Capítulo 13 - Encoñada con él.
Vuelvo a adelantarme un día, como llevo haciendo ya tiempo, y les traigo el capítulo 13. Espero que les guste, comenten y voten. Gracias :D
.....
Todo lo que no sentí esa noche lo sentí en la mañana, al despertarme y darme cuenta de que ya nunca volvería a despertar a su lado, que nunca volvería a escuchar su risa, a sentir su mirada sobre la mía, a vivir todos los momentos que habíamos vivido. Recordaba cómo era todo cuando estábamos enamorados, y me aferré a ello, llorando como una idiota, sin darme cuenta que no tenía miedo de dejarlo, si no de perder aquellos momentos, que terminaron hace mucho, pues él y yo hacía mucho que estábamos mal, y no podía volver a eso jamás. Pero me dolía terminar con alguien que había significado tanto para mí, con el que me había pasado doce años de mi vida.
Aun así, me repuse en el trabajo, e intenté fingir que todo estaba bien, para luego diez minutos antes de salir, recibir un mensaje suyo, indicándome que estaba fuera.
Salí, percatándome de que había olvidado mi bikini, ni siquiera me acordé de nuestra cita en la mañana, justo acababa de recordarla al recibir su mensaje.
¡Qué idiota!
Un nuevo auto, algo viejo, pero una reliquia, eso sí. Era un Renault 19 de esos que no tienen culo.
Entré en él, y miré hacia Hugo, se dio cuenta de que algo ocurría sin necesidad de decir nada. Eso me encantaba, que no tuviese que hablar para que él lo supiese. Eso con Juanca no me pasaba, con él siempre tenía que decirlo, porque si no me quedaba herida sola, como tantas veces lo estuve, porque él ni siquiera se daba cuenta de que me había hecho daño.
- He olvidado preparar las cosas – me quejé, derramando algunas lágrimas, sin apenas darme cuenta de ello.
- Ey – me llamó, agarrando mi rostro entre sus manos, para luego, limpiar mis lágrimas – no pasa nada. Podemos comer aquí, ir a por la ropa e irnos luego, no tengo prisa, Blanca – asentí, sintiendo como su nariz chocaba con la mía – y ahora dime la verdadera razón por la que estás así.
- Hablé anoche con él – contesté, asustándolo, pero tan sólo apretó los labios, molesto consigo mismo, aterrado de haberlo estropeado entre Juanca y yo, porque lo último que quería era hacerme daño – estaba confundido, estaba sintiendo cosas por otra tía – tragó saliva, sin saber qué decir, no se esperaba algo así – así que vamos a dejarlo un tiempo.
- Tu no querías esto ¿no? – preguntó, negué con la cabeza, y contesté a su pregunta.
- No estoy así por eso, no es por él – aseguré, él me miró sin comprender a lo que me refería, y yo pensé en ello antes de contestar – es impotencia, porque he pasado doce años de mi vida junto a él, y no siempre fue una mierda, al principio le amaba ... - acomodó un par de mechones tras mi oreja, para luego escucharme – Echaré de menos esos momentos, Hugo.
- A veces duele – me calmó, mirándome con calma – al principio duele, sobre todo si te has llevado tanto tiempo con él – añadió. Asentí en señal de que tenía razón – pero, al final lo recordarás todo con cariño – Volví a aceptarlo, sonriendo justo después, dándome cuenta de que él tenía una forma de pensar parecida a la mía – siempre puedes crear nuevos momentos con otro tío – bromeó, haciéndome reír. Le besé entonces, fue un beso sin importancia, como agradecimiento, que duró poco, pero para él fue importante.
Volvimos a apoyarnos en nuestros asientos, y él emprendió la marcha, justo cuando iba girar por la rotonda hacia mi casa hablé.
- Puedo comprarme un bikini en los puestos que hay junto a la playa – le calmé, él me miró, dando una vuelta a la rotonda, para luego salir por la salida correcta.
- No pasa nada – me calmó, deteniéndose en la esquina, girando entonces a la derecha – los planes cambian, no me importa, sólo quiero estar contigo, me da igual lo que hagamos.
- No entiendo que haces soltero aún – bromeé, haciéndole reír – lo digo en serio, no lo entiendo.
