Capítulo 10 - Pasión por el surf.
Hoy me adelanto, os dejo el capítulo hoy, en vez de mañana. Espero que os guste :D
La semana empezó, pero se me hizo súper amena gracias a él, y a las muchas ganas que tenía de irme con ellos a Portugal, pero en el último momento cambiaron de opinión, al final íbamos a Tarifa, porque Isaac tenía una colega allí, y había mejores olas según el tiempo.
Aquel miércoles me llevé el bikini y las cosas al trabajo, pues me aseguraron que me recogerían directamente en cuanto saliese, para no perder tiempo. Me agregaron a un grupo titulado "Pasión por el surf" para que fuese conociendo a la chica de Cádiz, que parecía ser demasiado atrevida, pues no dejaba de lanzarle la caña a Hugo, y por ahí fue donde me enteré de que me recogían a las dos.
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Pasión por el surf:
Hugo:
Vamos a darlo todo sobre la tabla.
Óscar:
Blanca, estate lista a las dos pasamos por ti al banco.
Hugo:
Eso.
Yo:
Vale
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El camino a Cádiz fue entretenido, con el reguetón a toda pastilla, como conductor Óscar, el que iba a su lado era Isaac, y Hugo junto a Sergio estaban detrás, al igual que yo. Las tablas de surf estaban amarradas en la Baca del coche.
- ¿Mañana tienes que trabajar? – preguntó Sergio, mientras yo negaba con la cabeza, pues justo era el día de la virgen del Carmen, así que no tenía que ir al día siguiente, pero sí para el viernes – Entonces más razón para quedarnos en casa de Carmen – se quejó hacia Óscar, mientras este se molestaba porque insistiese con eso.
- Bueno, bueno, ya lo vamos viendo – calmó Isaac, pues no quería que la cosa empezase mal desde el principio.
- No me he traído muda – me quejé, Hugo agarró mi mano en señal de que estaba bien.
- No te ralles, seguramente nos volveremos por la noche – aseguró, apoyando a su hermano – Óscar prometió ayudar a un amigo nuestro en su bar.
Cantamos y reímos mucho por el camino, las canciones eran súper subidas de tono, no me esperaba otra cosa de Isaac. Nos detuvimos frente a la casa de Carmen, la recogimos y nos marchamos a la playa El Palmar, a hacer la gamba un rato.
Me lo pasé en grande, no dejé de reírme en toda la tarde, la tal Carmen me caía mal. No por nada, pero era demasiado borde conmigo, y parecía que los quería a todos para ella, no entendía su actitud, además, no dejaba de lanzarle la caña a Hugo, pero os prometo que no era por eso por lo que me caía mal.
No pudimos hacer surf porque había mucha gente, pero aun así lo pasamos bien.
Estaba tumbada boca arriba, tomando el sol, cuando Carmen se quitó la parte de arriba para hacer topless, queriendo llamar la atención de los chicos. Me sentía incómoda, pero fingí que todo estaba bien.
Carmen era la típica chica que se siente amenazada si hay otra chica, y tiene que hacer cualquier cosa para destacar, para que todos se fijen sólo en ella. No lo entendía, pero fingí que no me daba cuenta, me hice la idiota durante todo el día y por eso no pude pasármela al cien por cien.
Por si no fuese poco, Hugo estaba tumbado en su toalla, cerca de ella, y no le cortaba el rollo, seguía tonteando con ella como si nada. Era lo normal, él era un tío soltero, podía irse con quién quisiera, ¿no es cierto?
Me levanté de pronto, para luego marcharme a bañarme, él dejó a Carmen atrás y me siguió, alcanzándome en la orilla, mientras el resto nos miraba.
- ¿Están juntos? – quiso saber ella, Isaac negó, sin emitir sonido alguno - ¿se acuestan? – insistió, pero él volvió a negar, sin soltar prenda – Entonces ¿Qué se traen estos dos?
