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•T R E I N T A Y C I N C O•

Simón.

Mientras volvía de camino a su casa, no podía dejar de sentir sus mejillas sonrojadas, Raphael era mucho más guapo en persona y no podía evitar sentir como su pulsaciones se aceleraban con solo recordarlo, sus ojos avellanas le habían hecho quedarse pasmado sin poder evitar correr la mirada, pero se había controlado muy bien, había arreglado todo diciendo la historia falsa que Alexander planeó, aún no estaba preparado para decir la verdad, así que dejaría que la mentira floreciera un poco más, además no era tan malo, podría ser algo gracioso para su vida amorosa más adelante con el chico o capaz no, comenzó a protestar por todo lo que estaba haciendo, necesitaba hacer algo bien y dejar de ir embarrando con cada paso que estaba haciendo, pero todo esto la tenía la culpa el otro chico, el lo había llevado a hacer aquello.

—Raphael...— susurró.

Ahora eran amigos o algo parecido, y el chico le había dicho que le llamaría, así que iba a esperar que lo hiciera, podía presentir como todo comenzaría a mejorar, lento pero lo haría, solo iba a tener paciencia para lograr resultados buenos, aunque dentro de él algo le decía que Raphael no le llamaría, pero tenía que ser más optimista, pensar que el chico si le llamaría y podrían quedar en algún lugar para hablar. Cuando llegó a casa, entró despacio, no sabía qué hora era así que debía tener cuidado si mamá gallina estaba despierta o estaría en problemas, grandes problemas.

— ¡Simón Lewis!

El chico cerró los ojos con fuerza dejando de estar pisando con cuidado, pudo ver cómo Isabelle, ya vestida con su uniforme de trabajo y una taza entre sus manos salía de la cocina para apuntarle con el dedo, mientras ponía su mirada molesta que sabía tener siempre, Simón se dejó caer al suelo, sentándose para mirar al suelo, Raphael no le llamaría, podía sentirlo dentro suyo.

— ¿Simón?— preguntó la chica preocupada— si esto es uno de tus juegos para que no te castigue, sabes que no me gusta, no me gusta verte así.

Pero el no contestó solo se limitó a mover una mano como señalando que no le importaba lo que pasaría con él y que solo quería estar ahí con la compañía de el mismo, vio como Isabelle se arrodillaba, haciendo tientas para que su falda no se levantará, le colocó una mano en su mejilla y le miró conmovida por la situación.

— ¿En qué lío te has metido ahora para estar así mi niño?

—No importa Izzy, solo dame mi castigo, lo merezco por haberme ido— respondió.

Separó la mano de la chica de su mejilla y se levantó tratando de que el nudo en su garganta desapareciera o lloraría frente a ella, ayudó a Isabelle a pararse sin mirarla, no quería que notará al mirarle lo que le había sucedido, no quería que pudiera descifrar todo.

—Está bien, hoy vas a limpiar toda la casa, tú solo ¿Entendido? Ahora ve a dormir un poco, no puedes estar así.

Asintió mientras le dejaba un casto beso en la mejilla y subía por las escaleras desanimado, entró a su habitación viendo como su celular estaba en la cama, caminó hasta el desbloqueando la pantalla decepcionado a no ver notificaciones de llamadas perdidas, sin pensarlo y para sacarse las dudas de lo que estaba sintiendo, buscó el número de Raphael y le marcó llevando el celular a su oído, no hubo tono, solo la voz de la mujer que decía que el celular estaba fuera de servicio.

—Lo sabía, no me va a llamar, apagó su celular.

Se recostó en la cama, agarrando la almohada para llevarla a su cara y aplastarla en ella dejando escapar un grito, sacando los sentimientos que tenía encima, después de eso tiró la almohada lejos para darse vuelta en la cama y quedar boca abajo, el sueño le había bajado rápido, haciéndole bostezar reiteradas veces, cerrando los ojos para quedarse dormido al instante, entrando a unos de sus sueños donde Raphael aparecía.