- Ya te lo he dicho, esas chicas están vacías – contestaba, para luego detenerse frente a mi casa – las chicas inteligentes no suelen fijarse en camareros que hacen estriptis – bromeó – Dudo que te hubieses fijado en mí si no nos hubiésemos encontrado primero en el hospital.
- Tú también eres inteligente – le contradije, sin salir aún del coche – estudiabas psicología.
- A veces olvido que me conoces bien – añadió, haciéndome reír – anda ve a por la ropa – pidió.
Me bajé del auto, corrí a la casa, preparé la bolsa, cogí un vestido arreglado por si salíamos, otro ibicenco, me cambié de ropa, me puse el bikini y un vestido de gasa encima, las gafas de sol, y las chanclas, para luego pillar unas sandalias y meterlas en la bolsa. Metí también la toalla y las cremas, para luego salir.
Él estaba en el mismo lugar, con la música a todo volumen, escuchando reguetón. Le miré durante un momento, joder, estaba tremendo, con aquella camiseta naranja y el bañador, que sexy.
Me monté en el auto, haciendo que se percatase de ello, sonriéndome, para luego meter la marcha y poner rumbo hacia Cartaya.
Cambié la canción, porque me estaba rayando, y me dejé caer en el respaldo del auto, mirando hacia él, mordiéndome el labio, estaba muy guapo. Me encantaba. Entrelazó su mano a la mía, haciéndome sonreír.
En tan sólo media hora llegamos, aparcamos el auto en unas calles cerca del restaurante, uno del centro, que servían un pescado riquísimo, y luego a la playa. No dejé de reír en toda la tarde, incluso me olvidé de Juanca.
Miré hacia el teléfono, percatándome de que la luz blanca parpadeaba, tenía un mensaje.
.-.
Óscar:
Espero que estés bien, ayer me preocupaste.
Yo:
Estoy bien, gracias por preguntar.
.-.
.
.
Eran las siete de la tarde, y ya me había puesto el vestido de gasa, hacía frío. Él me observaba, mientras yo subida sobre él, mantenía su teléfono en alto para que no pudiese agarrarlo, sin dejar de reír. Él perdió la sonrisa y me observó.
- Ven aquí – me pidió, agarrándome del cuello, para luego lanzarse a mis labios, besándome. Tiró de un lado del cordón que sujetaba la parte de arriba de mi sujetador.
- Ni se te ocurra – me quejé, apartándole la mano, haciéndole reír.
- Sólo había pensado que sería un buen momento para hacer topless – bromeó, mientras su teléfono volvía a sonar, estaba de lo más solicitado, aquella tarde.
- Estás muy solicitado tú – bromeé, haciéndole sonreír, cogió el móvil y lo guardó en su bolsa, sin tan siquiera mirarlo, para luego observar cómo me ponía en pie y me tocaba los brazos, hacía frío, y no había cogido ni una triste rebeca.
- Podemos volver a casa – me aseguró, con calma – hace frío, podemos volver, ducharnos con calma y quedar más tarde para ir a bailar – asentí, en señal de que me parecía buena idea.
Me llevó a casa, pero ya no era el mismo de siempre, le notaba raro, lo estaba desde que leyó el móvil, pero no quería preguntar, no quería parecer una novia cotilla o algo por el estilo, así que sólo miré por la ventanilla, escuchando la música de BEP durante todo el camino de regreso. Se detuvo en mi casa, y me dio un beso en la mejilla como despedida.
Espera un momento.
¿Un beso en la mejilla?
Algo iba mal.
Llevábamos toda la tarde, todo el día dándonos besos en la boca.
- Vamos hablando por mensaje – aseguró – y ya vamos viendo si quedamos o no – me dejó muerta con aquellas palabras.
Tragué saliva, asentí y me bajé del coche, ni siquiera había cogido mis cosas de la parte de atrás, cuando le escuché maldecir, dentro del auto. Las cogí, y le vi derrapar y marcharse sin más.
Busqué el móvil en mi bolsa, lo saqué y miré hacia la conversación que mantenía con él, dispuesta a escribirle, pero al final no lo hice, pues no sabía qué decir.
