Estrategias y Sombras
Estaba recostado en la banca de la cancha de fútbol, mirando el campo vacío mientras los murmullos y gritos distantes de los estudiantes se desvanecían a medida que el sol comenzaba a descender. Había algo curioso en este lugar, el hecho de estar en una zona tan cercana a la multitud pero al mismo tiempo algo apartado de la acción me daba una sensación de calma. Pero sabía que no iba a durar mucho.
De repente, una voz femenina me sacó de mis pensamientos.
??: Vaya, vaya, Kouhai-kun. No esperaba que fueras tan atrevido en sentarte en mi lugar —dijo la voz con un tono juguetón, y la reconocí al instante.
Al girarme, vi a Kiryuin parada frente a mí, con sus ojos fijos en mí y una ligera sonrisa en sus labios. Su postura era tan segura como siempre, y no pude evitar notar la leve mirada crítica en su expresión, como si estuviera evaluando la situación.
No pude evitar sonreír con una pizca de sarcasmo mientras respondía:
—Sabía que si me sentaba aquí, iba a sentir una perturbación en la fuerza —dije, haciéndola reír suavemente. Esa risa que me resultaba tan característica y, al mismo tiempo, tan difícil de descifrar.
Me acomodé en la banca, fingiendo una actitud relajada, pero sin moverme. De todas formas, me había adelantado.
Sora: Bueno, en ese caso, su majestad —dije bromeando, levantando una mano y señalando el espacio a mi lado—, por favor, siéntase.
Kiryuin me observó durante un segundo, como si evaluara si debía tomarse la broma en serio. Luego, sin perder su compostura, se sentó a mi lado, sus piernas cruzadas elegantemente.
Kiryuin: Sabía que al final cederías —respondió con un tono de superioridad juguetona, pero con algo en su mirada que me hizo pensar que en el fondo, apreciaba la pequeña batalla de palabras.
Ambos quedamos en silencio por un momento, observando el campo de fútbol. No era un silencio incómodo, más bien uno de esos momentos en los que la presencia del otro se siente cómoda. Fue ella quien rompió el silencio, mirándome de reojo.
Kiryuin: No pensé que te vería aquí, sin los demás. Pensé que estarías con tus amigos, o tal vez con algún otro miembro del consejo estudiantil —dijo, como si estuviera haciendo una observación casual.
Sonreí levemente, sabiendo que su observación tenía algo de cierto. Normalmente me encontraba rodeado de los demás, ya sea en actividades académicas o sociales. Pero esta vez había elegido estar aquí, solo.
Sora: A veces es bueno estar solo, ¿no crees? —respondí, echando un vistazo al campo vacío. «A veces las expectativas de todos pueden volverse demasiado».
Kiryuin asintió lentamente, sin decir nada al principio. Su mirada seguía fija en el horizonte, como si compartiera mi reflexión sin necesidad de palabras.
Finalmente, después de un largo suspiro, ella habló de nuevo:
Kiryuin: Solo espero que no te acostumbres demasiado a "robar mi lugar", Kouhai-kun —dijo, su tono volviendo a ese equilibrio entre juego y seriedad. Sin embargo, algo en su voz me dijo que, de alguna manera, este pequeño cambio en nuestra dinámica le interesaba.
Me recosté un poco más en la banca, con los ojos cerrados por un instante. No era común que Kiryuin se mostrara tan abierta, aunque aún mantenía su tono firme y seguro. Pero, en algún punto, nuestras pequeñas interacciones parecían tener un propósito, como si, a pesar de todo, estuviéramos comenzando a entendernos más allá de las formalidades.
Sora: Tienes razón, no me haré demasiado cómodo —respondí con una sonrisa cómplice, sin abrir los ojos—, pero estaré listo para defender este lugar si alguien más intenta tomarlo.
Kiryuin soltó una risa suave, como si disfrutara de este raro momento de tranquilidad entre los dos.
Kiryuin: Entonces, asegúrate de estar listo, Kouhai-kun —dijo, volviendo a centrarse en el campo mientras el sol comenzaba a ponerse, lanzando sombras alargadas sobre la cancha.
