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•V E I N T I S I E T E•

Simón.

Al día siguiente se levantó casi cayendo de trasero al piso cuando se sorprendió a ver cómo primera observación del día unas paredes de color rosadas oscuras, pero al recordar que ese era su nuevo hogar había tenido que calmarse, respirando una y otra vez para controlar su acelerado pecho, miró la ventana donde los rayos de sol entraban, estaba en Brooklyn y así no creía que eso estaba sucediendo, el mismo lugar donde Raphael Santiago estaba pisando, donde paseaba, y a la vez se sentía tan desolado a saber que no tenía ya ninguna relación con ese chico, nunca lo vería en persona, dejaría escapar carcajadas a su lado porque se había cortado la unión de química que tenía los dos.

— ¿Simón?

Pasó su mano por su pelo un poco frustrado colocando sus lentes para pararse y caminar hasta la puerta, se había levantado con un sabor amargo en su boca con una tristeza acumulada en su interior la cual debía deshacerse después, se acercó hasta la puerta tocando la perilla con dedos temblorosos, mojados por la transpiración que había sufrido al despertar, miró hacia abajo viendo que tenía un problema mañanero, ni podía acordarse que había soñado, abrió un poco la puerta encontrando a Jace fuera, con los brazos cruzados y una mirada aburrida.

— ¿Si?

—Vamos a desayunar tú y yo, fuera— dijo el chico.

— ¿Tú y yo? ¿Acaso no está Clarissa, Alec o Isabelle?

—Isabelle fue a su nuevo trabajo, Alexander y Clarissa fueron, entre peleas, a hacer trámites de mudanzas y buscar trabajos para todos, así que estamos solo tú y yo querido amigo— respondió el chico— además tenemos que buscar a un tal Ramuel, o Rachel, no sé a ese tipo.

Simón sintió algo dentro de él, como unas cosquillas enormes a escuchar esas palabras de su amigo, buscar a Raphael no era algo que no le desagradaba ni le agradaba del todo.

— ¿Raphael? Y Rachel es nombre de mujer.

—Si ese tipo, así que vístete y vamos, esta es mi semana de caridad contigo— dijo el chico— pero primero la comida, un desayuno bien delicioso.

—No quiero buscar a Raphael.

—Está bien, nada de Raphael— comentó Jace— pero no puedes decirme no a un almuerzo.

—Solo espérame unos minutos.

Cerró la puerta detrás de él, caminó hasta el baño prendiendo el agua fría y sin sacarse la ropa se metió bajo ella mordiéndose el labios para no quejarse y quedarse ahí soportando la temperatura, tratando de que su miembro bajara, cerró los ojos cuando vio que el agua estaba llegando a sus ojos y suspiró sacando todo el aire que tenía retenido dentro, algo había cambiado cuando había conocido a Raphael, antes pasaba horas en su celular, ni lo soltaba para ir al baño, apagarlo era como apagarse a el mismo y no encontraba la manera de seguir sin ver la pantalla prendida, pero después del chico y ahora con toda la pelea ya no lo usaba mucho, quien iba a pensar que ese chico le cambiaría todo.

— ¡Simón!

— ¡Voy!— gritó el chico.

Apagó el agua y se sacó la ropa para tirarla en alguna parte del baño, salió hacia su habitación buscando algo para secarse y ropa para colocarse, miró el celular que estaba apagado, evitó la mirada para seguir con lo que estaba, lo hizo con rapidez sabiendo que su amigo no tenía mucha paciencia, terminó colocándose las zapatillas, tomó el celular y salió de la habitación encontrando al rubio apoyado en la pared con el ceño fruncido.

—Eres peor que una mujer— musitó— ¿Ya dejaste de maquillarte? Ahora sí vamos, tenemos que caminar hasta el centro de este lugar.

El chico rodeó los ojos, ambos bajaron hasta llegar afuera, cerrando con llave la casa para comenzar a caminar sin saber dónde se estaban dirigiendo, pero seguiría al rubio ya que parecía confiado a donde iba, aunque siempre que seguía o obedecía al chico terminaban en problemas.

—Necesito tu ayuda amigo Simón— dijo el muchacho.

— ¿Mi ayuda?

—Voy a comprarle un anillo de compromiso a Clary, así que necesito tus dones gais para elegir el indicado.

—Soy homosexual pero eso no me hace que todo lo femenino me guste— musitó Simón— ¿Entiendes?

