Capítulo 16 - Posibilidades.
Aquí el capítulo de hoy, de nuevo me adelanto un día. Espero que os guste :D
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El viaje a Valencia fue agradable, no dejé de cantar las canciones del canto del loco, de discos antiguos, a viva voz, mientras ponía caras extrañas y Marisa me miraba como si estuviese loca. Me reí mucho, os lo juro. Siete horas y media de viaje, fue bestial. Me dio para mucho, para cantar, como ya os habéis percatado, y para pensar, con una tonta sonrisa dibujada en el rostro, mientras Marisa conducía aquella vez, después de haber hecho una parada en Ciudad Real. No podía quitarme de la cabeza la conversación que había tenido con él la tarde antes...
Estábamos en el paseo, sentados en un banco, mirando hacia la ría, observando el atardecer, con las manos entrelazadas, escuchando el silencio, tan sólo interrumpido por las gaviotas que piaban aquí y allá, y las familias que recogían las sombrillas y se preparaban para volver al hogar, después de un largo día.
Era cómodo, estar con él, no necesitábamos hablar para llenar los silencios, porque los silencios no eran incómodos en lo absoluto.
- Oye – me llamó, haciéndome salir de mis pensamientos, y prestarle atención – hay una cosa que no entiendo... si tu familia vive allí, ¿por qué os quedáis en otro sitio? – sonreí, y bajé la cabeza un momento antes de responder.
- No quiero darle mucho trabajo a mi madre – respondí, para luego acomodarme un poco mejor en el banco, ladeando mi cuerpo para mirarle más directamente – verás, ella se pone muy intensa con las visitas, muy servicial, y se olvida de disfrutar por ella misma.
- Ajam – contestó, en señal de que me estaba escuchando, lucía bastante concentrado, así que no pude evitar sonreír, justo antes de continuar.
- Así que es más sano para ella y para los demás, que nos quedemos en otro lugar – concluí, recordando entonces lo que Marisa me había dicho esa misma tarde – Además, seguramente Marisa quiera traerse a chicos...
- ¿A chicos? – preguntó, de momento, algo alterado, haciéndome reír, tapándome incluso la boca, porque su reacción me había hecho demasiada gracia.
- ¿No confías en mí? – pregunté, justo después de haberme recuperado – ¿o es que estás celoso?
- No soy un tipo celoso – aseguró.
- Pues no lo parece – recalqué.
- Vale – aceptó – de normal no soy un tipo celoso – sonreí entonces, apretando su mano, haciendo que volviese a fijarse sólo en mí – olvídalo, confío en ti – sonreí. Con eso me bastaba – Oye, y ... ¿qué vas a hacer la segunda semana? – preguntó, mientras yo le miraba sin comprender – quiero decir... te vas a Valencia una semana, y luego ¿te vuelves?
- Si – admití – porque Marisa tiene otra cosa, creo que hay un festival en Málaga o no sé qué – añadí – ya ha quedado con unos amigos para ir.
- Pero tú sigues de vacaciones, ¿no? – insistió. Estaba ansioso, podía sentirlo, demasiado agitado. Solté su mano y apoyé el codo en el respaldo del banco, para luego apoyar la pierna derecha en él, creando un ambiente más íntimo.
- ¿Qué es? – pregunté – suéltalo ya – rió al darse cuenta de que le conocía bien. Teníamos ese tipo de conexión.
- Estaba pensando que... si te apetece podríamos ir a alguna parte – soltó, sorprendiéndome, porque no lo esperaba en lo absoluto. Se rascó la cabeza, algo nervioso, y fue levantándola a media que hablaba, aunque sin atreverse a mirarme a los ojos. Era tan mono... estaba avergonzado, era como un niño – no sé... tú y yo...
- ¿Algo así como un viaje de pareja? – pregunté, con rapidez, sin entender su postura, pero me paré a pensar en mis palabras en seguida, dándome cuenta de que sonaba demasiado serio – Es decir, un viaje juntos, no quería decir de pareja, porque tampoco es que tú y yo... - en aquel momento la que estaba histérica era yo, mientras él sonreía, acariciando mi mano con la suya, haciendo que dejase de hablar como un papagayo y mirase hacia él.
- Sí, como un viaje de pareja – respondió, dejándome KAO. No tenía ni idea de qué responder al respecto – podríamos irnos a Tenerife, si te apetece – sonreí, y asentí un poco, mientras él se dibujaba una igual de tímida que la mía – podríamos irnos el lunes y volvernos el viernes – añadió, volví a menear la cabeza, de arriba abajo – no tengo que trabajar hasta el sábado, así que...