Ambos nos quedamos allí, en ese espacio compartido, sin más palabras, pero con la sensación de que este era un momento que ninguno de los dos quería que terminara.
Me quedé mirando a Kiryuin, algo distraído, mientras ella parecía disfrutar de la calma del momento. Sin embargo, no pude evitar notar su mirada burlona, la cual no tardó en dirigirse hacia mí con una expresión que parecía esconder una risa contenida.
Kiryuin: ¿Qué pasa, acaso estás cayendo ante mí? —dijo, con una sonrisa juguetona, casi despectiva, que dejó en claro que se estaba divirtiendo con mi comportamiento.
La miré un instante, sin perder mi compostura, y respondí con una sonrisa tranquila, dándole algo de espacio para que notara que no iba a dejarme afectar fácilmente.
Sora: Quién sabe... —respondí en tono neutro, sin dejar de mirarla—, pero la verdadera pregunta es: ¿lo estoy o no lo estoy? —dejé caer con tono relajado, como si fuera un juego, sin intención de dar respuestas claras.
Kiryuin levantó una ceja, claramente intrigada por mi respuesta, y me observó fijamente, como si estuviera tratando de descubrir mis pensamientos más profundos. Sin embargo, la conversación rápidamente tomó otro rumbo, como era de esperarse cuando estábamos cerca.
Kiryuin: ¿Por eso tomaste mi lugar? —cuestionó, su tono volviéndose más directo, como si estuviera evaluando mi comportamiento con más seriedad. La miré y me encogí de hombros, no sintiendo la necesidad de dar una explicación clara.
Sora: Siendo sincero, no pensé que funcionaría —dije con un tono despreocupado, casi como si todo hubiera sido una jugada impulsiva—, pero veo que funcionó, al menos un poco. —Me estiré y me recosté más, disfrutando de ese momento de tranquilidad. Luego cambié el tema, buscando algo que realmente quería saber. —Pero en fin, dime, de 1 a 10, ¿cuánto te molesta la presencia de Nagumo?
Kiryuin me miró en silencio por un momento, su rostro manteniendo esa calma, esa expresión que solo ella podía lograr. Sus ojos brillaban con una intensidad casi calculadora, y por un segundo, sentí que la respuesta que daría sería algo más que simple.
Kiryuin: ¿No se puede hasta el cien? —respondió finalmente, con una sonrisa de satisfacción en los labios, como si hubiera dado una respuesta definitiva a mi pregunta, pero sin perder esa capa de misterio que siempre rodeaba sus palabras.
Sonreí ante su respuesta, reconociendo que, al igual que yo, ella no se andaba con rodeos. Tal vez la tensión que se sentía en el aire no era solo por la presencia de Nagumo, sino por las complejidades no resueltas entre nosotros.
Sora: Bueno, parece que estamos en la misma página entonces —comenté, sin perder la sonrisa.
Kiryuin me miró nuevamente, esta vez con más interés. No dijo nada, pero su expresión era la respuesta que necesitaba. Ambos sabíamos que la situación con Nagumo no era algo que pudiéramos ignorar por mucho tiempo.
La conversación entre Kiryuin y yo había alcanzado un nivel inesperado de franqueza y curiosidad. Mientras nos mirábamos, el aire entre nosotros se volvió más denso, y algo me decía que todo esto podría acabar de maneras impredecibles. Sin embargo, ya había decidido no andarme con rodeos.
Sora: Seré directo —dije, mirando a Kiryuin con calma, como si todo esto fuera parte de un plan bien pensado—. Planeo hacer que expulsen a Nagumo. —Solté esas palabras como si no tuvieran mayor importancia, pero sabía que eso cambiaría las cosas.
Al escuchar esto, vi cómo los ojos de Kiryuin se abrieron ligeramente, algo inusual en ella, quien normalmente se mantenía tan serena. Por un breve momento, su rostro reflejó sorpresa, aunque rápidamente la recuperó, mostrando esa expresión tan característica de ella, siempre calculadora y encantadora al mismo tiempo.
Kiryuin: Oh, ahora sí llamaste mi atención, Kouhai-kun —comentó con una sonrisa, esa que siempre dejaba claro que le gustaba ver cómo me movía en su entorno. Sus palabras tenían un tono irónico y ligero, como si estuviera disfrutando de todo esto.