Ambos caminaban despacio, hablando de voz alta, discutiendo sobre el tema de que ser un homosexual no te hacía nada un sabelotodo de la moda o accesorios, algo que a Jace no le entraba en su diminuto cerebro, cuando ya llegaron a lo que parecía ser un centro ambos se callaron caminando del lado del otro mirando todo fascinado por el lugar, era bonito, aunque solo debía ser que estaban conociendo un nuevo lugar.

— ¿Me ayudarás o no?

—Bien, te ayudaré solo porque es por una buena causa— dijo Simón.

Ambos entraron a un local donde el aroma a café y pan los había atrapado, muchas personas estaban sentadas dentro compartiendo juntos un almuerzo, Jace lo llevó hasta la fila sonriendo a una chica a distancia como sabía hacer, de seguro Clarissa estaría haciendo lo mismo con cualquier chico que se le pasará frente, su relación era en eso, ser abiertos sin sentir celos, y al parecer estaban complementándose bien con aquella reglas. Después de un pedido, un coqueteo por parte del rubio al chico que atendía y un número de celular del mismo, se sentaron en las mesas de afuera a disfrutar de su desayuno.

—Jace ¿Puedo hacerte una pregunta?

El rubio estaba masticando los panes como si no hubiese comido por días y le daba unos tragos a su vaso para así no atrancarse con la comida, quien lo viera comer le daría una repugnancia a verlo así, pero a parecer a Jace no le importaba.

— Si es de sexo Isabelle me lo ha prohibido, según ella eres muy pequeño, si es consejos de enamoramiento ni yo mismo se cómo conseguir hacerlo con Clarissa, cada día me sorprendo, y si es de arreglarte esa fachada que tienes te digo que es imposible, salen por tus poros y creo a veces que es contagioso— dijo el rubio con la boca llena.

—No, solo quería preguntarte ¿Por qué quieres comprometerte con Clarissa cuando su relación es de libertad?

Le dio un sorbo a su vaso mientras miraba a la gente pasar por su lado, dentro de él algo le decía que esperaba ver a Raphael pero sería imposible, devolvía la mirada al rubio que trataba de vaciar su boca para contestar, algo que se le complicaba porque debía tener una masa de pan con líquido dentro de su boca, pero después de minutos que parecieron eternidad el chico se pudo librar de aquello.

—Puedo salir con muchas personas, puedo besar muchas bocas, puedo tocar muchos cuerpos, pero cuando llego a casa la única que logra hacer todo aquello especial, que siento que saca lo mejor de mí es Clarissa, siempre espero llegar a casa dormir en la misma cama, tomarnos de las manos, susurrarle todo lo que sale de mi solo para ella y verla despertar a mi lado, ella es especial, entre todas mis citas ella sobresale y la quiero tener a mi lado, para siempre— respondió Jace.

—Fue lo más cursi que he escuchado salir de tu boca.

Ambos siguieron con el desayuno, esta vez en silencio, Simón se había quedado pensando en las palabras del chico, tenía razón Jace siempre tenía una nueva conquista pero nunca se cansaba de mirar como el chico miraba a Clarissa como si fuera lo más hermoso del mundo a pesar de que al día anterior hubiese estado en la cama de otra persona, él quería casi lo mismo, una persona que no se cansara de mirarlo, que lo hiciera sentir especial y le amara, pero era muy exigente, quería que esa persona fuera el malhumorado y orgulloso de Raphael Santiago, conclusión iba a morir solo por un capricho.

—Prende tu celular, vamos a sacarte una foto y lo subirás a Instagram para que vea ese chico que si quiere puede encontrarte en persona— dijo Jace— si él en verdad tiene interés por ti de seguro que hará todo para poder encontrarte y si no lo hace no es el único pez en este lugar, hay muchas linduras por aquí.

Simón sonrió sacando el celular apagado para prenderlo dejándolo en la mesa, Jace tomó el celular mientras el bajaba la mirada dándole un mordisco al bollo de pan, se sentía nervioso y no sabía porque, vio al rubio mover sus dedos hasta que después de un rato lo apunto con la cámara del celular.

—Vamos, haz alguna pose, una sonrisita, una cara sensual.

Le ayudo a sacar todo para que la mesa quedará libra, le indico que se cruzará de brazos en la mesa y sonrió como Jace le había señalado, sintiendo el flash en sus ojos para después ver cómo le pasaba el celular para que viera lo que había logrado.

—Ahora súbelo— ordenó Jace— Raphael debe estar esperando saber algo de ti.

—Te odio— dijo entre una carcajada Simón.

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