- A él le gusta ella – aseguró Sergio, haciendo que los demás le mirasen con cara de malas pulgas, pues no les gustaba hablar de uno de ellos cuando no estaba delante.
- ¿Y a ella? – insistió, pero él se encogió de hombros, sin decir nada más, no quería meter la pata.
- Está helada – me quejé, al meterme hasta la rodilla, haciéndole reír, para luego cogerme en brazos, como si fuese un saco de patatas, al mismo tiempo que yo pataleaba, intentando soltarme, gritándole incluso - ¡Suéltame! ¡No te atrevas, Hugo! – insistía, pero le dio igual y caminó conmigo hacia el fondo, para luego tirarme al agua – te vas a enterar – comencé, salpicándole, me agarró de la mano, con fuerza, pegándome a su cuerpo, haciendo que ambos perdiésemos la sonrisa.
Apoyé las manos en su pecho, haciéndole estremecer. Su calor atravesó mi piel y me hizo abrir la boca, necesitaba respirar, sentía que me ahogaba.
Apretó mi cintura contra su pelvis con su mano derecha, mientras acariciaba el agua con su mano libre.
Nuestras respiraciones crecieron a un ritmo imparable, mientras yo apoyaba la frente en la suya, como si fuese una necesidad que no podía dejar pasar, y luego subí la mano derecha, hasta llegar a su cuello, sin que él perdiese la vista de mis labios. Bajé la mano izquierda, acariciando su pecho, sus abdominales, el lateral de su cuerpo, hasta llegar a su espalda. Mordí mi labio inferior, haciéndole sonreír.
Acercó su mano mojada a mi rostro, para luego acariciar mi mejilla con ella, bajando hasta mi barbilla para luego levantarla, obligándome a mirar hacia sus ojos. Estaba a punto de hablar, cuando Sergio comenzó a salpicarnos, haciendo que nos diésemos cuenta de que estaban allí. Torcimos la cabeza para observarlos, mientras yo estallaba en carcajadas, bajando la mano de su nuca, apoyándola en su pecho, mientras él sonreía con malicia hacia él.
- Ven aquí – llamó hacia él, soltándome, para luego acercarse a Sergio - ¿tú quieres agua? – bromeó, para luego hundirle la cabeza, haciéndome reír. Me encantaba él, y la amistad que había entre todos nosotros, pero sobre todo ... me gustaba él.
Óscar rompió a reír en el momento en el que Carmen comenzó a salpicar a su hermano. Él sonrió, divertido, para luego agarrarla del brazo, con la intención de ahogarla.
- A mí puedes castigarme de otra forma – porfió, haciendo que perdiese la sonrisa, y él la ensanchase – si quieres, claro.
Él mordió su moflete, castigándola, haciendo que ella se quejase, mientras yo bajaba la cabeza, tragando saliva, para luego escuchar a Óscar silbar. Levanté la vista y me percaté de que ambos se estaban besando, como si quisiesen comerse el uno al otro.
Algo se rompió dentro de mí en ese justo instante, y me di cuenta de que estaba siendo una idiota con todo aquello. Era más que obvio que no había nada entre él y yo, además, yo tenía novio, tampoco es cómo si pudiese enfadarme por todo aquello. Así que ... ¿Qué coño estaba haciendo yo allí, en Cádiz junto a 4 desconocidos?
Óscar se dio cuenta de que algo sucedía conmigo, pues en ese justo momento separó a su hermano de la tal Carmen y le recriminó con la mirada. Él se encogió de hombros, sin darle demasiada importancia, para luego mirar hacia mí, dándose cuenta de que algo iba mal, yo tenía una cara seria hasta el suelo.
Me marché en ese justo entonces, salí del agua y me tumbé sobre la toalla, boca abajo, sacando el teléfono de la bolsa, buscando la conversación que tenía con Marisa, tenía un nuevo mensaje de ella.
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Marisa:
¿Cómo va ese día de surf, nena?
Yo:
No tenía que haber venido.
Marisa:
¿Por qué? ¿Qué ha pasado?