Raphael estaba caminando delante de él, Simón podía notar que era el chico, porque dentro suyo lo sentía, podía admirarlo y sonreía mientras era guiado, aunque el chico de adelante no hablaba, no tenía miedo a donde se dirigían, aunque no sabía dónde lo estaba llevando, solo confiaba en el porqué estaba enamorado, además la mano del otro chico estaba entrelazada con la de él, significando que ambos estaban juntos, así que no le haría daño. Ambos entraron a una habitación, todo era de un color blanco, así que no había mucho que admirar, aunque Simón solo podía hacerlo con cada facción de la cara del muchacho, pero no fue por mucho porque el chico ya le estaba tirando al piso para ahorcarlo.

— ¡R-Raphael!

Podía ver los labios del chico moverse mientras estaba arriba de él, podía sentir sus manos en su cuello y la opresión que causaba en ello, como estaba comenzando a quedarse sin aire.

— ¡R-Raphael!

Pero no podía escucharlo, solo podía ver su mirada molesta, la chispa de sus ojos le indicaba que había hecho algo malo ¿Pero qué? Suplicó con la poca voz que le quedaba hasta que dejó de respirar y comenzó a ver borroso.

Despertó con un dolor en la mejilla y Jace en su vista llamándole por su nombre, se sentó tomando aire dejándolo entrar a sus pulmones mientras la tos era el único sonido que se escuchaba en la habitación, se sentía desorientado y con los rayos de sol no era mejor, ya no recordaba lo que había soñado, pero si su amigo rubio estaba ahí para despertarlo de un cachetazo, de seguro que no era algo bueno.

—¿Te sientes bien?¿Recuerdas lo que soñaste?— preguntó Jace— claro que no lo harás, miraste la ventana, así que tú sueños o pesadillas fueron robados por el hada de los sueños, lo leí de un libro, así que debe ser cierto.

— ¿Por qué me pegaste?

Podía sentir el ardor en su mejilla como el dolor que le había causado, de seguro quedaría algún moretón por eso, su piel era muy sensible a los golpes.

—Porque te estabas ahogando, así que debí tomar una medida rápida para traerte de nuevo a la realidad— respondió el rubio— ¿Quieres hablar? Izzy estaba preocupada por ti, hoy te fuiste y no sabemos dónde, te notas deprimidos, mírate ni has tomado tu celular.

El rubio tenía razón, todo había cambiado y podía verse al exterior, todos estaban ya suponiendo que algo mal estaban, comenzarían a sofocarlo hasta saber la respuesta de sus problemas, ya que era el pequeño de la casa, nadie iba a querer verlo mal, aunque él quería estar así y quería arreglar sus problemas por el solo, no que Izzy ni ninguno saliera a salvarle de lo que había hecho.

—Formamos un plan con Alexander para que Raphael se pusiera celoso y se enamorará de mi, pero la empeore y fui al hospital porque su madre está internada, le dije la historia falsa que tenemos con Alec y ahora me odia.

— ¿Aceptaste un plan amoroso de Alec?— preguntó Jace casi a punto de reír— ¡Oh cielos! ¿Por qué aceptaste un plan de Alec?

—Porque él nunca ha fallado en nada que se propone en su vida amorosa— respondió Simón— nunca.

Viendo como su amigo colocaba dos dedos en el puente de su nariz mientras dejaba escapar una carcajada, Simón remojó sus labios sin saber que era lo chistoso para el chico, pero solo espero a que dejara de reírse para que contestara.

—Alexander puede tener su vida controlada, pero en la situación amorosa es un asco— explicó el rubio— seguir sus plan es como irte derechito a tu suicidio, mírale nunca ha funcionado en ninguna relación con nadie, yo la última vez que acepte un plan amoroso de el casi me quedo sin pelotas, Simón seguir un plan de él es peligroso y puede llevarte al sentido contrario de donde quieres ir.

— ¿Y qué hago? No puedo decirle la verdad a Raphael, me odiaría por ser tan infantil.

—Tú solo sabrás qué camino seguir niño, ahora ve a cumplir tu castigo.

Sin renegar se levantó de la cama viendo cómo su amigo salía de la habitación, se quedó pensando en lo que había dicho ¿Y si tenía razón? Cerró los ojos con fuerza para abrirlos y cambiarse, dedicando a cumplir con la limpieza para que el castigo fuera levantado, además tenía que estar distraído hasta que la hora de las clases comenzará de nuevo, pensaría en qué hacer con Raphael después.

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