Sora: Considerado como un regalo adelantado de tu próximo cumpleaños —respondí con una sonrisa tranquila, jugando con la situación y provocando una leve risa en ella.
Kiryuin se inclinó hacia atrás, dejando escapar una pequeña risa, pero de inmediato su actitud cambió, y su mirada se suavizó. Se acomodó cerca de mí y, para mi sorpresa, apoyó su cabeza en mi hombro, como si estuviera completamente relajada en mi presencia. Este gesto, tan poco típico de su comportamiento distante, me hizo sentir que, de alguna forma, esto estaba tomando un giro inesperado.
Kiryuin: Sabes, si cumples ese objetivo, te daré el gusto para salir conmigo —dijo, con un tono juguetón, pero también dejando claro que había algo más detrás de sus palabras.
La proposición me tomó por sorpresa, pero no dejé que se notara. La miré por un momento, evaluando sus palabras mientras dejaba escapar una leve sonrisa.
Sora: ¿Eso es castigo o premio? —pregunté con tono juguetón, queriendo ponerla a prueba, pero también sabiendo que no podía tomar las cosas demasiado a la ligera. Después de todo, Kiryuin siempre había sido impredecible.
Ella se separó un poco, mirándome fijamente con esa sonrisa en el rostro que siempre desbordaba confianza.
Kiryuin: Depende de cómo lo tomes, Kouhai-kun —respondió con una sonrisa que no dejaba de ser traviesa, pero también llena de esa seguridad que tanto la caracterizaba. —Te dije que sería interesante estar cerca de ti, y lo sigues demostrando. Pero en cuanto a Nagumo, ya veremos si tienes lo que se necesita para lograrlo.
Suspiré, sin apartar la mirada de ella, sabiendo que tenía razón. No iba a ser fácil, pero el hecho de que Kiryuin, con todo su carácter, estuviera involucrada de alguna forma en esto, hacía que la situación fuera aún más intrigante.
La conversación tomaba un giro que ni Kiryuin ni yo habríamos anticipado al principio. Mientras ella me miraba con su característica mezcla de curiosidad y desafío, tomé los exámenes que me había entregado.
Sora: Por cierto, ¿trajiste lo que te pedí? —pregunté, manteniendo la calma mientras mi mente ya estaba haciendo los cálculos necesarios. Sabía exactamente lo que quería de ella.
Kiryuin: Sí, —respondió con una sonrisa segura—. Me prometiste algo divertido y nunca lo pasaré, me conoces bien, Kouhai-kun. —Con una sonrisa, extendió los papeles hacia mí, los cuales tomé sin dudarlo —No los tenía, así que se los pedí a Nazuna. Realmente no puedo pensar por qué necesitarías de ellos, pero confío en que me sorprenderás, Kouhai-kun. —Su tono estaba lleno de una mezcla de diversión y cierto respeto, como si estuviera aceptando que, tal vez, había más en mi plan de lo que inicialmente pensó.
Tomé el cuestionario reciente y, al compararlo con los papeles que ella me había entregado, me detuve frente a las últimas tres preguntas. Las observé detenidamente y no pude evitar sonreír.
Kiryuin se inclinó hacia adelante, observando curiosa.
Kiryuin: ¿Qué es lo que haces, Kouhai-kun? —preguntó, como si ya sospechara algo.
Sin responder, le mostré la comparación. La diferencia era obvia. Las tres últimas preguntas en ambos exámenes eran exactamente iguales.
Kiryuin: Son iguales… —dijo, entrecerrando los ojos, claramente sorprendida por lo que acababa de descubrir.
Sora: Sí, este es el examen reciente que tomamos —respondí, aún con una sonrisa serena—, y las últimas tres preguntas fueron muy difíciles. Pregunté por tus exámenes parciales de primer año porque tuve una corazonada… y es correcta. —Miré a Kiryuin, quien me devolvió la mirada con seriedad, su rostro manteniendo esa calma calculada que siempre la caracterizaba.
Agarré los papeles que ella me dio, mientras un pensamiento fugaz me cruzaba por la mente.