Yo:
Que soy una idiota, eso ha pasado.
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Tan pronto como lo leyó, comenzó a llamarme por teléfono, lo descolgué, al mismo tiempo que él llegaba hasta mí, pero ni siquiera le eché cuenta.
- ¿Qué ha pasado? – preguntó mi amiga, al otro lado de la línea – Blanca – insistía.
- ¿Te pilla muy lejos Tarifas? – pregunté, sorprendiéndola aún más, pues yo no solía ser así, a no ser que estuviese realmente mal no solía pedir ayuda de esa manera.
- ¿Tan grave es? – insistió, mientras yo negaba con la cabeza, como si ella pudiese escucharme, y sentía como mis lágrimas caían, confundiéndose con las gotas de agua que aún había en mi cara.
Hugo se agachó junto a mí, agarrándome el teléfono, llevándolo a su oreja para dirigirse hacia mi amiga, mientras yo intentaba quitárselo. Nos pusimos en pie y todo.
- Marisa, luego te llama – le dijo, para luego tirar el móvil a mi toalla. Estaba molesto, tremendamente - ¿qué mierdas haces? – preguntó, enfadado, mientras yo le miraba sin comprender - ¿te quieres ir? – insistió. Bajé la mirada, avergonzada, sin saber qué decir. Me sentía como una idiota, no tenía nada que decir – No tienes derecho a enfadarte por lo que ha pasado antes – se quejó, haciendo que levantase la vista para observarle – yo soy un tío libre, no tengo nada contigo, ni con nadie – parecía estar diciéndolo con rencor. Asentí, en señal de que era cierto, sintiendo como algo me desgarraba por dentro, incluso tuve que tragar saliva para bajar el nudo que se había formado en mi garganta – tú tienes novio, ¡por el amor de dios!
- Sí – me atreví a decirle, volviendo a recuperar las riendas de mi vida, apretando mi dedo gordo en mi mano, sacando coraje de dónde no lo había – tengo novio – mis lágrimas salieron tan pronto como me di cuenta de que todo había terminado entre él y yo. Me las limpié con rapidez, mientras los chicos llegaban hasta nosotros, y yo fingía que todo estaba bien.
Carmen le cogió del brazo, y siguió tonteando con él, mientras yo volvía a tumbarme boca abajo, agarrando el teléfono y mandando un mensaje a mi amiga.
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Yo:
Soy una idiota. Se ha liado con una tía aquí, y sé que no tengo derecho a recriminarle, ni a enfadarme, pero ... me ha desgarrado, Marisa.
Marisa:
Joder. Yo estoy en Sevilla, cari. Si necesitas que vaya por ti, dímelo, esto está terminando ya.
Yo:
Sí, recógeme, no puedo estar aquí, me está matando.
Marisa:
Sabía que esto iba a pasar, te estabas pillando por él. Te conozco, Blanqui, la forma en la que lo mirabas... no era como la de una amiga que mira a un amigo.
Te lo he dicho muchas veces, que te centrases en solucionar lo tuyo con Juanca.
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Óscar se sentó junto a mí, en su toalla, mientras yo ocultaba la cabeza en la toalla.
- Ey – me llamó, pero yo ni siquiera le miré – ese rollo raro que te traes con él... hace que sucedan malentendidos como este – añadía. Levanté la cabeza y miré hacia él, sin comprender que era a lo que se estaba refiriendo – venga, no soy idiota, sé que te ha molestado que se haya besado con Carmen.
- ¿Por qué iba a molestarme? – pregunté, a la defensiva.
- Eso digo yo, no tienes derecho a molestarte, porque no hay nada entre vosotros – insistió – pero por si te tranquiliza te diré que sólo estaba jugando, Blanca.
- Tengo novio – declaré, como si aquello pudiese explicarlo todo, él sonrió, mientras yo me sentaba en la toalla y me fijaba en él - ¿qué te hace tanta gracia?
