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•V E I N T I O C H O•

Raphael

Despertó con un dolor en la espalda, estaba durmiendo en el suelo y no se había dado cuenta como había terminado ahí cuando él y Magnus se habían acomodado para entrar ambos en aquella diminuta cama, pero al sentarse y ver al moreno ocupando todo el espacio entendió que esté le había empujado ¿Pero porque no había sentido el impacto? Las hojas y la laptop estaban en el escritorio, a quejas por el dolor se paró para buscar su celular que lo había dejado también ahí arriba, esperaba algún mensaje por el otro chico, una llamada perdida por respuesta a las suyas, pero a desbloquear la pantalla no vio nada, solo la pantalla y las aplicaciones, suspiró pensando que todo pasaría, Simón no era de enojarse mucho o era algo que había visto, pero al parecer está vez era distinto, si se había enojado y bien feo, dejó el celular para ir hasta la cama, tomó la parte del colchón y lo alzó viendo como Magnus volaba hasta caer al suelo.

— ¡Ay!

Raphael sonrió, buscando en su mueble de ropa una nueva remera y un pantalón ya que dormir en el suelo podía haber ensuciado su ropa, abrió la puerta haciéndole seña a su amigo de que se fuera y se sorprendió a verlo irse sin decir una palabra, aún seguía medio dormido así que sus neuronas no despertaban aún, agradecía aquello un poco porque no tenía que soportarlo por un buen rato, al cerrar la puerta se estiró sintiendo como sus huesos se iban acomodando, dejó escapar un bostezo para comenzar a sacar su prendas y así poder cambiarlas por unas limpias, se bañaría al anochecer para poder relajarse y dormir mejor, mientras tanto se dedicaría en todo el día a hacer algo productivo.

Volvió al escritorio tomando su celular y abriendo la laptop para desbloquearla, tenían la cuenta de Twitter, la de Instagram, la de Facebook y Whatsapp que Magnus había creado para él, excepto la última que la había creado el con ayuda de Simón, todo esto para buscar información del chico, saber su paradero, pero parecía desconectado, como si no hubiese tenido señal en dos días para actualizar sus estados, habían estado revisando sus amigos, la de Isabelle Lightwood la chica que se creía madre de Simón, pero nada, la de un tal Jace Herondale con Clarissa Fairchild que no tenían más que sus cuentas de Instagram donde subían fotos juntos y después la de un chico, Alexander Lightwood, algo que había llamado la atención de Magnus pero no del todo como para contactarlo y pedirle hacerlo por toda la casa, aún así no habían descubierto nada y era frustrante. Pero no perdió las ganas, volvió a actualizar las cuentas, no tenía ningún Whatsapp, miró la hora ya había pasado minutos del desayuno, así que el chico debía estar despierto.

—Te estás haciendo rogar acosador— musitó.

Cerró esa pestaña y se fijó en las siguientes, Twitter lo cerró antes de darle una mirada porque no entendía nada de esa aplicación, Facebook era algo que tampoco le veía sentido, pero le dio una ojeada igual para ver si el chico no lo había utilizado, pero no había señal, entonces la pestaña de Instagram era la única que tenia, la abrió y buscó en el buscador, como le había indicado Magnus, el nombre de Simón, lo bueno es que el chico usaba su nombre para las redes y no algo difícil que tardaría en encontrar, cuando vio el perfil se sorprendió a ver una nueva foto, la abrió mirándolo mejor, el chico era hermoso, no podía discutir eso.

— ¡Magnus!—grito Raphael.

Era el único que podía encontrarlo con sus dones, a los minutos no solo apareció Magnus, si no Ragnor y Catarina abriendo la puerta mirándolo preocupado como si le hubiese pasado algo, se relajaron cuando vieron que no pasaba nada.

— ¿Estás bien?— preguntó Ragnor.

—Solo necesito que Magnus descubra dónde mierda esta Simón ¿Qué quieren ayudar?— preguntó con sarcasmo.

Minutos después tenía a Magnus en la silla y los tres rodeándolo viendo como el chico miraba la pantalla tratando de averiguar su localización, mientras que la pareja daban nombres de lugares que se les cruzaba por sus cabezas, todo se había salido de control por buscar a un chico que había llegado a Brooklyn. Aunque en silencio agradecía aquello, pero muy en silencio.

—Debe ser el centro de Brooklyn, deberíamos ir y ver, si encontramos algo que indique que fue así significa que Simón no está viviendo lejos—dijo Magnus.

— ¿Sabes cuántas mesas negras hay en el centro de Brooklyn? Millones— comentó Ragnor.

—Pero en dos lugares los mozos usan gorras y remeras como uniformes—opinó Catarina.

Sus amigos parecían ser parte del FBI, buscaban sacar conclusiones de todo, por una parte era bueno pero no del todo, de igual manera él y Magnus se prepararon para salir en una búsqueda ridícula, pero todo por una buena causa, ellos no estaban lejos del centro de Brooklyn, pero si un poco alejados como para ir a pies, entraron al auto del moreno y este como un loco en una secuencia manejo rápido, Raphael no podía dejar de insultarlo por ser tan así, pero finalmente llegaron al centro estacionando para caminar al primer objetivo, trató de memorizar el rostro de Simón antes de irse, su vestimenta y su corte de pelo por si lo veía ¿Pero qué diría si lo veía? No tendría palabras en ese momento.

—Esto es tan lindo— susurró Magnus— recordaré esto en sus bodas y cuando seamos ancianos.

—Cállate y camina Magnus Bane.

El primer lugar no encontraron nada, no había señales de un chico de lentes, así que sin perder los ánimos caminaron hasta el segundo lugar, iba pensando en su cabeza que iba a decirle mientras sentía los nervios recorrer todo su cuerpo, sentía sus manos transpirar y una incómoda sensación en su estómago, todo por el causante, Simón Lewis, y estaba seguro que eso era un síntoma del enamoramiento, cuando llegaron al segundo lugar no había nadie en las mesas de afuera, Raphael se sintió decepcionado y un poco humillado con el mismo por llegar a esas acciones, sintió la mano de su amigo en su hombro.

—No debe haberse ido lejos— dijo el chico— debe estar cerca.

—Volvamos a casa—susurró Raphael.

Se dio vuelta para comenzar a caminar por donde había venido, suspirando por ser tan así, que ridículo debía verse estar haciendo aquello como si se tratará de una película, cuando debía estar tratando de recuperar su trabajo y ir a ver a su madre, solo dedicarse a dejarle llamadas a Simón para que vea que se sentía un poco arrepentido de lo sucedido.

—No, ningún amigo de Magnus Bane se rinde a buscar al amor de su vida.

—Nos vamos—ordenó.

Se detuvo cuando vio a lo lejos a un chico junto a un chico rubio riéndose, llevaban unas bolsas, y todo dentro de él decía que ese era Simón, la remera negra, los lentes, su pelo medio corto, y el chico rubio era ese tal Jace Herondale que había visto la noche anterior en las fotos, eran ellos y no podía acercarse ni un poco para llamar su atención para cruzar miradas con el chico.

— ¿Raphael estás bien?

—Vamos, vamos—susurró Raphael asustado.

Mientras agarraba del brazo a su amigo y lo arrastraba a dirección contraria casi corriendo, era una gallina por evitar lo inevitable, pero es que no podía hacerlo, se había congelado a verlo.

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