Sora: En otras palabras, estos serán probablemente nuestros exámenes parciales —dije con certeza, dándole el giro final al asunto.
Kiryuin, que parecía haber estado esperando alguna jugada maestra de mi parte, se quedó en silencio por un momento. La expresión en su rostro no cambió, pero sus ojos destellaron con una mezcla de admiración y, quizás, un toque de incredulidad.
El rostro de Kiryuin se mantenía tranquilo, pero pude ver que algo en su interior estaba a punto de estallar. De repente, sus labios se curvaron de forma sutil antes de que su risa comenzara a llenar la cafetería. La risa era tan fuerte y repentina que incluso los estudiantes cercanos nos miraron, y no pasaron muchos segundos antes de que todo el lugar se viera atraído por su carcajada.
Kiryuin: ¡Ah! Ah, jajaja- no podía dejar de reír, y su risa resonó en las paredes, una mezcla de diversión genuina y asombro. Me miraba con los ojos brillando, como si no pudiera creer lo que acababa de suceder.
Finalmente, tras unos segundos, su risa se fue calmando. Exhaló con fuerza, y sus ojos brillaron de una forma que nunca antes había visto en ella. Su sonrisa era aún más amplia de lo habitual, y por primera vez, la vi completamente fuera de control, pero de una manera encantadora.
Kiryuin: Ni en un millón de años esperaba que esto sucediera, Kouhai-kun- dijo, su tono lleno de asombro y admiración- Ciertamente eres impresionante. No, impresionante es quedarse corto.
Me encogí de hombros, un poco sorprendido por la reacción, pero mantenía la calma.
Sora: Me estás sobreestimando, senpai- respondí con una sonrisa tranquila- Acabo de tener una corazonada imposible que parecía ser cierta. Puede que lo entienda ahora, pero tal vez no en el futuro. Además, no es un 100% seguro que estos sean nuestros exámenes parciales- No quería sonar presuntuoso, pero tenía que mantener la intriga.
Kiryuin me observó por un momento con una mirada curiosa, evaluando mis palabras como si decidiera cuánto de lo que decía era verdad y cuánto estaba jugando. Finalmente, su expresión se suavizó, y su sonrisa se hizo aún más amplia.
Kiryuin: Si tú lo dices, Kouhai-kun- contestó, todavía con un tono juguetón.- Gracias por hoy. Estuviste más que a la altura de tus palabras.
Con esas palabras, se inclinó ligeramente hacia mí, como si estuviera agradeciendo y reconociendo lo que acababa de ocurrir, pero sin perder su estilo único de ironía y seriedad. Después, con una última sonrisa juguetona, se levantó y se despidió.
Kiryuin: Bueno, me voy a disculpar, Kouhai-kun- dijo, dándome una mirada llena de confianza y picardía- Esto ha sido más divertido de lo que pensaba. Hasta la próxima.
Con un elegante movimiento, se alejó hacia su mesa, dejando atrás una mezcla de inquietud y satisfacción en mí. La cafetería pronto volvió a su usual bullicio, pero algo en el aire había cambiado. Sabía que esto solo era el principio. Kiryuin había jugado sus cartas, y ahora, era mi turno de hacer las mías.
Aunque su actitud parecía relajada, sentí que su mente estaba trabajando a mil por hora, como siempre. Me quedé en mi lugar, procesando lo sucedido y esperando, aunque fuera un segundo, el momento en que Kiryuin decidiera dar su siguiente movimiento.
Sora: Pues bien, parece que esta batalla apenas comienza —dije, asintiendo, mientras observaba cómo se alejaba ligeramente de mí. Aunque su actitud seguía siendo la misma, había algo diferente en su mirada, como si estuviera esperando algo más de mí.
Ya sabía que la lucha por expulsar a Nagumo sería complicada, pero con Kiryuin de alguna forma aliada en esto, el desafío podría volverse algo mucho más interesante de lo que había anticipado.
Miré los papeles una vez más, asegurándome de que todo estuviera correcto antes de enviárselos. Sabía que si alguien podía hacer algo con esta información, era Ayanokouji. Aunque él no era del tipo que le gustaba destacar, era sorprendentemente hábil para manejar situaciones de esta índole, y su naturaleza discreta lo hacía perfecto para llevar a cabo esta especie de “intercambio” sin llamar la atención.