- Quizás lo que deberías hacer es dejarlo – soltó, sin más – sé que no soy nadie para decirte esto, pero por como miras a mi hermano, puedo ver que te gusta, y tú no pareces ser del tipo que engaña a su novio, Blanca.
- No lo soy – acepté.
- Entonces sólo te quedan dos opciones, dejar a tu novio, o alejarte de mi hermano – aseguró, dejándome sorprendida, pues él era más maduro de lo que sospeché en un principio – siento ser tan directo, por esa razón no suelo caer bien.
- Me caes bien – le calmé.
- Es agradable ¿no? – preguntaba Isaac hacia su amigo, mientras este dejaba caer las manos hacia atrás, aguantando el peso de su cuerpo con ellas – supongo que cuando estuviste en la trena apenas veías el sol – Óscar le asesinó con la mirada.
- ¿Estuviste en la cárcel? – pregunté, sorprendida.
- Una larga historia – contestó, sin más, se veía claramente que no quería hablar de ello.
- No pasa nada – le calmé – yo también tuve problemas con la ley alguna vez – él me observó con atención – una vez fui con una amiga a comprar a una tienda, y ella metió ropa en mi bolsa, cuando salimos... me pillaron.
- Dudo que por esa idiotez te metiesen en la cárcel – bromeó, reí, porque era cierto, sólo me llamaron la atención y tuve que devolver la ropa, nada más. Soy demasiado inocente y se me vio todo en la cara, que yo no era así.
Fue agradable, incluso me olvidé del tema de Hugo y Carmen, gracias a su hermano, era un verdadero encanto.
El resto de la tarde fue un poco incordio, yo ya no podía estar como antes, le miraba de reojo, y seguía tonteando con esa chica. Sabía que estaba sacando las cosas de quicio, él y yo no teníamos nada, ni siquiera nos habíamos besado, a pesar de haber sentido que había algo... como una conexión entre nosotros, no había nada más. Quizás lo que sucedía era eso, quizás lo había imaginado todo y yo era la única que había pensado que era algo.
Era más que obvio que era una idiota. ¿Por qué demonios estaba enfadada? No tenía ningún derecho a estarlo, al menos, no con él, porque a mí misma me odiaba terriblemente en ese momento.
Me repuse un poco gracias a Óscar y sus bromas. Tomábamos coca cola mientras sentía la mirada de Hugo, aunque la perdió tan pronto como Carmen volvió a decirle que se moría por quedarse a solas con él, haciéndole sonreír.
- ¿Por qué no alquilamos una de esas barcas? – preguntaba Carmen, mirando hacia los demás, Isaac por supuesto se apuntó y también Hugo, a mí no me apetecía mucho que digamos, pero decidí apuntarme, pues iban todos.
Éramos 6 en una barca, fue agradable, aunque Hugo y Carmen no dejaron de hacer manitas durante un buen rato, yo por el contrario remaba en la barca de pedales con Óscar a mi lado, picándonos a ver quién lo hacía más rápido. Acabé con unas agujetas importantes, ¿eh?
- Deja de mirar hacia esos dos – se quejó, a mi lado, haciendo que volviese a fijarme sólo en el mar – voy a ganarte como sigas así.
- Eso jamás – me quejé, para darle más fuerte, con tan mala suerte que se me resbaló el pie y me hice daño. Agarró mi mano para que le prestase atención.
- Blanca, ten más cuidado – me dijo, deteniendo la barca, haciendo que Isaac le mirase.
- Venga, ahora es nuestro turno – dijo Sergio, justo detrás de mí. Me salí como pude y les dejamos el hueco a ellos, sentándonos detrás, cerca de Hugo y Carmen.
Óscar agarró mi pie, masajeándolo, despacio, mientras yo apoyaba mis manos en sus hombros, intentando alejarle, decirle que estaba bien, pero él no me dejó.
