Prólogo
Yo, Irene, esa soy yo. Tengo 12 años, soy una chica nada corriente criada en la meseta castellana. Mi vida no es "lo normal" y de hecho nunca me ha gustado "ser como los demás". En cierta manera me esfuerzo en ser distinta, yo soy única.
Para empezar, tengo 5 hermanos y no soy del Opus Dei, aunque la gente es lo primero que piensa cuando me conoce y sabe que tengo tanta familia, otros piensan que les estoy tomando el pelo, pues nunca están conmigo ya que son mucho mayores que yo.
Estudio en un colegio concertado que odio con todas mis fuerzas, tengo grandes amigos pero sin embargo hay un par de idiotas que me hacen la vida imposible, se ríen de mí cuando pueden y en clase de gimnasia me persiguen para insultarme. Os preguntaréis por qué no he hablado con los profesores, pues bien, porque todos me echan la culpa. Uno es hijo de un catedrático, y el otro es bastante inteligente, de esos que aprueban con sobresalientes sin esforzarse. Ambas familias tienen mucho poder adquisitivo y mi querido colegio era antes del Opus, aunque ahora no, aunque sigue siendo religioso, por lo que para mis queridas monjitas "es todo un honor mantener a semejantes dos elementos en él", así que me echan la culpa, dicen que tengo un carácter difífil, lo cual no es del todo incierto, pero eso no les justifica.
Mis amigos, los pobres no son gente rica, son gente con problemas o algún hijo o familiar de profesor. Suelo juntarme con gente con problemas aunque yo no diría que son problemáticos, sino que los problemas les buscan y no al revés. Entre ellos, están Mónica hija de madre soltera, sus abuelos tienen mucho dinero, pero los de clase la insultan por no tener un apellido paterno, la hicieron el vacío a la pobre cuando se enteraron de que su madre no estaba casada y que sus apellidos coincidían. Celeste, su hermano mayor es drogadicto, tiene una sobrina de nuestra edad que su hermano se niega a reconocer y está en mi colegio porque la corresponde por la zona, se meten mucho con ella. Alfredo, el más intocable, bueno, el único. Su tía trabaja en el colegio y le tienen respeto, hasta el punto de no meterse con él como con el resto de mis amigas. Sé que a veces me defiende, aunque no quiere que lo sepa, intenta que la clase me deje tranquila, que no llore tanto porque la verdad me la paso llorando todo el tiempo, pero no es justo. Mi vida no es justa.
Mi madre, esa que debería apoyarme, tiene lo suyo. A veces creo que no quiere que sea su hija o incluso que no quiere ver la realidad... Pero no voy a adelantar acontecimientos, ella siempre dice que si la mayoría se meten conmigo es culpa mía, cuando yo lo único que hago es defender a mis amigos cuando se meten con ellos, y supongo que muchos me humillan para no ser humillados, pero bueno, la vida es injusta.
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