y más después de cómo se habían dado las cosas, de que ellos lo estuviesen poniendo en mi contra a cada rato.

- Le caes bien – me calmó, mientras yo rompía a carcajadas, negando con la cabeza, me parecía de lo más irreal aquellas palabras – En serio – insistía – sólo están preocupados por mí, no tiene nada que ver contigo, Blanca – no lo entendía, pero aun así no insistí en el tema. Él debió saberlo, que tenía dudas. Era increíble cómo podía leerme la mente de aquella manera – Nunca me han visto así con ninguna chica – añadió – cómo mucho me he llegado a encaprichar, cómo cuando estaba con Sara – proseguía, hablándome de su ex, nombrándola al menos – pero tú... chica menta – me llamó, deteniéndose en seco, agarrando mis manos para entrelazarlas a su cuello – contigo es distinto – asentí. Porque eso de lo que hablaba sí que lo entendía, ya que era exactamente igual a lo que yo sentía que me pasaba con él.

Nos besamos, y ni siquiera os tengo que describir como se sentía estar entre sus labios, creo que vosotros lo sabéis, os he hablado de ello cientos de veces, pero por si acaso... os diré que sentía que estaba rozando el cielo con las palmas de mis manos.

La noche no acabó ahí, y os juro que por mí podía haberlo hecho, podía simplemente fingir que lo hizo y no hablaros de lo que vino a continuación. Pero no estaría siendo sincera, y desde el principio, en este libro, me propuse ser sincera, contaros como sucedieron las cosas al pie de la letra, sin saltarme ni un párrafo, sin ni siquiera adornarlo. Esto no es una historia de amor idealizada, es la vida real, amigos míos.

Por si aún estáis ahí y queréis saberlo, fuimos a su casa, la casa que había alquilado, era una puta mansión, y no me esperaba menos eh, teniendo en cuenta que Isaac tenía amigos hasta en la luna, seguro que pertenecía a algún colega con pasta, como sucedió cuando estuvimos en Sevilla.

No había nadie, estábamos solos él y yo, pues los chicos se habían ido de fiesta. Les gustaba el riesgo, les daba igual tener que levantarse temprano al día siguiente y tener por delante ocho horas de viaje hasta casa. Eran unos camicaces.

Entramos, agarrados de la mano, porque no podía ser de otra forma, y me soltó en cuanto llegamos a la terraza, pues cómo prometió quería enseñarme las vistas. Tenía razón, podía verse absolutamente toda la ciudad desde allí. Le sentí detrás de mí, abrazándome, apoyando su cabeza en la mía, besando esta con calma.

- ¿Qué? – preguntó, mientras yo asentía - ¿qué te había dicho? Las mejores vistas de toda la ciudad. – La noche estaba siendo perfecta, eso no me pasó desapercibido – Escucha, he pensado que podrías quedarte a dormir – soltó, sin más, haciéndome sonreír – haber, no me refiero a que te quedes para tener sexo, no es eso – insistió, se le veía bastante patoso en aquel momento – que oye, si quieres, por mi encantado – estallé a carcajadas, para luego darme la vuelta y mirar hacia él, entrelazando mis manos alrededor de su cuello – lo que quiero decir es... que me gustaría que te quedases – asentí, para luego apoyar mi frente sobre la suya – podemos pasarnos un momento por la mañana, por tu casa, recoger las cosas e irnos después.

- Me encantaría pasar la noche contigo – acepté, pero él sabía que había un "pero", pues no dijo nada y esperó, pacientemente a que llegase, aunque no lo hizo tan rápido como él esperaba – que hiciésemos el amor – añadí, haciéndole sonreír – pero, creo que debería irme, tengo que preparar la maleta, recoger las cosas y dormir, porque la noche anterior apenas dormí casi nada.

- Lo sé, yo tengo parte de culpa en eso – sonreí – reconozco que no te puse las cosas fáciles – me reí, divertida, justo antes de hablar de nuevo.

- Si me quedase contigo no podría dormir nada en toda la noche, Hugo – le dije, haciéndole reír, a carcajadas, durante un buen rato, mientras yo miraba hacia él. Por dios, iba a derretirme allí mismo, como si fuese mantequilla. ¿Podía ser más perfecto?

- Yo te dejaría dormir – prometió, negué con la cabeza, divertida.

- Ya, pero yo a ti no – le corté, sin más. Agarró mi mano, sin previo aviso, llevándosela a la boca, para luego besarla, con cariño – Además, tampoco es como si fuese algo súper urgente – me quejé – menos cuando vamos a pasarnos toda una semana juntos, durmiendo en la misma habitación, en Tenerife – cayó en la cuenta en ese justo instante - ¿lo habías olvidado? – negó, aunque yo sabía que sí que lo hizo, al menos momentáneamente.

Entrelazó sus dedos con los míos, y tiró de mí hacia el interior del lugar, para luego volver al coche, y llevarme a casa.

No pasó mucho más después de eso, nos despedimos en la puerta, con un casto beso en los labios y luego él se marchó y yo entré. Marisa no había vuelto, eso sí que os lo puedo contar.

Y yo escribí un mensaje a Óscar, pues las palabras de Hugo sobre que "estos" estaban echando mierda sobre nuestra "relación" me había molestado bastante.

.-.

Yo:

Sinceramente, no me esperaba esto de ti.

Tu hermano me ha contado que tú y los demás no dejáis de comerle la oreja sobre lo que hay entre él y yo.

No pensé que fueras así.

Óscar:

Es mi hermano, no quiero que se pille por ti y luego vuelva tu novio y todo se vaya a la mierda.

Yo:

¿Y por qué crees que cuando mi novio vuelva voy a dejarle?

Quiero estar con él, Óscar.

Óscar:

Mi hermano no se echa novia, sólo tontea, juega y se encapricha. Así que tú tampoco deberías fliparte demasiado.

Yo:

Lo que hay entre él y yo es algo entre nosotros, no deberías de meterte.

Óscar:

Te repito, Blanca, no quiero que le hagan daño. Pareces buena niña, eso sí, y quizás por eso no insisto tanto como debería.

Yo:

Él me gusta de verdad, Óscar. Si fuese a volver con mi ex, no estaría haciendo esto.

.-.

.

.

Marisa recogía las cosas, a contra reloj, con el tiempo justo, y todo por haberse quedado a dormir en casa de Omar la noche anterior. ¿Veis lo importante qué es hacer las cosas bien? Si me hubiese quedado con Hugo, yo estaría en la misma situación que ella, y no había necesidad ¿verdad? Iba a tener toda una semana con noches a su lado en Tenerife, podía esperar.

Nos despedimos en la puerta, con un gran abrazo, y luego miré hacia el coche de Isaac, detenido junto a nosotras. Él la saludó con la mano, incluso le tiró un beso, ella pasó de él, olímpicamente, y se marchó hacia su auto.

Hugo me ayudó a meter la maleta atrás y luego se montó en el asiento del conductor. Él era el que conducía, porque los idiotas de sus amigos estaban demasiado mal parados después de una noche de fiesta y alcohol, en la que llegaron de madrugada. Él estaba como una rosa, se había acostado temprano, al igual que yo.

Me senté detrás, junto a Óscar y Sergio, que estaban como si nada, cantando a pleno pulmón una canción de Bad Bunny. Mira que dos, como si no hubiesen salido de fiesta hasta las tantas. El reguetón no faltó durante la mitad del viaje. ¿Pensasteis otra cosa? ¿en el coche de Isaac? La otra mitad, hicieron caso a Hugo, y pusieron algo de Derek y Usher.

Nos lanzamos miradas fugaces de tanto en tanto, haciéndome sentir tanto. Miles de mariposas revoloteaban en mi estómago cuando él me miraba. Me estaba pillando por él, si es que no lo estaba ya.

- ¿Qué tal te fue la semana? – preguntó Isaac, cuando estábamos cerca de Córdoba, lanzándole una mirada cómplice a Óscar - ¿te acostaste con algún tío? - ¿En serio? ¿Cómo se atrevían a hacerme aquella pregunta?

- Vamos – añadía, esta vez Óscar, mientras yo lo asesinaba con la mirada – Eres una mujer atractiva y soltera, no me creo que-

- Sí – contesté. Hugo no estaba sorprendido por mi afirmación, ni nada por el estilo, él sabía lo que iba a decir incluso antes de que lo dijese – me acosté con tu hermano – declaré. Él se sorprendió por mi sinceridad, incluso más que antes – De verdad, pensaba que os caía bien – me quejé.

- Y nos caes de puta madre – aseguró, sin comprender a dónde quería llegar – pero no entiendo qué tiene que ver...

- ¿Qué tiene que ver? – repetí, molesta – Estáis intentando joder lo que hay entre Hugo y yo.

- Pero ¿qué dices tía? – añadió Isaac, sin comprender mi actitud al respecto. Hugo se mantenía en silencio, sin decir absolutamente nada, estaba conduciendo, y si empezaba a hablar... se liaría, no tenía ganas de tener un accidente por culpa de sus amigos – Hablas como si fueseis novios o algo – se quejó – sólo sois amigos que se acuestan de vez en cuando, folla amigos, joder.

- Yo no me pego ocho horas en un coche, de viaje, sólo para ir a ver a una folla amiga, Isaac – reconoció él, haciendo que todos se quedasen noqueados al respecto. Pues él no solía ser así, él jamás le había cerrado la boca frente a una tía, dándole la razón a la misma.

- ¡Espera, espera! Porque creo que me estoy perdiendo algo... - empezó Óscar.

- ¡Ay va la ostia! – se quejó Isaac, recuperándose del shock - ¿me estás intentando decir que...? – se detuvo, cogiendo aire, parecía que iba a ahogarse, a mi todo aquello me hacía mucha gracia, la verdad. Tapándole la boca a aquellos capullos.

- Pero ¿vais en serio o qué? – añadía Sergio, como si tal cosa. Perdí las ganas de reírme y me fijé en él, porque aquello sí que me interesaba muchísimo – quiero decir... que sois novios o ...

- ¿Novios? – estalló Óscar, poniendo el grito en el cielo – Pero ¿qué dices, desgraciado? Mi hermano no...

- No lo sé – contestó él, interrumpiéndolos a todos – no sé si somos novios, amigos o almas gemelas – añadió, mientras todos lo observábamos con la boca abierta. Espera un momento ¿acababa de decir almas gemelas? – pero seamos lo que seamos, es algo entre ella y yo – concluyó, para luego subir el volumen de la radio, dando por zanjada la conversación.

- ¿Almas gemelas? – preguntaba Sergio, hacia Óscar - ¿Acaba de decir...?

Ninguno volvió a abrir la boca en lo que quedaba de viaje, me dejó en casa, y prometió llamarme más tarde, despidiéndome con un beso en los labios, mientras sus amigos se quejaban.

- Venga, Romeo – le llamó su hermano – que estoy deseando llegar a casa.

Me soltó, poco a poco, sin dejar de mirarnos, y luego se marchó, en el coche, junto a los demás.


Continuará...

¿Qué les pareció el capítulo de hoy?

Este Domingo tendréis próximo capítulo, pero además, tendréis un extra esta semana :D

Nos vemos pronto.

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