- ¿Te duele? – preguntó, mientras su hermano nos observaba, sorprendido de que nos llevásemos tan bien. Me quejé un poco, asintiendo. Él se enfadó un poco y luego siguió masajeándolo, tirando de mi pierna entonces, metiéndola en el agua – que le dé un poco el agua fría, eso te hará sentir mejor.
Ambos nos sentamos junto al otro, con los pies metidos en el agua. Era agradable estar con él, en aquel momento me sentía en casa, como si en vez de Óscar fuese Lucas, mi hermano, el que estuviese allí, conmigo.
- Eres un buen chico – le dije, mientras él sonreía, a mi lado, pero sin mirar a mí – sobreprotector con tu hermano y con los demás.
- No te creas, tampoco soy tan genial – se quejó, negué con la cabeza, en señal de que no le creía – mira, por ejemplo, si estuviese en el lugar de Hugo... ya te habría besado, y me daría igual tu novio – tragué saliva al escuchar aquello, me sentía algo incómoda – tranquila, sólo bromeaba.
- No parecía una broma – le dije, él sonrió.
- Mis bromas son así, nunca se sabe si las digo en serio o no – añadió, para luego soltar una leve carcajada. Sonreí, y observé la orilla, estábamos cada vez más cerca. Miré hacia mi reloj, ya casi había cumplido la hora, ¿Cómo había podido pasar el tiempo tan rápido? – Tú y yo tenemos la misma edad, ¿no? – quiso saber. Asentí – pero creo que yo tengo los pies en el suelo, tu ... no es por faltar ni nada, pero aún tienes mucho que aprender.
- Seguro que has recorrido más mundo que yo – me quejé – estuviste viviendo en Tenerife, ¿no?
- Seguro que he vivido muchas más cosas que tú – aceptó, en señal de que era cierto – Y sí, estuvimos viviendo en Tenerife. ¿Hugo te lo ha contado? – asentí, él también lo hizo.
- Deberías ser un poco menos serio – le animé – ligarías más – bromeé, haciéndole reír, a carcajadas, durante un buen rato.
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Casi una hora más tarde, mi teléfono comenzó a sonar, mientras jugábamos a las cartas, estaba ganando, estaba mucho mejor con la charla de Óscar. Era todo un encanto, y no lograba entender por qué él y yo apenas habíamos hablado con anterioridad.
- Dime – contesté hacia mi mejor amiga.
- Vente, estoy junto a los contenedores – aseguró, para luego colgar el teléfono. Me puse en pie, dejando las cartas sobre la toalla, ante la mirada de todos.
- Me voy – anuncié, sorprendiéndolos a todos. Agarré mi bolsa y la toalla, para luego observar cómo Óscar se ponía en pie y me detenía, agarrándome del brazo.
- ¿Te vas? – preguntaba Sergio, sin dar crédito, mientras Isaac resoplaba - ¿Cómo que te vas?
No respondí, me solté de él y seguí caminando, mientras él volvía a detenerme, unos cinco metros más allá.
- Sólo estaba jugando – me aseguró, mientras yo me fijaba en él, sin comprender a lo que se refería - ¿no sabes cómo es, Blanca? – insistía – Todos somos así, pensé que lo sabías – negué con la cabeza, incómoda – es demasiado joven y aún no sabe valorar a las personas, por eso es así – ni siquiera quería escucharle, así que acabé soltándome de él, para luego marcharme, sin atreverme a despedirme si quiera - ¿qué haces ahí? – se quejó hacia su hermano, mientras este le miraba sin comprender – Vete tras ella y acláralo, me cae bien, no la jodas, Hugo.
Marisa salió del auto y me saludó con la mano al verme, me subí a la acera, y caminé hacia ella, sintiendo como alguien tiraba de mi mano, obligándome a mirarle. Era Hugo.
¿Qué quería ahora?
- No te vayas así – rogó, mientras yo me sorprendía, parecía que le daba igual, así me lo había parecido minutos antes – ese beso de mierda no ha significado nada, Blanca.
