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• S E S E N T A Y N U E V E •

N/a: ¡Hola! Bueno como dije antes la historia le falta el epílogo desde ahora. Pero no se van a poder librar rápido de mi ni de saphael. Habrá nueva historia después, aún no sé cuando pero volverá, asi que no me dejen. 👇
Les quiero. 💜

Raphael

Sonrió a verse alagado por la mujer que trataba a Simón como su hijo, se estaba ganando el visto bueno sin siquiera tener que hablar porque al parecer a Isabelle Lightwood le había caído bien que él supiera hacer pan casero, lo que no sabía es que Guadalupe los había criado a todos de esa manera, sabían hacer lo que les pudiera, pan, pasta, manteca a la cual su madre decía que amaba de su país anterior, entre otros y al parecer Isabelle le gustaba aquellas cosas, así que esperaban llevarse bien con el tiempo, aunque ya le había dicho yerno, así que ese era un buen comienzo de aquel vínculo, podía asegurar que si tenía el visto bueno de esa chica podría tener el visto bueno de los demás, aunque no hacía falta porque ya lo tenía desde hace tiempo.

— Muy bien, esto fue más fácil de lo que pensé, gracias chicos, Magnus mejora un poco si quieres pertenecer a esta familia, Alexander tú también, no puede ser que en un Lightwood no sepa hacer estas cosas, Simón eres un fracaso, no vuelvas a intentarlo— dijo la chica sonriendo— y tú Raphael, has ganado el visto bueno, podrás hacer feliz a Simón, ahora hablaré con Elaine para que se venga a dar una vuelta y te conozca o por lo menos sepa que su hijo tiene una pareja aquí.

La mujer salió de la habitación mientras tomaba su celular, Simón tanto Alexander comenzaron a reír, Raphael con una sonrisa miró a Magnus quien al parecer se había tomado a pecho lo que había dicho la chica, aunque se notaba a leguas que ella hablaba así y algunas cosas la decía bromeando. Se acercó a su amigo con sus manos aún con harina para abrazarle, Magnus trató de hacer una sonrisa forzada para que nadie sospechara lo que estaba sintiendo, pero no podía lograrlo con su mejor amigo, siempre notaba cuando el moreno le estaba o le afectaba algo.

— Oye ¿Qué pasa? ¿Acaso al grande e inigualable Magnus Bane le hirieron las palabras de Isabelle Lightwood?— preguntó Raphael— sorprendente, la chica sí que tiene su carácter.

El moreno negó, todo prestaron atención a aquella conversación, Alexander parecía a punto de querer hablar pues se estaba comenzando a sonrojar a ver lo que había pasado y Simón solo se acercó para escuchar más, pudo ver en los ojos del moreno lágrimas contenidas. Raphael quiso silbar a ver a su amigo tan afectado.

— Es que Guadalupe me dijo lo mismo cuando quise hacer pasta casera— sollozó— que debía mejorar si quería pertenecer a la familia. Sé que no debo llorar, pero ¡Oh cielos! No puedo.

Raphael le abrazó haciéndole seña a Alexander que les guiará al baño, conocía tanto a Magnus para saber que se volvería en un mar de lágrimas en un segundo y él también lo haría así que no quería que les vieran en aquello, se dejó guiar aún abrazando al moreno hasta los baños viendo como Alec les miraba algo triste, después le explicaría bien o lo haría Simón quien estaba hablando con Isabelle sobre lo sucedido, ya que había visto aquella escena y había preguntado si había ofendido a alguien. Entraron en aquel baño para encerrarse ahí los dos viendo como el moreno lloraba y sollozaba mientras él se dejó liberar y llorar junto a su amigo. Guadalupe no sería fácil de olvidar.

— Okey, listo Magnus, afuera están esperándonos, se fuerte ¿Si? A ella no le gustaría vernos así— dijo Raphael después de unos minutos— ahora nos lavamos la cara y salimos ¿Entendido?

El moreno asintió, ambos se lavaron la cara para disminuir el enrojecimiento que tenían, salieron del baño y caminaron llenos de vergüenza hasta donde escucharon las voces, vieron que se trataba del comedor, unos sillones, una mesa ratonera con un plato con panes recién salido y café, vio como Simón le sonreía y tanto él como Alexander animaba a ambos a sentarse, aún apenados se sentaron en silencio viendo cómo Isabelle parecía estar concentrada en su taza de café.

— Simón, Alexander déjenme solo con los dos chicos aquí — dijo después de un sorbo— y si veo sus caras aquí no duden en que les tirare el café.

Los chicos asintieron, ambos antes de irse le dedicaron unas palabras para que se calmaran ya que tanto Magnus como el estaban nerviosos de estar a sola con Isabelle, tenía su humor y aunque quisieran negarlo la chica daba miedo, vieron como dejaba la taza y se dedicaba a servir más para ellos.

— Me he enterado las noticias, lo lamento tanto, a ambos, no sabía de esto y si lo hubiese sabido no sería tan brusca con ustedes. Esta familia para mí es lo más importante, yo soy la madre de todos aquí, no importa los años que tengan o el vínculo que comparten conmigo, yo aquí doy mi cariño y hago lo mejor para que estén bien, sanos y salvos— dijo Isabelle— ustedes dos quieren estar con mi dos niños, no me lo niegues Magnus, así que me haré cargo de ustedes también, no espero un no como respuesta, no me importa cómo me vean. Desde ahora seré como una madre para ustedes ¿Entendido?

De un escondite salió Simón llorando largándose arriba de Isabelle mientras le decía lo adorable que era, detrás venía Alexander que sonreía, donde se colocó entre medio de Magnus y Raphael, este último mirando sorprendido a su amigo por las palabras de aquella chica, tomarlos como hijos adoptados sin siquiera conocerles era algo que no hacía cualquiera, solo una persona de buen corazón y por lo que había notado todo aquel grupo lo era, Alexander quien había ayudado a Simón para que esté pudiera conquistarle y darle celos, algo que salió mal, Jace y su novia quienes habían guardado el secreto de que él iba en su búsqueda y ahora Isabelle que había propuesto, mejor dicho obligado a aceptar a Magnus y a él ser su madre adoptiva. Su amigo tenía razón, haber conocido a aquellos chicos habían sido lo mejor.

— Ellas les quiere— susurró Alec a ambos.

— ¡Simón basta!

Dijo la chica sacándose a Simón de encima quien fue a parar a las piernas de Raphael, cual le abrazo.

— ¿Entonces?

— Estoy encantado de su propuesta— dijo Magnus.

— Gracias por esto, tú y Guadalupe se hubiesen llevado muy bien— comentó Raphael.

— Muy bien, basta de cursilería, ahora coman todo esto que he preparado, no estoy para desperdiciar nada.

Aquella tarde los cinco estuvieron hablando hasta que llegó la hora de que Alexander, Magnus y Raphael debían trabajar en pandemónium. El último pudo definir aquello como un comienzo, un nuevo comienzo donde todo iba a estar bien, sabía que no estaría solo nunca más, que la familia de Simón les recibiría a él y a Magnus, y que la relación que tenía con el menor iba a florecer cada vez, porque tenían apoyo, tenían cariño y todo lo que se necesitaba para que aquello funcionará. No pedía más.

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