Marisa me envió un mensaje, sacándome de mis pensamientos, se había cogido unas mini vacaciones y vendría a pasar unos días conmigo, incluso me animó para que me fuese con ella a Conil, para su segunda parte de vacas.
Me di una ducha, rallada por lo de Hugo, sin apenas pensar en Juanca, para luego sentarme sobre el sofá, cuando miré el reloj del móvil, me percaté de que eran las diez, así que me preparé un sándwich, no tenía mucha hambre.
Estaba a punto de darle el primer mordisco cuando recibí un mensaje de él.
.-.
Hugo:
Lo dejamos para otro día, estoy cansado de la playa.
Yo:
¿Cuál es la verdadera razón? Te conozco, y sé que pasa algo.
Hugo:
Son cosas personales, Blanca. No insistas.
.-.
No dije nada más. Me sentía como una idiota. No debí haber insistido, ¿por qué lo hice? Seguí mirando hacia la pantalla un rato, más, hasta que se apagó y mis ojos se llenaron de lágrimas. Me hacía daño que él no se abriese conmigo, que me ocultase cosas sobre él, sobre todo cuando me dijo tantas veces que yo no era como las demás porque conocía cosas sobre él.
Mi móvil vibró, lo encendí y vi un nuevo mensaje.
.-.
Hugo:
Es un tema con mi hermano, no pienses nada raro. Simplemente no me gusta hablar sobre los problemas de los demás, sin su consentimiento. Es delicado. Perdóname si he sido borde.
Yo:
Espero que se solucione, lo que sea que ocurra.
Hugo:
Gracias.
Yo:
Si quieres podemos vernos mañana un rato, antes de que trabajes o algo.
Hugo:
No puedo. Ya nos veremos.
.-.
Él estaba siendo seco, y no entendía por qué, pero lo dejé estar, no quería insistir más.
Y ya está, no volví a saber nada de él en toda la semana, ni un mensaje, ni una llamada, absolutamente nada. Algo había pasado, lo sabía, aunque según Marisa era que ya había conseguido lo que quería, ya me había tenido, ya nos habíamos acostado, así que... simplemente me dejaba en la estacada. Me negaba a creer que fuese cierto, no después de lo que sentí estando con él.
Del que si tuve noticias fue de Óscar, que me lo encontré el miércoles en el supermercado, en la cola para pagar.
- Ey – me llamó, ignorando las preguntas de su colega, sonreí y le saludé - ¿cómo estás? – preguntó.
- Estoy bien, ¿y tú?
- Algo jodido – aseguró, justo cuando me tocaba el turno, y él me ayudaba a poner la compra en la cinta - ¿mi hermano no te lo ha contado? – preguntó, sorprendido – me entraron a robar al bar el viernes.
- ¿En serio? No me ha dicho nada – me quejé, él sonrió, mientras yo sacaba el dinero y pagaba la cuenta.
- Te ayudo con las bolsas, espera – pidió, dejando luego a su amigo en el interior, para luego ayudarme a llevar la compra hasta casa. Él era todo un encanto.
- ¿Y qué pasa con tu amigo? – pregunté, divertida, por el trayecto, haciéndole reír.
- Lo superará, él me lo ha hecho otras veces – aseguró – Entonces... mi hermano... ¿no te ha contado nada? – negué con la cabeza – pero ... ¿nada de nada? – volví a negar – me ha contado que lo dejaste con tu novio – asentí, él no dijo nada más, hasta pasados unos minutos – anímate mujer, hay más peces en el mar.
Bajamos la cuesta hasta casa, abrí la puerta, y él me acompañó hasta la cocina, comenzando a sacar los congelados y dejándomelos sobre la encimera.
- Muchas gracias, Óscar – agradecí, mientras él me hacía gestos con las manos, en señal de que no era para tanto. Ambos nos sonreímos, justo después de guardar los congelados en su lugar y las cosas que podían estropearse.
- Sigo estando aquí si necesitas hablar, soy bueno escuchando – me dijo.
- Siento muchísimo lo del bar – comencé - ¿Cómo vais a solucionarlo? ¿han pillado ya al culpable? ¿te lo cubre el seguro? – hacía una pregunta tras otra, y él ensanchaba su sonrisa más y más.
