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Capítulo 1 - Tras el tiroteo | Editado


Pues aquí os traigo el primer capítulo, como os prometí esta mañana. Antes de nada hacer un par de aclaraciones sobre la forma de escribir de este libro y un par de aspectos más:

1 - El libro está narrado en primera persona por Blanca, ella habla de forma dicharachera, justo como si estuviese hablando con una amiga, por lo que encontraréis palabrejas bastante comunes. Por otra parte, os lo cuenta como si estuviese hablando en su propio blog o algo por el estilo. Así que os ruego paciencia.

2 - Lo vais a leer todo desde el punto de vista de Blanca, por lo que son sus sensaciones las que veís y no la realidad, en ciertos momentos. Si es cierto, que debido a lo que sucede en el futuro, a veces, también hablan personajes ajenos a ella, para que podáis entender la historia en su plenitud.

3 - Iré subiendo capítulos según me parezca, generalmente uno a la semana, esta historia es muy intensa, y no quiero abrumaros, además, aún estoy en proceso de curtición de la obra. No quiero traeros un churro, no cuando es algo nuevo que estoy creando. Así que pido mucha paciencia, y ya sabéis que adoro vuestras lecturas, votos y comentarios. Si quizás me dejáis votos y comentarios... os doy alguna sorpresilla con capítulo extra :D

Y ahora sí, después de la chapa, disfruten del primer capítulo. Es más explicativo que otra cosa, para que conozcais un poco a los personajes. Siempre desde el punto de vista de Blanca.

Espero que os guste :D

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Todo empezó justo en ese momento, tras el tiroteo en el banco donde trabajaba. Y es ahí, justo en ese momento en el que comienza esta historia. Pero antes, os voy a poner en situación.

Mi nombre es Blanca, tengo 32 años, soy una persona responsable y algo alocada en mi tiempo libre. Actualmente trabajo como secretaria del director del banco Popular, estoy contenta, echo horas extras y adoro mi trabajo. En cuanto al plano sentimental... tengo novio, es ingeniero industrial y por tanto trabaja demasiado, tanto que a veces he llegado a pensar que vivo completamente sola en esa enorme casa de dos plantas que tenemos a las afueras de Huelva, la ciudad donde vivimos.

Ambos somos extranjeros, se podría decir que, por culpa de su trabajo, nos vimos arrastrados a esta pequeña ciudad, rodeada de playas y contaminación, y claro, tuvimos que acoplarnos.

En el pequeño pueblo de costa donde tenemos nuestra casa, suele estar sin vida en invierno y es una verdadera locura en verano. Pero seamos realistas, tengo mi casa cerca del mar, y adoro pasear por la playa, así que estar sin gente no es un problema para mí.

Aunque, separada de los míos, que siguen viviendo en Valencia, el lugar del que procedo, he aprendido a llevar una vida propia, junto a Juan Carlos, mi pareja. Aunque, como bien os dije al principio, él nunca estaba. Se pasaba los días en la fábrica de celulosa que hay en San Juan del Puerto, y apenas nos veíamos. Pues llegaba de madrugada y yo ya estaba metida en la cama.

Volviendo a mi trabajo, al que adoraba, como ya os dije. Pues era valorada, y eso en un trabajo es algo realmente valioso. Mi jefe, el director Fonsecas, sabía exactamente el pedazo de oro que tenía a su lado, y, por tanto, conocía como sacarle provecho a la perfección.

Llegados a este punto, tengo que admitir, que el tiroteo marcó un antes y un después en mi vida. Antes del asalto al banco en el que trabajaba, yo era una persona corriente, con sueños y metas que conseguir, segura de mí misma y con muchas ganas de superarme a mí misma, después... me convertí en un mojón con patas.

Comprensible, totalmente comprensible, después de haber sido amenazada con un arma, retenida a la fuerza, y tras haber soportado todo lo que vivimos aquel día... resulté herida, de gravedad, en la pierna, y habían tenido que ingresarme de inmediato.

Gracias a dios todo resultó ser un susto, un grupo de atracadores, disfrazados de sus personajes favoritos de la famosa serie televisiva "La casa de papel" a lo Dalí, con monos rojos y caretas, atracaron el banco. Pero sus planes se vieron truncados cuando un compañero y yo, estropeamos sus planes. Yo me llevé un disparo en la pierna, bien es cierto, pero ellos, se pudrirían entre rejas, al haberse visto sorprendidos por la policía, gracias a nuestras proezas.

Y ahí acabó la broma, yo en el hospital, con un tiro en la pierna, siendo intervenida de urgencia, los 3 atracadores en prisión, y Mario, mi compañero, con un leve rasguño en la rodilla.

Ahí empezó todo, terminó el atraco, pero empezó algo diferente, una percepción de la realidad un poco diferente a lo que había vivido hasta el momento. De alguna manera... estar al borde de la muerte, te hace ver las cosas de diferente manera, ayuda a que empieces a valorar más tu vida y todas las cosas que antes pasabas por alto. Y eso, amigos míos, es lo que me sucedió a mí. Pero me estoy adelantando, no quiero ir tan rápido. En este momento, tan sólo os hablaré de mi paso por el hospital.

Me encontraba postrada en una cama, anestesiada, drogada, en la misma posición durante los tres días que llevaba allí. Lo que era toda una putada para mi espalda, principalmente porque tenía una hernia discal leve, y eso iba a joderlo todo.

Volteé la cabeza, cabreada, percatándome de que la cama de al lado estaba habitada. Tenía un nuevo compañero de habitación, que en aquel momento chateaba por su teléfono.

Resopló, molesto, mientras yo intentaba ladearme, sin éxito. La puñetera pierna no me dejaba hacerlo.

Volví la vista hacia él, en aquel momento me observaba, sorprendiéndose de que estuviese despierta, pues me habían administrado morfina para dormir a una ballena.

- ¿Te he despertado? – preguntó. Negué, observando su brazo, lo tenía inmovilizado – codo dislocado – aseguró, como si tal cosa – me desmallé al golpearme la cabeza contra el suelo, pero al parecer nada grave.

- Entonces te irás en unas horas – aseguré, pues sabía cómo iban las cosas allí. Asintió, en señal de que tenía razón – a mí aún me quedan unos días, me operaron de urgencia, pero quieren ver cómo va evolucionando mi cuerpo antes de mandarme a casa.

- ¿No tienes guardián? – preguntó, al darse cuenta de que nadie me acompañaba. Negué – yo tampoco, mi hermano tiene un bar, si viene tiene que cerrarlo, y no está la economía como para eso. Y mis colegas querían venir, pero les he dicho que ni se les ocurra, por un dislocamiento no. Si hubiese medio muerto... mira – sonreí, al entender lo que quería decir – no eres de por aquí ¿no?

- Soy de Valencia – aseguré - ¿y tú?

- Se te nota por el acento, demasiado fino a cómo solemos hablar en Andalucía – aseguró.

- Mis padres son malagueños – aseguré, sin tapujos – pero yo nací en Valencia.

- Bueno, al menos tienes sangre andaluza, tienes el arte dentro – añadió. Se mantuvo callado por un momento y luego recordó la pregunta que le hice – yo si soy de aquí, de Punta.

- Yo vivo allí – aseguré, haciendo que sonriese – me encanta la playa.

- Las enfermeras dicen que eres la que les plantó cara a los atracadores del banco popular – me dijo. Asentí, en señal de que así era – toda una heroína ¿no?

- Eran unos aficionados, cero profesionalidad, esos tipos – aseguré, en señal de que no había sido para tanto.

- Hay que tener cuidado, mujer – me medio regañó, haciéndome reír, pero moví la pierna al hacerlo y sentí una punzada en la pierna - ¿Cómo te llamas?

- Blanca – respondí. Asintió y luego me dijo el suyo.

- Yo Hugo. Estoy deseando que me den el alta, no sirvo para estar aquí encerrado sin hacer nada, soy demasiado nervioso.

- Yo igual, pero no puedo hacer nada con esta pata – me quejé – al menos me quedaré un par de días más hasta que me manden a casa.

- Bueno mujer, así tienes unos días para ponerte a ver series de Netflix – bromeó – yo ahora estoy enganchado a la de Stranger Things – aseguró. Me sorprendí, pues yo ya la había visto – van a sacar nueva temporada pronto, así que tengo que ponerme las pilas.

- ¿Por qué temporada vas? – pregunté.

- Por la segunda.

- Yo ya la terminé, estoy esperando la nueva temporada – aseguré, él sonrió – ahora estoy viendo "Recuerdos de la Alhambra"

- No me suena.

- Está rodada en Granada – contesté – pero es coreana – puso cara rara, haciéndome reír - ¿Qué? Hay que ver de todo en esta vida.

- Yo es que no estoy echo para los subtítulos – aseguró, haciéndome reír, de nuevo – lo digo en serio, eso de leer y mirar a la pantalla al mismo tiempo, me pierdo si veo la pantalla, y me pierdo si leo los subtítulos. Tengo que estar parándola constantemente, y al final tardo tres horas en ver un episodio de 40 minutos.

- Bueno, hombre, eso es acostumbrarse – le dije – a mí también me costaba al principio, pero luego te acabas acostumbrando.

- El secreto está en la práctica, ¿no? – preguntó, a lo que asentí, dándole la razón – Es como todo, sin práctica no le coges el truco a nada.

Fue una charla agradable, con un desconocido. Con lo que a mí me gusta socializar con el mundo, fue productivo.

Y después de ese día, el resto fue fácil. Lo cierto es que me hizo la estancia en el hospital mucho más amena, tenía alguien con quien hablar y las palabras salían solas.

No se si os ha pasado alguna vez, que habláis con una persona y os dais cuenta de que tenéis miles de cosas en común, y por supuesto, las palabras fluyen. Pues eso era justo lo que me pasaba con Hugo.

Hugo trabajaba como camarero en el bar de su hermano los viernes, y los sábados en una famosa discoteca de Punta Umbría. Tenía 27 años, 6 menos que yo. Era un chico muy atlético, según me contaba porque yo estaba drogada perdida, para que nos vamos a engañar, que adoraba ir a hacer deporte al gimnasio. Le gustaban los deportes acuáticos como el surf.

Era un apasionado de las series, coincidíamos en muchas, como Stranger things o La casa de Papel, aunque a diferencia de mí, las prefería doblada en vez de en versión original. Le encantaba socializar con personas de otros países y culturas, viajar y por supuesto, los idiomas. Éramos muy parecidos. Así que cómo imaginaréis me sentía super a gusto con su compañía, por lo que cuando le dieron el alta, me sentí un poco más sola.

A mí me mandaron a casa dos días después, recomendándome reposo absoluto, aunque os prometo que no me lo tomé al pie de la letra, soy una persona demasiado inquieta, no puedo estar en la misma posición sin hacer nada durante tanto tiempo. Pero, reconozco, que gracias a "San Netflix" mi vida se hizo un poco más llevadera. Terminé de ver "Recuerdos de la Alhambra", y luego vi otras series como Toy Boy, Elite y Westworld. En un momento me volví toda una serie adicta.

Y hasta aquí puedo leer en este primer capítulo, nos vemos en el próximo.


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Pues hasta aquí el primer capítulo.

¿Qué os ha parecido? Dejadme vuestra opinión debajo, en comentarios.

Muchas gracias por vuestras lecturas, de antemano :)

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