Tomé mi teléfono y le envié el mensaje a Ayanokouji.
[Uzumaki-kun? ¿Qué es esto?] apareció en la pantalla, y lo leí antes de responder.
[Estas preguntas probablemente estarán en nuestros exámenes parciales, úsalas sabiamente, Ayanokouji-kun.]
Unos segundos después, la respuesta de Ayanokouji llegó:
[Así que tú también llegaste a la misma conclusión, ¿no?]
Puedo imaginarme la calma de su voz, incluso a través de un mensaje de texto. Ayanokouji no se dejaba llevar fácilmente por nada, siempre analizando todo desde un punto de vista lógico.
[Estoy seguro de que iba a usar a Kushida-san para cambiar los exámenes de uno de nuestros sempai, sabiendo su personalidad. Pero además, se lo puede dar a Kushida, para que ella se gane el crédito y tú pases entre las sombras.]
La idea de usar a Kushida de esa manera era interesante. Sabía que Kushida era lo suficientemente manipulable y ambiciosa como para no dudar en tomar la oportunidad si se le presentaba. Pero lo que realmente me sorprendía era cómo Ayanokouji había considerado esa jugada con tan pocos detalles. Siempre tan calculador.
[Ya veo, en ese caso debería agradecerte.] respondió.
No era tan fácil para él agradecer, pero sabía que entendía el peso de lo que implicaba esta información.
[No me agradezcas todavía, todavía existe la posibilidad de que me equivoque.] respondí, manteniendo la cautela. No sería la primera vez que algo parecía demasiado perfecto para ser cierto.
[Si tenemos esa posibilidad, que pase.] Ayanokouji concluyó, como siempre, de forma tranquila. Era imposible saber si se sentía seguro o si estaba simplemente aceptando el resultado, cualquiera que fuera.
[Como sea, cuídate.] finalicé, con una ligera sonrisa. Sabía que, de alguna manera, todo esto iba a llevarnos a algo mucho más grande, pero no estaba seguro de qué tan grande. Ayanokouji siempre encontraba la forma de mantener el control de la situación, sin importar lo que sucediera.
Puse el teléfono en mi bolsillo y observé la cafetería. Mi mente seguía en los próximos pasos, pensando en las posibles repercusiones. Pero una cosa era clara: este pequeño intercambio había dejado de ser algo personal. Estábamos jugando una partida mucho más grande. Y en este juego, nadie podía realmente confiar en nadie más.
En el camino, tambié le envié las preguntas a lchinose y le dije lo mismo. Decidió utilizarlas y estudiarlas en los grupos de estudio antes de decirles a nuestros compañeros que las
memorizaran. Un plan perfecto.
Llegó la hora del grupo de estudio. Decidí llegar temprano, como siempre, y me dirigí a la esquina de la biblioteca, donde habíamos quedado. Cuando llegué, vi a Ichinose sentada sola, distraída entre libros y cuadernos.
Mmmm, esta es una buena oportunidad para…
Sora: ¡Boo!- grité en voz baja, acercándome sigilosamente por detrás de ella.
Ichinose: AAAAAH!- La reacción fue inmediata. Me asustó tan fuerte que su grito resonó por toda la biblioteca, causando que algunos libros se desordenaran sobre la mesa. De repente, me di cuenta de algo.
¿Espera, nadie más está aquí?
Ichinose se giró rápidamente, con los ojos abiertos de par en par, y su rostro reflejaba una expresión de horror absoluto. Por un momento, pensé que quizás me había pasado un poco, pero cuando me vio, su rostro se suavizó al instante.
Ichinose: AH, Uzumaki-kun, eres malo- dijo, haciendo un lindo puchero mientras me miraba con una mezcla de indignación y diversión- Llegaste temprano.
Sora: Yo podría decirte lo mismo- respondí, sonriendo mientras tomaba asiento a su lado- Disculpa por lo de antes, no era mi intención asustarte, pero debo admitir que fue una bonita reacción.
De repente, un perfume cítrico me hizo cosquillas en la nariz, un aroma fresco y delicado que no había notado antes.