- Estoy liado con el seguro, me tienen que mandar un perito para evaluar los daños del local... - me explicaba - ... pero como es verano, tienen a poco personal en plantilla, así que es complicado. En cuanto a lo del tipo que lo hizo, la policía está investigando, pero aún no sabemos nada.
- Tu hermano debe de estar ayudándote, ¿no? – insistí, él asintió – hace tiempo que no sé nada de él.
- Sí, me está ayudando – aseguró, bajando la vista, algo confuso. Sabía que había algo más que no me estaba contando, pero no insistí, no quería hacerle sentir incómodo – bueno, tengo que irme, me ha gustado verte, Blanca.
- Y a mí – aseguré, para luego acompañarle hasta la puerta.
.
.
Marisa llegó el viernes y me medio obligó a salir, porque yo tenía cero ganas de salir, para que nos vamos a engañar.
Me puse un vestido de tirantas, me maquillé con un delineado, muy fino, pues tenía los ojos pequeños, y luego me marché junto al bombón de mi amiga a la discoteca.
Pagamos, como todo el mundo, y lo dimos todo en la pista. No podía dejar de reír con sus ocurrencias.
Isaac apareció detrás nuestra, saludándonos a ambas, haciendo que mi amiga le sonriese pícaramente. Pero... ¿Qué había entre aquellos dos?
- Isaac – le saludé, él me hizo un movimiento con la mano, y ese fue su saludo, siempre era tan raro.
- ¿Dónde has dejado a los cafres de tus amigos? – preguntó mi amiga, divertida, mientras él se encogía de hombros.
- Por ahí estarán – miré hacia alrededor – sí, andan por aquí.
Una sensación amarga me invadió de repente, al pensar en la sola posibilidad de estar equivocada, de que Marisa tuviese razón. Él sólo me había utilizado, pues por mucho que estuviese ayudando a su hermano, eso no le dejaba manco ni nada, podría haberme escrito, pero no lo había hecho.
- ¿no están trabajando en el bar de Óscar? – preguntó mi amiga.
- ¿No te has enterado? – le dijo – Lo desvalijaron el viernes pasado, se lo han llevado casi todo, hasta el equipo de sonido. Han tenido que pedirle ayuda a Sara, y todo – se detuvo en cuanto se dio cuenta de que estaba hablando de más.
- Isaac, Isaac – le llamaba una chica, justo al lado nuestra – siempre abandonando a tus amigos por cualquier chica.
- ¡Qué va! – la contradijo – Son unas amigas, ya las conozco - Estaba sospechando algo, pero no quería pensar en ello, me aterraba que fuese cierto. La chica miró hacia mí, era una de esas típicas chicas chonis, sin pelos en la lengua y egocéntricas, me recordaba un poco a Carmen.
- ¿Y no vas a presentarnos? – preguntó, para luego acercarse a mí, divertida – Soy Sara.
- Sara – la llamó un chico, detrás de ella, agarrándola del brazo para que dejase de molestarnos, le reconocí en seguida, era Óscar – mi hermano te está buscando.
- Tan mono – le dijo, poniendo una cara divertida, haciéndome sonreír, incluso – acabamos de volver y ya me está echando de menos - ¿volver? ¿volver de dónde?
Él me ignoró, hizo como si no me conociese, y Marisa me agarró del brazo, alejándome de ellos, no entendía que estaba sucediendo, pero por si acaso, la vida se encargó de aclarármelo.
Sara acababa de llegar hasta un muchacho que reconocí en seguida, era inigualable, con su camiseta naranja y sus pantalones vaqueros, él la besó en cuanto estuvo lo suficientemente cerca, y a mí se me desencajó la cara.
Su hermano llegó hasta él y lo separó de Sara, para luego decirle algo al oído, entonces él se fijó en mí, lucía terriblemente arrepentido con la situación, pero yo no necesité más para saber que lo que Marisa decía era cierto, él me había utilizado.
Las palabras de Juanca aparecieron en mi mente "Ten cuidado, eres demasiado inocente, siempre te terminan usando"
Mis lágrimas cayeron al recordarlo, a todas y cada una de las personas que pasaron por mi vida, antes que él y me usaron, abandonándome después, como si no significase nada.