- Tienes razón – contesté, haciendo que aflojase su mano y me soltase – entre tú y yo no hay nada y yo tengo novio... - me detuve cuando dio dos pasos hacia mí, agarrándome de la cintura, para que no pudiese alejarme de él.
- Sí que hay – me contradijo – sólo que a veces no sé cómo coño manejarlo – apoyó su frente sobre la mía, mientras Marisa resoplaba, al darse cuenta de que él estaba a punto de hacerme caer en su juego – pero no quiero terminarlo.
- Yo nunca he hecho algo así, Hugo – expliqué, aunque él ya lo sabía, se lo dije en el hospital, que yo no era ese tipo de chica – nunca-
- Lo sé – me calmó, para luego besar mi mejilla, dejándome tremendamente desarmada – quédate un rato – pidió, para luego mirar hacia Marisa – quedaos un rato – Ella dio un portazo para cerrar la puerta, y luego caminó hacia nosotros.
- No tengo bañador, pero bueno... - se quejó, encogiéndose de hombros, haciéndome sonreír, para luego tirar de mi cintura para conducirme hacia donde antes – Ey – saludó, mientras Isaac se animaba, se levantaba y la saludaba con un par de besos. Sabía que a él le interesaba ella, era una pena que ella tuviese novio.
- ¡Hombre! ¡Marisa! – comenzó Óscar, saludándola con un par de besos, para luego presentarle a Carmen – ella es Carmen, Carmen ella es Marisa, una amiga.
- ¿Ya soy vuestra amiga? – preguntó mi amiga, divertida, mientras Isaac señalaba hacia el mar – No tengo bikini, pero vale – se marchó con él, al mismo tiempo que los demás caminaban hacia la orilla, con mi amiga vestida con unos pantalones cortos y una camiseta blanca. Dejé la bolsa allí, y sentí la mano de Hugo entrelazarse a la mía.
El agua seguía helada, pero llegados a ese punto ¿qué podíamos hacer? Carmen intentó llamar su atención, pero él me habló, justo cuando yo me daba una pequeña ahogadilla.
- Me gusta jugar – me dijo – pero si hacemos un trato, voy a cortarme un poco con las demás – aseguró. Le miré sin comprender, mientras él acercaba su boca a la mía. ¡Joder! ¿Iba a besarme allí, delante de todos? Tragué saliva, y él sonrió, divertido, para luego pasar de largo, apoyando sus labios en mi mejilla. Me mordí el labio, mientras él subía su boca, apoyándola en mi oído – juega sólo conmigo – pidió – sé que él va a llevarse tiempo fuera.
- ¿A qué te refieres con jugar? – pregunté, haciéndole sonreír, para luego mirar hacia mis labios.
- ¿Quieres que te lo enseñe? – insistió – a lo que me refiero con jugar.
- Dijiste que sólo querías ser mi amigo – recordé, haciéndole sonreír, para luego volver a fijarse en mí. Apoyé mi mano en su hombro, justo cuando besó el otro lado de mi mejilla, haciéndome cosquillas con la barba, subiendo hasta mi oído.
- Salgamos mañana, que no trabajo en el bar de mi hermano este viernes – pidió – y hablemos de esto, si quieres.
- ¿A dónde? – pregunté, mientras él volvía a separarse, observándome. Él sonrió, como si estuviese pensando en otra cosa.
- Sigamos con esto – pidió – pero esta vez sólo tú y yo – le miré, esperando que respondiese a lo anterior, y él lo recordó, comenzando a reír. Subí la mano, acariciando su cuello, haciendo que dejase de hacerlo.
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Y hasta aquí el capítulo, espero que os guste :D
Ya sabía yo que estoy que había entre los dos... al final traería problemas, pero parece que Hugo no quiere dejar escapar a Blanca, a pesar de todo. Y ella... yo opino como Óscar ehh, ella debería de decidirse por uno de los dos, si no está bien con el novio que lo deje y se vaya con Hugo, y si no... que deje de tontear con Hugo y se quede con su novio... pero con los dos a la vez... como que no ¿no opináis como yo?
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