- Pero nos va a salir caro – me percaté, al recordar lo caro que nos había salido la casa a Marisa y a mí para Valencia, sólo por hacerlo con tan poco tiempo – todas las ofertas estarán ya cogidas y ...
- Yo me ocupo – me calmó – me hacen descuentos en los viajes, y el lugar para quedarnos ya lo tengo pensado, no te preocupes – añadió. Sonreí entonces, ilusionada, como una idiota. Sólo de pensar que iba a ir a un viaje con él, los dos solos... me producía una sensación agradable – Me apetece mucho – aseguró, haciéndome salir de mis pensamientos, volví a fijarme en él, que me miraba con aquella complicidad que tanto me gustaba – en serio – insistió, mientras yo bajaba la vista, un poco avergonzada.
- Vale – acepté, sin saber bien que decir. Me sentía terriblemente tímida en aquel momento, era como si hubiese volviese a la adolescencia, como una niña que está con el chico que le gusta – tú te encargas de todo y luego ajustamos cuentas.
- No, de eso nada – me cortó. Le miré extrañada, mientras él apoyaba su brazo izquierdo en el banco, acercándose un poco más a mí – este viaje lo pago yo – iba a llevarle la contraria, os lo prometo, pero habló antes de que hubiese dicho nada – el próximo lo pagas tú.
- ¿el próximo? – pregunté, idiotizada, haciéndole sonreír, para luego acariciar mi brazo con su mano, echando la cabeza hacia delante, metiéndola en mi cuello, haciéndome cosquillas con la barba, sin decir nada, tan sólo echando su aliento sobre mi piel, despertando mil sensaciones dormidas en mí. Reí al sentir aquello, mientras él sonreía y se separaba, volviendo a fijarse en mí – No me hagas daño, Hugo – pedí, en un intento desesperado de controlar la situación. Pues una parte de mí estaba aterrada, muerta de miedo, porque quizás las palabras de Marisa fuesen ciertas, quizás él sólo hacía todo aquello para tenerme loquita por sus huesos, quizás él... Pero otra parte de mí tan sólo quería dejarse llevar, quería vivir aquello tan bonito que había entre nosotros, porque sabía que, si me echaba atrás por el miedo, me arrepentiría toda la vida. Negó, en respuesta a mi súplica, para luego volver a acortar la distancia entre nosotros, cazando mis labios entre los suyos, dejándonos llevar por lo que sentíamos.
El sonido de mi móvil, en mi regazo, me hizo volver a la realidad. Tenía un mensaje. Lo abrí y me percaté de que era de Juan Carlos.
¿Juan Carlos? ¿En serio? ¿Justo ahora?
Miré hacia la conversación y leí.
.-.
Juanca:
¿Cómo te está yendo todo? Por aquí las cosas van bien. Te echo de menos, pero estoy intentando no hablarte, porque hemos dicho de dejarlo hasta que vuelva. He seguido tu consejo, y estoy disfrutando de mis días aquí, sin cortarme, y estoy conociendo a gente agradable. Ya te contaré, Blanqui.
.-.
Iba a responderle, justo iba a hacerlo cuando una ventana emergente apareció en la pantalla. Hugo me había mandado una foto. Pinché sobre ella y la abrí. Era él, en el gimnasio, con una camiseta de tirantas gris y unos pantalones de chándal verdes. Llevaba los auriculares y se estaba haciendo un selfi en un espejo.
Estaba muy guapo, eso no tengo ni que decirlo. Él era guapísimo, se pusiese lo que se pusiese, pero el gris le sentaba de miedo.
.-.
Hugo:
¿Cómo va ese viajecito? Yo aquí, haciendo un poco de músculo.
Yo:
Va bien, ya hemos pasado Ciudad Real, nos queda poquito ya.
Hugo:
Avísame cuando llegues, para saber que estáis sanas y salvas.
Yo:
¡Qué sobreprotector!
Hugo:
Jajaja Sólo con mi chica menta.
Yo:
Vale, te aviso cuando llegue, chico limón.
Hugo:
Un día vamos a intercambiar sabores. Tú te pides uno de limón y yo uno de menta.
Te dejo, que Isaac me está dando la chapa. Luego hablamos.
.-.
- ¡Qué callada estás! – se quejó Marisa – vamos a tener que volver a cambiar, cuando conduces te pones más parlanchina – sonreí, porque sabía que estaba de broma, y bloqueé el teléfono, volviendo a dejarlo en mi regazo - ¿hablabas con Hugo? No hace falta que respondas, ¿eh? Se te nota en la cara – volví a reír, para luego morderme el labio, al pensar en ese viaje que teníamos planeado.
- ¿Sabes qué? – pregunté, creando un poco de expectación, mientras ella negaba con la cabeza, sabía que estaba bien pillada por él, eso no era un secreto para nadie – me ha dicho de irnos a Tenerife juntos la semana que viene – pronuncié, haciendo que ella se sorprendiese y dejase las bromas – sólo él y yo.
- ¿Te estás dando cuenta de lo que eso significa? – preguntó, sacándome de mi burbuja de ilusión. Me encogí de hombros, esperando lo que iba a decirme a continuación – Vas a pasarte toda la semana pensando en ese maldito viaje, y te vas a olvidar de disfrutar – añadía. ¡Cómo no! ¿Por qué por un momento pensé que ella iba a ponerse de mi parte? Como era de esperar tenía que verlo todo por el lado malo. Hugo era un cabrón, y aquello no era lo que yo creía, esa era su idea principal - ¿Por qué crees que te lo ha dicho, Blanca? – me crucé de brazos, molesta – Para que no hagas nada con otro tío en este viaje, para tenerte sólo para él.
- ¿Y eso es malo? – me quejé.
- Pues claro que es malo – insistía, mientras yo negaba con la cabeza, enfadada. ¿Por qué no podía alegrarse por mí? ¿por qué siempre tenía que estar viendo lo malo de todo aquello? – Ha conseguido lo que quería. Te podría haber dicho lo del viaje cuando volviésemos, pero si lo hace antes... se asegura tenerte atontada por él todo el viaje, y que sólo pienses en él.
- Que enrevesada eres, Marisa – le dije, molesta.
- Los tíos como Hugo son así, Blanca.
No volvimos a hablar en largo rato, pues yo no dejaba de pensar en sus palabras. Ella podía tener razón. Era perfectamente posible, pues Hugo sólo me habló del viaje justo cuando le dije que Marisa invitaría a chicos a la casa que habíamos alquilado. Así que era perfectamente posible que fuese cierto, que él quería asegurarse de que no tenía nada con ningún otro. Quizás sólo me estaba mangoneando a su antojo. Quizás nada era real, y todo eran suposiciones que yo misma me hacía por el sentimiento que él despertaba en mí. Quizás él sólo era un "pica flor" que se cansaría de mí en cuanto le saliese un nuevo juguete con el que pasar el rato. Esa era una posibilidad, no creáis que no la tenía en cuenta, pero lo que sentía por él, lo que teníamos, era tan... mágico, que no podía sólo quedarme con esa posibilidad. En aquel momento quería dejarme llevar, y vivir aquello, aunque luego me diese el batacazo del siglo.
Un nuevo mensaje llegó, pensé que sería de Hugo, pero al leerlo no era así.
.-.
Óscar:
Mi hermano me ha dicho que ya estáis bien. Me alegro, lo de Sara fue una tontería, no te molestes con él por eso.
Yo:
Fue una tontería, pero se acostó con ella, Óscar.
Óscar:
Ya, yo si estuviese en tu lugar... también me jodería. Pero a él se le ve encoñado contigo.
Yo:
Ya... no quiero hablar de eso, ¿me has hablado sólo para interceder por tu hermano?
Óscar:
Claro que no, te he hablado porque quería saber cómo estabas y eso.
Yo:
Estoy bien, gracias por preguntar.
Óscar:
Oye, si estás enfadada con él no lo pagues conmigo, yo no te hice nada.
Yo:
Sí, vale, lo siento.
Óscar:
Pásalo bien.
Por cierto, ¿no le has dicho que hablamos?
Yo:
No, no ha surgido.
Óscar:
No le digas nada, no quiero que se imagine cosas raras.
Yo:
¿Por qué iba a imaginarse nada raro? Sólo hablamos, no es como si... no sé, no lo veo algo malo.
Óscar:
Podría malinterpretarlo, porque yo no suelo ser así, no suelo hablarles a las chicas que le gusta.
Yo:
Vale, no diré nada.
.-.
Y esto es todo, ¿qué os ha parecido?
Este fue uno de esos capítulos de relleno, altamente necesario para lo que se avecina. Jejejeje
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