Giré sobre mis talones y me marché, dejándolos a todos atrás, mientras Marisa me seguía, y yo me detenía junto a los lavabos, incapaz de dar un paso más.
- ¿Cómo he podido ser tan idiota? – pregunté hacia ella, horrorizada, dejando caer algunas lágrimas más, limpiándolas con rapidez - ¿Por qué siempre terminan engañándome? ¿Por qué sigo confiando en el mismo tipo de personas una y otra vez? – me detuve al ver a Óscar acercándose a nosotras.
- No es lo que piensas – insistió, negué con la cabeza, y le empujé, apartándole de nosotras – Blanca...
- Dile a tu hermano que se vaya a la mierda – espeté, sintiendo entonces como me agarraba de las manos y tiraba de mí para acercarme a él – que no quiero que vuelva a acercarse a mí, y dile que-
- Sólo está haciendo esto para ayudarme, porque es un cabezón, y no quiere dejar que la policía haga su trabajo – añadía, mientras yo volvía a negar con la cabeza, incapaz de echarle cuenta – él está loco por ti, ¿aún no te has dado cuenta?
- Claro, está loco por mí, y en sus ratos libres se pone a meterle la lengua hasta la campanilla a otras chicas – le dije, haciendo que él negase con la cabeza – mira, hazme un favor, y dile que me deje en paz. No quiero que volváis a meteros en mi camino.
- Estabais en la playa cuando entraron a robarme al bar, Blanca – aseguró – estuve llamándole, le escribí varios mensajes, y en cuanto lo vio, le habló a ella, porque quiere que su hermano nos ayude a descubrir quieres fueron los cabrones que entraron a robarme – insistió - ¿Crees que a mí me gusta que vuelva a involucrarse con la tipa que casi lo manda a la cárcel?
- ¿De qué hablas? – pregunté, porque no tenía ni idea de lo que estaba hablando, hacía tiempo que todo me sonaba a chino.
- ¿No te lo ha contado? – Negué con la cabeza - Se metió en líos por culpa de esa tía y de Isaac, lo expulsaron de la universidad y por poco no lo meten en la cárcel – declaró – Me dijo que te había hablado de ello.
- No me dijo que hubiese otra persona involucrada – contesté – solo Isaac y él. Y por supuesto no mencionó nada de la cárcel.
- No la quiero cerca de mi hermano, así que me hace tanta gracia cómo a ti.
- ¿Y qué quieres que haga yo?
- No te rindas con él, no tires la toalla – pidió, le miré sin comprender – ayúdale a salir de ese pozo, no dejes que ella vuelva a engatusarlo.
- Yo no soy nadie para hacer todo eso, Óscar.
- Tenéis algo.
- No hay nada – insistí – sólo un par de besos tontos y una noche de sexo.
- No fue eso lo que él me contó.
- ¿Qué te contó? – quise saber, muerta de curiosidad, haciéndole sonreír.
- Que estás loca por él.
- Es un creído – me quejé, haciéndole reír.
- Venga, ve y habla con él.
- No pienso hacerlo – insistí – acercarme al chico que me gusta que justo está junto a su ex novia, que resulta que ahora vuelve a ser su novia ¿no?
- El chico que te gusta – recalcó, acusándome de algo, pero él ya lo sabía, todos lo sabían, que a mí me gustaba él, era un secreto a voces.
- Sí, me gusta, pero eso ya lo sabes. Además, que no voy a ir detrás de él, después de que se ha pasado toda la semana ignorándome.
Mi amiga comenzaba a desesperarse por momentos, pues no dejaba de resoplar, y terminó por agarrarme de la mano y tirar de mí hacia la pista, mientras yo intentaba soltarme y Óscar nos seguía.
- Habla con él de una vez, todo esto me está cansado – pidió, a escasos metros de él.
- Ya te he dicho que no pienso hacerlo – me quejé, mientras esta se marchaba a buscar a Hugo. Pero... ¿qué demonios estaba haciendo?
- Discúlpanos – pidió hacia la chica que estaba con él, para luego tirar de su mano hacia mí. Me miró sin comprender.
- Sois tal para cual – se quejó Óscar – dos orgullosos que no quieren dar su brazo a torcer.
- Es que no tengo que hablar nada con él – le contesté, para luego observarle, estaba mirando hacia su novia.