Sora: ¿Empezaste a usar perfumes?- le pregunté, curioso.
Ichinose: Ummm, sí, he empezado a usarlo desde hace un tiempo. ¿Lo notaste recién ahora?- dijo ella, un poco nerviosa, evitando mirarme directamente.
Sora: En realidad no, he estado percibiendo este olor, pero no pensé que fueras tú quien lo tuviera. Te sienta bien- respondí, sin pensarlo demasiado.
El cambio en su expresión fue inmediato. Se ruborizó y luchó un poco antes de murmurar en voz baja, como si intentara evitar que la oyera.
Ichinose: Gracias.
Una pequeña chispa se encendió en mi pecho al escuchar su voz suave, casi tímida. Mi corazón empezó a acelerarse sin razón, y sentí una leve incomodidad en el aire entre nosotros. ¿Qué pasa con ella hoy? Parecía tan… diferente. Pero de alguna manera, esa diferencia me hizo sentir más cerca de ella que nunca.
Ichinose me miró por un momento antes de sonrojarse nuevamente, y con una voz suave, me dijo:
Ichionse: Gracias, Uzumaki-kun… En serio, gracias. Si no hubiera sido por ti, no habría podido ser tan sincera conmigo misma. Gracias a eso, pude abrirme más y, de alguna manera, la clase también ascendió más rápido de lo que esperaba. No sé cómo expresarlo.
La confesión de Ichinose me confundió un poco. La miré fijamente, pero antes de poder responder, le dije
Sora: No, Ichinose, eso no fue por mí. Fue tu propio esfuerzo el que hizo que llegaras a este punto. Solo te ayudé a ver lo que ya sabías por dentro.
Ella se quedó en silencio por un momento, antes de bajar la cabeza, sonrojada y ligeramente avergonzada.
Ichinose: Ah… ¿De verdad lo crees?- preguntó, sonriendo débilmente, como si no terminara de convencerse.
Antes de que pudiera contestar, escuché una voz baja que venía de detrás de un estante cercano.
Amikura: Ara ara~- La voz se filtró a través de la biblioteca, haciendo que ambos miráramos en su dirección. Vi a Amikura mirándonos desde detrás del estante con un ojo, como si estuviera observando una escena secreta- No me hagan caso, sigan adelante con sus cosas amorosas~ Soy solo una pared, un mero estante- dijo con tono burlón.
Ichinose se puso tan roja que parecía que iba a estallar de vergüenza.
Ichinose: N-No es como que…- intentó decir, pero su intento de negarlo solo hizo que su sonrojo aumentara.
De repente, como si estuviera jugando en su propio mundo, Amikura saltó desde su escondite junto con Minamikata, ambos acercándose rápidamente a Ichinose. Comenzaron a tocarle las mejillas con un aire juguetón.
Ichinose, entre risas nerviosas y sonrojada hasta las orejas, trató de apartarse, pero sus intentos fueron en vano.
Ichinose: ¡C-cállense! No es lo que piensan.
Mientras tanto, yo solo observaba, un poco desconcertado por la situación, pero sin poder evitar una ligera sonrisa.
Después de unos minutos de travesuras, el grupo finalmente se calmó, y la sesión de estudio continuó. Ichinose, como la líder del grupo, asumió el rol de tutora principal mientras yo le ayudaba con algunas explicaciones. A pesar de la ligera incomodidad en el aire, el ambiente era tranquilo y cordial.
Sin embargo, noté que Ichinose me miraba furtivamente de vez en cuando. Cada vez que la miraba, rápidamente volvía a mirar su material de estudio, más nerviosa que antes. Amikura, que había estado observando a Ichinose todo el tiempo, no pudo evitar sonreír con picardía al notar lo que estaba pasando.
La biblioteca estaba llena de risas suaves y murmullos de nuestras conversaciones sobre el material de estudio, pero también había una tensión sutil, algo que no podía explicar del todo.
Era como si todo estuviera volviendo a la normalidad, pero con un toque de calidez inesperada. Y aunque no podía saber qué nos deparaba el futuro, por el momento, todo se sentía en su lugar.
Continúara........
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