¿En qué momento se habían invertido los papeles? Ahora que yo estaba soltera, él tenía novia, me parecía de lo más irreal, así que no pude evitarlo, estallé a carcajadas, haciendo que todos pusiesen los ojos en mí.
- Estamos como al principio – me quejé, hacia mi amiga – ahora que yo no tengo novio...
- No es mi novia – me cortó antes de que hubiese dicho una palabra más – sólo me acuesto con ella – Algo volvió a doler dentro.
- ¡Joder tío! – se quejó Sara, llegando hasta nosotros - ¿Qué coño está pasado aquí? – me quedé callada. Tenía que quedarme callada, por favor, Blanca, cállate - ¿Nadie va a explicármelo?
- Pasa que tu novio es un cabrón – lancé, cosa que esperaba. ¿Yo? ¿quedarme callada ante una injusticia? Nunca. Uno de mis grandes problemas, amigos míos. Me miró, sin comprender, para luego volver la vista hacia él – Le gusta seducir y luego-
- Ah, pero eso de siempre, cariño – aseguró ella, dejándome muda – a él le gusta mucho jugar, pero luego no hace nada – insistió, volviendo a mirarme - ¿qué pasa? ¿te has pillado por él? – volvió luego la vista hacia Hugo, antes de hablar de nuevo – Te dije que algún día te saldría mal la jugada.
- Sí – contesté, como una idiota que no podía mantener la puta boca cerrada, mientras Marisa me cogía de la mano, intentando alejarme de allí, parecía no haber sido tan buena idea eso de que hablásemos – me he pillado por él – sus ojos se fijaron en los míos al escuchar aquellas palabras – ya veo que no soy la primera idiota a la que engaña, ¿no?
- No – dijeron ambos al unísono, ella miró hacia él, sin dar crédito, pero él seguía fijo en mí – no fue mentira – fue lo único que él contestó, haciendo a un lado a Sara, agarrándome de la mano para acercarme a él, mientras la muchacha nos miraba, idiotizada, sin dar crédito aún – me gustas – añadió, mientras Sara abría la boca, era más que obvio que se había perdido algo – estoy loco por ti, mi sexy – insistió, haciéndome sonreír, porque sabía que era cierto, a pesar de encontrarnos en la situación en la que nos encontrábamos – perdóname – suplicó, mientras Sara le cogía del brazo para que le prestase atención – Me da igual que no me digas quién fue el tipo que atracó el bar, no puedo hacer esto.
- ¿Y qué coño te ha hecho cambiar de idea? – preguntó, sin entender muy bien la situación.
- No sabía que ella sintiese eso por mí – reconoció, mientras yo tiraba de su mano para que se fijase en mí.
- ¿Qué pensabas entonces? – pregunté, sin dar crédito, alejándola de ella - ¿no pensaste que me gustabas? – asintió - ¿qué pensabas?
- Pensaba que sólo estabas pasando el rato conmigo – contestó, dejándome sorprendida – de mientras que él volvía.
Apoyé mis brazos en sus hombros, sonriéndole tenuemente, moviéndome al son de la canción, mientras él se dejaba llevar por mis movimientos, conllevando a que nuestros amigos nos dejaran espacio, y su ex novia se alejase, molesta con la situación
- Ya no tienes dudas de lo que siento – le dije, asintió, con una tonta sonrisa en el rostro – nada de jugar con otras chicas, Hugo – asintió, al darse cuenta de lo que le estaba pidiendo – no quiero que las calientes, ni que te acuestes con ella, ¿me has oído? – asintió, sin quitar aquella tonta sonrisa - ¿qué te hace tanta gracia?
- Tú – admitió, moviéndose al son de la música, sin dejar de mirarme – me quieres para ti sola.
- ¿Qué pasa si es así? – pregunté - ¿qué pasa si me vuelvo una loca por tu culpa?
- No importa porque yo tampoco quiero que juegues, calientes o te acuestes con otro – sonreí, dándome cuenta de lo que aquello significaba. Le besé entonces dándome igual el resto del mundo, que algún amigo de mi ex pudiese verme, que la gente del trabajo lo hiciese, incluso que nos descubriesen sus amigos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro